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Teasing him por KaLyn

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Notas del fanfic:

Este fanfic tiene lugar en Japón (hipotéticamente), tal y como habréis averiguado por los nombres. Esperamos que os guste ^^

Notas del capitulo:

¡Hey! Somos Kalilair y Lyn Lyn escribiendo un fanfic suculento para todos vosotros.  

Somos dos admins que escriben juntas esta maravillosa historia (o por lo menos a nosotras nos lo parece)

Lyn Lyn tiene ya una cuenta en amor yaoi y Kalilair se hará una próximamente, así que si queréis ir revisando lo que escribamos por separado, aquí estaremos.

Capítulo 1


 


Lo habían echado del instituto permanentemente, como era de esperar de alguien que no era capaz de mantenerse alejado de las peleas. El instituto en el que estaban todos sus amigos y en el que conocía a todos, en el que tenía fama y conocía a los profesores… ese instituto no lo admitía nunca más y lo habían echado y trasladado a otro que no parecía mucho mejor que el anterior y estaba considerablemente más lejos. Tenía que coger el metro para poder llegar a tiempo a clases a las que no quería asistir.


Su madre incluso le había prohibido ver a sus amigos y le había hecho prometer que solo los vería si no era para hacer gamberradas.


El instituto nuevo era grande y parecía que iba a ser fácil perderse los primeros días. Llegó temprano para hablar con los profesores para ver en qué clase había sido asignado y no le sorprendió ver que la mayoría de gente evitaba hacer contacto visual con él.


Hiroki Hayashi tenía aspecto y actitud de gamberro, de un delincuente en miniatura. De esos de los que las madres advierten a sus hijas para que no se acerquen y de esos de los que los padres evitan que sus hijos se hagan amigos. Se había teñido el pelo de rubio hacía años, al igual que la mayoría de sus amigos, solo que él no lo llevaba corto, sino largo y habitualmente se lo recogía para que no le molestara en la cara. Parecía que estaba enfadado la mayor parte del tiempo y la gente, ya fueran niños o adultos, se asustaban un poco al verlo. Normalmente lo hacía aposta. No era fan de la gente, era bastante antisocial y tan solo sus amigos eran capaces de aguantar su personalidad a veces retorcida.


Seguir al profesor en un pasillo infestado de mirada curiosas y asustadas jamás le había parecido a Hiroki tan molesto. Era como si quisieran hablar con él pero tuvieran miedo de hacerlo al mismo tiempo.


Llegaron a una de las clases tras subir escalones y caminar interminablemente por los pasillos y el profesor le indicó que lo siguiera hasta su mesa. La campana sonó y todos los alumnos se sentaron en sus sitios, curiosos al ver al chico nuevo sin uniforme que acababa de llegar.




  • Hayashi Hiroki, ¿por qué no te presentas a ti mismo a tus compañeros? -Hiroki miró al profesor con cara de querer matarlo y el profesor tragó saliva y pareció empequeñecer ante su intensa mirada-. Ss… si tienes algo que decir… ppue...des decirlo.




  • No tengo nada que decir.




  • Pp… puedes tomar asiento.




 


Pasó a través de filas y filas de alumnos que se apartaban mientras que él pasaba y Hiroki, consciente de ello, tiró una libreta perteneciente a una chica al suelo y sin molestarse en disculparse o mirar atrás, tomó asiento.


 


Uno de los alumnos de la clase levantó la vista por un momento de lo que estaba escribiendo y posó su mirada en aquel chico nuevo que se notaba no estaba ahí por placer. Ryou creyó saber qué tipo de persona era con tan solo un vistazo rápido; teñido, desaliñado y con mirada chulesca...Tan solo podía tratarse de un gamberro. Era justamente el tipo de compañero que le importaba un bledo tener. No iba a ser interesante hablar con él, ya lo había comprobado con otros chicos de ese estilo que habían pasado por su clase. Sin embargo...algo le impedía apartar la mirada de él. Ryou notó una ligera punzada de vergüenza sobre sus hombros. No entendía el porqué de aquel atractivo hacía ese tal Hiroki.


