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Mundo de Bestias por Pandora09

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SER HUMANO

 

 

Las estrellas siempre le parecieron fascinantes misterios, durante toda su vida disfrutó observándolas desde cualquier lugar que se lo permitiera, preguntándose cuántos secretos ocultaría la inmensidad lóbrega del espacio, pero nunca imaginó que él mismo formaría parte de ese secreto.

 

Estaba en clase de Historia Universal, una de sus materias favoritas, pero toda su atención estaba enfocada en el repiquetear de la lluvia al caer en el exterior, el sonido constante resultaba relajante al punto de arrastrarlo a la inconsciencia sin considerar el lugar en que se encontraba. Oía perfectamente el caer de cada gota sobre el asfalto, la colisión suicida de sus vidas efímeras contra el desinteresado mundo humano como los latidos erráticos de su corazón galopando al interior de su pecho. Sueños de nubes, lagos, ríos y corrientes de aguas cristalinas como la sangre corriendo por sus venas ansiosas de vida. ¿Por qué no tenía una materia en la que solo debiera contemplar la naturaleza, la belleza de la lluvia, el viento y la tierra?

- ¡Zelo! –JongUp, su compañero de asiento y mejor amigo, gritó su nombre para llamar su atención cuando eran los únicos que quedaban en el salón-. ¿En qué piensas?

- ¿Te gusta la lluvia? –preguntó distraídamente buscando y poniéndose su chaqueta de cuero luego de haber guardado su único cuaderno.

- La tierra se vuelve muy pesada cuando se junta con el agua –el mayor se encogió de hombros y Zelo no hizo comentarios sobre lo extraño de aquella respuesta-. ¿Pensabas en eso? –a pasos lentos se dirigieron a la salida, donde la lluvia comenzaba a menguar con grandes goterones cayendo en un triste y apagado llanto.

El menor estiró los brazos a sus costados y sonrió abiertamente al sentir las gotas frías colisionar con la piel de su rostro y manos, respondiendo silenciosamente a la pregunta de su amigo, quien buscaba refugiarse entre los pliegues de su ropa.

- Imagino que sí.

Ellos se habían conocido en su segundo día de clases al entrar a la universidad, debían hacer un trabajo en parejas y ninguno de los dos conocía a sus compañeros, entonces se dieron cuenta de lo compatible que eran sus personalidades, aunque JongUp tuvo que acostumbrarse a la personalidad dispersa de Zelo. Según el mayor, había decidido ser amigo de JunHong cuando lo escuchó decir que le gustaría tener una vida que se enfocara más en conectarse con la naturaleza en lugar de buscar éxitos y progreso. El menor no recordaba haber dicho algo así alguna vez, aunque estaba de acuerdo con la idea de que a la gente se le debería enseñar a apreciar el medio ambiente antes de cualquier cosa, así que nunca se molestaba en corregir las palabras del mayor.

JongUp solo sonrió al observar a su amigo dejándose absorber por sus pensamientos, era fascinante la forma en que ignoraba todo lo que ocurría a su alrededor para concentrarse en su mente, una conexión de la que debía volverse consciente algún día.

- ¿Quieres que te lleve? –preguntó incluso cuando la respuesta era obvia y Zelo apenas se molestó en sonreírle, comenzando a caminar bajo la lluvia que caía con más fuerza.

- Gracias, hyung, pero prefiero caminar bajo la lluvia –le hizo señas con la mano cuando se encontraron a un par de metros y gritó sobre el ruido-: ¡Ve con cuidado!

Zelo caminó lentamente hasta su casa, que quedaba a tan solo quince minutos de la universidad, pero fue un viaje que le tomó casi una hora, disfrutando de los ríos de agua recorriendo su piel bajo la ropa empapada. Se había asegurado de que su mochila fuera impermeable, así que se podía permitir sumergirse en el mar si era necesario sin tener que preocuparse por el solitario cuaderno que cargaba a todas partes y tenía de todo menos apuntes.

Bajo las nubes negras cargadas de agua encontraba la paz que tanto anhelaba, la soledad de su mente conectada a la fuerza de la naturaleza. Ahí donde vivían, en una pequeña ciudad cerca de un desierto, vivir en paz con el medio le parecía la clave del éxito.

