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Debilidades por Luthien99

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 El vecindario donde vivían Remus y sus padres era un lugar tranquilo. Una hilera de casas de ladrillos rojizos con grandes ventanales y tejados de tejas oscuras, se disponían a ambos lados de la calle. Cada casa tenía un pequeño jardín propio y privado. La calle, Wiltshiere Road, no era demasiado larga y a Sirius no se le hizo difícil dar con el número 32. Siguió las instrucciones de Remus y llegó con absoluta facilidad. Sirius caminaba por la carretera, dispuesta en medio de las dos hileras de casas rojizas. Se paró frente al número 32 y suspiró hondo.

Estaba nervioso.

Muy nervioso.

No había pasado mucho tiempo desde su último encuentro con Remus, pero esta era una situación diferente. Los dos podían verse con mucha más facilidad gracias a su disposición a las apariciones. Podían transportarse a cualquier lugar y no debían preocuparse por la distancia. Como adultos que eran, su ritmo de vida era mucho más distinto al que llevaban hacía unos años. Ahora todo era diferente. Su relación se había mantenido desde que dejaron Hogwarts en el setenta y siete. Ahora, con 18 años y una vida por delante, ambos buscaban poder llevar su relación a otro nivel. Llevaban juntos cerca de tres años y querían, de una vez por todas, conseguir lo que tanto habían deseado. Y hoy, iban a dar su primer paso.

Su relación había prosperado mucho en los últimos años. Había sido, en un principio, un proceso lento de adaptación. Pero fue cuestión de tiempo que todo se estabilizara y todo se volviera completa normalidad. En su sexto año, ambos habían decidido quererse sin condición y no tenían, bajo ningún concepto, dejar de hacerlo. Todo se vería.

Ahora Sirius esperaba frente a la puerta de la casa de los padres de Remus. Sí, ya no sería más la casa de Remus. Pues Sirius había decidido pedirle que se viniera a vivir con él en su nuevo apartamento en Londres. Hacía poco que se había mudado de la casa de los Potter. No había lugar como aquella casa, se sentía en su hogar, pero ya era hora de dejar de vivir a costa de ellos. No podía seguir aprovechándose de su hospitalidad. Cuando tubo la oportunidad y todos los medios a su disposición, no se lo pensó, se fue. Y la idea de vivir con Remus era algo que llevaban hablando desde hacía un tiempo. Una idea que vagamente se les pasó por la cabeza en sus años en Hogwarts, cuando soñaban despiertos en su vida futura, una vida juntos.

La espera se le estaba haciendo terriblemente larga. Se acercaba al timbre y lo miraba, luego volvía hacía atrás, dando círculos y con las manos en la nuca. Le daba vueltas, una y otra vez, a lo que iba a decir cuando entrara. No sabía, exactamente, que era lo que iba a decir una vez dentro. ¿Como se iba a enfrentar a la situación de tener que hablar con los padres de Remus, sus suegros? Ellos no tenían ni idea de la relación que ambos chicos mantenían en secreto. Simplemente porqué nunca había dejado de ser un secreto.

Se acercó a la puerta y miró el timbre una vez más.

'Vamos, Sirius' —se decía— '¡Pica al timbre, cobarde!'

Su dedo índice se alzó decidido a picar, pero la puerta se abrió antes de que pudiera, si quiera, pulsar el botón. La figura se quedó parada en el umbral, mirándole con una gran sonrisa y los ojos brillantes. Remus se abalanzó sobre él antes de que pudiera pestañear y darse cuenta de que era Remus de quien se trataba. Sirius soltó un sutil gemido y le devolvió el cálido abrazo.

—Mmm, te he echado de menos! —le susurró Sirius al oído antes de que se deshiciera el contacto.

Remus le soltó y se quedó frente a él, cogiéndole por los brazos.

—¿Que estabas haciendo que no entrabas? —dijo Remus entre risas—. No parabas de dar vueltas en el porche... ¿Tan difícil era picar?

—¿Me estabas viendo? —Sirius se puso rojo.

—Te estaba mirando desde la ventana... Llevo sentado junto a ella todo el día —confesó el chico con los ojos iluminados de la ilusión de tener a Sirius allí.

Sirius le miró y sonrió ladeando una sonrisa.

—Te adoro —dijo en un suspiro.