 


-Kitsu, ¿Es que hay algo que quieras decir? -preguntó el profesor, al verlo tan atónito.


-N-No, no es nada, profesor… -con un ligero sonrojo giró la cabeza de nuevo e hizo como que se ocupaba de sus asuntos: “¿pero qué demonios me pasa?”, pensó apretando los dedos en torno a su lápiz.


 


Hiroki dirigió la vista al tal Kitsu y vio cómo se movía en su asiento para luego quedarse muy quieto. Su pelo era negro y corto, algo alborotado y ligeramente rizado sobre sus cejas y en torno a sus mejillas. Sus ojos azabache eran luminosos a la vez que portaban cierto misterio. No se lo veía un chico demasiado fuerte, su complexión era delgada; se podía notar sobre todo en su cuello y sus muñecas, finas como las de una mujer.


De todas formas, a Hiroki no le importaba lo que cualquiera en esa clase pudiera pensar y se dedicó a mandar mensajes al teléfono a sus amigos, comentando lo horrible que era ese instituto y lo formales y buenos que parecían todos.


El profesor comenzó a dar clase intentando no mirar fijamente a Hiroki, pero le era prácticamente imposible. Su presencia era demasiado fuerte e impactante como para no hacerlo, así que cuando sonó la campana que indicaba el fin de la clase, se sintió más aliviado de lo que nunca había estado de dejar la clase e ir a la siguiente. Era como si un peso se hubiera desvanecido de sus hombros en cuanto no notó la fuerte y pesada mirada del chico nuevo.


Ryou terminó de copiar los últimos apuntes que había dado el profesor en los márgenes del cuaderno y echó un vistazo rápido a su reloj; el profesor se había marchado al menos 3 minutos antes de lo normal. Toda una proeza, ya que aquel señor no solía callarse hasta que la campana había dejado de sonar largo y tendido. Aún así no le sorprendió, había notado la tensión de toda la clase ante el alumno nuevo, y como para no. Se había pasado la hora sentado de la manera más impropia posible y sin ocultar las sonrisitas cada vez que miraba su teléfono. Ryou se sentía como un estúpido por haberlo mirado durante tanto rato como si fuera una chiquilla enamorada.


Todas las chicas y chicos de la clase se reunieron con sus amigos sin dejar de mirar de reojo al nuevo, que no hacía esfuerzo alguno por socializar, es más, todo lo contrario, se afanaba por no querer hablar con nadie y las pocas personas que quisieron acercársele fueron repelidas por su actitud grosera y algunos comentarios fuertes que no podían clasificarse como insultos.


Hiroki se dio cuenta que había otra persona que no se acercaba a nadie: el niño raro de antes, al que el profesor había cogido de sorpresa, el del pelo negro. No parecía tener amigos. Seguramente era debido a ese aspecto tan raro porque lo había pillado mirándolo en plena clase más de una vez y si no hubiera sido por el uniforme, hubiera pensado que se trataba de una chica por lo delicado que parecía. Ese aspecto, desde luego, no era nada parecido al suyo.


Sus miradas se cruzaron una vez más. Ryou se hizo el fuerte e intentó mantenérsela, pero… en aquel momento el rubio no tuvo otra idea que arrugar sus labios en aquella pedante sonrisa. Su sonrisa.., pensó Ryou, no era una mueca de simpatía o cercanía, era su forma de marcar el territorio, lo supo inmediatamente. “Mírame y estás muerto” o algo así. O quizá solo era que Ryou había visto demasiadas series sobre macarras. En cualquier caso no tuvo otra opción que darle la victoria y agachar la mirada, posándola de nuevo en su pupitre.


“Menudo nuevo compañero que me ha tocado…” pensó soltando un leve suspiro. “Resulta que me he pasado todo el curso solo y ahora que por fin llega alguien nuevo resulta ser un tipo desagradable al que le va llevar el pelo a lo Brad Pitt” Hizo como que ni seguía allí y sacó de su mochila una libreta diferente de las demás, la abrió con delicadeza y se puso a escribir en ella.