Su madre lo regañó cuando lo vio completamente empapado y listo para hacer sopa de JunHong, pero él no se molestó en ponerle atención mientras se quitaba las prendas más mojadas y las dejaba junto al umbral de la puerta para poder entrar a la casa sin dejar charcos al interior.

- En un momento llegarán los Kim, debes estar presentable para ver a tu prometida –el menor simplemente asintió al entusiasmo de su progenitora y se dirigió a su habitación para darse una ducha y volver a sumergirse en el agua.

Se preguntaba por qué no nació como un pez.

La familia Kim eran unos viejos conocidos de sus padres. El señor Kim era el jefe de su padre y la señora Kim era una amiga cercana de su madre desde que eran pequeñas, por esas razones decidieron que sus hijos menores mantendrían vivo el lazo de su amistad en forma de matrimonio. Zelo no se sentía preparado para contraer matrimonio, pero no se molestaba negándose a los deseos de sus padres cuando solo sería una pérdida de tiempo. Tampoco era que DoHee le desagradara, pero su amistad no era lo suficientemente fuerte como para desear estar a su lado el resto de su vida, pero su madre insistía en que sus hijos serían preciosos y que ambos eran un buen partido para el otro.

Zelo sentía que preocuparse por los deseos de sus padres no solo era darle demasiada importancia y cabida en su vida a sus ideas egoístas, sino que también era algo demasiado frío y mundano como para consumir su atención, él prefería llenarse de conocimientos en la universidad y asegurar el éxito de los programas de conservación del medio en que estaba inscrito.

Aunque estuviera tomando un curso complementario de ciencias naturales y no una carrera como tal, un matrimonio no era una idea que rondara su mente de forma constante porque prepararse para la “vida real” no le parecía algo realmente importante.

Los señores Kim arribaron en uno de esos escasos momentos en que la lluvia dejó de caer, a su lado venía una avergonzada DoHee, quien saludaba a su madre demasiado emocionada para su gusto.

- ¿Qué quieres para tu cumpleaños, JunHong? –preguntó la señora Kim cuando todos comían el postre luego haber alabado las impresionantes e inexistentes habilidades de su madre en la cocina.

- La paz mundial –susurró completamente en serio, pero todo lo que recibió como respuesta fue una carcajada estridente por parte de sus padres y la familia Kim.

Quería decir que quería liberarse del compromiso, que quería sentirse libre de las presiones de sus padres, que quería convertirse en un ermitaño y vivir completamente aislado en alguna montaña lejana, pero todos sus deseos eran luces tenues en su interior que no poseían la fuerza suficiente para encender su sangre al punto de empujarlo a discutir y luchar por algo.

- ¿Qué te parece si hacemos una fiesta? –preguntó DoHee luego de haber alabado, por décima vez, la comida de su madre, sus ojos brillaban con una emoción tan genuina que Zelo no se sentía capaz de destruir negándose, por más que solo deseara quedarse en su casa y olvidarse del mundo, como cada noche.

- Será la noche de la Luna Roja –comentó igual de emocionada la señora Kim, que tenía un cargo administrativo en el observatorio y se enteraba de todos los avances en las investigaciones y los sucesos astronómicos. De esa forma, las tres mujeres comenzaron a planear la fiesta del nuevo año de vida del menor, como si a él realmente le importara.

JunHong nunca había estado ni ligeramente interesado en celebraciones, pero discutir con su madre coludida con las mujeres Kim era una completa pérdida de tiempo, así que les permitió desvariar tanto como quisieron hasta tomar la decisión de hacer una fiesta en el observatorio donde los señores Choi y Kim trabajaban. Una fiesta que se vería privilegiada por el fenómeno natural que habían decidido llamar “La Luna Sangrante”.

- Faltan apenas dos semanas, pero no te preocupes –susurró su prometida mientras caminaban por el borde de la vereda luego de haber cenado y decidido salir a dar un paseo en privado-, mi madre y yo nos encargaremos de que sea la mejor fiesta que esta ciudad ha visto –resultaba triste que la muchacha estuviera tan emocionada por algo que a él le importaba más bien poco-. No todos los años se cumplen veinte.

JunHong solo esperaba que DoHee no deseara el favor de vuelta en su cumpleaños.

Se concentró en el aroma a barro que inundaba el lugar luego de la lluvia torrencial mientras veía divertido a su compañera esquivar los charcos sobre el asfalto y la tierra.

