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Mission por Rinan

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Notas del fanfic:

Declaimer: Los personajes no me pertenecen, son propiedad del maestro Tadatoshi Fujimaki. 

Recientemente se me ocurrió la idea, si les gusta la continuo y si no... pues me voy a llorar a un rincón xD 

Notas del capitulo:

Inicio un nuevo proyecto, siempre quise hascer una historia donde Kuroko sea chibi :3 espero buena vibras

"Yo solo tengo una misión…

-Taya.- siento un suave tirón de mi pijama, salto asustado cayendo estrepitosamente mi cama.

-¡Tetsu!- digo desde el piso, tratando de quitar todo el sabanerio en el que fui enredado.

¿Es este niño un fantasma? juro que ni siquiera escuché cuando entró en la habitación y eso que había puesto seguro.

Parece asustado, veo sus enormes ojos azules que están llenos de lágrimas, un pequeño color rojo en su nivea nariz y sus brazos aferrarse con fuerza a su inseparable amigo "el señor orejas" mientras intenta dejar de temblar.

-Tu..tuve una pesatila.-veo que sus lágrimas antes contenidas se desbordan.-todos se iban y… me debaban solo, fuego, había mucho fuego y...y...-lloró con más impulso.

Me entra el pánico, no sé qué mierda debo de hacer nunca he lidiado con una situación como estas, y sin pensar en algo mejor me acerco y lo envuelvo en mis brazos estrujandolo contra mi pecho. Lenta y pausadamente toco sus celestes cabellos tratando de darle un poco de lo que él más necesita, consuelo.

-No te preocupes Tetsu, yo estoy aquí para ti.-él voltea y me mira los ojos.-siempre será así.

-¿Siemple?-me pregunta, yo me derrito ante su expresión tan pura y asiento regalandole una sonrisa.-¿lo plometes?- extiende su meñique.

Como si fuera a romperse enrosco mi propio dedo en el suyo.

-Lo prometo.-sobre la unión deposito un suave beso, él se abraza a mi, escucho susurro casi inaudible "glacias" canta este hermoso pajarito.- bueno, vamos a dormir que seguro que el señor orejas debe de estar cansado, por hoy puedes dormir aquí.-le digo metiendonos a los tres dentro de mi cama.

Le tapo con unas mantas y aunque sé que está más que cálido no me detengo y lo protejo en un gran abrazo.

Yo solo tengo una misión, proteger a este hermoso e inocente ser de la crueldad del mundo."

 

Su boca está seca, le cuesta respirar y su cuerpo está totalmente entumecido de todos los golpes a los que ha sido expuesto.



No sabe qué fecha es hoy, ni cuántos días lleva encerrado mucho menos si es de día o de noche solo sabe que se metió con quien no debía. Mueve las manos tratando para poder tomar un poco de agua que está frente a él pero no puede, las malditas y viles ratas que se divierten viendo su sufrimiento, lo han atado para que sólo pueda mirar aquel líquido vital por el que su cuerpo clama.

 

Ya se siente en las últimas porque no cree aguantas ni un poco más, de alguna manera eso le alegra, no es como si hubiera alguien ahí afuera esperando por él, ni familia o amigos, absolutamente nadie.

 

Recuerda su miserable vida, abandonado en el mundo podrido y bajo de japón pudo sobrevivir para sorpresa y mala suerte de las personas del orfanato en el cual estuvo diez años hasta que escapó después de malos tratos de sus compañeros y abusos de los encargados. La calle siempre fue un mejor lugar que aquellas instalaciones de “ayuda”, ahí nadie le decía que hacer y con astucia lograba conseguir lo que necesitaba. Aunque para poder vivir tienes que aprender robar y matar, ahí cazas o eres cazado.

