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Luchando contra el instinto por Kikyo_Takarai

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Notas del fanfic:

Tengo cosechando esta idea desde que termino Manderlay, es algo así como un universo alterno de ese fic. 

En cuanto abrió los ojos Will sabía dónde estaba, sabía lo que le había sucedido sin necesidad de que la Dra. Le describiera a detalle la terrible presión que había puesto sobre su cuerpo hasta hacerlo colapsar. No era médico pero no era idiota, aquello ocurriría tarde o temprano, sucedido más pronto de lo que habría deseado pero no podía hacer nada para cambiarlo. Él había decidido que haría lo necesario para que su relación funcionara, incluso poner su salud en riesgo. Amaba mucho a Mathew,  a pesar de que era sólo un Beta.

Era un Beta pero era bueno con él, cariñoso, dulce, dedicado. Estaba criado a la vieja escuela, se había negado a marcarlo hasta él matrimonio y ambos se tomaban su tiempo antes de dar ese gran paso. Un Omega sin marcar, incluso con una marca de Beta, era claro un riesgo latente, pero Will era policía, portaba un arma, la mayoría de los Alfa se lo pensaban dos veces antes de acercarse a él. Era ya bastante inusual que un Omega de casi 25 años no tuviera hijos, mucho más que hubiera logrado entrar a la Academia de Policía y ni hablar de graduarse y conseguir una placa. Will estaba orgulloso de su esfuerzo, era uno de los 50 agentes Omega de toda la fuerza de los Estados Unidos, recibía buen seguro y sus compañeros lo respetaban porque bueno, no cualquiera lo lograba.

El mismo año de su ingreso conoció a Matt cuando este era sólo un estudiante de enfermería. Matt era divertido, apuesto, y no trataba de meterse en su cama cada 10 minutos, claro era un beta y Will sabía que podía ser complicado, pero cuando finalmente comenzaron a salir Will estaba prendido de él tan totalmente que ignorar su naturaleza parecía un mínimo esfuerzo. Al final, 3 años después Matt trabajaba en un Hospital del centro y Will era policía como su padre. No eran ricos, pero tenían un bonito departamento de 2 habitaciones en una zona decente. Hasta ese día eran felices ahí. Tanto como podían serlo en una relación que todos consideraban antinatural.

Los padres de Matt adoraban a Will, pero dudaban, al igual que todos sus conocidos, que un Beta pudiera darle lo que necesitaba. Los Omega estaban diseñados biológicamente para reproducirse con un Alfa, sin él simplemente  no podían mantener una vida equilibrada. Will detestaba oír sobre el tema, y detestaba sobre todo que todos tuvieran razón.

Y fue así como termino dónde estaba ahora. No recordaba mucho, todo era borroso y doloroso. No podía sentir nada más que un entumecimiento en la parte baja del abdomen y la cabeza le daba vueltas. Habían respondido a un llamado, él y su compañero, el Agente Zeller. No parecía complicado, una perturbación doméstica. Dos Alfa que discutían sobre un Omega y terminaron enfrentándose a golpes en plena calle. El pobre Omega estaba aterrado, mirando desde la puerta mientras los agentes trataban de calmar a los hombres que parecían más bestias salvajes. Will tuvo que esforzarse para que aquél tufo apabullante de hormonas no lo doblegara a la voluntad del Alfa que trataba de arrestar, pero estaba cansado, había sido un largo día y su  salud no estaba en su mejor punto. En algún momento el hombre sacó un cuchillo y en la confusión Will recibió una puñalada directamente en el abdomen. Trató de defenderse, sacó su arma pero no pudo disparar, recibió una segunda puñalada y se olvidó del entrenamiento y el sentido común.

Pudo sentir la sangre, brotando tibia de entre sus dedos, tratando de sujetar su herida como si esa simple acción bastará para detener la hemorragia. No sintió dolor, levantó la vista apenas el tiempo suficiente para ver el rostro del hombre desfigurarse de terror cuando otro policía saltó sobre él. Si Will moría ese hombre recibiría pena de muerte. Pero no fue así. Ahora, despertando en la cama del hospital, sí sentía dolor. Estaba casi desnudo y tenía el pecho cubierto de vendas, parpadeó confuso, tratando de ponerse de pie, pero una mano firme lo devolvió a la cama.

—Will, no te muevas. —El aludido miró confundido a su novio, sentado a su lado. Había dejado caer un libro. —Podrías abrir la herida, Will. Debes quedarte tranquilo… Gracias a Dios despertaste.

—Matt… ¿Cuánto tiempo…?

