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Lies por Jesica Black

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Notas del capitulo:

Les dedico este fic a todos los que leen. Gracias por comentar.

Los personajes no me pertenecen.

Lies.

Por: Jesica Black

 

 

–¡Dégel! –un atractivo joven pelirrojo apareció por la puerta, no debía tener más de quince años y traía la cabellera atada en una coleta alta, la ropa de una institución privada y fruncía el ceño.

 

                El muchacho en la cama aún, se despertó al escuchar su nombre, pero inmediatamente volvió a cerrar los ojos y giró sobre sí mismo. A pesar de sus veintiocho años e intachable responsabilidad, esa mañana no se sentía muy bien y estaba evaluando tomarse el día para descansar. Pero allí estaba su hermano para despertarlo así fuera lo último que haga y lo hizo de una forma excepcional. A los cinco minutos, Dégel Verseau estaba levantado, cambiado y desayunando, mientras Camus Verseau le servía un poco de café.
Ambos hermanos eran muy unidos, se llevaban demasiado bien y se acompañaban mutuamente. Camus no conocía toda la historia, pero una vez Dégel cumplió los dieciocho años y pudo independizarse, ambos, él y Dégel, se fueron de la casa dejando de lado al resto de la familia. Al principio, Camus pedía ver a sus padres continuamente, pero el mayor de la familia no podía consentir ese capricho dado que se pasaba todos los santos días trabajando.
Tenía tres trabajos, a la mañana atendía un café medio tiempo hasta las 13, luego iba a dictar clases en una secundaria y por último a la noche trabajaba en un bar limpiando mesas. Camus sólo se encargaba de estudiar y muy pocas veces salía a ayudar a su hermano, jamás preguntó nada sobre lo que había pasado y el porqué ambos vivían solos, pero tenía que agradecer, pues Dégel, el joven francés, ahora era su única familia, a pesar de tener a sus progenitores en Paris.

–Hoy llegaré tarde, iré a comer algo con un amigo –comentó Camus, hacía muy poco el mayor lo había notado raro y muy amable con su entorno, eso podía significar una cosa–. Así que llegaré tarde.

–De acuerdo, tú sabes que hoy trabajo en el bar, cuando llegues, por favor pon mi comida en el microondas y sino vuelves por alguna razón, avísame donde te quedas.

–Si, mamá….–susurró con ironía, Dégel se tensó–. Bien, nos vemos –le dio un suave beso y se fue.

 

Es una mentira.

Mi vida es una mentira.

 

                Mi nombre es Dégel Verseau y tengo veintiocho años. Nací en Francia pero a la edad de doce me fui a vivir a Grecia por unos meses, dado que mi padre tenía que hacer una tutoría allí. Mi madre es médico y mi padre un afamado científico, por lo que a la edad de cinco años yo era todo un erudito. Siempre me sentaba en el patio y leía en las escaleras mientras sentía el aire puro atravesar todo mi cuerpo, era una especie de sueño hecho realidad.
Visitaba las ruinas griegas y me quedaba maravillado con ellas, además de dibujarlas en mi libreta, donde también tenía muchísimos dibujos de lugares y personas.
Hubiera deseado que mi vida no fuera el infierno que fue cuando me atravesé en su camino. Él se llamaba Kardia Antares, tenía veinte años y era solamente un vago pandillero cuando lo conocí. Usualmente se sentaba en la esquina de mi casa a fumar y beber con sus amigos, quienes la mayoría tenían un gran prontuario criminal y no era para menos, Kardia era el peor de todos ellos. Había matado a una persona a mi edad y había solamente pasado cinco años en prisión y largado por ser menor de edad.
No  sólo eso.

                Creo yo que en su mente perturbada, al verme tan feliz, quiso succionar mi felicidad de la forma más terrible que podía pensar. Usualmente me acosaba, me miraba cuando caminaba y yo también lo hacía. Su pecho estaba descubierto y lleno de tatuajes, algunos números y un impactante dragón color verde y rojo sangre. Sus ojos eran celestes y su cabello estaba teñido de un color parecido al azul oscuro. Kardia no solamente era una persona más, era a quien yo había elegido para dibujar, y mientras él no se diera cuenta, pasaba mi lápiz trazando su figura. En ese momento no tenía la menor idea de lo que pasaría.