Hiroki estaba seguro de que el niñato ese estaría pensando que era mejor que él tan solo por ser delicado. Pero, en realidad, él había agachado la cabeza como todos los demás. No era tan diferente a la gente que lo miraba y quería hablar con él pero al mismo tiempo se sentía intimidado. Era exactamente igual a los demás.


Por suerte, el profesor que tocaba en la siguiente hora no tardó mucho en llegar a impartir la siguiente clase y poco a poco, la mañana fue pasando hasta que llegó la hora del almuerzo. Como chico nuevo, no tenía ni idea del sitio al que debía dirigirse para poder comprar comida porque ni tan siquiera había preparado algo para de comer para llevarse, dado que su madre no lo iba a hacer por él, de eso estaba seguro.


Se dirigió hacia donde toda la masa de gente se estaba y acabó en la cafetería del instituto, donde pudo comprar algo decente para comer. Se sentó en una de las múltiples mesas de ese gran comedor, pero se dio cuenta de que nadie se iba a sentar junto a él. Nadie quería hablar con él y nadie lo iba a molestar. Era justo lo que él quería: tranquilidad.


Pasados unos diez minutos pudo ver desde la mesa como su compañero de clase entraba a la cafetería. También iba solo, o bueno, acompañado de un buen libro al parecer. Como si fuera un autómata caminó entre las mesas sin apartar la vista de lo que leía y se sentó en una de las mesas más alejadas y cercanas a la pared, la cual quedaba justo enfrente de la de Hayashi, solo que en la otra punta del lugar. El moreno no parecía haberse percatado siquiera de la presencia del otro. Hiroki lo observó en silencio y comprobó con gracia cómo aquel pequeñajo movía los labios tenuemente mientras leía, como si recitara unos versos.


Al contrario que Hiroki, aquel chico sí que parecía genuinamente interesado por lo que leía. Era eso, o fingía hacer algo porque no tenía amigos con los que hablar. “Me da igual de todas formas, no voy a estar aquí mucho tiempo…”, pensaba Hiroki con indiferencia.


En aquel momento algo sorprendió al macarra. Otro tipo alto y claramente de último curso se acercó con decisión a Ryou, le dirigió una sonrisa y se sentó junto a él. El otro muy alegremente le saludó con la mano y le hizo sitio. “Vaya, si hasta puede tener amigos y todo. Menuda decepción”, se dijo Hiroki, pero aún así no puedo evitar prestar atención a la escena, pues le parecía sumamente raro que alguien de último curso fuera amigo de alguien de segundo curso.




  • ¿Es que se te ha olvidado el almuerzo otra vez en casa? -Ryou sonrió al ver a su amigo sentarse a su lado con gesto agotado.




  • Cállate, Ryou. No todos pueden ser tan ricos como tú. Me he levantado tarde y no me ha dado tiempo a hacerme el almuerzo -dijo con agresividad pero sonriendo con cariño-. Oye, ¿te has enterado? Hay un tipo nuevo hoy. Está justo enfrente de nosotros.




El otro resopló y casi se pudo ver cómo puso los ojos en blanco




  • ¿Qué si me he enterado? Ese tío está en mi clase. En. Mi. Clase -de nuevo resopló, haciendo que uno de sus mechones alborotados volara hasta el otro lado de su cara.




  • ¿Te ha pasado algo malo con él? ¿Quieres que tu senpai le dé una paliza? -dijo bromeando, cosa que lo hizo reír suavemente.




  • No es que me haya pasado nada con él… -a pesar de aquellas palabras era difícil creerlo, ya que sus mejillas se sonrojaron nada más acordarse del vergonzoso momento en el que se miraron con intensidad-. Mira Toki, es otro gamberro más. No es como si esta escuela no estuviera ya llena de ellos. Pienso pasar de él como lo hago del resto y punto -volvió a bajar los ojos hasta su libro, restándole importancia-. Es más, cuánto más habléis de él, más famosillo se hará, que es lo que quiere.