—Sólo un par días, por suerte Zeller llamó a la ambulancia a tiempo, recibiste un buen piquete pero no parece haber daño extenso a ningún órgano importante.

—No estoy muerto. —Susurró Will, extrañado. Creyó que moriría. Pero no fue así. Casi esperaba morir, nunca había sentido tanto miedo en su vida. — ¿Verdad?

—Me halaga que verme te haga sentir como en el cielo, pero tendrás que esperar un poco más para eso. —Bromeó Matt, sonriéndole, finalmente relajado, su buen humor hizo maravillas por relajar al Omega hasta que la Dra. Entró en la habitación mirándolo con seriedad.

—Señor Graham, menos mal que ha despertado. ¿Cómo se siente?

—Cómo si me hubieran apuñalado en el estómago.

—Entonces se siente bien, recibió dos puñaladas, la primera fue superficial, si bien provocó gran pérdida de sangre, la segunda evito sus órganos internos por pura suerte, cuchilla dentada, 7 cms dentro suyo, necesito 6 puntos.

—Mierda…—Susurró Will, pasándose la mano por el cabello, como hacía siempre que estaba nervioso, Matt estaba de pie a su lado, acariciando suavemente su mano con el pulgar. Sus manos estaban heladas.

—Señor Graham, me temó que tenemos otro problema…— Dijo la mujer, su tono era más serio y Will supo a qué se refería.  —Señor Brown, si pudiera dejarnos…

—Ni se le ocurra, lo que sea que suceda con Will debo saberlo.

—Matt, por favor…

—No Will, está bien, deja que me haga cargo.

—Ay, cielos. Bueno, así será. —Will debió lucir mortificado, la mujer lo miró con un poco de lástima pero era su trabajo cuidar de su salud. —Señor Graham, me temó que debe detener su consumo de supresores ya mismo.

— ¿De qué mierda habla? —Preguntó Matt, sorprendido.

—El Señor Graham tiene una buena cantidad de Omedopaína en su sistema, es uno de los supresores de celo más comunes en el mercado. Me sorprende que pueda obtenerlo sin una receta.

— ¿Will?

—No entiendo, nunca me habían dado problemas…—Susurró y Matt abrió la boca entre ofendido y asustado.

—Los supresores son drogas muy peligrosas, Señor Graham, afectan su sistema reproductivo y su glándula endocrina.

—Sólo era media dosis, nunca más.

—Señor Graham, ¿Hace cuánto que toma supresores?

—Cinco… Siete años.

— ¿Qué? Will ¿por qué no sabía esto?

—Señor Brown, por favor. Señor Graham, entiendo que es una práctica común entre los Omega de la fuerza de policía, y agradezco su trabajo cuidándonos a todos, pero los efectos secundarios pueden ser muy peligrosos si no se monitorean, esta droga en particular no debería consumirse por nadie en  trabajo de alto riesgo, disminuye los reflejos y previene la coagulación de la sangre, pudo morir por la hemorragia provocada por su ataque.

—Entiendo…

—Si lo entiende entonces entenderá que no puede volver a tomar supresores jamás. El daño a su cuerpo puede ser irreparable, podía sufrir un desequilibrio hormonal, podría quedar infértil, incluso podría morir en servicio. Esto es muy grave.

—En verdad lo entiendo…

—Bien… Los dejaré a solas para que hablen, volveré en un par de horas a revisarlo.

La Dra. Salió de la habitación como una tormenta, aún sin vínculo Will supo que esos dos segundos eran el ojo del huracán, Matt estaba furioso y confundido a su lado.

—Will, en serio… ¿Supresores? Por 7 años… ¿En qué pensabas?

—Eso no importa, todos los Omega en la fuerza los toman, Mathew, por qué no hay otra manera de sobrevivir a años de entrenamiento en la academia rodeado de Alfas olorosos en plena competencia. O tomas supresores o te arriesgas a que tus compañeros de equipo te violen en la parte trasera de una patrulla una semana antes de entrar en celo. No tenía opción.

—Will, pudiste morir. ¡Pudiste morir!

—No es tu problema, Mathew, los necesito… sin ellos no puedo funcionar, no puedo funcionar como policía y no puedo funcionar como tu Omega…

— ¿Will? ¿Qué se supone que significa eso? —Espetó, molesto, cada vez más.

—Olvídalo.

— ¡Y una mierda lo olvido, vas a decirme todo ahora!