Sirius acercó su rostro al de Remus con intención de besarle allí mismo. Remus, de inmediato, puso sus manos apartándole antes de que pudiera llegar a sus labios. No podía arriesgarse a besar a Sirius allí, delante de cualquiera que pudiera pasar por la calle.

—Aquí no —susurró Remus alarmado. Sirius puso mala cara—. Anda, entra... —le hizo pasar—. No te preocupes... Luego subimos a mi habitación.

—Ese es mi lobo... —Sirius entró al umbral y en pasar por el lado de Remus, le sonrió y le acarició el muslo con la mano. Demostrando, así, lo que era suyo.

Remus sintió como el calor le subía hacía arriba por donde los dedos de Sirius había marcado su territorio. 'Luego te daré lo tuyo, buscón' —se dijo—. 'No sabes con quien te estás metiendo...' Remus no estaba dispuesto a dejar pasar ese hecho.

—¡Mamá!—gritó Remus en dirección a la cocina—. ¡Sirius ha llegado!

A Sirius le temblaban las manos. Estaba tan nervioso que creyó, por un momento, que se iba a desmayar. El aire empezaba a faltar en sus pulmones. Sintió como se le cerraba el conducto respiratorio y las piernas le flaqueaban. Se sentía tan indefenso que quiso salir corriendo de allí y encerrarse en algún lugar. Quería vivir con Remus sobre todas las cosas, pero tenía pánico a pedirle permiso a sus padres. No había coincidido mucho con ellos. Fue durante estos últimos meses cuando Sirius se dejaba ver más por allí y empezó a tener una relación más estable con los padres de su novio. Pero ellos no sabían nada de la relación que su hijo tenía con el que había sido su amigo desde siempre.

La madre de Remus apareció en el recibidor, llegando desde el comedor. Era una mujer de rostro afable, a Sirius siempre le había parecido que Remus se parecía mucho a su madre. Tenía los labios en forma de corazón, igual que Remus y los ojos, grandes y ambarinos. El pelo le caía rizado los hombros. Era una mujer bajita y menuda, siempre llevaba en la cara una sonrisa y tenía un aura de alegría que le acompañaban allá donde iba. A Sirius siempre le pareció de lo mas simpática y agradable.

—¡Sirius, querido! —la mujer se abalanzó sobre el chico y este tubo que inclinarse un poco para que la mujer pudiera abrazarle. Se separó de él y continuó—. Ya nos preguntábamos cuando ibas a llegar...

—Ya me conoce, señora... —se excusó Sirius—. Yo y la puntualidad no nos llevamos bien...

La mujer sonrió con dulzura. Remus observaba la imagen desde atrás, junto a las escaleras.

—Bueno... —la mujer se giró a mirar a su hijo—. Supongo que querréis estar solos antes de bajar a cenar, ¿no?

Remus le sonrió y asintió. Sirius caminó hasta su lado.

—Pues subid —dijo la señora Hope—. ¡Pero a las 7 os quiero aquí a los dos para poner la mesa! —Remus y Sirius ya subían las escaleras en dirección a la habitación de Remus—. ¡Sirius! —exclamó la mujer. Sirius se paró y la miró—. Me alegro de verte —sonrió.

—Y yo a usted, señora —Sirius respondió sincero y con una gran sonrisa, sus ojos brillaban.

Subieron hasta el segundo piso y fueron hasta la habitación de Remus por el estrecho pasillo. En entrar, Remus cerró la puerta tras ellos. Sus padres no sabían que relación tenían, así que tampoco podían correr muchos riesgos. Se encerraban en su habitación bajo el sello de dos amigos que pasan la tarde juntos. Pero, tras esa puerta cerrada, se escondía su secreto.

—No sé porqué, pero mi madre te adora... —dijo Remus sentándose en la cama. Sirius se quedó de pie y echo el pestillo a la puerta, luego miró a su novio y se acercó lentamente hasta él—. Eres su Merodeadores favorito...

—¿Te sorprende? —Sirius se sentó a horcajadas sobre él.

—Sí, la verdad... Soy su hijo y también soy un Merodeador —dijo Remus acariciando su espalda—. Yo debería ser su favorito...

—¿Te sirve ser él mio?

—Me sirve —dijo haciendo que sus labios se juntaran en un cálido beso.

