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Precious por Brarroque

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Notas del capitulo:

Nota: Esto inició de manera curiosa, la última semana no me he sentido bien, y –termino durmiendo más de lo que me gustaría, y entre uno de mis periodos de duermebella me encontré soñando con algo así. Un mundo de mil Seto Kaiba’s, Jounouchi’s, y Kisara’s.

Fuera- particularmente extraño. Pero me dejó idea para algo, aunque ese algo se comenzó a deformar mientras los minutos pasaban, y- quise comenzar a tipear antes de que olvidara qué se supone que quería escribir en primer lugar (lol)

a66;

El pasado no es más que huellas en la arena, mientras que el futuro es infinito.

Seto Kaiba había vivido una gran parte de su vida defendiendo esa política, aprovechando cualquier oportunidad que tuviera para demostrar que en realidad- uno realmente puede construir su futuro, sin importar lo que su pasado haya marcado.

Un grupete de muchachitos con complejo de héroes y su constante cháchara sobre el destino no iba a cambiar aquello, ni en uno, ni en un millón de años. Era capaz de decir incluso que tras ese extraño viaje alucinógeno a Egipto sentía que toda aquella apología al destino era basura –y la verdad no pensaba creer que todo aquello tenía el gigantesco peso que Yuugi y sus amigos decían que tenía.

Yuugi podría afirmar que era un faraón –No, corrección, el espíritu que antes vivía en Yuugi- pero el mismo muchacho no tenía que seguir sus pasos, en su época no había mundo que salvar ni nada que regir- Así que además de remarcadas similitudes con su yo del pasado, no había nada que lo uniera con el viejo camino del pasado, aunque Yuugi dijera que sí.

Por lo tanto, Kaiba tampoco encontraba motivos para que el suyo lo estuviera- Y, no era como si necesitara que alguien le asegurara eso. Así lo había decidido, y así se iba a quedar.

a66;

Pero, y aunque Kaiba no reconociera o hablara de lo que había visto y vivido durante el enfermo juego del espíritu de la sortija del milenio, claro que lo recordaba.

Recordaba al sacerdote que se parecía a él, recordaba al enfermo que clamaba ser su padre, y recordaba a la mujer que tenía el dragón de ojos azules dentro de su cuerpo.

Había visto a la susodicha sacrificarse, había visto al llamado padre reír, y había escuchado el en extremo ridículo discurso de amor del sacerdote.

También, había estado cuando el sacerdote había llorado su muerte. Y, después, él sólo para contemplar el cadáver cubierto de la mujer dragón.

El recuerdo de aquel momento había quedado profundamente enterrado en su mente, sin necesidad de salir del pozo de tierra donde le había confinado.

O al menos había sido así hasta ese momento.

Seto Kaiba había cambiado en esos últimos años, de una manera que su yo de dieciséis años probablemente hubiera encontrado irrisoria.

Pero el paso del tiempo hace que uno intente dejar de lado malos hábitos, o, al menos los que uno considera como tales.

Años de discusiones con el aún grupete de amigos de Yuugi lo había llevado a aceptarlos como conocidos en buenos términos, hasta que al fin habían rozado el termino amigos.

Se dio cuenta de que Yuugi era en realidad alguien agradable de tratar, cuando no intentaba traer a colación temas del destino, incluso podía aguantar sus gigantescos ojos de cordero y sus muestras de amistad tan empalagosas. Anzu no era tan ruidosa y desesperante como la recordara en la escuela, y Honda no era un completo payaso. No podía decir mucho de Otogi o de Bakura, pues ellos parecían ser comodines del grupo, siempre más cercanos a Yuugi que al resto de la tropa de nerds.

Y luego estaba Jounouchi. Jounouchi el insufrible perro perdedor que no hacía más que incordiarle en cada minuto que encontrara, porque claramente era él quien buscaba pelea como un animal rabioso, que Kaiba lanzara un hueso o dos de vez en cuando porque lo encontraba divertido era muy diferente.

Con él había sido el cambio más grande de todos, probablemente.

Pasados los años de escuela, las discusiones infantiles entre ellos habían llegado a ser casi inexistentes. Aunque, Kaiba admitiría que de vez en cuando era divertido tener un intercambio de palabras filosas con el muchacho, quien nunca se quedaba ni corto ni perezoso a la hora de responder.

Especialmente cuando él se encargaba de puntuar lo particularmente increíble que era el hecho de que hubiera terminado, de hecho, asistiendo a una universidad. Pública, pero que el perro buscara estudios en lugar de peleas era ya bastante admirable

Se había ganado una buena sarta de bastardos y malas miradas por ese comentario, no es que importara mucho.

Ya habían pasado casi cinco años desde aquel acontecimiento. Kaiba no se preocupaba mucho por lo que pasara en la vida del resto, claro que no. Aunque bien sabía que Yuugi había hecho un viaje a Egipto hacía un par de años, para cerrar un ciclo decía él. Kaiba no había intentado profundizar en aquello.

Honda había comenzado a trabajar como policía, y al parecer salía con la hermana de Jounouchi –apostaba que eso levantaba más que una arruga en la frente del susodicho- Masaki había ido y regresado de america ya para esa fecha, con una cortísima estancia en una escuela de baile. Seto tampoco terminaba de saber cómo había terminado aquello. La compañía de Otogi parecía crecer con paso de campeones, lento pero seguro. No iban a alcanzar a Kaiba Corp, claro que no.

Mientras que Jounouchi…

Bueno, era parte de su sorpresa en este momento.

Cuando la mesa de directivos de Kaiba corporation habían dicho que era hora de conseguir pasantes para diferentes puestos técnicos en el lugar, entre otros, Seto había rodado los ojos. Pero no era como si pudiera escapar a esos tecnicismos, así que había dejado todo en manos de otros funcionarios de la empresa.

Y ahora, que debía de ver a los pocos que habían pasado las diferentes pruebas. Sentía que su garganta se secaba un poco.

Frente a él Katsuya Jounouchi lucía un tanto incómodo, un tanto emocionado. Enfundado en traje y el cabello rebelde parcialmente peinado. Había sido menos de mes y medio desde que le viera por última vez- y debía admitir que mientras el estilo normalmente salvaje que tenía le quedaba de maravilla, un trajeado más formal hacía que resaltara incluso más a la vista.

El hombre que lo trajo terminó de presentarlo, aunque en realidad no fuera necesario. Kaiba podía decir que le conocía mejor de lo que esa breve introducción podría resumirle.

Antes que él, un par de don nadies. Pero a su lado-

—La señorita Kisara Aokime.

Los ojos de Seto deambularon por un segundo, notando a la muchacha de larguísimo cabello blanco, y ojos tan azules como los propios.

Notas finales:

Notas finales: Inicié otro Long-chap sólo por un sueño, alguien deténgame, estoy hundiéndome más y más en el infierno KaiJou /no, mentira, amo estar aquí.

notita aparte: el apelligo de Kisara está inspirado en la pronunciacion japones de "maiden with the eyes of blue" la carta que está inspirada en ella.


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