- Odio la lluvia –susurró con voz aniñada cuando sintió un par de gotas caer directamente sobre su cabello perfectamente peinado en delicadas ondas castañas como suspiros cayendo por su espalda.

- Es preciosa, como a todas las cosas debes buscarle el lado positivo.

- ¿Cuál es el lado positivo?

JunHong sonrió y se acercó un poco a ella, DoHee era más alta que la mayoría de sus compañeras, pero seguía siendo considerablemente más pequeña que él. No le gustaba sentirse de esa forma, como si pudiera intimidar y dominar a todo el mundo solo por su altura.

- Piensa en esto, en un par de meses todo esto estará cubierto por hierba, la tierra se volverá verde y todo comenzará a vivir. En la naturaleza nada pasa por azar, todo está conectado y es esa conexión la que debes ver en lugar de preocuparte por el efecto de la humedad en tu cabello.

DoHee era inteligente, había heredado los genes de sus padres y era capaz de reconocer un pensamiento razonable sin necesitar mayores explicaciones, pero también sabía que, si pensaba mantener la promesa de casarse con Choi JunHong, no era conveniente llevarle la contraria cuando este se veía tan convencido de sus palabras.

 

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Los días siguientes se vio obligado a soportar las discusiones de su madre y las mujeres Kim sobre los preparativos de su cumpleaños, la que sería la fiesta del siglo, después de todo, ¿quién contaba con la misma Luna haciendo una actuación estelar como plato de fondo? Solo Choi JunHong.

- Así que, ¿la Luna Sangrienta?

- Sangrante –corrigió a su amigo mientras se dirigían a la cafetería de la universidad, por alguna razón la distancia entre las palabras sangrante y sangrienta le parecía inmensa-. Mi madre y DoHee deben pensar que fui tocado por los dioses cuando nací.

- Tal vez lo hicieron –JongUp había dejado clara, desde el principio, su extraña creencia en dioses descendientes de los astros y entes poderosos vagando por el universo. Decía que los seres humanos habían sido creados por una serie de Dioses provenientes de los sitios más lejanos de la galaxia, que algún día volverían a la Tierra a reclamar su lugar. La Luna Sangrienta era una de sus señales.

- Por supuesto, por eso soy tan irresistible.

Ambos rieron en armonía y bromearon hasta que DoHee y un par de sus compañeras se acercaron para sentarse a su lado y comentar lo genial que sería la fiesta de JunHong, cosa que ambos muchachos ignoraron haciendo sus propios chistes.

- ¿Y tú vendrás, Uppie? –preguntó MinJae, una de las compañeras de DoHee que no dejaba de mirar al muchacho y la forma en que los músculos de sus brazos se marcaban bajo la tela de su camiseta manga larga.

- JongUp –gruñó por lo bajo, sorprendiendo a las chicas que en lugar de atemorizarse por su voz baja y grave, se vieron más emocionadas ante su demostración de masculinidad-. Y sí, tristemente iré.

- Es tan emocionante ver cuánto te alegras por mí –y ambos comenzaron una guerra de comida que fue demasiado para que las féminas en la mesa pudieran soportarlo.

- Nunca podré acostumbrarme a esto –gruñó el mayor cuando estuvieron solos nuevamente.

- ¿A qué, a la atención de las mujeres? –JongUp era atractivo, eso incluso Zelo, siendo hombre, podía reconocerlo sin sentir su sexualidad comprometida, su cabello naturalmente platinado llamaba la atención de quien posara los ojos sobre él, sus facciones eran perfectas y había un aura de peligro que lo rodeaba constantemente. También odiaba el contacto humano y despreciaba a la mayoría de sus compañeros, pero era perfectamente capaz de disimular su falta de empatía con el resto del mundo.

Disimuladamente observó el lugar por el que DoHee y sus amigas habían desaparecido. Eran chicas atractivas, DoHee llamaba la atención con su preciosa cabellera castaña y su porte de modelo europea, pero había algo tan mundano, casi corriente, en ella y en todas las mujeres que había conocido, que lo obligaba a mantener cierta distancia de ellas, incluso sabiendo que su futuro era desposar a la heredera de los Kim.

- Te sorprenderías –si Zelo fuera cualquiera de esas chicas que dejaron la mesa antes, se habría sonrojado furiosamente por el guiño descarado que su amigo le dedicó, pero tuvo el suficiente control sobre sí mismo para solo reírse sonoramente-. De todas formas, ¿qué tienen de importante los cumpleaños?