Fue al tercer mes de mi estadía cuando yo me lo encontré en una plaza, él estaba fumando marihuana o algo parecido, porque apestaba. Intenté ignorarlo pero él quiso llamar aun más mi atención. Me regaló una flor mientras uno de sus amigos se reía un poco, aunque él lo cayó inmediatamente.
No me acuerdo muy bien que pasó, pero antes de darme cuenta con mis inocentes doce años estaba teniendo sexo con él. Su cuerpo ardía, me succionaba, su miembro era más grande de lo que podía tolerar un ser humano, su fuerza me impedía poder acomodarme y solamente le importaba el placer que le proporcionaba. Me dijo que le gustaba mi piel joven, que le encantaba, aunque deseaba que me tiñera ese rojo cabello que tenía, hasta en cierto punto le hice caso.

                Creo que en ese momento no estaba pensando y mucho menos me imaginé lo que vendría después.
No……Camus no es mi hermano….

Camus es mi hijo.

                El no lo sabe, aun no se lo he dicho, pero cuando lo veo, me veo a mi mismo con esa edad y pienso, me da miedo que en su juventud cometa los mismos errores, pero es un chico y debe golpearse el mismo con los obstáculos.
Cuando le dije a mis padres, ellos me comentaron que hasta los dieciocho años nos mantendrían a ambos, pero una vez ocurrido ese lapso, yo debía comenzar a vivir mi vida y llevarme a mi hijo conmigo. Camus tenía cinco años cuando nos fuimos de casa, me fui a Grecia porque allí tenía a mi mejor amigo Albafica, quien me prestó un lugar para dormir, aun así, necesitaba mi espacio y mi hijo también lo necesitaba.
Empecé a trabajar de lo que fuera, a pesar de mi enorme inteligencia apenas y podía hacerme un lugar para estudiar el profesorado en matemáticas por la noche mientras Alba cuidaba a Camus. Tuve muchos amigos, muchísimos, y todos fueron importantes para mí, dado que cuidaron de lo más valioso que tengo, y a quien hoy sigo mintiendo sobre su identidad.

                Actualmente trabajo en la cocina de un café, como docente en una pequeña escuela secundaria y como mesero en un bar-café tonight. Casi no tengo tiempo para hacer la tarea con Camus, o ver con quien se junta. Me gustaría poder darle más a mi hijo de lo que le di, pero hice lo que pude, fui a todas las juntas en el jardín de infantes y a las de primaria. Le rogaba a mi jefe que me diera el día libre cuando mi niño cumplía años, y así fui progresando de a poco.
Ojala, Camus algún día, entienda lo que he hecho por él.

–¡Dégel! –gritó un chico, Unity, un amigo de Dégel estaba allí–. Estás muy distraído hoy, ¿qué sucede?

–Nada….nada….–masculló.

–¿Aun sigues así porque Kardia salió en libertad condicional? –Unity nuevamente le recordó a Dégel lo que había pasado hacía varios años.

 

                Dégel se había propuesto a encontrar al padre de su hijo y lo había logrado. Pero cuando fue a verlo, tuvo que cubrir los ojos del niño, dado que sacaban a Kardia esposado de su casa o mejor dicho pequeño departamento. Había matado a toda una familia por un par de pesos, el único que sobrevivió había sido el perro, dado que Kardia tenía una especie de aprecio hacia ellos, luego nadie quedó con vida. Al enterarse de ello decidió que lo mejor era apartar a su hijo de ese mundo, por más que quisiera contarle la verdad, y prefirió que creyera aun que su hijo era en realidad su hermano. Ahora bien, anteayer había salido la noticia que Kardia salía en libertad condicional luego de diez años y por buena conducta. La sangre de Dégel se heló ante ello.

–Simplemente no deseo que Camus vea a su padre, es un monstruo, siempre lo ha sido.

–¿Has intentado hurgar en la historia de Kardia?

