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No te olvides de mí por NEY OTAKU

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Notas del fanfic:

Un Two shot, un mpreg 2min (TaeMin x Minho) para todos ustedes.

2min

SHINee

||

[Debido a que la historia demandaba más capítulos, cree un fanfic para ello: 

Cuando te encuentre ]

Gracias a todos los que lean estas historias :)

Notas del capitulo:

Espero de todo corazón que esta historia sea un buen inicio de año, de ante mano, muchas gracias a todos por leer :) Espero estar mucho tiempo por aquí, compartiendo historias con los que ya me conocen y las nuevas personas que le dan una oportunidad a mis fanfics. 

Triste realidad.

TaeMin no era un chico problemático, era más bien una mezcla extraña de persona responsable sin llegar a ser retraído; a 19 años la vida apenas se mostraba con grandes retos que en los siguientes años estaba dispuesto afrontar. TaeMin tenía planeado su futuro, sabía de lo que haría  y qué camino seguir, era un chico listo, le gustaban los números, las fórmulas, los retos, su sueño era ser un Ingeniero Civil.

Pero a pesar de ser listo, que si no bien un genio, no quería hundirse en montañas de libros de texto, al menos no cuando todavía podía hacer uso de su juventud para divertirse;  él decía que siempre había espacio para “despejar la mente”, solo que su tipo de diversión salía de las expectativas que podían tener los de más sobre un joven con prometedor futuro.

Así como tenía un lado responsable, también tenía un lado que podría calificarse como: Yo solo quiero divertirme, no me jodan con que si lo que hago está mal.

El chico podía hacer lo que pocos a su edad, organizarse de tal manera que podía equilibrar estudios universitarios con su “pasatiempo” en la que le gustaba sumergirse y encerrarse hasta que se hastiaba de todo y regresaba a la realidad  donde solo le bastaba sonreír para lograr que su día se vuelva maravilloso.

No le faltaba dinero, no le faltaban amigos y sobre todas las cosas, no le faltaban  amantes,  aunque no salía con todos lo que revoloteaban a su alrededor para captar su atención. Hay que decirlo, Lee TaeMin no era un santo, mucho menos virgen, tampoco se podía calificarlo con un título despectivo como “Puta”, “Zorra” y demás ¡No! Al muchacho le gustaba follar, pero escogía perfectamente bien con quien y  las situaciones adecuadas. Lo había estado haciendo desde que tenía 17 años y en eso dos años podía contar a sus amantes con los dedos de una sola mano.

Tres, solo tres personas y con esas tres se había divertido de lo más maravilloso, pero ciertamente, había un problema con su último amante, al cual no le gustaba llamarlo de esa manera porque no solo era un tipo con el que amaba hacer ruidos en la cama.

Era uno de sus mejores amigos. Su amante y mejor amigo.

—Te la has pasado mirándome desde que llegaste, dime de una vez que rayos sucede.

Había muy pocas cosas que lo sacaban de quicio, y justo  ahora, estaba sufriendo el peor episodio de su vida gracias a una, inadecuada decisión o “descuido” si se le quiere llamar de esa forma, que precisamente lo estaba dejando totalmente fuera de sí.

—Sabes, la paciencia no es una de mis virtudes, así que habla ya.

La voz de MinHo sonaba a la distancia, como si estuviera  a tres calles de él y no a su lado en el enorme sofá descolorido de su sala. Sentía que los oídos le zumbaban, justo como si un panal de abejas estuviera atorado en sus tímpanos, había permanecido en la misma posición de hace unos veinte minutos: sentado en el borde de mueble, con los brazos reposando sobre sus piernas juntas, entrelazando las manos frías y nerviosas, y sobre todo,  escrudiñando al chico alto de cabello negro que no podía dejar de fruncir el ceño por su culpa.

—Tae por favor háblame —el fastidió resonó en sus palabras dejando atrás la desesperación y el enojo de momentos antes. Descruzó las piernas que segundos antes mantenía mientras miraba el juego de futbol europeo que tanto le gustaba ver los domingos. 

Le encantaba el fútbol (lo amaba), esas horas eran sagradas para él, tal vez si hubiera sido otro día no habría tenido mayor problema en sostener una plática enriquecedora con alguien. Solo que en esta ocasión  se trataba de un clásico de clásicos, Real Madrid contra Barcelona, un esperado juego para muchos fanáticos, él incluido por supuesto y del que no estaba disfrutando gracias a las presencia de TaeMin. No sabía lo que sucedía con el castaño, pero su intuición lo puso alerta sobre una enorme catástrofe que se venía sobre él.

¿Habría descubierto lo de Yuri?

Yuri era una chica a la que el castaño…bueno, digamos que no le cae bien por ciertos eventos en el pasado que los  involucran a los tres. Solo habría que decir que la noche que ese trio coincidió en el mismo lugar, fue realmente “inolvidable” en el peor de los sentidos, y TaeMin…simplemente no quiso saber nada más que relacionara con la chica.

Pero…regresemos con ellos en el sofá.

TaeMin había llegado de sorpresa, no es que a MinHo no le agradara que su amigo (y amante también porque en algún punto de su relación encontraron divertido eso de follar por diversión) lo visitara de esta manera, su mal humor era porque al castaño pareciera haberle asustado un fantasma, tenía la piel pálida, los ojos brillosos como si estuviera a punto de llorar, los labios que usualmente permanecían humectados como una fruta fresca ahora estaban resecos y siendo apretados por los dientes blancos del chico.

A pesar de lo que muchos podían pensar sobre él, MinHo no es el tipo insípido e indolente, ni un fanfarrón ni un estúpido. Maldito sean todos ellos que no creían que tuviera corazón, lo tenía, solo que no era muy dado a demostrarlo, ni siquiera con su familia.

Sintió una escalofrió en su espalda al ver que TaeMin por fin parpadeaba y tomaba una respiración tan profunda que estaba seguro le dolió hasta las entrañas.

—Tenemos que hablar.

—Bien, entonces hablemos —ahora su atención estaba al ciento por ciento, incluso el ruido de la televisión se vio superada por la enorme y horrible tensión que se sentía en aire.

