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Tal vez hoy sea diferente por MrsCollins

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Notas del fanfic:

Tiene un pequeño spoiler de la temporada 8, y un dato no muy importante de la 10. Este último no revela nada sobre la temporada.

Notas del capitulo:

¡Que disfruten! ¡Y feliz San Valentín!

 Era 14 de febrero, fecha importante para muchos, pero para los Winchester no es más que otra excusa para ir a buscar ligues casuales en los bares (o al menos esa es la tradición para Dean, porque Sam se queda siempre en casa viendo alguna película). Ese año no era distinto. El día señalado había coincidido con una investigación: se habían encontrado 4 cuerpos con el corazón medio devorado, pero aún no encontraban al licántropo.

 Dean se levantó perezosamente de la cama, y  al llegar al salón se encontró a su hermano con una bolsa en la mano, esperándolo impaciente.

-¡Buenos días!

-Mmmm…

  Sam le entregó la bolsa con una sonrisa, y al abrirla descubrió que había una gran tarta de manzana.

-¿Y esto?

-Feliz San Valentín.

-Enano, ¿esto a qué viene?

 Se quedaron mirando hasta que Sam resopló con derrota.

-Está bien. Estaba de oferta en la gasolinera, y el dependiente no paraba de decirme que era la última, que la cogiera.

-Jajajajajajaja. En fin, gracias hermano, eso ha sido conmovedor. -Dijo, llevándose una mano al pecho dramáticamente.- Ya no tengo que salir a comprar el desayuno.

  Se sentaron a la mesa, Sam con un cuenco de cereales, y Dean engullendo la tarta. El más alto sacó también su ordenador, y se puso a investigar el caso.

-No lo entiendo.  Ninguna de las muertes han sido durante la luna llena, y no ha habido casos similares en este pueblo antes.

-A lo mejor es que el amor que se respira por estas fechas afecta a los bichos.- Dijo Dean, con una amplia sonrisa (y con la boca llena de comida).

 En ese momento la puerta de búnker se abrió, y un Cas muy confundido bajó las escaleras.

-Hey Cas, ¿qué tal?

-Hola Cas.- Sam estaba distraído usando el ordenador, apenas levantó la cabeza para saludarlo.

-Dean, algo no va bien.

-Hay tantas cosas que no van bien.

-Todas las tiendas tienen de repente corazones rosas colgando, y hay mucha gente con rosas, tartas o más corazones. ¿Es una especie de enfermedad?

 Sam por fin levantó la cabeza, con una gran carcajada al ver la cara de confusión de su hermano.

-Bueno, yo, yo me voy a interrogar a los familiares de las víctimas.- Dijo, dándole una palmada en el hombro a Dean al pasar a su lado.

-¿Y bien, Dean? ¿Qué le pasa a todo el mundo? ¿Es peligoso?

-¿Cómo he pasado de ser un temible cazador a explicarle estas cosas a un ángel?- Al ver la cara de incomprensión del otro, le quitó importancia con la mano mientras buscaba las palabras exactas para expresarse.- A ver… hoy es el día en el que los humanos enseñamos nuestro afecto a las personas que queremos, como nuestra pareja o nuestros amigos, comprando esas cursiladas o llevándoles a cenar. Personalmente, lo veo una pérdida de tiempo y dinero, nadie en su sano juicio va por ahí con una caja de bombones repartiendo amor.

-Ahhhh. Yo lo veo bonito. Es como una fecha dedicada al amor a los demás.

 Se quedó un rato pensativo, mientras Dean resoplaba y buscaba su uniforme de federal.

-Pero Dean… ¿entonces a quién debo regalarle algo? Me cae bien todo el mundo.

 Dean se imaginó a Castiel dándole una rosa a todo aquel que pasara por su lado, y decidió intervenir antes de que causara problemas.

-No, espera. N-no tienes que comprar algo a todos a los que les tengas cariño, sólo a las personas especiales.

-¿Cómo quién?

-Y yo que sé. -Por alguna razón Dean se estaba empezando a poner nervioso, ya se le había caído la chaqueta dos veces, y las manos le temblaban.- Eres tú el que debes decidir quién tiene más importancia en tu vida.

 Castiel le miró un par de segundos más mientras lo meditaba, y después el humano escuchó un batir de alas. Suspiro aliviado, y se empezó a vestir.

Mientras los hermanos preguntaban a los familiares de las víctimas por los crímenes, Castiel se sentaba en un banco con su propia investigación. Nunca antes había tenido la oportunidad de sentir tan abiertamente, así que no se había parado a pensar en sus sentimientos. Miraba pensativo las parejas que se reunían para comer, y observó cada uno de sus movimientos, estudiándolos para decidir qué hacer. Aunque a Dean esta fiesta le pareciera una pérdida de tiempo, él la quería aprovechar para demostrarle su afecto a las personas que quería. Vio que algunos hombres llevaban  rosas, otros cajas de bombones, otros peluches. Miró resentido su dinero, y decidió que sólo se podía permitir un regalo de cada cosa, por lo que tendría que elegir. Al final se decidió por un amigo, un familiar, y “alguien especial”.

