–Alexy, te estaba buscando...-Ken me vio algo triste, me pregunto qué le pasará... ¿Ámber lo habrá vuelto a molestar?
–¿Qué sucede Ken? ¿Esas brujas te volvieron a molestar?
–No, pero quería despedirme de ti antes de irme...-bajo su cabeza escondiendo la mirada entre sus castaños cabellos, pude observar unas delgadas y delicadas lágrimas caer al suelo.
–¡¿Qué?! Dios mío Ken, ¿de qué hablas?-Tenia un nudo gigante en la garganta, hacia un esfuerzo por no echarme a llorar-¿Cómo que antes de irte?
–Le... Le conté a mi padre lo que pasó con Ámber y sus dos amigas...-Ken apenas y podía hablar, estaba evitando el llorar más mientras apretaba sus puños-...dijo que era inaceptable que su hijo dejará que unas señoritas le pegaran…- Así que es culpa de esa rubia oxigenada y los otros dos demonios.
–¿Y qué tienen de “señoritas” esas rameras?
–Luego dijo que me sacaría de este instituto inmediatamente, y que se encargaría de convertirme en un hombre, para limpiar su honor lo antes posible...
–¿Tu padre?-no quiero hablar mucho, tan solo una solas palabras más y me pondré a llorar como Magdalena- ¿P-pero a qué se dedica?
–Es militar... Debo irme ya, me está esperando.-comenzó a llorar aún más fuerte.
Ya no pude aguantar este dolor, me lancé hacia él para abrazarlo al mismo tiempo que lo acompañe en su llanto. Me abrazó con fuerza, no quería separarme de él por nada del mundo.
Duramos así unos minutos más...
–Toma, es para ti. No me olvides ¿sí?-se separó de mí y me entregó un oso pequeño de peluche muy lindo.- volveré.
–Y yo te estaré esperando aquí- con mi mano izquierda sostenía el peluche y con la derecha me tallaba los ojos para quitar el exceso de lágrimas, las cuales, no dejaban de brotar.-Te quiero, tú tampoco me olvides.
–Eso jamás, porque yo te amo.- ¿A-acabo de escuchar bien? Ken jaló el cuello de mi chaqueta atrayéndome hacia él, depósito un fugaz, tierno e inocente beso en mis labios- Adiós, Alex.
•~•~•~• 1 año después •~•~•~•
Han pasado muchas cosas en este tiempo, conocí a muchos de los alumnos del Sweet Amoris y llegaron nuevos, sin embargo y desgraciadamente, aún no llega el que yo espero.
Caminaba por los pasillos con una de mis nuevas amigas: Rosalya. Ella me ha ayudado mucho (y viceversa) en este tiempo, incluso más que Sucrette, por lo cual, le tengo mi confianza entera.
Platicábamos sobre una discusión que tuvieron Castiel y Nath en la mañana (y sobre todo el amor que se tienen en secreto) cuando vimos Violetta salir del aula B con su cara totalmente sonrojada, parecía asustada y avergonzada. Volteo a vernos, pero antes de que le hiciéramos cualquier pregunta se fue corriendo del lugar. Rosalya y yo nos extrañamos mucho pero decidimos entrar a ver qué sucedía.
Lo primero que vieron mis ojos fueron dos bocas entrelazadas; una de ellas pertenecía a un chico alto, castaño, delgado y muy guapo. Y esos otros labios eran de un puerco con cabellos rubios.
–Ejem- Rosalya los interrumpió- No es que quiera interrumpir pero, chico, si no quieres que se te pegue la rabia será mejor que te alejes de ese pitbull con extensiones.
Ámber quedó atónita, no sabía si enojarse por el comentario de mi amiga o por la risa del chico.
–Bueno, creo que ya hasta me pego las pulgas, de pronto me está dando mucha comezón.
Correcto, ahora era yo él que estaba estupefacto. No puedo creer que le haya dicho eso a Ámber... ¡A ÁMBER!
Sin embargo, a Rosa le dio un ataque de risa por el comentario del sexy chico que acababa de desatar un infierno.
Cuando la princesa por fin reaccionó salió del aula, mi amiga la siguió:
–¡Hey, pitbu... Digo, Ámber! ¡Vuelve aquí, cobarde!- escuche su risita y corrió detrás de ella, dejándome solo con el misterioso chico de ojos verdes.*1
–Y bueno, Alexy ¿No te has asustado con lo que acaba de suceder?
–No, tranquilo, solo me impresione un poco, aparte ¡Ámber se lo merece!-debo admitir que incluso me ha parecido divertido...- E-espera, ¿Cómo es que sabes mi nombre?
–Ja ja, ¿Aún no lo enteras? ¡Ya sé que he cambiado bastante, pero aun así!- avanzó unos pasos hacia mí y me miró fijamente, su mirada era algo... Decidida- ¿En serio no te acuerda de mí? El chico que te siguió hasta instituto solo para estar contigo...