–Unity, nada justifica lo que hizo –comentó con el seño fruncido, Albafica se acercó a ellos con algunas tazas de café sucias.

–Yo creo que deberías hablar con Camus, no sé si sea bueno que conozca a su papá, pero creo que sería muy fructífero que sepa que tú eres su mamá. Muchas veces lo he escuchado decirte “tú no eres mi madre”, y debe ser muy doloroso no poder controlar al chico por una mentira –musitó, Dégel suspiró.

–Lo sé, pero aun no me siento capaz de hacer algo así –miró el reloj, aun era temprano para ir al colegio–. Creo que saldré a caminar ¿me cubren?

–Sí….–hablaron al unísono, Dégel agradeció y se sacó el delantal.

 

                Caminó durante unos minutos alrededor del lugar, casi siempre cabizbajo pensando en lo que pasaría a partir de ahora. Kardia suelto era peligroso y agradecía que el hombre no sabía sobre la existencia de su hijo, por lo que aun podía caminar tranquilamente sin pensar en aquello. Probablemente estaba tan ensimismado que no se dio cuenta cuando alguien lo seguía, muy de cerca. Sus ojos habían vagado hacia su dirección y no pudo sino seguirlo lentamente. Cuando Dégel se dio cuenta de la mirada, ya era demasiado tarde, aquella persona estaba detrás de él.

 

 

::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::

 

–Quiero hablar contigo –susurró el joven, Dégel le miró sorprendido, allí se encontraba su hijo Camus, con un semblante muy fuerte para su edad.

–¿Qué haces aquí?, deberías estar en la escuela.

–Tengo libre las próximas dos horas y quise que habláramos….–señaló una banca del parque junto al local donde trabajaba Dégel, este suspiró cansado y se sentó.

–¿De qué?

–De mi papá…..–murmuró, el galo no comprendió muy bien pero inmediatamente la imagen de su padre apareció en su cabeza.

–Oh, papá…. ¿Qué pasa con él?

–No, no tu papá, sino MI papá…..–esto desconcertó por demás a Dégel, imposibilitado a hablar, Camus continuó–. Cuando cumplí diez años hablé con la abuela por teléfono y me contó la verdad, desde ese día se que quien me dio a luz fuiste tú, Dégel –El corazón se paró, no pudo sino tragar y analizar lo que su hijo le decía–. No te guardo ningún rencor, pero hay cosas que no sabes y debes saber.

–¿Qué…..qué sucedió?

–Bueno…..me he estado acostando con un chico de mi instituto –comentó el pelirrojo y miró hacia los árboles–. El se llama Milo, tiene uno año y medio más que yo, y hemos estado saliendo desde hace un tiempo.

–……y…..eso….

–Déjame acabar por favor…..–apretó sus labios–. Hace unos meses tuve que abortar un embarazo, dado que mi hijo iba a nacer con malformaciones y probablemente muriera en el parto, estaba un poco avanzado pero no demasiado, por lo que nunca te diste cuenta, pero eso sí, tuve un problema hemorrágico muy grande y eso hizo que estuviera mal por unos días, tú no te diste cuenta porque nunca estás en casa, pero Milo cuidó de mi todo ese tiempo.

–….Yo…..Camus lo…

–Déjame seguir….–suspiró–. Estoy embarazado de nuevo, el bebé no nacerá con mal formaciones pero puede que tenga una afección cardiaca, con Milo creímos ¡dios mío! Parece que el mundo conspira contra nosotros y quiere que abortemos otro bebé por miedo a que se nos muera en brazos, por lo que decidimos hacernos estudios genéticos para ver si alguno de los dos tenía anomalías,……

–¿Y qué pasó?

–Somos hermanos.

 

                Dégel abrió sus ojos sorprendido, ¿hermanos? ¿Pero por qué? ¿Cómo? Él no tuvo otras relaciones, por lo que eso significa que Milo tenía que ser hijo del padre de Camus, de Kardia. Se colocó una mano en el pecho y respiró profundamente.