—No… no tienes idea lo horrible que es el Celo, Matt…—Susurró Will, suspirando. Siempre había sido terrible para él. Su padre solía encerrarlo en el sótano para evitar que sus vecinos, o él mismo, pudieran hacerle daño atraídos por el olor tan salvaje que Will emitía, era tan fuerte como su fertilidad, sabía que de haberse ligado con un Alfa ya tendría más de un cachorro. La idea provocó calor en su pecho, pero la repudió, asumiendo que era simplemente que llevaba días sin tomar sus medicinas.

—Will, hemos pasado celos juntos. Muchos de ellos, ¿si no los evitabas para que tomar drogas y ponerte en peligro?

—No lo entiendes… Es algo difícil de llevar…

—Will, no importa, lo hemos hecho bien hasta ahora ¿no? —Matt sonreía, sentándose en la cama y acariciándole la mejilla, Will sabía que estaba equivocado, pero el dolor se hacía más fuerte y no quiso discutir, el estrés estaba haciéndole pedazos. — Te amo, estoy aquí para lo que necesites, podemos salir adelante, te recuperarás y volverás al trabajo y entonces verás que no necesitas drogas para ser un buen policía.

—Matt…

—Dame gusto, Will. Sonríe y descansa… Tengo que irme a trabajar ahora, pero volveré mañana.

—Vale… te amo. —Susurró y recibió un beso en los labios a cambio, lo saboreó mientras duró y luego se quedó solo en la habitación. Con las flores que alguien había llevado y una tarjeta con un perro. No iba a estar bien. Lo sabía. Pero discutir consigo mismo requería energía que no tenía.

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Pasaron  casi 3 meses antes de que lo dieran de alta, aunque el daño a sus órganos era mínimo los residuos de los supresores prevenían que curara totalmente hasta que sus sistema se libró de ellos para finales de lo que sería su tercer mes. Se sentía mucho mejor sin los sedantes y estaba lúcido como no recordaba haberlo estado antes. Había perdido un poco de peso pero reaccionaba mejor a los estímulos y dormía mejor por las noches. Tanto así que cuando le quitaron los puntos una semana después de salir del hospital durmió durante casi 18 horas.

El sueño apenas compensaba por el daño que el incidente había provocado en su carrera. Su compañero había sido asignado a otra unidad, y lo habían degradado a una unidad de entrenamiento hasta estar seguros que estaba en condiciones de volver al campo por sí solo. Pero tenía trabajo y eso era suficiente. Cuando el arma regresó a su cinturón al fin se sintió seguro de nuevo. Todos lo sabían sin necesidad de decir una palabra, que Will Graham había dejado los supresores, que su aroma era maravilloso ahora, como flores en primavera, como magia. Lo respetaban lo suficiente para no coquetear con él. Pero Will despreció su naturaleza como nunca antes.

— ¿Cómo estás Graham? —Preguntó el Capitán Crawford mientras Will dejaba el abrigo en su casillero de la estación, listo para patrullar con su unidad.

—Mucho mejor señor, gracias por preguntar.

— ¿Todo cerrado? —No era una broma, y si lo era ninguno de los dos rió.

—Sí señor, nada salió.

—Bien. ¿Y la evaluación?

—No perdí capacidades motrices y mi vista es de 20/20 señor.

—No, Graham, tu evaluación psicológica.

— ¿Señor?

—No puedo dejarte volver al campo hasta saber que estas bien, estable y listo para cuidarte el trasero. Quiero la evaluación el lunes en mi escritorio, Graham, sin falta.

—Señor, sí, señor.

Evaluación Psicológica. ¡Claro! No lo dejarían volver al campo sin ella, pero Will realmente creía que era una pérdida de tiempo. Se sentía bien, fuerte. Listo para todo. De cualquier modo, si así era, la obtendría con facilidad. Hizo cita con una Dra. Alana Bloom para ese viernes.

— ¿Puedes creerlo? ¿Qué Jack cree que un accidente va a volverme loco?

—Es un procedimiento estándar Will, Jack es tu jefe, tiene que hacer lo que le ordenan.

Will estaba molesto, claro que Matt tenía razón, pero no era frágil. No se sentía frágil, no antes. Ahora, abochornado y acurrucado contra el torso desnudo de su novio en su cama había un fuerte deseo en su pecho de ser protegido. No dijo nada, no quería sentirse así. Él debía cuidar de otros…

—Sí te sientes tan seguro la doctora lo verá y te aprobará de inmediato.

—¿Y si no es así?

—Hay muchas opciones Will, no te echarán de tu trabajo por algo como esto… Lo prometo. —Matt sonaba seguro, pero Will no le creía del todo, cerró los ojos, disfrutando de su aroma mientras le besaba la frente, tratando de calmarse. Probablemente estaba preocupándose en exceso por algo que sucedía todo el tiempo. No era el primer ni último policía en ser herido en cumplimiento del deber.