¡Maldita sea, seguro ya lo sabe!

Sabía que se le venía un sermón encima, lo presentía, podía escuchar toda la perorata que su amante estaba a punto de soltarle por andar de fácil con Yuri. ¿Bueno y que esperaba? Desapareció casi una semana de mi vista cuando más lo necesitaba, Yuri me encontró primero y las cosas sucedieron.

Tenía que admitir que se sentía mal por haberse metido con la chica aun cuando no tenía que rendirle cuentas de nada a TaeMin, ellos habían establecido, con un acuerdo irrevocable, el asunto de: nos acostamos por diversión, porque tenemos ganas, nada de sentimientos, nada de compromisos, podemos seguir siendo amigos y ya.

Obviamente, eso no sucedió, solo que no en el contexto que se podría esperar (al menos no ahora).

El plan de  ambos por follar libre y sin preocupaciones se fue al caño en cuanto…bueno mejor que TaeMin lo explique.

—Descubrí algo —la seriedad con la que lo dijo hizo a MinHo saltar como un resorte del sofá mientras los nublados ojos marrones de TaeMin lo miraban desaprobatoriamente.

—Sí… ¿Qué cosa?

Hay que decirlo, MinHo era malísimo para mentir y ocultar su nerviosismo. Era fácil adivinar cuando mentía, al menos para TaeMin lo era. Solo le bastaba verlo unos segundos, lo demás como: retorcer sus manos, llevarse la mano detrás de la nuca dándose un masaje mientras trataba que sus vértebras se acomodaran cuando no lo necesitaban, eran una reacción de sus mentiras.

— ¿Qué sucede? —También se levantó, rodeando al alto como un caballito de carrusel dando vueltas en círculo pues le rehuía la mirada—. MinHo…

—No pasa nada malo —a tiempo antes de ser atrapado, desvió la mirada alejándose del castaño.

—MinHo —el endurecimiento en su voz fuel un mal presagió—. ¿Qué estás ocultándome? —lo tomó del brazo haciéndolo tambalear, forcejearon hasta que consiguió mirarlo a los ojos y entonces supo lo que tanto le ocultaba.

Conociendo tan íntimamente como se conocían, no había nada que pudiera esconderle, nada.

TaeMin soltó una maldición al tiempo que le daba la espalda, encerrándose en sus pensamientos, cruzado de brazos, apretando su agarre, sintiendo como las lágrimas amenazaban con resbalarse.

— ¿Por qué precisamente en este momento? —susurró para sí mismo.

—TaeMin —totalmente asustado por la inesperada reacción del castaño, MinHo se acercó y lo tomó gentilmente del brazo, solo para ver los surcos de un par de lágrimas casi secas en las mejillas pálidas—. ¡Dios santo que sucede!

— ¡Eso es precisamente lo que yo quiero saber! —la repentina explosión de ira lo hizo dar un respingo y retroceder un paso hacia atrás. Pocas personas podían hacer eso y TaeMin en definitiva era a la que le tenía más miedo cuando lo lograba.

— ¡Yo no hice nada! —el labio inferior le tembló al decirlo y se cubrió la boca con la palma de una mano. Entonces el castaño lo miró como diciendo:

¡No me jodas!

— ¡¿Cómo pudiste?!

— ¡Desapareciste una semana! ¿Qué se supone que debía hacer?

— ¡Mantener tu pene encerrado en tu maldito bóxer! ¡Eso es lo que debías hacer! —el rostro de TaeMin ya no estaba pálido, había adquirido un color rojizo y hasta se le podía ver una vena palpitar sobre su sien.

— ¡¿Qué rayos te sucede?! —no lo soportó, podía ser su amigo y amante pero el escándalo que le estaba haciendo por algo que consideraba “tarde o temprano sucedería” estaba saliendo fuera de control.

— ¡Tú! —Lo señaló con dedo—. ¡Tú eres lo que sucede! Pedazo de… ¡ahhh! ¡Es tu culpa, es tu culpa! ¡¿Cómo pudiste hacerme esto?!

—TaeMin, por todos los cielos —harto de la escena dramática se acercó lo suficiente para zarandearlo y hacer, o tratar de que recuperara sus sentidos—. Para empezar no tengo que dar explicaciones de todo lo que hago, que no soportes a Yuri no es mi problema, para mí ella es bastante agradable —antes de una nueva protesta continuó: — Fue un acuerdo mutuo, solo ¡follar, follar, follar! ¡Recuérdalo!

Para cuando pronunció la última sílaba el puño de TaeMin se estrelló contra su mejilla, tumbándolo y haciendo que cayera sobre su trasero y ahí, totalmente adolorido y sorprendido, no solo por la fuerza física sino también por ese otro acto inesperado de violencia, fue capaz de darse cuenta del esfuerzo descomunal que el castaño trataba de mantener para estar en pie.

Estaba devastado, TaeMin lucia realmente terrible.

— ¡Es tu culpa! —soltó las lágrimas justo a tiempo de dejarse caer de rodillas frente a Minho, quien sin esperárselo se acercó de inmediato para sostener ese frágil cuerpo que pareciera hasta una leve brisa podría derrumbar.

Y lo iba estrechar entre sus brazos, enserio que lo iba  a ser pero…

—Estoy embarazado.

Sus manos quedaron suspendidas, incapaces de tocarlo. Como si sufriera algún tipo de parálisis. Se dejó caer sentado, sus brazos antes inertes en el aire ahora descansaban sobre la alfombra; el grito de “¡Gol!” se escuchó por toda la sala, al parecer el Real Madrid estaba haciendo lo suyo contra el portero del Barcelona. Pero ni toda la felicidad de los aficionados, ni su ruido, ni el festejo estridente de los jugadores podían hacer que dejara de observar la figura derrotada de TaeMin ya sentado también sobre la alfombra.

Apenas y el brillo de la pantalla lo hizo recordar que tenía la televisión encendida y con un acto mecánico la apagó dejando el control quien sabe dónde. El silencio los atenazó por varios minutos, MinHo se sentía como en un estado de suspensión, incapaz de que sus neuronas procesaran la información tan importante que el castaño acababa de revelarle.

