Promesa Rota
Las islas de Carmesí, son bella, cálida, repletas de luz, personas hermosas, y también con un sistema de canales de agua que no envidiarían en lo más mínimo a Venecia. Bello paraíso creado para recibir en sus tierras a las personas especiales con una economía capaz de cubrir los precios exuberantes por gozar de sus placeres.
Quizás ese sea el lado blanco de la moneda, pues también en estas islas existe un lado oscuro plateado por la fachada del turismo y biodiversidad: Lo ilegal.
Donde hay dinero siempre existirá la ilegalidad gobernada por los grupos organizados especialistas diversas áreas como la droga, la prostitución, el tráfico de órganos y personas, el parricidio entre otros.
Todo humano que nace en estas islas solo tiene dos caminos: el ser parte de la fachada blanca y legal de las islas o hundirse en sus bajos cimientos. Eso si tienes suerte de elegir tu camino, pues la mayoría es sometido a los caprichos de los tres ejecutores: Tsunade (La Reina Blanca), Jiraiya (El Rey de espadas) y Orochimaru (El Joker). Que son los tres legítimos dueños de las islas carmesí y los tres mandamases que controlan cada milímetro de las islas. Incluso tienen copia de los nacimientos diarios, y ningún oriundo que no tenga su autorización puede salir de las islas.
Oh, las islas carmesí que daban diariamente la bienvenida a cientos de visitantes. Todos ellos personas pujantes que no les importaba gastar miles de dólares diarios con tal de obtener lo que deseasen, pues en las islas Carmesí, no existía imposibles si tenías el suficiente dinero para pagar por ello. Y las autoridades policiales no existían o simplemente hacían la vista gorda, después de todo: Todos tienen un precio.
Bajo la luz de una velas y bajo el intenso ruido de la lluvia tormentosa. Cuando aquella mujer daba inicio a las labores de parto. Él la contemplo y contemplo el vientre donde el fruto de su amor radicaba. Miro dudoso.
Se cuestionó si valía la pena el amor, al grado de sacrificarlo todo, incluso la enorme fortuna que tenía. "No" se dijo. Quizás esa mujer y ese niño valían tanto como para sacrificar su riqueza.
-Lo prometiste…-Dijo la mujer con los ojos cansados por las labores de parto. Orochimaru la miro y comprendió una cosa. La belleza de esa mujer no sería eterna, desaparecería cual rosa marchita. Entonces supo la verdad. Amaba el dinero y el poder más que cualquier cosa y se lo demostraría a ambos reyes, al mundo entero. Ese mismo día se juró a si mismo castigar su debilidad aunque fuera lo último que hiciera en el mundo.
Si, ser conocido como el Joker, el amo y señor de la isla carmesí seria su legado y cuando su debilidad se convirtiera en fortaleza entonces al fin podría sentirse satisfecho.
-Lo prometiste- volvió a decir Mikoto con clara desesperación en su mirada al ver esa sonrisa en la cara de su actual pareja.
-No recuerdo-dijo Orochimaru cerrándole los ojos. El medicamento haría efecto pronto, y pronto vería a su primogénito-Cariño, no recuerdo firmar documento alguno donde lo prometiera-Rio divertido para luego marcharse, tenia mejores cosas que hacer.