–Fue terrible para mi, obviamente ya sabía que tú eras mi madre, y por un momento creí que habías tenido una aventura con la mamá de Milo, pero, luego me di cuenta que él no comparte ningún rasgo contigo. No heredó tus ojos, o tu cabello, tampoco el de su madre, eso quiso decir que era parecido a su padre….–se tira la cabellera hacia atrás–. Milo me dijo que su papá estaba en la cárcel, que su madre quedó embarazada muy joven y su padre solamente le dio el apellido, nunca se hizo responsable, aun así, siempre que podía le daba un dinero a ella para mantener al niño.

–¿Tú….sabes….?

–Yo sé que Kardia Antares es mi padre también, también sé que fue a prisión por asesinato, aunque me hubiera gustado escucharlo de ti y no haberme acostado con mi hermano para descubrirlo……–se cubre la cara–. El doctor dice que mi bebé no tendrá mayores anormalidades, pero que debo tener cuidado con mi alimentación y evitar demasiado ejercicio físico. Milo no sabe que hacer, y yo tampoco lo sé, nos amamos locamente pero somos de la misma sangre.

–Camus, lo siento….–susurró Dégel.

–Aun hay más…..–se descubrió la cara–. Kardia sabía de mí, sabía que tú habías tenido un hijo suyo, y se pasó toda su vida buscándome, buscándonos.

–El mato….

–No, él no mató, ellos creyeron que él mató porque los había amenazado, dado que esa familia quería lastimarlo a él matando a sus dos hijos. Kardia enloqueció pero jamás los tocó, solamente los amenazó. Jamás tuvieron pruebas en su contra y tardó mucho tiempo pero el caso está finalizado……y él salió libre.

–¿Él sabía de ti?

–Él sabe más de lo que crees o eso me dijo cuando fuimos a encararlo. Es verdad que es un ruin y que tenía un pésimo prontuario, pero…..él es un buen hombre….–le mira intensamente–. Yo le creo.

–No puedo creerle….él me usó.

–El no te usó, tú te entregaste a él o ¿me equivoco? –Preguntó el pelirrojo, Dégel le miró, tenía razón el menor–. Tal vez debas….hablar con él.

–No lo sé, yo no quiero volver atrás.

–Tienes un hijo con él, debes volver atrás.

               

                Aquellas palabras de mi hijo quedaron impregnadas en mi consciencia durante todo una semana. Intenté muchas veces poder tomar coraje e ir a verlo, pero inmediatamente volvía atrás y evitaba pensar en ello. Camus sabía desde los diez que yo era su “madre” y aun así esperó a que yo se lo develara. También cuando me decía “tú no eres mi madre”, fue con la intención de avisparme y poder hablarle sobre la verdad, pero su autoestima iba bajando a medida que pasaba el tiempo y no le decía nada, pues me costaba muchísimo afrontar lo que ocurría.
Entonces, a sabiendo que mi hijo había padecido todo este tiempo, caminé hacia una casucha en la Calle Zaimi, en Atenas. Era un terreno de lugares estrechos, no había calles prácticamente y apenas pasaban los autos. A lo lejos, había un complejo de departamentos y en la entrada, fumando mientras intentaba leer un periódico, se encontraba él, Kardia Antares. Ya era más viejo de lo que recordaba, tenía el cabello con tonos más claros y los ojos mucho más profundos. Llevaba una camiseta sin mangas que notaba su musculoso cuerpo que aún conservaba y una cicatriz adornaba su mejilla derecha. Me acerqué, supe inmediato que era él sin necesidad de mirarle el rostro de frente y él levantó el rostro para verme directamente.

–Dégel….–comentó y se levantó, el muchacho galo se hizo el fuerte–. Viniste.

–Kardia….–intentó sonreír, pero no pudo–. Vine para aclarar las cosas, dado que tú y yo no tenemos nada más que Camus….

–Lo sé…..–susurró–. ¿Quieres pasar?

–No…..aquí estoy bien…..

–Antes que me digas cualquier cosa, lamento haberte arruinado la vida –esa frase sorprendió a Dégel–. En cierta forma, creí que estaba bien de ese modo, total, mi vida ya estaba arruinada, fui abandonado por mi madre drogadicta a los dos años y también viví en un orfanato hasta los quince, pero……cuando te vi….supe que tú eras diferente y no supe aprovechar las bondades que tenía, por ser un idiota.