TaeMin se mordía el labio con fuerza, era la primera vez que se sentía tan asustado en su vida, ni cuando lo asaltaron a punta de pistola en una ocasión sintió tanto temor como ahora. No sabía exactamente qué hacer, por una semana, cuando harto de sus dolencias físicas se le había presentado la idea, la posibilidad de estar embarazado, páralo único que le sirvió su inteligencia fue para encerrarse en su habitación pensando en mucho y nada a la vez.

Vaya manera de un tipo tan “brillante” como él.

Pero vamos, tener un hijo no es jugar a la casita. Pensar en que había un ser humano en desarrollo dentro de él lo espantaba y hasta casi lo horrorizaba, sumándole que sus padres no estarían contentos con esa noticia y que todos los planes sobre su futuro estaba esfumándose frente a él, disipándose como el humo.

Después de una semana de encierro y aislamiento alguna  fuerza lo impulsó a salir de la casa e ir esa tarde al departamento de Minho, que antes de ser su amante, era su mejor amigo. No sabía ni lo que hacía, pero de alguna manera necesitaba decirle lo que sucedía y obtener de él aunque sea un poco de comprensión y condescendencia, MinHo no era mala persona, pero en una situación de esta magnitud las personas no siempre reaccionaban como se podría esperar.

Y pensar que MinHo le daría la espalda lo tenía al borde del colapso emocional. Necesitaba a su amigo ahora, no una patada en el trasero.

Cuando al fin logró recuperar el aliento alzó la mirada, respirando por la boca, dejando que los últimos rastros de sus lágrimas se secaran. Pegó sus piernas al pecho, abrazándolas mientras miraba el rostro descolocado de MinHo.

—En realidad…no sé qué decir —sabía que no era lo que TaeMin quería escuchar, pero su capacidad de hablar apenas y regresaba. Su boca se abrió como la de un pez, una y otra vez sin decir nada más.

—Tengo miedo —al menos él estaba más recuperado, más bien aliviado de haber compartido ese secreto—. No sé qué hacer, yo...Dios Santo esto fue inesperado. Yo…

—No lo comprendo —se acercó un poco más hacia el chico, otra vez balbuceando pero al final logrando formar las palabras con coherencia—. Siempre usamos protección, siempre, no recuerdo ni una sola vez que nosotros…

Cuando notó que TaeMin lloraba de nuevo sintió como su corazón se rompía en miles de pedazos. De un movimiento se acercó y lo acunó en sus brazos, sintiendo como los espasmos en el cuerpo de su amigo lo consumían al igual que sus lágrimas.

MinHo tenía que ser sincero, no amaba a TaeMin y estaba seguro que este lo sabía y se sentía de igual manera. Sim embargo, por amistad, no podía simplemente ignorar lo que sucedía. La vida para ambos estaba dando un giro inesperado. MinHo era un poco mayor que el castaño, pero esos años los tenía experimentados de ida y vuelta,  convertirse en padre a sus 23 años no era precisamente lo que tenía planeado, pero sucedió y ciertamente también estaba muriendo de miedo pero no sentía ganas de correr como TaeMin creyó que sucedería.

—TaeMin, esto… —no, simplemente no sabía que hacer o decir para reconfortarlo.

Era pésimo para decir lo adecuado en el momento adecuado, no era un hombre de complicaciones, pero esta situación estaba haciéndole sentir que su cabeza se incendiaba.

Mientras acariciaba el sedoso cabello castaño de su amigo sentía como poco a poco su respiración iba calmándose, entonces cuando consideró que ya habían pasado suficiente rato ahí sentados los separó apenas un poco para ver el rostro enrojecido de TaeMin, cariñosamente le limpió las lágrimas con los dedos, riéndose bajito por la infantil imagen de un chico que tan joven, siempre se mostraba seguro de sí mismo.

— ¿Estás bien?

TaeMin negó lentamente con la cabeza.

—Yo no quería que esto sucediera, yo…yo no quiero a este bebe.

El rostro de MinHo se endureció, no hubiera pensado jamás que TaeMin le dijera eso, bueno, tampoco que decirle que esperaba un bebe, pero esta era otra confesión que estaba empeorando le día.

— ¿Qué? —lo miró atónito—. ¿Por qué?

—Tengo planes para mi vida MinHo —lo miró molesto por su incomprensión—. Un bebe no entra en ellos.

— ¡Hace un momento me dijiste que no sabías que hacer y ahora dices que no quieres al bebe! ¡¿Qué rayos significa eso?! —Al caer en cuenta de sus propias dudas, una horrorosa idea llegó a su mente—. ¿Lo abortaras? —dijo con los ojos bien abiertos y sintiendo ganas de zarandear a TaeMin para hacerlo entrar en razón cuando no le respondió.

—No, no voy a permitir que lo hagas —lo tomó del rostro, tratando de que entenderá la  angustia por la que pasaba—. Es nuestro hijo TaeMin, por favor, no cometas semejante estupidez.

TaeMin apartó sus manos de un tirón, lo miró ceñudo y totalmente incomprendido. La idea del aborto fue una cosa de pocos segundos inundando su razón, en realidad no quería eso, pero tampoco quería al bebe. Estaba siendo absorbido por sus miedos, haciéndolo pensar posibles alternativas, no importaba si eran buenas o malas.

— ¡No! ¡No sé! ¡Minho entiende! ¡Tener un bebe…no quiero, yo todavía quiero hacer tanta cosas…!

— ¡No seas egoísta! —se levantó, lo miró consternado, tan abatido, clavando sus encendidos ojos desde su posición—. No solo eres tú quien  tenía planes. Yo también tengo sueños por cumplir, aunque puedas pensar que no, sí los tengo, yo tampoco esperaba que esto pasara, pero pasó. Tendremos un bebe, y de ninguna manera permitiré que mates a mi hijo.