Hacía no más de un mes desde su última quedada. Solían pasar el día fuera, visitando lugares o simplemente caminando por ahí. Pocas veces tenían una casa donde poder hacer todo lo que les gustaría hacer, todo el tiempo que lo desearían. Así, que cuando tenían la oportunidad, no la malgastaban. Estuvieron besándose y luego se tumbaron en la cama, acariciándose. Se demostraron con calidez y palabras sinceras, que se habían echado de menos.

La cama de Remus se les hacía pequeñas. Remus había crecido considerablemente ese último año y le faltaba poco para superar a Sirius en altura. Se había dejado crecer el pelo, ahora le caía rebelde en graciosos y precisos rizos sobre la sien. Le había crecido una sutil barba de color rubio, sobre los labios y bajo ellos.

—¿Cuánto llevas viviendo allí? —preguntó Remus, refiriéndose al nuevo piso de Sirius.

—Desde hace un par de días... Los Potter me retuvieron una semanas más en su casa —respondió con una sonrisa, recordando toda la amabilidad que habían tenido con él aquellas bellas personas.

—¿Te sabe mal dejarles? —Remus le miraba enternecido. Adoraba esa faceta tierna de Sirius.

—Sí, la verdad... Llevo viviendo con ellos tanto tiempo que ahora me cuesta irme —dijo Sirius mirando el techo blanco de la habitación—. Es como... Es como si me estuviera independizando de casa, ¿sabes?

Remus suspiró y miró a Sirius encandilado. Se sentía bien, muy bien teniendo allí a Sirius, en su cama, en su habitación, en su casa. Y quiso que fuera siempre así, cada día. Poder tener todo el tiempo del mundo para disfrutar juntos cada pequeño momento del día. En su propia casa, en su propia habitación, en su propia cama. Todo compartido con Sirius.

Estaban tumbados, Sirius miraba el techo, entre los brazos de Remus. Este le miraba, miraba a Sirius como la primera vez que un ciego ve de repente la luz y el color. Sirius era todo su mundo ahora. No se imaginaba su vida sin saber que estaría ahí, a su lado. Estaba muy enamorado de él y no sabía como, pero nada podía él hacer contra eso. Tampoco quiso saber como.

—¿Se lo has dicho a tus padre? —preguntó Sirius repente.

Remus dejó que el silencio inundara la estancia durante unos segundos.

—¿A que te refieres?

—A que te quieres venir conmigo a vivir —respondió el chico, algo confuso—. ¿A que pensabas que me refería?

—Creí que te referías a si les he contado que nos vamos a vivir juntos, por algo... —dijo Remus.

Sirius apartó su vista del techo, mirando a Remus, tumbado a su lado y rodeándolo con el brazo.

—Sé que no vas a hacer eso... —Remus puso cara de fastidio—. Tranquilo... No te culpo por eso —Sirius le acarició los labios con la yema de los dedos—. Te entiendo.

—Tampoco les he mencionado lo de mudarnos —dijo Remus—. Esperaba que se lo dijeras tu...

Sirius enmudeció de golpe.

—¿Qué se lo diga yo? —dijo con ironía e intentando reírse de la situación. No pudo. Su risa fue cínica y sarcástica—. ¿Qué pretendes? ¿Dejarme a mi el trabajo sucio, Lobo?

—Sí —respondió Remus con una sonrisa.

—¿Estás loco?

—¿Qué? Solo diles que no puedes pagar tu solo el puso y que necesitas a alguien que te ayude... ¡Un compañero de piso! —Remus hablaba con tranquilidad—. Es bastante convincente y nada difícil.

—Si que lo es... ¡Oh, venga! —bramó Sirius, incorporándose—. ¿Acaso crees que tus padres son tontos?
—¿Por qué lo dices?

—Está claro que lo sospechan... —confesó Sirius. Remus negó ladeando la cabeza—. ¡Claro que sí, Remus! Tu madre, por lo menos... Sospecha que tenemos algo.

—Lo hemos hablado y le deje claro que solo somos amigos —dijo Remus sombrío.

—El solo hecho de que tuviste que aclararle que solo somos amigos, deja claro que sospecho que había algo entre nosotros —expuso Sirius, volviendo a inclinar hacía Remus y besándolo suavemente—. ¿No has pensado en decírselo?

—Sí... —confesó el chico—. Pero nunca me atrevo, me da miedo.

—Lo sé.