 Cuando salió de la tienda se dio cuenta de que no tenía pensado las personas a las que les iba a dar esos regalos, por lo que se volvió a sentar enfadado en el banco, pensando, con la bolsa en la mano.

-¡Dean, ya lo tengo!.- Sam levantó los brazos con alegría, buscando a su hermano con la mirada. Éste estaba sentado en una silla, comiendo una hamburguesa que había conseguido en un puesto callejero.

-¿Mmm-humm?

-Ben Collins, 19 años. En su blog asegura haber visto a su profesor de biología transformarse en lobo hace tres noches, en el bosque a las afueras de la ciudad. Alguien le hackeó la página, pero consiguió hacer una copia antes de perder la información. – Giró con orgullo el ordenador para que el otro pudiera leerlo por él mismo.

-¿Ese no es el que se mudó desde Nebraska hace tres años?

-Exacto. Y mira: hace tres años, una serie de ataques al ganado asolaron un pueblo de Nebraska. Las autoridades se limitaron a decir que eran animales salvajes hambrientos.

-Entonces, ¿el profesor es un licántropo de primera generación?

-Eso es.

-Entonces vamos a hacerle una pequeña visita.

Muy lejos de allí, mientras los Winchester salían en busca del sospechoso, un batir de alas se escuchó en el humbral de la casa de Jody Mills. Un hombre subió con seguridad la escalera, y vaciló en el pasillo, buscando su objetivo. Al final del pasillo había un letrero en una puerta que ponía “Claire”. La figura abrió despacio la puerta, y dejó algo sobre la cama. Cuando la chica llegó, se encontró un peluche de un ojo blanco abrazando un corazón junto al perro que Castiel le compró hacía unos meses. No necesitó pensar mucho para saber quién se lo había dejado allí. Lo abrazó con ternura y sonrió mirando hacia el techo.

-Gracias.- Susurró.

Volviendo con los Winchester, ellos no estaban teniendo mucha suerte. El profesor se había preparado para su llegada, y hasta ahora no llevaban las de ganar. A Sam le sangraba el brazo, allí donde el licántropo le había arañado, y Dean se revolvía en el suelo, intentando escapar y llegar hasta su pistola, que se la había quitado al principio de la pelea. Cogió con esfuerzo una silla, y se la tiró a la cara al monstruo mientras se terminaba de estirar, y agarró el arma con ambas manos. Disparó dos veces, y su hermano lo remató con el cuchillo de plata. Ambos se miraron cuando acabaron, y Dean dejó caer la cabeza exhausto.

En un antiguo cementerio, ya olvidado por todos, unos pasos se oían sobre la grava. El ángel buscaba en las lápidas, aunque muchas apenas se podían leer. Finalmente encontró una apartada de las demás, con una tosca inscripción de madera. Enseguida la reconoció. Al fin y al cabo, fue él el que volvió a por el cuerpo que estaba enterrado, y el que había hecho todo lo posible para que la tumba quedara aceptable. Repasó un poco más el nombre tallado en la improvisada lápida de madera, y dejó con cuidado una rosa roja. Al irse, el único punto de color era el de la flor que descansaba en el lugar en el que la lápida indicaba que descansaba “Meg”.

Aunque ese año a Sam le dio por ir a tomar una copa, para celebrar el caso que habían resuelto, Dean decidió que necesitaba un buen descanso. Su hermano hizo caso omiso a su herida, y se metió en el bar más cercano, mientras el mayor conducía hasta el búnker. Al entrar fue directamente hacia su cama, pero se encontró con una caja de bombones en forma de corazón. Sonrió, pensando que era obra del más alto, cuando escuchó una voz a su espalda.

-Yo… espero que te guste el chocolate negro.

Se volvió sorprendido, y descubrió a Castiel, revolviéndose las manos nervioso.

-¿Cas? ¿Esto es tuyo? -Ante el silencio del ángel, el cazador sacudió la cabeza.- Creo que no me has entendido. Es costumbre regalar a una persona especial, pero no de este tipo. Es… a la persona con la que te gustaría vivir, a la que amas, y con la que quieres compartir todos y cada uno d-

No pudo terminar la frase, ya que dos manos le agarraron de la cara, y unos labios ajenos se posaron en los suyos. Entonces Dean se dio cuenta de lo bien que Castiel le había entendido, y le cogió en peso, llevándolo a la cama. Al fin y al cabo, Sam tardaría en llegar. Quizás a partir de ahora el 14 de febrero tenga otro significado.

Notas finales:

¡Gracias por leer!


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