Jamás en su vida había hablado con tanto convicción como ahora y eso le quedo claro a TaeMin, quien pasmado por lo que dijo estaba temblando y se había puesto pálido como la cera. Nuevas lágrimas se derramaron, MinHo no deseaba causare otro sufrimiento pero era necesario si con eso lo hacía entender sobre la locura que pensaba.

Incluso fue sorprendente reconocer que ansiaba ser padre, y aunque solo sentía cariño por TaeMin estaba seguro que juntos encontrarían una solución.

Juntos, nosotros y nuestro bebe.

Pero para su desgracia, estaba adelantándose a soluciones sin conocer los hechos en concreto, porque no sabía que las lágrimas del castaño no solo eran por el hecho de estar embarazado. El regaño que recibió y la  palabra “nuestro” lo hizo caer en cuenta de que todo se estaba mal interpretando y aunque jamás espero que MinHo resultara tan malditamente enternecedor tenía que aclarar el asunto de una buena vez.

—MinHo no puedes imponer esa decisión sobre mí bebe.

—Nuestro bebe TaeMin, te recuerdo que ambos colaboramos para hacerlo.

TaeMin sonrió con ternura, confundiéndolo por ello y logrando que otro escalofrió le recorriera la espalda.

—Debiste ser tú, o alguien como tú.

—Tae…

—Este —se tocó la zona del vientre—, no es tu bebe MinHo, tú no eres el padre. 

Fue tan inesperado, tan sorprendente, que tuvo que sentarse en el sofá antes de desmayarse ahí mismo. Ahora el pálido era él, el nervioso y el que no sabía qué hacer.

— ¿Qué?

Su voz se escuchó tan ahogada y desilusionada  que TaeMin se sintió desesperado, incapaz de saber cómo corregir el mal que no creyó algún hacerle a su amigo.

Ambos se sentaron de nuevo en el sofá, aturdidos y demostrándolo de diferente manera. MinHo simplemente no salía de su sorpresa, la mente se le había bloqueado, tenía una especie de hormigueo en todo el cuerpo, algún tipo de entumecimiento que apenas lo dejaba respirar.

Pasado unos segundos cayó en cuenta de lo que TaeMin  había dicho. No era el padre del bebe que un rato antes vio sostener en un efímero sueño; estaba estupefacto, aturdido, nervioso y arruinado, tuvo que pestañear varias veces antes de enfocar su mirada turbia en los ojos cafés de su amigo.

—Pero, ¿acaso tú? —el dolor en su cabeza se agudizaba. Escupía las palabras y en su mente trataba de procesarlas sin mucho éxito. Cerró la boca, apretando la línea que formaban sus carnosos labios.

Con una mano se masajeó la frente, hubo un minuto de silencio y de repente, como si hubiera recuperado la cordura, se encontró con una imagen de sí mismo, actuando ridículamente por un asunto que como antes el castaño ya le había aclarado, no le pertenecía.

No es mi bebe.

Acomodándose rápidamente a su lucidez hizo la pregunta del millón de dólares:

—Si no es mío, ¿De quién es él bebe?

TaeMin frunció el ceño, sus delicadas facciones se endurecieron, demostrando así cuanto le molestó la pregunta, pero no replicó por ello, después de todo había ido a llorar su pena con MinHo y casi le había hecho creer que sería padre. Soltó un doloroso suspiro al relajarse y dejarse caer de espaldas al sofá, cruzándose de brazos, ligeramente sonrojándose.

—No lo conoces —retorcía las manos sobre sus muslos, tirando miradas furtivas hacia el alto.

—Tae…me asustaste —y vaya que lo hizo a lo grande; MinHo pudo sentir sus músculos relajándose, todas las molestias físicas desaparecieron, pero había una, un dolor sobre el pecho que dolía cada vez más mientras pensaba en la actitud de castaño al preguntarle sobre la paternidad del bebe.

—Te va a ayudar, ¿verdad?...

No pudo evitar sentirse furioso cuando vio la tensión comerse a TaeMin con esa nueva interrogante, no pasó por alto el cómo abrió los ojos de puro espanto, no tenía que decirle nada, era obvio lo que sucedía.

— ¡¿Quién es el maldito hijo de perra?!

El repentino cambio de humor hizo a TaeMin dar un respingo, tragó saliva cuando lo vio acercarse con una mirada amenazadora.

—Déjalo así —dijo más calmado—, no vale la pena mencionar nada de…él.

TaeMin se sentía avergonzado, más que nada un tonto porque sabía que el embarazo pudo haberse evitado su hubiera estado lucido en el momento en que se dejó tomar por aquel chico. Cada vez que recordaba su rostro tenía ganas de estrellar los puños contra la pared.

— ¿Cómo que lo deje así? ¿Has hablado con el maldito? ¿Qué te dijo? ¿Cómo es que no piensa ayudarte con él bebe? ¡Santo Dios, TaeMin…no puedes, tú solo no podrías!...

— ¿A caso crees que no lo sé? —Se levantó tan rápido que a MinHo apenas y le dio tiempo de parpadear, la mirada llena de cólera del castaño lo dejó mudo—. Deja ya de joderme, no tienes que repetirme lo que ya sé, por eso es que no quiero al bebe, sé muy bien que no estoy…calificado para criarlo.

—No quise decirte…

—Aunque no hayas querido, sé muy bien que será así.

—No puedes abortarlo —se puso de pie, dejando claro las diferencias de estaturas.

El corazón de MinHo estaba acelerado, sentía tanta rabia no solo por el hecho de que TaeMin criaría solo a su bebe, si no que ni siquiera pensara en intentarlo. Era una vida, un ser humano que algún día caminaría, que pronunciaría sus primeras palabras y llenaría de sonrisas a su padre. Sonaba tal vez, como un sueño o una ridiculez, pero para MinHo el ansia de algún día ser padre era visiblemente incompatible con lo que el castaño estaba decidiendo.

—Nunca dije que lo haría —los niveles de tensión entre ambos iba en aumento, ninguno quería ceder—. No soy ese tipo de persona MinHo.

— ¿Entonces qué piensas hacer?