–Escucha Kardia, no quiero escuchar esto, si vine, es simplemente porque amo a mi hijo y él me pidió que viniera.

–Camus no sabía que era tu hijo, bueno, al menos no hasta los diez.

–¿Te lo contó?

–No……Milo –aclaró, eso significaba que Kardia mantenía una relación estrecha con su hijo mayor–. Yo no quería que Milo y tu hijo estuvieran juntos, es decir, no quiero que ellos estén juntos pero Milo es feliz y Camus también lo es, no puedo negarlo.

–¿Por qué nunca viniste a vernos?

–Me costó varios años en saber donde vivías, y cuando fui allí, tu familia me comentó que viniste a Grecia por un amigo y estabas trabajando aquí…..

–Sí, bueno, mis padres me “echaron” de casa y dado que sabía griego y mi amigo necesitaba a alguien que lo ayude en su empleo, me vine acá con mi hijo…..–cruzó los brazos y observó para otro lado.

–Es muy lindo.

–Lo sé.

–Se parece a ti…..gracias a dios no heredó nada de mi…..–sonrió y tiró su cigarro para aplastarlo con su zapato.

–También lo sé.

–Dégel, ven, entra, hace frío –Kardia abrió la puerta de su departamento, el cual era el primero en el pasillo, e hizo que el francés entrara–. Siéntate donde quieras ¿deseas un café? ¿Té?

–¿Vives aquí?

–Nadie le renta a un criminal.

–Camus cree que no lo eres –musitó el joven mientras tomaba un mechón de su propio cabello y lo enrulaba.

–Bueno, he cometido errores en mi vida……pero asesino no soy –sirvió un poco de jugo en un vaso limpio y se lo extendió, Dégel lo aceptó.

–¿Es verdad que fuiste abandonado?

–Cuando tenía dos años, mi madre era una prostituta drogadicta, no me amaba, me pegaba cada vez que podía y me tiró como basura a la calle. Luego me recogieron los de acción social y me llevaron para adopción a un orfanato.

–Un orfanato –musitó suave el francés mientras pensaba.

–Como ya tenía dos años y con antecedentes de violencia sufrida, nadie quería tener a un niño psicológicamente problemático, por lo que no me adoptaban. Recibía los abusos físicos de compañeros más grandes, poco a poco aprendí a defenderme de ellos y en una pelea apuñalé a un compañero…..

–¿Apuñalaste? –cuestionó sorprendido.

–No te preocupes, el hijo de puta no murió….–se acomodó el cabello un poco, se notaba que en diez años no se lo había cortado nunca–. Tuve que irme del orfanato porque me castigarían físicamente, ya no podía soportarlo más. Tuve malas juntas, consumí drogas y alcohol hasta explotar. En el momento que te conocí, estaba en el peor de mis etapas.

–Lo sé…..y no comprendo por qué me enamoré de ti.

–Yo puedo decírtelo….–sonrió de costado y cerró la heladera donde estaba hurgando algo de beber, como no encontró nada más que jugó y agua se sirvió jugo él también.

–¿Tú lo sabes?

–Una cosa puede ver un jovencito intelectual y bueno en un inadaptado social como yo, y es, que viste mi sufrimiento en mis ojos –susurró sentándose frente, mirándolo intensamente. Dégel comenzó a recordar–. No nos acostamos a la primera ni a la segunda, sino que pasó todo un mes hasta que te entregaste a mí conscientemente y fue porque abrí mi corazón para ti, salvo que nunca lo demostré.

–¿Entonces, por qué me dejaste ir?

–Miedo, estupidez humana….llámalo como quieras. Me había enterado tiempo antes que tenía un hijo recién nacido justo cuando te fuiste del país, Milo. Milo era como una luz y siempre estuve ahí para él cuando era pequeño, pero como sabes, el verte partir fue para mi una daga en el corazón.

–¿Por qué no recuerdo eso?

–¿Hm? ¿No lo recuerdas?