  • Tampoco hace falta que te pongas a la defensiva, Ryou. De todas formas, ya que está en tu clase y parece un delincuente, no te involucres con él, ¿vale? Tú mismo lo has dicho, cuanto menos hablemos de él mejor. Pero si tienes algún problema, no dudes en decírmelo -le apartó el mechón suelto de la cara que antes había volado con ese suspiro tan hondo.




El moreno agradecía tener a un amigo con el que podía contar en aquella escuela. De no ser porque solo podían verse en los descansos y porque sabía que al año siguiente ya se iba a marchar, Ryou estaba seguro de que iría a clase tan solo para pasar el rato con él.




  • En fin, come un poco -le pasó parte de una enorme fiambrera llena de exquisita comida-. Sabes que siempre me preparan dos y yo no me como ni una entera, así que es toda tuya.




  • Me encanta ser tu amigo simplemente por estos pequeños placeres que me das -ambos se echaron a reír y Toki empezó a comer de lo que Ryou le ofrecía.




Hiroki observaba ese amistoso intercambio desde el otro lado del comedor, pensando en lo mucho de menos que echaba a sus amigos y de lo bien que lo estaría pasando de no haber sido por esa pelea con el hijo del director que había colmado el vaso de la paciencia de todos en aquel instituto. Él había tenido parte de la culpa, pero no pudo evitar intervenir cuando lo vio acorralar y humillar a un pobre chico. Hiroki, a pesar de ser un macarra, tenía un alto sentido de la justicia y cuando sentía que algo no estaba bien, no dudaba en intervenir. Como consecuencia de ello, el hijo del director había acabado en el hospital.




  • ¿Hola? ¿Puedo hacerte compañía? -una chica lo distrajo de su pensamiento y Hiroki sonrió.




  • Es evidente que no -la chica se puso roja como un tomate y se marchó dando fuertes pasos contra el suelo.




Siempre era lo mismo. En su anterior instituto también se le acercaban chicas porque era claramente irresistible.


Toki y Ryou vieron cómo la muchacha pasaba a su lado echando humos, no tardaron en atar cabos al mirar hacia el lado contrario y ver al rubio con una sonrisa de superioridad en la cara. Ryou frunció el ceño, le ponía nervioso aquella sonrisa. Como la volviera a ver le iba a gritar cuatro cosas, pensó en un momento de valentía. Toki se dio cuenta inmediatamente del mosqueo de su amigo, algo inusual en Ryou, que solía ser tranquilo y no se metía en los asuntos de los demás.




  • Menudo capullo...No sé qué le ha dicho, pero seguro que amable no ha sido -se levantó y comenzó a recoger sus cosas-. Me voy a ir un rato a la biblioteca. Tengo que buscar un par de libros para el examen de la semana que viene.




Le sonrió nuevamente y se marchó con paso firme, obviamente evitando mirar a Hiroki, que lo seguía atentamente con los ojos.


La mirada penetrante de Hiroki lo acompañó hasta que se perdió en la salida. Decidió, en un raro impulso, seguirlo porque le entró curiosidad por saber donde iría el pequeñajo. Además, de reojo, podía ver a las amigas de la chica a la que acababa de humillar mirarlo con enfado y parecía que tarde o temprano irían a molestar.


Se levantó y siguió a la pequeña figura durante un tiempo interminable hasta que entró en un sitio y cerró la puerta tras de sí con cuidado. Cuando miró hacia arriba, por alguna extraña razón, no se sorprendió de ver que había llegado a la biblioteca y quiso entrar para molestar a ese chico. No se olvidaba de esa mirada cabreada que habían compartido en la clase y quería provocarlo un poco porque parecía el típico estudiante que sacaba siempre notas altas y Hiroki solo quería divertirse un poco ya que desde que su llegada a ese instituto solo había recibido miradas incómodas y asustadas.