La tarde pasó, haciéndose muy amena. Mucho más de lo que les hubiera gusta a ambos, pero el tiempo pasaba y nadie podía detenerlo. El tiempo siempre correría en su contra. Nunca habría suficiente. Su madre les llamó desde el piso de abajo para que bajaran a poner la mesa. Remus y Sirius bajaron sin demorarse, nerviosos y con ganas de exponer su ideas ante los padres de Remus. Sirius aún no tenía muy claro como iba a pedirles permiso para que Remus, con 18 años, abandonara su casa y se fuera con él. Sabía que sus padres le querían mucho y que él siempre había sido muy apegado a su hogar, a su casa, pero estaba deseando poder compartir todo eso con Remus.

Mientras ponían la mesa, llegó el padre de Remus y mientras subía a cambiarse de ropa, la cena estuvo puesta sobre la mesa. Todo estaba listo para empezar a cenar. Eran a penas las 7PM en Doncaster, Inglaterra, cuando se sentaron a cenar.

Era una mesa pequeña. Sirius tenía que incorporar una silla plegable cuando venía a cenar. No era algo que le importara, la verdad. Los padres de Remus comían uno en frente del otro y Remus presidía la mesa a un lado. Sirius se colocaba en el otro, justo delante de él.

—¿Cómo están los Potter, Sirius? —preguntó Hope, la madre de Remus—. ¿James sigue estudiando?

Sirius estaba saboreando el bocado que se había llevado a la boca. Tragó y se dispuso a contestar.

—Están todos bien —respondió—. James esta preparándose para el examen de la academia de Aurores, como Remus... Pero es un vago y no estudia nada —dijo con una sonrisa—. Y tiene una novia que no le deja tranquilo, así que, lo veo difícil...

—Vaya, vaya —respondió la mujer, riendo con dulzura. Su pequeña boca se hacía grande y le ocupaba todo el rostro cuando estiraba los labios y sonreía—. ¿Lily, se llamaba?

—Sí —respondió Remus—. Lily Evans...

Hubo un silencio.

—¿Y tu Sirius? —el chico levantó la vista. Era el padre de Remus quien le hablaba. El señor Lyall continuó con su pregunta— ¿Qué estás estudiando?

Remus se mordió el labio.

—Bueno... —el ritmo cardíaco de Sirius se alteró—. Actualmente no estoy estudiando nada...

—¿Y trabajas? —preguntó el hombre.

—Tampoco, señor...

Remus quiso poder ayudarle.

—Sirius se ha comprado un piso en Londres —dijo de improvisto Remus. Sirius creyó que el corazón se le saldría del pecho—. Vive allí desde hace dos días.

—¡Londres! Siempre me ha encantado —exclamó orgullosa la señora Hope—. ¿Y, cuéntanos, como que te has comprado un piso?

—He recibido una herencia muy generosa de mi tío... Al parecer, el único que me tenía aprecio entre toda mi familia —dijo un tanto más calmado, aunque era consciente de que ese tema acabaría en otra cosa, la mudanza de Remus a su piso nuevo—. Y en recibir la herencia, solo pude pensar en poder subsistir por mi cuenta... Quería dejar de depender de los Potter —decía Sirius—. No mal interpreten mis palabras, me ha costado mucho dejarles, son como mi familia. Pero no podía seguir aprovechándome de su hospitalidad. Así que, en cuanto tuve el dinero, busqué un piso y ahora vivo allí.

—¿Donde es? —preguntó Lyall.

—Muy cerca de Russell Square, en una calle llamada Marchmont —respondió Sirius. Remus le miraba, apenas había probado bocado en todo lo que llevaban de cena, estaba ansioso por saber que era lo que Sirius iba a decir para sacar el tema de mudanza con él.

—Eso está en Bloomsbury... ¿Verdad? —el padre de Remus mostró mucho interés.

—Sí, señor... —respondió Sirius tragando silaba—. Es un barrio estupendo, muy tranquilo...

—¿Y estás viviendo solo? —preguntó Hope—. ¿O vives con alguien?

Sirius miró a Remus, este le asintió ligeramente. Era el momento.

Se mentalizó y no lo dudó más. Las palabras salieron a través de sus labios con fluidez y con la misma labia que Sirius siempre tenía. Acariciaba las palabras para que estas fueran deseadas y hacía que lo que decía fuera bien recibido por el simple hecho de ser dichas por él. Sabía como convencer a las personas, sabía como hacer que entraran en razón y pensaran o hicieran lo que él quería. Era Sirius Black, tenía un don especial para el trato con las personas, había algo en él, tan suyo, que le hacía ser terriblemente deseado.