Zelo lo observó con curiosidad y negó con la cabeza antes de comenzar a explicarle con manzanas porqué los cumpleaños resultaban tan emocionantes para los humanos. Se preguntó si la familia de JongUp pertenecía a alguna secta satánica o seguía los dogmas de alguna iglesia que les impedía ese tipo de celebraciones. Recordaba a uno de los primos de JongUp, no recordaba con claridad su nombre pero lo vio una vez al interior de la universidad, poseía la misma aura atemorizante que su amigo y un humor de perros que espantaba a todos los que le prestaba un poco de atención, no le sorprendería que en su familia nadie pudiera disfrutar de las cosas simples de la vida… ni de nada.

 

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El observatorio a cargo del señor Kim era uno de los más famosos de la región, constantemente se organizaban en él congresos de astronomía que reunían a los más avanzados y exitosos investigadores de Corea del Sur y el resto de los países orientales. Zelo conocía perfectamente el funcionamiento de los telescopios y podía hacer sus propias investigaciones si así lo deseara, pero observar el cielo nunca había sido la mayor meta de su vida, siempre prefirió mantener los pies y la cabeza lo más pegados a la tierra posible. Pero si había algo que adoraba, eran las fiestas que los señores Kim estaban dispuestos a celebrar allí sin preocuparse a sobremanera por la seguridad de los objetos preciosos que les ayudaban a contemplar el cielo.

La música retumbaba en las paredes reforzadas y las proyecciones de estrellas sobre las paredes y techo iluminaban la estancia, dándole a los asistentes la sensación de estar flotando entre nebulosas, pero Zelo anhelaba algo más. En el exterior la lluvia repiqueteaba contra las ventanas y formaba barro sobre la arena incapaz de absorberla, por lo que aprovechó el momento en que todos comenzaron a bailar por la música que sonaba en su máxima potencia y escaló al exterior del observatorio, donde el telescopio principal estaba cerrado y dejó que la lluvia empapara su ropa.

Las gotas de lluvia tomaban fuerza al separarse de las nubes y colisionaban como kamikazes contra la superficie, contra su ropa y su piel. Era la vida misma en su representación más pura, como el llanto de las estrellas tocándolo con su gracia. Zelo no comprendía por qué todos prefirieran estar en el interior mientras la naturaleza les hablaba y los llamaba a vivir. Un gemido de angustia, la agonía de la vida escapando, un grito inconfundible resonando estruendosamente contra el mundo con la caída de cada gota. Gotas pequeñas, gotas grandes, fuertes y débiles, gotas que planeaban sobre la tierra como susurros en el viento, gotas cuya caída se detenía alrededor de un muchacho que, con los ojos fijos en la Luna Sangrienta empañada por la lluvia, sonreía con euforia al sentir que el mundo se detenía y lo observaba. Zelo se estaba consumiendo y no comprendía que era su deseo de petrificarse lo que detuvo a la misma lluvia en medio del desierto.

- ¿Zelo? –una voz grave y ronca rompió el silencio sepulcral en la mente del humano y la lluvia torrencial desgarró el aire nuevamente.

 

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Los pasillos del observatorio eran en su mayoría solitarias paredes blancas cubiertas de imágenes coloridas y brillantes de estrellas, nebulosas y lejanas galaxias que los seres humanos solo buscaban arruinar con su arrogancia y egoísmo. Estrujó entre sus manos el sobre blanco que ocultaba la información que debía robar esa noche y se deslizó sigilosamente por las baldosas hasta la salida de emergencia en la parte de atrás.

La lluvia caía gloriosa como borrosos visillos sobre la tierra, levantando cortinas de polvo que se esforzaba por absorber el agua y volverse barro. Bajo sus pies, los mismos granos de arena repelían el líquido para no formar lodo. Realmente odiaba el lodo y el peso de más que tenía que soportar por culpa de la lluvia.

- ¿Los tienes? –una voz grave emergió de las sombras, sorprendiendo al muchacho que se esforzó por no demostrar su reacción.

- No sé si estos humanos son muy despistados, creen que están muy seguros aquí en medio de la nada o esto es una trampa, pero engatusar a sus vástagos no es difícil –le entregó el sobre al tipo y observó a Zelo en lo más alto del mirador con los brazos estirados en forma de cruz-, tal vez deberías intentarlo tú.