El moreno recorrió los pasillos de la biblioteca como si se la conociera como la palma de la mano. Mientras ojeaba los estantes, comprobó en su libreta un par de nombres para asegurarse de que no se había equivocado de autor. Volvió a cambiar de pasillo y ahí por fin dio con el tomo que buscaba. Sin embargo, Ryou maldijo todo cuanto pudo al ver que aquel dichoso manuscrito se encontraba en una de las partes más altas de la estantería. “¿Por qué demonios seré tan bajito?” Pensó dando saltitos como un idiota para tratar de alcanzarlo fallidamente.


Justo cuando parecía que iba a alcanzarlo de un salto, una mano se le adelantó y lo sacó por él. Ryou miró para ver a quién pertenecía la mano y se encogió al ver que era ese delincuente de Hayashi. Desde cerca era mucho más alto e imponente de lo que le había parecido la primera vez


Hiroki solo había sentido curiosidad al quitarle el libro porque se había reído silenciosamente todo el tiempo que lo había visto dando saltos y había decidido apiadarse un poco de él ya que no era culpa suya que ese chico fuera tan… bajito y delgaducho. “Si casi parecía que lo podría tirar al suelo de un empujón…” pensó mientras lo observaba desde arriba. Era incluso más bajo desde cerca.


Abrió el libro solo para fastidiar y ojeó las páginas viendo demasiadas letras en un tamaño tan pequeño que su vista sufrió al enfocar.




  • Toma. No tienes la culpa de ser tan bajo -dijo con toda la falsa amabilidad que pudo.




  • ¡No necesitaba tu ayuda! -gritó todo lo bajo que pudo arrebatándole el libro de un tirón-. ¿Se puede saber qué hacías justo detrás de mí? -estaba claramente mosqueado, era como ver a un lindo cachorro quejarse porque no le daban la suficiente atención-. ¿Me estás escuchando siquiera? -le preguntó ya al ver que Hiroki no paraba de observarlo en silencio, ensimismado.




  • A mi parecer la necesitabas, teniendo en cuenta que esa manera de saltar podría haber hecho que se te cayera la estantería encima. No sabía por qué te empeñabas en alcanzar un sitio que era evidente que no podías alcanzar con tu altura -dijo como si estuviera resaltando lo obvio-. Además, esa manera de enfadarte no te pega, déjalo. Estoy seguro de que estás intentando hacerte ver fuerte, pero en realidad estás tan asustado como el resto -dijo sonriendo malvadamente mientras se acercaba lentamente a él y el otro retrocedía un paso debido a que se sentía demasiado intimidado como para mantener su posición.




  • N-No me asustan los tipos como tú… -su voz temblorosa llegó como una melodía a oídos de Hiroki, que no pudo evitar sonreír nuevamente-. No eres el tipo más peligroso que me he encontrado ni mucho menos, así que borra esa asquerosa mueca de tu cara.




Los dedos temblorosos del moreno se posaron en la estantería. Tuvo que contener la respiración ya que el aliento del otro llegaba prácticamente a su rostro. El corazón se le paró al verse tan acorralado y solo.


A Hiroki le gustó ese patético intento de ser fuerte. Era como un cachorro enfrentándose a un león hambriento y ambos lo sabían. Era un juego que era imposible de ganar para una cría como él.




  • ¿Estás seguro de eso? -se acercó lentamente a él, agachándose para poder quedar a su altura, para que sus ojos se enfrentaran directamente-. Porque me parece que estás mintiendo. Estás tan asustado de mí que solo me hace querer asustarte más -apoyó una mano contra la estantería, a un lado de la cabeza del chico. Todo su cuerpo tembló ligeramente y esa reacción le encantó a Hiroki: “Vaya… interesante”.