—No lo sé… —dijo con hastío,se dio la vuelta, caminando despacio hacia la ventana que daba hacia la calle, a la distancia notó que la oscuridad tenía envuelta a la ciudad. Se cruzó de brazos, apoyándose de costado a la pared, absorto en las estrellas, pensando y no pensando a la vez—. Sé que se me ocurrirá algo.

Escuchó los pasos de MinHo acercándose, se plantó frente a él, con el ceño todavía fruncido, sus labios se curvaron un una triste sonrisa, siempre le había parecido gracioso esa expresión facial, y no perdía oportunidad de hacerle burla pero en esa ocasión apenas y tenía ganas de estar de pie.

—Lamento haberte…confundido.

—TaeMin…

—Fue…inesperado, quiero decir, no creí que…aceptarás al bebe como tuyo…

— ¿Dices que esperabas que me hiciera el idiota si ese bebe hubiese sido mío? —bufó, totalmente ofendido, más bien actuando como un niño molesto, un niño de 1.85 m haciendo una ridícula rabieta.

—No, solo digo que me tomó por sorpresa.

El alto se acercó, tanto como para rozar sus pieles, acarició la mejilla de TaeMin con delicadeza —. Oye…sabes que en muchas cosas me gusta parecer un idiota, pero en  verdad no lo soy, no sería capaz de abandonarte con un hijo mío.

—Pero no es tu hijo —que le recalcará ese hecho lo puso irritable e  incómodo, más no apartó la mano, esta se deslizó por el cuello blanco y suave para descansar sobre su hombro.

—Se me hacía raro —apretó la mandíbula—. Tú y yo, siempre fuimos cuidadosos, por eso me alarmé y actué como tonto, pero insisto, yo no te habría abandonado.

El castaño asintió, totalmente convencido de que si ese hubiera sido el caso MinHo no lo dejaría cargar con el problema solo.

—Hace cuanto…

—Un poco más de una semana —anticipo la pregunta que fue el inicio de todo un interrogatorio—. Empecé a sentirme cansado, todo lo que comía me dejaba un extraño malestar, y los olores… —arrugó la nariz, volvió a sonreír al mirar a los ojos a su amigo—, es curioso que aquí no sienta tan enfermo.

—Has estado en todos los rincones de mi casa y de mí, tal vez solo has asimilado mi olor.

TaeMin dudaba que así fuera, no sabía mucho sobre eso de estar “embarazado”, pero sabía que había otra razón por la que no estaba vomitando ahora mismo sobre la camiseta de MinHo.

— ¿Vas a decirme quien es el padre?

La pregunta lo hizo volver de sus pensamientos abruptamente.

—No.

—No puedes cargar todo tú —ahora ambas manos descansaban sobre sus hombros, dándole ligeros apretones.

TaeMin estaba empezando a sentir un cosquilleó en su estómago y más abajo, el calor que desprendía la piel de MinHo no hacía más que querer lanzarse a sus brazos y rogarle porqué se lo hiciera ahí mismo.

¡Malditas hormonas!

— ¿Tus padres lo saben?

Otra pregunta y esta sí que lo hizo volver a ponerse pálido, de nuevo MinHo no  necesitó más que su expresión para saber la respuesta, y eso significaba otro problema más para su amigo.

Dudaba que los padres del castaño lo botaran a la calle, no eran personas descorazonadas para hacerle eso, pero como es obvio tampoco le aplaudirían la noticia, al menos no al inicio; de hecho ahora que se ponía  a pensar mejor la situación, entendía el enorme peso que su amigo estaba cargando, un hijo lo cambiaba todo, y TaeMin con 19 años no estaba pensando como un adulto maduro, porque simplemente todavía no lo era.

Ambos tuvieron vidas diferentes, crianzas diferentes. MinHo era el menor de tres hermanos de una familia promedio, y sabía de las carencias que se sufrían al tener que dividir los sueldos de sus padres para en todo caso mantener a una familia de cinco.

TaeMin en cambio, lo tenía todo, al menos económicamente no sufría, era el menor de dos hijos y podría jurar sobre la biblia que nunca lo han tratado de consentir, tampoco a su hermano, es más, su padre no perdía oportunidad de recordarle los sacrificios de tener una vida cómoda.

Lo dejaban ser libre, porque no era ningún mocoso malcriado, pero ahora, no sabía que sucedería en cuanto les confiese su secreto.

—Quiero que sepas algo —TaeMin lo miró curioso—, si ese bastardo no te ayudará, lo haré yo.

Como respuesta a eso el chico frunció la boca con graciosa armonía de sus cejas. Una sonrisa sincera apareció en sus labios y una mirada de curiosidad se instaló sobre los enormes ojos de MinHo quien, con tan cómica imagen no hizo más que imitar una tímida sonrisa.

—Sé que me darías tu apoyo de amigo —desvió la mirada hacia la ventana cuando las mejillas le comenzaron arder, se sentía extraño, él no solía sonrojarse con cualquier cosa, tenía bastante aguante hasta con MinHo y sus morisquetas, que por cierto, eran bastante divertidas—, gracias por ofrecerme al MinHo que es mi amigo, el otro que es mi amante no me serviría de nada en estos momentos.

—No…supongo que no.

En ese instante giró el rostro hacia la ventana imitando a su amigo, sin saber exactamente que mirar, sin darse cuenta ambos permanecieron observando el paisaje por largo rato sin soltar palabra alguna; al cruzarse de brazos TaeMin, MinHo se apresuró a rodearlo con los propios, dejando descansar su mentón entre la curvatura de su cuello.

Un acto natural y cotidiano entre ambos.

— ¿Crees que tus padres piensen que ese bebe es mío? —lo había preguntado por mera curiosidad y nada más, pero el  temblor en el cuerpo del castaño, provocada por sus risas lo hizo fruncir nuevamente el ceño.

—Ni siquiera sospechan que nos acostamos —lo miró con diversión—. Pensar que tú y yo podríamos…simplemente no MinHo.