La Dra. Bloom tenía una bonita oficina en un edificio de especialidades médicas en el centro de Baltimore, a 30 minutos en auto del hospital donde Matt trabajaba. Era una estancia agradable con cortinas que rozaban el suelo y cómodas sillas de cuero. Will se sentó ahí, incomodo pero confiado en que no le tomaría más de un rato obtener lo que necesitaba, quería volver a las calles lo antes posible.

—Señor Graham, buenas tardes, soy la Dra. Alana Bloom. —La mujer le sonrió y Will sonrió también, era muy hermosa, con el cabello castaño cuidadosamente peinado y un bonito vestido color verde botella. Sus ojos azules eran brillantes y llenos de vida, era Omega como él. Aún mejor.

—Buenas tardes, gracias por hacerse tiempo para mí doctora.

—No hay problema, Jack es un viejo conocido y estoy encantada de tratar contigo. Escuche que sufriste una agresión durante tu servicio. ¿Cómo estás ahora?

—Perfectamente, aún me duele a ratos, pero me siento mucho mejor.

—No, Will me refiero a ti, a tu mente. ¿Cómo te sientes?

—No la entiendo.

—Bueno, es normal que sientas algo de rabia o frustración. —Alana escribió una nota en un cuaderno y Will levantó la ceja confundido.

—Lo único que me causa frustración es saber que perdí mi patrulla y que tengo que tomar el entrenamiento para novatos. Quiero volver a patrullar lo antes posible.

—Will, no tiene nada de malo sentir cosas cuando algo en nuestra vida cambia tan violentamente. ¿Has dormido bien?

—Sí. ¿Se supone que debo tener pesadillas? —Will estaba cada vez más confundido.

—Es lo común, sí, la gente tiene problemas adaptándose a viejos espacios, sintiéndose segura. ¿Te sientes seguro?

—Me siento seguro desde que volví a estar armado.

—¿Y si te quitaran el arma?

—No tengo miedo de salir a la calle, me descuide y me lastimaron, eso fue todo. Sabía que podía pasar, y pasó, no hay más que decir.

—Will, no soy tu enemiga, no quiero perjudicarte. —Explicó Alana, con la voz calmada y suave que pretendía calmarlo, aquellos juegos de Omega no funcionaban en él antes, pero ahora se sentía extrañamente adormilado. — Cuéntame, ¿Por qué decidiste ser policía? No es nada común para alguien como nosotros.

—Mi padre era policía y nunca tuvo más hijos. Yo quise seguir sus pasos y aquí estoy. —Alana podía sentir que no era del todo honesto, pero era apenas su primera sesión, y tenía la intención de tener muchas más hasta que Will saliera de la negación en que claramente estaba sumido.

—¿Tu padre alguna vez fue herido en servicio?

—No…no lo recuerdo.

—Hablemos de tu casa, Will. ¿Todo está bien?

—Sí, miré estoy bien. ¿vale? Duermo bien, tengo apetito, tomé mis medicamentos y pasé mis evaluaciones físicas. Mi vida está bien, no tengo mucho apetito sexual, pero mi celo es en 10 días, así que es normal…

—¿Tienes los medios para ocuparte de tu celo?

—No vivo sólo, doctora.

—Entiendo. —Suspiró, el muchacho estaba la defensiva, pero ella no podía obligarlo a ver lo que técnicamente aún no se presentaba. —Bien, le enviaré una carta a Jack y le diré que estás estable, que te ponga en entrenamiento para trabajo de campo y te regrese a la calle en cuanto lo considere oportuno.

—¿Es… en serio? —Cuestionó Will, todo era demasiado fácil.

—A cambio, Will, quiero que vengas a verme una vez a la semana. Y si hay algún problema puedes llamarme a mi celular. —Le dio una tarjeta que el tomó dudoso.

—¿Va a aprobarme, pero quiere darme terapia?

—La terapia no es sólo para la gente con problemas, Will, a todos puede beneficiarnos conocernos mejor. Tu vida va a cambiar lo quieras a o no. Lo mejor es que trabajes con alguien que pueda ayudarte cuando te sientas confundido. ¿Te parece?

—…Bien. Bien lo haremos así. —Dijo finalmente, alzándose de hombros y poniéndose de pie. —Gracias Doctora Bloom.

—Llámame Alana, Will. Nos veremos la próxima semana.

Notas finales:

Gracias por leer :D


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