Ryou se quedó paralizado sin poder hacer reaccionar su cuerpo. “¿Desde cuando es tan alto? ¿Y tan fuerte?” Recorrió cada milímetro de los musculosos brazos del rubito sin poder evitar tragar saliva. “Como me quede aquí me va a…¿Qué me va a hacer?”. Se sintió impotente por ser un debilucho y por saber ni tan siquiera defenderse verbalmente.




  • No estoy para tonterías, ¿vale? -apartó la mirada de él, intentando que no viera el nerviosismo en sus ojos-. Además, tengo prisa, así que deja de molestarme y aparta…




Quiso deshacerse de él, así que movió el brazo para apartarlo...Comprobó con horror como aquel muchacho era tan fuerte que no pudo moverlo ni un milímetro.




  • ¿Adónde crees que vas? ¿Te he dado permiso para irte, pequeño ratoncito? -dijo sugerentemente, poniendo el otro brazo a su otro lado, impidiendo cualquier movimiento posible-. ¿Acaso planeabas irte sin despedirte? ¿Qué ratoncito tan mal adiestrado? ¿Necesitas un castigo? -Hiroki sonrió pensando en las cosas que podría hacerle para verlo lloriquear.




“¡Maldito capullo!”. Apretó los puños, conteniéndose para no darle un puñetazo en todo el estómago y escapar en aquel momento. Pero él no era esa clase de persona, no iba a caer tan bajo…”No, yo no soy así. Volveré a insistir hasta que me deje y si no...Si no gritaré para que venga alguien”




  • Oye...Hayashi, ¿no? -intentó hablar con un tono relajado, como siguiéndole el juego-. Yo no tengo la culpa de ser tan bajito, así que...Te agradezco que me hayas cogido el libro y tal. ¿Puedo irme ahora?




  • Hmm… parece que no se te mal pedir cosas… Quizás si pudieras poner un poco más de empeño te dejaría ir -dijo sonriendo y acercándose todavía más a la cara de Ryou. Tanto, que el pobre chico moreno pudo contemplar de cerca el color de ojos de Hiroki y se quedó sin aliento. Eran de un tono castaño claro, del color avellana.




 


Ryou se quedó perdido en los ojos del otro. Tenían tal intensidad que podía incluso verse reflejado en ellos. El corazón le dio un vuelco y se mojó los labios con la lengua en un acto reflejo, nervioso. Todo el valor que había ido reuniendo para mandarlo a la mierda y que lo dejara en paz se había esfumado en aquel momento. Su cuerpo se tensó nuevamente y ya no supo cómo contestarle. Solo estaban aquellos ojos y el silencio de la biblioteca ante él. Entornó los ojos y casi con una voz que no era natural le suplicó:




  • Por favor...D-Déjame ir ya… -su corazón no paraba de acelerarse a cada décima de segundo que pasaba hechizado por aquellos ojos. Casi parecía que se le fuera a salir del pecho.




  • ¿Creías que iba a ser tan fácil? ¿Que te dejaría ir solo con eso? Qué inocente… -Hiroki sonrió ante su actitud claramente nerviosa. Ryou estaba tan alterado que él estaba seguro de que podría escuchar los latidos acelerados de su corazón si se acercaba más.




En aquel momento el moreno colapsó. No pudo soportar más la tensión del momento y ante tanta presión por parte del rubio solo pudo dejar salir un gimoteo ahogado. Tras enseñarle sus más que rojas mejillas, se zafó por debajo de los brazos del otro y echó a correr por el pasillo.


Hiroki se quedó mirando su figura y se echó a reír silenciosamente. Le había encantado provocar y empujar de esa manera a aquel chico, cuyo nombre ni siquiera recordaba.


El nuevo instituto ya no le parecía un lugar tan aburrido, después de todo, si era capaz de seguir jugando con ese chico de esa manera. Si podía conseguir reacciones así de él todos los días, la cosa prometía.


 

Notas finales:

¿Os ha gustado? Si os gustó, dejad comentarios, que eso animará mucho a Kali a escribir ^^Lyn Lyn os envía mucho amor y espera que os guste lo que iremos subiendo. 


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