MinHo no supo porque, pero esa respuesta lejos de ser graciosa, lo hirió en lo más profundo de su corazón. Sin embargo, teniendo en cuenta que ellos solo buscaban el contacto físico, era de esperarse que su amigo le saliera con esa respuesta tan…exacta.

~

MinHo todavía podía escuchar al padre de TaeMin soltar miles de maldiciones, a pesar de que estaba sentado en las escaleras de la puerta frontal de la casa y que la sala estaba un tanto retirada por un corredor. Media hora antes había llegado en rescate del chico, ya que ese día fue su confesión y aunque muchas veces le repitieron que no tenía por qué hacerle guardia, ignoró todo y fue a esa casa para procurar de que si echaban al castaño él mismo lo llevaría a su departamento.

TaeMin provocaba el sentimiento de querer protegerlo, era así con todos, suponía que era por su aspecto físico, tan delicado, es decir, no tenía ni un poco de rudeza en esos flácidos brazos, pero hasta que no te golpeaba no sabías cuan fuerte podía ser. Aun así, MinHo se consideraba entre el círculo de protección para Lee TaeMin, aunque para haberse acostado con él tanto tiempo supuso que era o un poco más vulnerable que los demás o mucho más tonto.

Cuando escuchó la puerta abriéndose detrás de él apenas giró el rostro cuando vio los converse azules de TaeMin aparecer, al mirar por completó sintió su pecho oprimirse fuerte, su amigo lucía exactamente como suponía que se vería, con los ojos hinchados por el llanto poco reprimido, la mirada cabizbaja y la vergüenza instalada en cada facción de su cuerpo.

—Al menos no te echaron a la calle —ese fue un intento fallido de distracción. Al verlo rodar los ojos con fastidio, sonrió y palmeó el espacio vacío a su costado, invitándolo a sentarse.

En pocos segundos ya estaba a su lado, visiblemente deprimido.

—MinHo…

— ¿Qué sucede? 

—Ya sé lo que haré con él bebe.

Los oídos del alto se agudizaron, y le prestó su total atención, desde que fue a soltarle la noticia de su embarazo no habían vuelto a hablar de ello hasta hoy, de eso ya un par de días. MinHo quería darle su espacio para pensar, no quería obligarlo a nada ni imponer sus ideas sobre las propias, pero el miedo de que todavía considerara abortar al bebe le ponía los vellos de punta.

—Y… ¿entonces qué? —se enderezó, reposando los brazos sobre sus piernas largas, mientras el castaño abrazabas las propias.

—Voy a tener al bebe.

TaeMin no podía ni imaginar lo bien que lo hizo sentir con esa noticia.

—Me alegra…

—Y después lo daré en adopción.

Todas las esperanzas que pudo aguardar se esfumaron como el humo, de nuevo sintió la molesta opresión en el pecho cuando pensaba en TaeMin y su bebe.

— ¿pero… por qué? —no  quería comenzar a regañarlo sobre la locura que estaba diciéndole pero su amigo no le facilitaba la tarea de mantenerse tranquilo—. Tae…

—Ya te lo había dicho —habló sin mirarlo, jugueteando con sus dedos—. Un bebe no entra en mis planes futuros.

— ¿Es enserio? ¡¿Darlo en adopción?!

—Podrías bajar la voz, no es para que todos mis vecinos se enteren…

—Se van a enterar cuando ven tu enorme panza crecer en unos meses.

Las mejillas de TaeMin se coloraron, no solo de pena, también de rabia, se levantó de inmediato, irritado por la poca comprensión que su amigo le estaba mostrando.

—TaeMin es una locura —se levantó, colocándose frente a él—, no tienes que tomar ese camino para hacer lo que quieres…

—Lo dices porque no eres tú el embarazado —le gruñó. Los tiernos ojos que antes estaban siempre iluminados ahora se mostraban cansados y sombríos. Era obvio el desgaste emocional que sufría, MinHo no deseaba causarle ningún disgusto pero es que la idea de dar en adopción a su…bien ahí está el asunto.

MinHo no era el padre y estaba totalmente preocupado como si lo fuera, y eso era en parte algo que al castaño no le agradaba y de lo que el alto no se daba cuenta.

— ¿por qué darlo en adopción cuando estaría bien contigo? ¿Tus padres no te apoyaran? —habló con más comprensión, exigiéndose tranquilidad por el bien de ambos, porque no quería tener que hacerle entrar en razón a base de palazos.

— ¡No!...es decir, sí, sí me apoyaran, sé que los gritos de mi padre parecían decir lo contrario pero…dijeron que me apoyarían…

— ¿En darle a su nieto a un desconocido? Vamos Tae, eso no es verdad.

—MinHo…

—No se los has dicho —sentenció, y el silencio del chico lo dijo todo—. TaeMin no estás pensando razonablemente.

— ¡No, no lo estoy! —las palabras de MinHo no hacían más que frustrarlo y hacerlo sentirse más idiota de lo que ya se sentía—, no puedo pensar, no puedo ni imaginarme con un hijo cuando apenas comienzo la universidad, no espero que comprendas como me siento, tú….tú solo estás ahí, mirándome como un loco, diciéndome cuantas cosas estoy haciendo mal y…y pensando que podría hacer “esto” o “aquello”.

Hizo una ligera pausa para tomar aire y tratar de no ahogarse con sus lágrimas. La sola idea de un bebe  y de las cosas que piensa hacer con él,  le daba la sensación de que caminaba al borde de un enorme risco, lo tenía siempre al límite, haciéndolo sentir tan destrozado, tan inhumano

—Sé que sueno egoísta, cualquier otro estuviera feliz sabiendo que será padre, pero yo no, no lo quiero —se agachó, sentándose de nuevo en uno de los escalones, llorando de rabia, llorando su descuido—. Yo sé que estará mejor con alguien que sí lo desee.

Los sollozos del castaño inundaron los oídos de MinHo, así como los sorbeteos de su nariz le recordaron que apenas estaba adentrándose a la vida de un adulto, y no es que se creyera superior o como un Dios que lo sabe todo, apenas se llevaban 4 años, pero en ese periodo de tiempo la vida le  había enseñado muchas cosas que TaeMin todavía desconocía.