- Estando como están las cosas, preferiría ir por el planeta regando sangre en lugar de volver y estoy encargado de ocultar este truco de magia –la imagen de DaeHyun se difuminaba con el aire como en una representación fantasmagórica de sí mismo, yendo y volviendo con las gotas de lluvia al caer-. ¿Es él? –preguntó haciendo un gesto con la cabeza en dirección al humano que detenía la lluvia solo con desearlo.

- Es la Luna Sangrienta, ¿cómo están las cosas en casa? –no le importaba hacer conversación con DaeHyun y con ningún ser vivo en general, pero debía dejar pasar un poco más de tiempo antes de interrumpir a Zelo en su ritual de iniciación.

- El Comandante está a punto de arrancarle la cabeza a Bang.

- ¿No estaba dormido en la cápsula criogénica?

JongUp llevaba alrededor de tres meses sin pasar más que un par de noches en el subterráneo donde estaban viviendo y se aseguraba de mantenerse lo más alejado posible del terrorista, suponiendo que aun estaba confinado, aunque con él y su matoki nunca se sabía.

- Shishimato no deja de azotar la cabeza en la celda de al lado… Es un puñetero caos, así que, no es que me guste hacer de mensajero, pero salir de ese lugar fue un respiro.

- Suenas como una jodida humana –la figura de DaeHyun desapareció por un par de segundos y volvió a aparecer un par de centímetros más cerca de lo esperado.

- Adentro están llamando a tu mascota para partir el pastel –chilló el mayor con una voz aguda que hirió los oídos de JongUp, quien no dudó en atacarlo con una bola de tierra que esquivó esfumándose-. Y con eso, me retiro.

Si a JongUp le preguntaran, el más temible de ellos, por supuesto que después del Terrorista, era el híbrido y escuchar su voz desplazarse por el aire como un ente vivo era la prueba fidedigna de que debía cuidar hasta sus pensamientos en su presencia.

Corrió hasta el mirador y se acercó a Zelo desde atrás, el humano desprendía un aura poderosa que se desplazaba de forma similar a las sombras de DaeHyun, pero también parecía electricidad cargando el aire y era aun más poderosa que ambas fuerzas juntas. Apenas susurró el apodo del menor, la lluvia volvió a golpear la tierra de forma torrencial, creando charcos de lodo que desprendían un dulce aroma a tierra mojada.

- ¿Qué haces acá? –el humano se notaba nervioso, como si hubiera sido plenamente consciente de su acto de magia pero no quisiera tener espectadores hasta haberlo perfeccionado.

- Te buscan adentro, es hora de soplar las velas y cantar el Cumpleaños Feliz.

- Se canta y después se soplan las velas –JongUp rodó los ojos y sacudió una mano quitándole importancia al tema, no le importaban las costumbres humanas y estaba seguro de que al castaño tampoco.

- A tu novia no le gustará verte empapado –si el Comandante hubiera estado en el lugar, ninguno de los dos habría entrado así de empapado al observatorio y soportado miradas de reproche del resto de los asistentes que los recibieron al entrar y silenciar a la multitud.

- ¿Qué estaban haciendo los dos afuera? –preguntó enarcando las cejas de forma sugestiva un humano un par de centímetros más alto que JongUp, cuyo nombre le resultaba imposible recordar, pero que disfrutaba molestando a Zelo con gestos y tonos de voz que a ambos le resultaban repulsivos-. ¿Una cita romántica bajo la lluvia?

Si bien, DaeHyun era el espía, JongUp había sido el maldito suertudo destinado a estudiar las conductas humanas y aprender tanto de ellos como fuera posible mientras esperaba el despertar de su supuesto compañero. Tristemente siempre habrían cosas que estarían más allá de su comprensión, detalles que no podría captar porque los humanos eran demasiado idiotas como para completar ciertos procesos mentales.

- ¿Celoso? –preguntó Zelo por lo bajo antes de alejarse en dirección a DoHee, que sostenía un lindo pastel de conejos y estrellas sobre sus finas manos.

Observó al humano fijar la mirada en las velas, como si el calor del fuego estuviera despertando algo más que llamas en su interior, como si un incendio estuviera comenzando sin que nada pudiera detener su expansión. La canción terminó y Zelo permaneció en silencio por unos segundos, simplemente observando el danzar del fuego sobre el biscocho.

