Solo era una mañana común, como cualquier otra valga la redundancia, mis pies se movían con lentitud camino a la estación del tren, a pesar de vivir apenas a unas cuadras de esta en realidad me causaba molestia tener que caminar hasta ese lugar teniendo a mi disposición una motocicleta, pero bueno, ni modo de quejarse cuando esta se ha quedado sin gasolina.
“Compraré un galón de camino a casa”
Pensé mientras ya divisaba la estación apenas unos metros por delante de mí, retiré mi cabello del rostro y sin prisa llegué hasta la bahía de abordaje que me correspondía para tomar el tren a la universidad, no estaba para nada ansioso de llegar pero no podía seguir faltando a clase o reprobaría el semestre y sería una cantidad considerable de dinero a la basura.
Miré mi reloj unas 4 veces antes de que el bendito tren llegase por fin, esperaba no tener que escurrirme a la clase para evitar quedarme afuera. Abordé y al ver todas las sillas llenas decidí recostarme contra una ventana y escuchar música desde mi IPhone, una lista en aleatorio y podría sobrevivir el viaje.
Faltando ya algunas cuadras para llegar a la estación en frente de la universidad desperté de mi letargo a causa de un pequeño golpe recibido en la espalda, volteé a ver quién se había dignado a interrumpir mis canciones.
—¿Disculpa? —
Le dije a la persona detrás de mí, estaba un poco agachada así que no pude verle el rostro con claridad mas mientras que se levantaba pude ver a un chico frente a mí.
“Vaya idiota”
Pensé mientras esperaba que me viese para encararlo, o al menos para que se pudiese disculpar si eso planeaba.
—Oh, lo siento… No quise despertarlo señor—
¿Le oí bien? ¿Acaso me dijo señor? ¿Me veo tan viejo sin maquillaje? Eso sonó un poco gay pero bueno, no importa, lo que importa aquí es que me han llamado señor.
—¿Acaso te parezco un señor? —
Le dije con un leve ánimo de hacerle caer en cuenta de su error e incluso de molestarle un poco, pero ¿Quién me culpa? Él me dijo señor.
—Disculpe, no quise decirle de esa manera… Por favor acepte mis disculpas—
Asentí con la cabeza luego de escucharle, tal vez no era tan idiota como se pensaría, aunque era bastante extraño, se movía de forma un poco inusual, como si no supiese donde estaba. Le vi cargando varios libros junto a su maletín.
“Seguro es estudiante…”
Lo que me sorprendió fue el aspecto de aquel chico en frente mío, era diferente a la mayoría que había conocido antes. No era muy alto, de cabello oscuro de un tono negro casi azulado, su piel era blanca como el papel, su vestimenta era interesante teniendo en cuenta de que traía saco y corbata aunque de forma muy vintage, parecía casi un noble de época.
Traía unos pendientes negros en sus orejas, algo femeninos pero debía aceptar que no le quedaban mal.
—No te preocupes, estoy bien—
Le dije despreocupado y volví a darle play a mi música, pasó una estrofa de la canción que estaba escuchando hasta que llegamos a la estación.
Acomodé en mi hombro mi mochila y me dispuse a caminar hacia la puerta del tren, giré la cabeza con la intención de ver al muchacho con el que había hablado y le vi tratando de salir de entre el tumulto formado por la gente que bajaba también del tren, parecía que no sabía a donde ir, tomaba con dificultado sus libros con una mano y pasaba de tubo en tubo como guiándose hasta la salida, me quedé cerca de la puerta hasta que finalmente le vi salir de ahí.
“¿Qué le pasará?...”
Pensé mientras me dirigía a la salida de la estación, caminé hasta llegar a la entrada de la universidad donde saludé a algunas cuantas personas con desgano, estaba absorto en mis pensamientos.
Caminaba por los pasillos hasta llegar al aula de la primera hora hasta que un agarre en mi brazo detuvo mi camino y me haló hacia atrás. Escuché una voz que reconocería en cualquier lugar.
—¡Sebastián! —
Solo pude ver una gran cosa roja lanzándose sobre mí, las cosas no podrían estar peor.
—Grell… Quítate de encima, sabes que odio esto—
Le dije al pelirrojo que aparte de acosador y pesado, era engorroso de tener encima.
—Pero Sebastián, no puedo estar alejado de ti por tanto tiempo—
Las cosas solo empeoraban, ahora era no solo pesado físicamente si no muy estresante.
—Déjame tranquilo—
Me levanté haciendo a un lado al hombre acosador pelirrojo y no sé que más adjetivos agregarle a eso que me atacaba.
Entré al salón ganándome todas las miradas incluida la del maestro que señalaba mi silla con el ceño fruncido, me senté en mi lugar tratando de concentrarme en la voz de aquel aburrido maestro, la carrera de administración de empresas era interesante pero habían ciertos docentes que digamos que duermen a cualquier ser viviente.
Fue hasta entonces que pude notar que había alguien en la puerta hablando con el maestro Tanaka.
“Por favor que no sea Grell por favor que no sea Grell…”
Rogaba a quien me quisiese escuchar, no quería más inconvenientes con aquel pesado de cabellera color sangre.
El docente se movió hacia el pizarrón y ahí pude ver a quien estaba en la puerta.
—¿Eh? —
Era aquel chico del tren… el chico peli azul del tren.
No nos miraba, no miraba a nadie en el aula y al parecer no miraba si quiera al maestro, sus ojos lucían perdidos aunque durante algunos instantes se dirigían aún vacíos hacia el hombre, era muy extraño, un poco más que su andar.
—¿Ciel? —
Le oí decir al maestro Tanaka mientras con mirada de extrañeza el hombre miraba al joven frente a él.
“Ciel… ha de ser su nombre”.