Oh.
Dios.
Mío.
Esto no puede ser posible, ¿En serio cambio demasiado? ¿Mis plegarias fueron escuchadas y al fin regreso?
–¡¿Ken?!- mi boca se entre abrió, lo mire con melancolía y él me mostró una linda y gran sonrisa.
–¡Bingo! ¡Ja ja, no pongas esa cara! ¡He pasado algunos meses de entrenamientos intensivos y eso ha dado sus frutos!
–Eso está claro... ¿Ya no llevas tus gafas?-debo parecer estúpido al preguntar esto después de pasar un año sin verlo...
–¡No, ahora llevo lentillas, que es mejor! Sin embargo, me gustaría que me hicieses un favor. No me llames más Ken, ¿de acuerdo? Ya no quiero ese apodo idiota. Me llamo Kentin.
– P-pero, Ken es amor, Ken es vida…- se ruborizo un poco y suspiro.
–Bueno… Solo dejare que tú me llames así, pero delante de otra gente me llamaras Kentin.-sonrió y se acercó mí, sus brazos automáticamente me rodearon- Ah, y Alexy...
-¿Si?-correspondí gustoso a su fuerte abrazo.
–Pude haber cambiado demasiado físicamente, pero mis sentimientos son los mismos que los de hace un año.
En estos momentos lo único que pude pensar fue qué estaba más caliente; si la consola de Armin luego de jugar durante horas o mis mejillas, bueno, con tal declaración cualquiera se pondría así... ¿Verdad?*2
– Y-yo tampoco he olvidado los míos...- mi voz era apenas audible, supuse que Kentin me escuchó ya que su corazón latía demasiado y me abrazó con aún más fuerza.
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–Y bueno, ¿qué le dijiste?- me encontraba con Rosalya en una de las bancas del patio, le conté todo lo sucedido (saltándome la parte de la confesión) y ahora trataba de sacarme la sopa.
–Acepte salir con él...-Una de las cosas que odio de mí son mis mejillas, me delatan completamente...
– ¿Y a dónde irán?-preguntó mi amiga con curiosidad.
–Planeaba invitarlo a una heladería cerca de aquí, hace poco agregaron unas muy deliciosas malteadas de galleta a su menú y a él tanto como a mí nos encantan.
–Hmm, ¿Qué otras cosas le gustan?-no sé a qué quería llegar Rosa, pero sus ojos miel me intimidaban un poco.
–Pues... Las cosas dulces, lindas y coloridas...
–¿No te recuerda a alguien esa descripción?
–¿A quién tendría que recordarme?
–Déjame ser más clara.- Se levantó del asiento y se posicionó frente a mí, se puso derecha para comenzar a hablar- Alex, él DULCE chico que ayuda a los demás, siempre con una sonrisa.- creo que comienzo a entender sus intenciones...- Es muuuuy LINDO, o sea, por dios, ¡Mira esa cara! ¡Esos ojos! ¡Esos labios tan delgados!- Gritaba mientras hablaba, hacía gestos extraños con sus manos y poses dramáticas- ¡Oh! Y si eso no pudiera ser mejor; ¡Mira ese cabello y ropa, papá! ¡Un auténtico arcoíris!
–Rosa, que “encaje” en esa descripción no significa que Kentin me a...- al voltear a verla note una mirada “interesada” y sus cejas insistentes moviéndose de arriba a abajo- Olvídalo...
–Espera, dijiste que saldrían hoy, ¿no?
–Sí...
Un brillo intenso se apoderó de los ojos de mi amiga
–Será mejor que avises a Armin, hoy nos iremos temprano de la escuela- ¿Q-qué a dicho?- Iremos de compras y te arreglare un poco el cabello, hoy tienes que destacar tu belleza.
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Ya llevamos 2 horas buscando un atuendo, o mejor dicho: Rosalya lleva 2 horas buscando algo que combine con mis ojos y mi cabello, ¿Eso es posible? Además, por alguna razón me prohibió que le ayudara.
Leigh iba detrás de su novia, mostrándole más camisetas y pantalones y cargando con los que quería que me probara. La albina parecía una niña visitando una tienda de dulces; quiere probar todo.
Unos minutos después, yo y Leigh comenzamos a conversar, cosas triviales pero nos mantenía entretenidos en la cacería de Rosa. De un momento a otro ella gritó tan fuerte que podría jurar que casi rompe los cristales de la tienda.
–¡Ya encontré tu conjunto perfecto, Alex!-puso ante mí una camisa blanca con cuello en v, un chaleco naranja con diseño pixeleado y gorra junto con unos jeans azules-Esta ropa te favorecerá mucho, ¡Rápido, ve a probártelo!