Cuando la fiesta terminó y todo el mundo salió al mirador del observatorio a deleitarse con el fenómeno natural más impresionante de la última década, JongUp elevó una silenciosa oración a los Dioses muertos de Mato para pedirle el resto de protección que les quitaron al abandonar su tierra.

La Luna Sangrienta representaba para el matoniano más que un simple y atractivo espectáculo visual, como para los humanos. Esa noche se jalaría el gatillo que daría inicio a la batallaba final de su guerra.

 

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A veinte kilómetros del observatorio donde se llevaba a cabo la celebración del año, dos matonianos centraban sus miradas en las pantallas frente a sus ojos.

- ¿Estás seguro de que lograrás ocultarlo? –preguntó el mayor frunciendo el ceño, observando la imagen panorámica del observatorio 1004.

- Sí, ellos lo percibirán como un pulso magnético, eso si son lo suficientemente inteligentes para darse cuenta –el menor de ellos, con su cabello negro como el cielo sin estrellas y sonrisa burlona, giró sobre su silla acolchada y enarcó una ceja en dirección al Comandante-. Pueden hasta decir que es el efecto de la Luna Sangrienta y crear una serie de hipótesis sobre la forma en que estos fenómenos pueden afectar a las telecomunicaciones.

- Nunca sabrán que la Luna realmente estaba sangrando sobre sus cabezas, ¿verdad?

- Si lo supieran, no seguirían con sus planes de colonizarla, de todas…

- ¡Comandante HimChan!

La voz exaltada de SunHwa llamó la atención de los dos hombres al tiempo que una muchacha de cabellos castaño rojizos entraba corriendo a la habitación, estrujando con fuerza una carpeta entre sus manos. Sus mejillas estaban sonrojadas y una fina capa de sudor perlaba su frente pálida.

- ¿Qué ocurre?

- El… El… ¡Bang! –la muchacha se tomó unos molestos diez segundos para recuperar el aliento antes de volver a hablar-. El Terrorista está alterando los sistemas de criogenización.

El Comandante y su compañero miraron a la muchacha con duda, pero no se molestaron en hacerle preguntas, simplemente dejaron lo que estaban haciendo y corrieron a la habitación en que se encontraban las cámaras criogénicas y comprendieron qué era aquello que tanto la estaba asustando.

En la única cámara en funcionamiento, el cuerpo confinado de El terrorista de Mato se agitaba violentamente.

- No se supone que haga eso –masculló YoungJae dirigiéndose al panel de controles junto a la placa de cristal templado que formaba la cápsula criogénica en que Bang YongGuk debía permanecer dormido por al menos una semana más.

- ¿Qué está pasando?

- No entiendo –susurró YoungJae frustrado y el Comandante abrió los ojos tanto como pudo, nunca en todo el tiempo que llevaban en aquel planeta lo había escuchado decir algo como eso, se suponía que Yoo YoungJae comprendía todos los artefactos tecnológicos en un nivel que ningún otro ser podría, incluso lo que no conocía, con solo tener contacto con su fuente de poder, resultaba casi imposible que existiera algo más allá de su control… En ese momento el Terrorista era un problema inmenso-. No hay ningún cambio en sus niveles de actividad física, los crioprotectores siguen activos…

- ¿Entonces qué demonios está pasando? –el Comandante estaba perdiendo la paciencia, ellos no podían cometer ningún error, menos en un momento como ese.

- No lo sé, pero si el cuerpo se sigue sacudiendo de esa manera, tendremos que descongelarlo en seguida o lo perderemos.

YoungJae presionó la palma sobre un panel de metal y un tablero apareció en la pared lateral de la cámara. Luego de teclear una secuencia de números y letras, una cortina de humo llenó el tanque y, cuando se dispersó, los ojos negros del Terrorista estaban fijos en el Comandante.

- Señor, Zinger está teniendo problemas con los matokis –está vez SunHwa no estaba tan alterada como antes, pero seguía sonrojada y preocupada.

- ¿Algo más? –la muchacha negó con la cabeza e hizo una reverencia antes de seguir al Comandante enfadado hasta las celdas de los matokis.