–No……mis pensamientos son tan confusos……siento que sufrí muchísimo y más cuando supe que estaba embarazado…..pero tú ¿cómo lo supiste?

–Llamé a tu familia hace unos once o doce años, ellos me dijeron que tenías un hijo que tenía casi la edad de Milo, un poco menos. Supe que debía ser mío, dado que no eras sociable…..aun así tuve miedo de pensar que no lo era. Intenté juntar dinero para buscarte pero habías venido aquí y tuve que volverme. Fue ahí cuando uno de mis ex amigos me contacto para volver a mi antiguo trabajo como vendedor de drogas. Obviamente estaba intentando de reinsertarme en el mundo y me negué, pero él tenía contactos y sabía de mi hijo Milo y de ti, eso me puso como loco y lo amenacé.

–Y ellos murieron.

–Parece que tenían muchos enemigos, sobre todo poderosos. Cuando vinieron a mi casa solo bastó con una llamada de amenaza para mandarme a la cárcel sin pruebas concluyentes. Nunca encontraron nada contra mía, pero como tenía mi prontuario delictivo, eso fue suficiente.

–Ya...ya veo.

–Portación de historial criminal –sonrió de costado–. Bueno, ahora sabes la verdad…..

–Ya veo…..tú……tú fuiste una persona muy sufrida.

–No quiero hacerme la victima contigo, Dégel, sé muy bien que he cometido errores y quiero repararlos, he estado buscando trabajo porque quiero hacerme responsable de mis hijos a partir de ahora y de mi nieto…..

–Es lindo de tu parte –susurró.

–Dégel, sé que no merezco tu perdón, pero me gustaría compensarte por lo que te he hecho. Tengo 35 años, ya no soy un adolescente estúpido y enfermo de poder, ahora quiero hacer las cosas bien y sé que tú eres el mejor de los mentores para eso.

–¿Por eso querías verme? –preguntó sorprendido Dégel, Kardia sonrió.

–No solamente eso, eres el mejor de los mejores, eres quien me gustaría compartir mi historia…..

–En definitiva todo fue una mentira, desde tu historia asociada al homicidio, hasta….mi hermandad con Camus.

–Las mentiras tienen patas cortas, Dégel, no ibas a poder negarlo toda tu vida –susurró tomándole la mano, el heleno era cálido, muy cálido, y eso era lo que gustaba a Dégel de ese muchacho–. ¿Puedes llevarme por el camino del bien?

–Prométeme una cosa.

–Lo que quieras.

 

                Dégel se acercó al oído de Kardia y le susurró al oído algo que sorprendió al heleno. Con un gesto sonriente afirmó y se miraron a los ojos una vez más.

 

Camus me enseñó una hermosa lección, las mentiras duelen mucho y debería decirse la verdad, sobre todo cuando esta repercute en la vida de los demás. Yo descubrí que Kardia era una persona amable, sufrida que no toleraba las cosas pero que amaba intensamente, me amaba intensamente. Camus descubrió su procedencia y a pesar de ello el amor por Milo jamás desapareció, decidieron mantener sus apellidos para evitar que la gente descubriera la verdad sobre su pasado. Tuvieron un hermoso niño, quien gracias a dios nació sano y hermoso como sus padres. Aunque todos ahora vivían en mi casa, cada uno lograba mantenerla en pie y era un muro más para sostenerla. Yo deje dos de mis trabajos y ahora solo me dedico a enseñar, mientras que Kardia trabaja en un restaurante de Sushi con un compañero muy amable llamado Dokoh. Milo, es un muchacho muy divertido, ama a su familia por sobre toda las cosas y hace muy feliz a mi hijo, ellos dos están ahora estudiando pero planean trabajar medio tiempo y seguir sus estudios en computación Milo y psicología Camus.
Mientras tanto, yo quien también cuido de mi nieto, estoy esperando la llegada de mi hija, la primera hija que cuidaré al lado de quién es y será, el amor de mi vida, Kardia.

 

FIN

Notas finales:

Gracias.

 

PD: La calle Zaimi realmente existe en Atenas jajajajaja. 


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