Como la responsabilidad, el compromiso, que no todo es diversión, que hay que esforzarse y trabajar duro para conseguir lo que se desea o se sueña. Que no todo saldrá como lo planeas, y que en mucha ocasiones te las has de ingeniar para no dejar que los problemas te arrastren por las piernas.

Comprendió que su amigo era todavía un mocoso, el mocoso que sabía seducirlo y convencerlo de que follar y mantener su amistad de años era posible, pero que criar a un bebe estaba totalmente fuera de sus posibilidades. 

—Lo lamento —se sentó a su lado, tan cerca que los brazos se rozaban—. No pretendía hacerte sentir así.

Y también lo hizo darse cuenta de que no estaba ayudándolo con señalarle los errores.

—Solo digo que no tomes una decisión tan precipitada como esa. Acabas de decirle a tus padres que serán abuelos, hace apenas dos semanas te has enterado de que serás…padre —tomó la mano temblorosa de TaeMin y la entrelazo con la suya—, necesitas…calmar el lio en tu cabeza.

Sin esperárselo, TaeMin se abalanzó hacia él y lo abrazó de la cintura con tanta fuerza que soltó un quejido, de inmediato lo escuchó soltarse a llorar, y sus hipidos eran tan poderosos que temía se ahogara entré lágrimas y mocos.

—Te ayudaré, ya te lo dije, de la mejor forma, te lo prometo.

~

Agradecidamente las siguientes par de semanas TaeMin había estado más calmado, lo de la adopción todavía estaba en su cabeza y MinHo trataba de persuadirlo cada que podía, aunque cada vez que tocaban el tema el castaño terminaba molesto y pasaban varias horas antes de dirigirle la palabra.

Se estaba acostumbrando, el ser humano se acostumbraba a todo, y las rabietas de su amigo eran controlables.

A pesar de todo no se alejaba de él, se veían más de lo acostumbrado y sus padres se lo agradecían, decía que era como  el ángel guardián de su hijo, y siempre le pedían no se desesperara por los desplantes que pudiera hacerle, ya que con el paso del tiempo estos se harían más frecuentes así como los síntomas del embarazo que de por sí ya estaban acentuándose cada día que pasaba.

MinHo pasó los siguientes dos meses como su sombra, incluso lo acompañaba  a las visitas del médico, y en más ocasiones de las que hubiera deseado había escuchado el cuchicheo de las enfermeras refiriéndose a ellos como una “linda pareja joven que pronto se convertiría en padres”.  

Al inicio eso no hizo más que sacarlo fuera de lugar, pero luego tan solo dejó que hablaran de lo que quisieran, nunca le había importado la opinión pública y menos en ese momento. Estaba completamente centrado en el cuidado de su amigo, en hacerlo comer bien, en llevarlo donde quería, incluso en cumplirle los antojos porque estaba pasando mucho más tiempo en su departamento que en su propia casa.

—A mis padres no les preocupa porque saben que eres tú.

Esa fue la respuesta que le dio cuando le preguntó si era saludable estarse quedando con él en vez de la comodidad de su hogar.

Pero no le molestaba tenerlo cerca de una manera no sexual, ni como como un viejo amigo, más bien, se estaba acomodando a una vida con un  joven embarazado explotando de hormonas y quejidos, y eso le resultó curioso.

~

Cuando TaeMin tenía ya 3 meses de embarazo, aprovechando que el vientre todavía no estaba tan grande (era más bien una pequeña curva muy bonita como a veces le gustaba al alto para referirse el vientre del casaño), iba y venía de casa de MinHo como se le antojara, la relación de amigos no cambió para nada, y así como se lo había prometido Choi, lo cuidó y pensaba cuidarlo el tiempo que fuera necesario.

— ¿Traes todo? —era la tercera vez que se lo preguntaba y ya estaba fastidiado de eso.

—Sí, sí lo traigo todo —TaeMin alzó con fastidio el sobre que contenía su documentación médica, hoy le tocaba consulta y como un par de meses atrás MinHo lo había acompañado.

TaeMin consideraba innecesario tantas atenciones por su parte, no es que no lo agradeciera pero en innumerables veces le había dicho que con ir acompañado de su madre bastaba y que no tenía que perder todo un día con él. Pero siempre recibía la misma respuesta.

“Cállate y vamos de una vez”

Cómo había decidido aplazar la escuela hasta tener al bebe, siempre estaba aburrido, por eso era que buscaba la compañía de MinHo, además de que sus padres no aceptarían que salga con personas que no tuvieran su entera confianza, en el caso de MinHo, lo consideraban alguien especial a pesar de que pocas veces había ido a verlo a su casa antes del embarazo.

Era ya como de la familia, de esos amigos que tienen acceso privilegiado hasta con el refrigerador.

Lo que sus padres sabían de él era que trabajaba y se mantenía solo, que tenía familia y no los descuidaba; que no tenía vicios y que desde que TaeMin se los habían presentado, le pareció que MinHo se ganó su confianza casi de inmediato. Un hecho extraño porque su padre era algo quisquilloso cuando conocía a gente joven.

Sea lo que sea, el castaño estaba muy agradecido por todo lo que hacía por él, pero no desistiría de decirle que no tenía ninguna necesidad de hacerlo.

Las puertas corredizas se abrieron frente a ellos, el aire fresco que se coló cuando pasaron hizo a TaeMin encogerse y frotarse los brazos con las manos, rápidamente el abrigo de lana negro de MinHo cayó sobre sus hombros.

—Te dije que bajaras tu abrigo.

—Deja de fastidiarme —refunfuñó y aferró más la prenda a su cuerpo—. Si vas a estar regañándome es mejor que te vayas.

—Sabes que no puedes enfermarte de gripe.

—Hubiera venido con mi madre —gruño, pero el alto lo había escuchado sin problemas.

—No creo que alguien más pudiera aguantar tus humores, ni siquiera tu madre —le dio un ligero empujón con el cuerpo—, así que déjame hacerlo.