—No, no vivo con nadie... Es por eso que Remus y yo —dijo Sirius—. Habíamos estado pensando en compartir piso —mientras hablaba no miraba a Remus, siendo lo más natural posible—. Ahora está muy moda, compartir piso entre amigo, para poder pagarlo entre los dos... Así es más fácil y aprendes a convivir con alguien a parte de ti mismo —sonrió, ladeando una sonrisa. Estaba nervioso, pero fue muy convincente—. ¿Les parece bien la idea?

Hope soltó una risa nerviosa tras sus enrojecidos ojos. La mujer se había emocionado sutilmente en oír las palabras de Sirius. Lyall, en cambio, miraba a su mujer muy serio. Las miradas se posaron en Remus.

—Mi niño... —dijo la señora Hope—. ¡Independizarse! ¡Oh, Dios! Lyall, querido ¿lo has oído?

Sirius y Remus se miraban sorprendidos por la reacción de la mujer. Estaban asustados

—Llevamos tiempo dándole vueltas al asunto y hemos pensado que sería buena idea.. —añadió Remus—. ¿Qué os parece la idea? ¿Mamá, Papá?

Notas finales:



¡Sean todos bienvenidos! Ya es oficial, este es el primer capítulo de Debilidades. Tómenlo como un prólogo o algo parecido. Nos introduce de alguna manera como irá esto. Básicamente, han acabado Hogwarts y ahora tendrán que enfrentarse a lo que hay fuera. Como habrán visto Sirius y Remus siguen juntos y van en serio. Para quien me conozca, sabrán que me gusta el drama y quizás e pintado demasiado bonito este capítulo... Los primeros lo serán, aviso. Pero a partir que la historia coja un poco de ritmo, habrá drama a full. 

Espero que se hayan quedado con ganas de más. Va a ser una historia diferente a lo que fue la primera parte, pues ellos ya son un poco más mayores y su relación es algo diferente, se irá viendo. Lily y James también tendrán mucha importancia, y quien sabe si Harry se dejará ver en algún momento (lo siento, no más spoilers).

Debilidades abarcará todo el tiempo desde que dejan Hogwarts y empiezan su vida, hasta que Voldermort es derrotado. Es decir, es una interpretación propia de como vivieron la Primera Guerra los Merodeadores. Me gusta mantenerme fiel a todo lo que Rowling ha dejado escrito, ha eso seré ciegamente fiel. Pero, hay muchos aspectos que dejó al aire, así que yo haré mi propia versión. 

No va a ser un fic tan largo como la segunda parte, no creo que haga más de 15 capítulos. No quería decir nada antes de ir avanzando este fic, pero seguramente (no aseguro nada) esta es la segunda parte de lo que podría ser una trilogía de fics sobre wolfStar. Aún no lo tengo claro, depende de como vaya este... Ya me dejarán, si quieren, sus opiniones. Siempre me ha atraído la idea. No quiero asegurar nada, pero la tercera parte trataría sobre su relación cuando Sirius vuelve de Azkaban, 12 años después.

Todas las localizaciones que aparecen en la historia son reales. Me he documentado para poder dar con exactitud donde se encuentra cada sitio en el que transcurran los hechos. Me gusta la veracidad ante todo. Si buscan y sienten curiosidad, pueden ver en google maps street view todos los sitios que aparecerán. 

Creo que, por ahora, no tengo más de que decir.. Me he extendido un poco hehe, disculpen. Espero que retomen esta pareja con ganas de más y que sigan leyendo hasta el final. Para aquellos que hayan topado primero con esta parte, recomiendo encarecidamente, que se lean primero el Secreto y luego sigan con esta... Habrán muchas cosas que se escaparan sin haber leído la primera parte antes. Aunque, se puede leer igual. Cada uno decide.

Bueno, y hasta aquí, ya está todo dicho por ahora.. Espero algún que otro comentario para hacerme saber que les ha parecido este primer capítulo. Muchas gracias a aquellos que ya pusieron la historia en sus favoritos ¡sois lo mejor! De nuevo, muchas gracias por dar una oportunidad a este fic y hasta la próxima,

Besos, Lúthien.





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