- La actividad de Shishimato comenzó hace una hora –centró la mirada frente a la pantalla que la muchacha manejaba y dividía. En una parte se veían las lecturas de las constantes vitales de los seis matokis y se apreciaba la clara diferencia entre Shishimato y el resto. En la otra mitad, se reproducía un video en el que se veía al matoki moviéndose suavemente al principio, como si estuviera recién despertando, para luego comenzar a sacudirse agitadamente y acabar golpeando la pared lateral de la celda-, al parecer quiere despertar a Totomato.

HimChan frunció el ceño y agrandó la pantalla en que se leían las constantes de los matokis, concentrándose en el sexto.

- ¿Totomato también está despertando?

- Es la Luna Sangrienta –susurró una voz lúgubre deslizándose por el aire.

- Ella los está despertando –corroboró YoungJae apareciendo en la oficina del centro de controles de los matokis, donde Zinger intentaba controlar las cargas eléctricas que mantenían vivas a las bestias.

- Los pulsos aun no son lo suficientemente fuertes –susurró la mujer con el ceño igual de fruncido que el Comandante-, pero si Bang está despertando sin que el proceso de des-criogenización haya comenzado oficialmente…

- Es imposible –gruñó HimChan leyendo las notas de SunHwa y las de Zinger-, se supone que el humano viene de la rama de Moontos, no debería estar llamando a Bang y su matoki.

- Debes reconocer que eso es solo tu hipótesis –el Comandante le lanzó una mirada asesina a YoungJae y centró su atención nuevamente en la información entregada por las mujeres.

- ¡DaeHyun! –el mencionado apareció como un espectro oscuro detrás de YoungJae y le rodeó la cintura con ambos brazos para mirar de forma estoica al Comandante.

- Diga, Comandante –y esas simples palabras contenían todo el sarcasmo que el híbrido poseía.

- Ve en este momento a 1004, Moontos debe entregarte la información sobre los avistamientos mientras los humanos están desprevenidos –los niveles de actividad de Shishimato estaban aumentando casi hasta la consciencia absoluta, mientras que el matoniano soltaba gruñidos bestiales a medida que su cuerpo volvía a la vida-. Lo mataré apenas deje de correr peligro de quebrarse.

Para su desgracia, debía admitir que las palabras de YoungJae eran ciertas, nada les aseguraba que el humano permanecería en la rama de Moontos al despertar, los deseos de la Luna Sangrienta podían ser algo más complejos de lo que ellos habían pensado.

- Es impresionante como conviertes al único Jung de esta roca abrasiva en un simple mensajero –las luces de la habitación menguaron en torno al comandante mientras la figura enfurecida de DaeHyun se difuminaba detrás de YoungJae.

- Tu novio es bastante molesto.

- Preferiría estar ahogando en la oscuridad a todos los humanos del planeta en lugar de estar en acá esperando a tomar un número y luego su turno para obtener su venganza.

HimChan cerró los ojos e ignoró las palabras del menor, concentrándose en acceder a la Memoria de Mato, solo para encontrarse con la desagradable sorpresa de que sí, el humano pertenecía a la rama defensora de Moontos, pero que su esencia primaria y su matoki le pertenecían absolutamente a Bang YongGuk y a Shishimato.

Abrió los ojos para observar a las dos bestias. Shishimato seguía golpeándose contra la celda de Totomato, incluso si era incapaz de emitir algún sonido por su máscara respiratoria, era obvio que estaba gimiendo el nombre de su vecino.

- Es increíble que el resto de los matokis sigan en descanso –susurró Zinger fascinada por el comportamiento de las bestias, como siempre.

- Mantenme informado sobre su progreso, si Totomato muestra aumento en su actividad, apaga su fuente y mantenlo dormido a la fuerza. Envíale un mensaje a Moontos para que esté atento, la búsqueda comenzará dentro de poco.

Ordenó con voz seria y volvió a las cámaras criogénicas, donde una voz femenina contaba de forma regresiva los segundos que faltaban para completar el proceso de des-criogenización.

El humo pálido se disipó con rapidez cuando el contador llegó a cero y la pared frontal de la cápsula se deslizó a la derecha. Los sonidos de engranajes deslizándose y liberando los grilletes que mantenían inmóvil al Terrorista de Mato llenaron la habitación.

El Comandante estaba preparado para recibir a Bang YongGuk en una lucha campal, pero todo lo que vio cuando este pudo mover su cuerpo por sí solo, fue su mirada cubierta de llamas y temblores ansiosos.

- Está despierto.


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