—Oye, por si lo olvidas estoy esperando un bebe, no me golpees de esa manera —se cruzó de brazos.

Aprovechando que tenía su carpeta bajo el brazo, el alto se lo arrebató de un tirón y le dio un par de coscorrones en la cabeza.

—Deja de ser tan nena.

El castaño lo vio encaminarse hacia la recepción mientras se quejaba de lo poco atento que era con un embarazado y la demanda que le esperaría por “daños morales a un familiar”. Fue hacia la hilera de sillas para los pacientes y visitantes y se sentó al inicio, dónde tenía una perfecta vista de trasero de MinHo. Al darse cuenta de que no apartaba la mirada sacudió su cabeza de lado a lado, no era el momento ni el lugar para andar de lujurioso.

Pero, ¿qué podía hacer? Por algo es que se acostaba con su mejor amigo, el sensacional cuerpo del alto no podía pasar desapercibido por nadie, mucho menos por él, que convivía a diario con esa montaña de músculos tonificados. Antes MinHo le encantaba, ahora con todas las hormonas activadas, su deseo sexual estaba como loco.

Y se sentía molesto, molesto y como un depravado por desear tanto que MinHo volviera atacarlo como hace unos meses atrás antes de su…descuido.

Sexo, era todo lo que TaeMin quería, las ganas de hacer algo rápido se le cruzó por la mente y sonrió ante la idea de ir al baño y tratar de convencer a su amigo de hacerlo, aunque dudara que aceptara, desde que le dijo que esperaba al bebe no lo había tocado de una manera que no sea de camarería o cortesía.

Fastidiado de todo, se dejó resbalar en el asiento, estirando las piernas posó sus manos sobre su vientre ligeramente abultado,  pensando en la ropa que en un mes más ya no le quedaría y de la que tendría que comprarse para estar todo lo cómodamente posible.

Abstraído en su panza, recordando que ahí adentro se estaba formando un ser humano, sintió un escalofrío que lo hizo alzar la mirada hacia el cielo, aspirando profundamente para no entrar en una crisis neurótica. Al escuchar una risita bajó la mirada y se encontró con una enfermera ruborizada mientras trataba de conversar con el alto.

Maldito bastardo, no pierdes la oportunidad ni un segundo del día.

Sonrió al ver como la joven no sabía cómo reaccionar ante las miradas de MinHo, no sabía con exactitud de lo que hablaban pero dudaba que siguieran el tema de su cita con el ginecólogo.

De repente la idea de que MinHo algún día buscara alguien con quien establecer una relación formal lo hizo sentir…raro. Francamente no lo veía como el novio de nadie pero no es que no pasara nunca, entonces pensó cuanto pasaría antes de que se aburriera de cuidar a su amigo embarazado.

No es que esperara que se quedara a su lado hasta el final, no tenía razón para ello, él bebe no tenía nada que ver con alto y TaeMin no sentía nada especial además de su amistad como para pretender que MinHo…lo cuidara como su pareja.

Miró a su costado, a unas cinco sillas de la misma hilera, se hallaba un pareja esperando ser atendidos, se llevó una mano al vientre y recordó que tenía que decidir qué hacer con su bebe. A pesar de todo lo que sus padres y que el propio MinHo trataban de persuadirlo, seguía sin sentir esa necesidad de quedarse con su hijo, no era natural, debería experimentar aunque sea un poco feliz, pero no lo estaba, él quería continuar, seguir con la vida que deseaba, y sabía que no estaba hecho para cuidar de nadie en ese momento.

Dios, ni siquiera me pude proteger a mí mismo, ¿cómo se supone que cuidaré a otra persona así?

—Ya verás que esta vez lo lograremos.

—Cariño yo espero que así sea.

No quería ser un chismoso, pero incluso a esa distancia podía escuchar como la pareja charlaba, cuando miró discretamente hacia ellos notó que ella lloraba, sintió su corazón estrujarse.

—Será la tercera vez —prosiguió la mujer, apretando la mano de su pareja.

—La tercera es la vencida, ¿no crees?

Se podía sentir toda la angustia y la tristeza de esas personas. El castaño agudizó el oído, curioso de saber qué era lo que pasaba y presintiendo que la respuesta a sus problemas estaba cerca.

Como una intervención divina.

— ¿Y  si no? —La mujer derramó una lágrima y su esposo la  limpió delicadamente con los dedos—. ¿Y si nunca podremos ser padres?

Totalmente afectado por esas palabras, aquel hombre joven dio un trago grueso en su garganta, a pesar de querer ocultar su corazón roto, sus facciones se volvieron sombrías reflejando así sus verdaderos sentimientos.

—Siempre nos queda la adopción, hay…muchos niños que desean tener una familia, así como nosotros.

 

Pero yo no la quiero.

 

No se dio cuenta de cuando se levantó, y con forme se acercaba no escuchaba más que un pitido, un sonido que lo impulsaba a caminar  más aprisa, como una voz diciendo: “apresúrate o la oportunidad se te escapará de las manos”

 

Él hijo que no tengo todavía, no tendrá más que a un padre egoísta.

 

Cuando se plantó frente aquella pareja les sonrió con toda la sinceridad que tenía e hizo una reverencia con la cortesía que el momento ameritaba.

 

No importa cuánto deseen mis padres que tenga al bebe, no quiero ver crecer a ese niño en mi propia casa y que no pueda sentir más que arruinó mi vida y desquitarme con él.

 

Cuando MinHo se devolvió para ir junto a TaeMin lo vio parado frente a una pareja que parecían estar bastante interesados en lo que decía, no entendía como, pero sabía que tenía que correr rápido y apartarlo de lo que sea que estuviera pasando ahí.

 

TaeMin, ¿Qué rayos estás haciendo?

 

Notas finales:

No olviden mandar sus comentarios, una crítica constructiva no me vendría mal, porque escribir, editar y publicar uno mismo no es un trabajo fácil xD

Gracias a todos por leer, a quienes esperaban una historia mía los amo, mucho mucho. Dején las quejas y el amor. 

Y es bueno estar aquí de nuevo :)

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