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Φαέθων, Phaéthōn por HokutoSexy

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Φαέθων, Phaéthōn
(Gr. Ant. Brillante, radiante)

 

Tenemos que vivir, no importa cuántos cielos hayan caído.
D.H. Lawrence.




Para IGR, lux tenebris.

Leyó una historia, o se la habían dicho, no recordaba… desfallecía, sus fuerzas mermaban, el cuerpo ya no respondía, no tenía voluntad y la poca entereza que poseía, se le iba como agua entre los dedos… lo único que conservaba era la lucidez de los recuerdos de tiempos pasados y de la desgracia de su vida.

Siendo tan jóvenes, habían jurado una de esas noches eternas en Bluegard, bajo la Cruz del Norte, prometieron ser fuertes, ser los mejores por un bien común, Unity no lo sabía, ni Dègel tampoco, pero esa estrella, también llamada Cygnus, tendría similitudes aterradoras acerca del destino de ambos.

Unity lo amó, lo amó de todas las maneras posibles, como hermano, como amigo, y lo amó también con la fuerza de la pasión que sentía por él, lo amó hasta la perdición.

Una parte de su corazón se fue con él cuando partió a Grecia, y agradecía que así fuera, porque esa pequeña parte bondadosa del ruso, se preservó para siempre, impoluta.

Dègel…

El último de la estirpe de los Aesgir estaba desapareciendo del mundo terrenal…

Su cuerpo, el de Unity, estaba atrapado entre los escombros, el thymos le abandonaba, el peso del Oricalco parecía inmenso: no podría cumplir esa última petición de Dègel, no llegaría hasta Atenea, otra promesa rota.

Se desvaneció.

Todo fue oscuridad inconmensurable, silencio. Como el silencio antes de nacer, y el silencio antes de morir. Con los sentidos aletargados, tuvo la clara sensación de que algo cálido le rodeaba, le consolaba y le llenaba de esa maldición humana: esperanza.

Era algo… era alguien… pero… ¿Quién podría emanar tanto calor y tanta fuerza? No conocía a dios ni humano alguno que fuese capaz de arder la vida de esa manera.

El viento gélido le trajo de vuelta a la realidad.

¿Nieve? ¿Estaba en el exterior? ¿Cómo sucedió?

Los cabellos platinados cubiertos de sangre, el zurco profundo de una herida cruzaba la frente y bajaba por un costado de la nariz, sería la cicatriz que le acompañaría el resto de su vida… para no olvidar jamás, que los demás habían muerto para que él viviera.

Lloró, lloró en silencio, el príncipe de Bluegard se quebró, por todo lo que hizo, por todo lo que no hizo, y porque al final, amó tanto la vida.

Irónico.

Phaethon, el hijo de Helios, del Sol, con engaños un día condujo el carro de su padre, perdió el control, hizo desiertos de la vegetación, quemó la piel de los hombres etíopes hasta ennegrecerla y al final, fue muerto por Zeus… su amante, el rey Cicno, cada día, lleno de tristeza se sumergió en el Erídano, tratando de encontrar a su amado, hasta que tuvo la piedad de los dioses y le convirtieron en cisne… Cygnus.

Dègel había seguido la senda del sol, y amó a un hijo del sol hasta la muerte y él… al igual que Cicno, esperó encontrar un día a Phaethon que había muerto en el carro del sol…

La Cruz del Norte…

 

FIN

 

 


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