Tarde unos minutos en acomodarme la extraña camisa (no tiendo a usar ropa sin mucho color), al parecer este corte hacia que mi cuello se viese más largo y parte de mi pecho quedaba descubierto, ya veo a que se refería Rosa.
Salí un poco del probador y modele exageradamente a modo de burla, Leigh sonrió y alzó su pulgar derecho en modo de aprobación. Rosa solo se quedó viéndome de pies a cabeza y con una gran sonrisa en su rostro.
–Te ves muy bien, Alexy- Dicho esto, Leigh se despidió de ambos y fue a atender a unos clientes que entraban a la tienda.- ¡Suerte en tu cita!
–¡Te ves genial! ¡Ven, vayamos a arreglarte el cabello!
Jalo mi mano y fuimos directo a la trastienda, me sorprendió que estuviera tan... Elegante.
Me llevó hasta una silla, me senté y acomode lo más cómodamente posible, sabía que esto tardaría. Duró unos minutos estirando y cepillando mi cabello, cuando finalmente terminó se pudo frente a mí y observo su creación, se apartó, dejándome mirar en el espejo lo lindo que había quedado; me recogió un poco el pelo con un broche y lo alació un poco más del otro lado.
–Ya casi terminamos, querido- Se acercó a mí y consigo llevaba un brillo de labios. Me puso un poco y retrocedió dos pasos.-Bueno, lo único que falta es la cereza del pastel.- rió simpáticamente- Te daré algo tuyo para que te sientas más cómodo, espero te guste...
Delante de mí puso mis cascos verdes, al parecer les saco algo de brillo.
–Rosa, ¿Cómo puedo pagarte todo lo que está haciendo por mí?- la abrace muy fuerte- Es demasiado...
–Haciendo que tu cita sea un éxito, aparte, esto también es por ayudarme con Leigh hace tiempo, el que me aconsejaras ayudo demasiado- se separó para verme y me sonrió.- Ya estás listo, anda, tienes que estar ahí en 20 minutos.
–Te quiero mucho Rosalya, muchísimas gracias... Por todo.
–Diviértete Alex, salúdame a mi cuñado militar.
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Tarde unos 10 minutos en llegar a la heladería, desde lejos pude ver que Kentin estaba en la puerta del negocio, esperándome.
¿Desde cuándo habrá estado aquí?
La escuela terminó hace apenas una hora, ¿Está aquí desde entonces? Tenía una mano en su bolsillo y la otra estaba escondida detrás de él.
Al verme su rostro se iluminó, camine hacia él y al estar a unos pasos acortó nuestra distancia dándome un fuerte abrazo.
–Traje algo para ti- Nos separó un poco y me dio un ramo de rosas- Es una por cada mes...- ¿C-cada mes? Me fijé bien, son 12 rosas.- Y además... Creo que combinan bien contigo- ¿Quién estaría más rojo? Él, yo o las rosas, nunca lo sabremos...
Hablamos un rato ahí afuera, le agradecí por las rosas y unos minutos (y rubores) más, entramos.
Pedimos 2 malteadas, ambas de oreo (nuestro sabor favorito) y una rebanada de pay que compartimos.
Platicamos un rato y nos fuimos del local, caminamos sin rumbo y llegamos al parque.
–Sabes Alexy, cuando estás solo, entrenando, siempre hay un propósito para volverte más fuerte, a veces es un objetivo, otras es una ambición, pero, algunas veces, es una persona.- volteo a verme y tomo mis manos.- tú eras la razón por la que me volvía más fuerte, tú eres mi fuerza.- la luz de la luna iluminaba nuestras caras, gracias a dios no vio lo rojo que estaba mi cara pero juraba que el silencio del parque delataría lo fuerte que está latiendo mi corazón en este momento.
–Ken, yo...- Kentin me interrumpió, tomo mi rostro entre sus manos y me vio fijamente.
–Alexy, te amo
Vamos, es ahora o nunca... ¡Tú puedes Alex!
–Yo también te amo- Kentin entrecerró sus ojos y se acercó deprisa hacia mí, eliminando los pocos centímetros que nos separaban uniendo nuestras bocas. Este beso no fue el mismo de hace 1 año, este fue más apasionado, algo dulce y más duradero. Volví a sentir esa chispa dentro de mí, mis mejillas estaban rojas y el aire comenzaba a faltar.
Nos separamos después de unos minutos.
–No quiero volver a separarme de ti, puede ser apresurado pero, ¿Quisieras ser mi novio?- sus ojos brillaban más que cuando me vio al llegar al instituto.
Lágrimas de felicidad recorrieron mi rostro, estaba seguro de mis sentimientos al 100%
–Sí, sí quiero ser tú novio, Kentin.
Volvió a besarme, esta vez más despacio y mucho más dulce. Solo éramos él, yo y la luna, iluminando el principio de un nuevo amor.