 

Siempre tuvo una complexión más grande que la de los demás, lo que agradece porque fue lo que le sirvió para luchar con los peces gordos y no ser comido. Rápidamente sus habilidades crecieron y a los catorce ya era conocido y temido, le decían el Tigre por su naturaleza salvaje y sus rasgos. Tanta fue su fama que llegó a oídos de un grupo que se dedicaba a trabajos grandes de robo y tráfico, le ofrecieron sumas grandes que a su corta edad sonaban como una salvación.

 

Viajó por distintos lugares deshaciéndose de todos aquellos que le debieran cuentas a sus jefes, aprendió idiomas y a leer un poco pero no más de lo que permitieran los de arriba. Tenía lujos, dinero, mujeres y techo solo por apretar un gatillo o cortar un par de gargantas, se sintió grande y poderoso, ese grave error lo tenía en la situación actual. Era estúpido, jugó a ser dueño del mundo pero no era nadie, estaba solo como un perro y tendría el más mísero de los finales.

 

No valía la pena lamentarse. ¿Cómo sabía que era su final? eso era sencillo, nadie es salvado de donde él es, si fallas eres reemplazable porque como él hay cientos en la calle que están dispuestos a ocupar tu lugar.

 

Le viene un dolor punzante a la cabeza, y poco a poco va perdiendo la conciencia como ha sucedido en últimamente, esta vez solo ruega por no despertar.

 

….

 

La desesperación y la falta de oxígeno lo devuelven al mundo de los mortales. El forcejeo que hace le dice a sus captores de que ha despertado.  Sacan su cabeza de la fosa llena de agua donde la han metido y lo lanzan al suelo.

 

Escupe con fuerza toda el agua que puede, y busca llevar aire a sus pulmones. Ni siquiera puede abrir los ojos, la luz le atraviesa la retina de manera tortuosa cobrando la factura de estar tantos días en la oscuridad. Los espectadores ríen ante su sufrimiento.

 

-Así que “el tigre”.-escucha una voz, es japonesa.-un gusto conocernos.

 

Un hombre con otros dos al costado, tranquilo y apacible que no se inmuta ni un poco ante la visión.

 

-¿Qué quiere de mí? yo no tengo información ya han intentado todo estos cabrones, aún no sé porque sigo con vida, mejor matame y acabemos con estas mierdas.-responde desde el piso.

 

No puede moverse, un pie está sobre su espalda y él no tiene la fuerza para quitarlo.

 

-Negocios muchacho, negocios.-dice con altanería.

 

-¿Para eso tanta chingadera...-una patada le hace callar.-lo escucho.

 

-Tu cuidas nuestra joya y nosotros te damos dinero.-el hombre se acerca a su malherido cuerpo.-pero no la sabrás hasta que aceptes.

 

-No me importa, puede irse al infierno ¿cree que soy tonto? cuidar una piedrita, aquí hay gato encerrado.-Su vida ya es una porquería, no le importa lo que quiera decir este señor, solo quiere una bala en su cabeza que lo haga despedirse del mundo, él mismo se daba el tiro si tuviera un arma.  

 

El señor sonríe, este muchacho es más duro de lo que imaginó, esperaba que aceptara al instante no es que fuera el único capaz de hacer el trabajo pero algo le decía que era el indicado.

 

-¿Tienes sueños?-pregunta cambiando su tópico.-viajar, estudiar, casarte o tener hijos, algo así.

 

Nunca pensó en algo como eso, ha tenido muchas cosas pero nunca ha anhelado algo de esa naturaleza, su condición lo obliga siempre a que eso de los sueños era para personas tontas que no conocían nada de la vida.

 

-No.

 

-Bien, yo voy a darte eso.-le agarra de los cabellos y lo obliga a mirarlo.- un sueño lo suficientemente grande que te haga  aferrarte a la vida.

 

No es muy nítida la imagen pero de lo que está seguro es que sus ojos son azules, un azul infinito y extravagante que nunca ha conocido. La mirada está seria y sincera, no es una promesa es una afirmación y de pronto siente que puede creerle. Se le congelan las palabras en la garganta.

 

-Sólo tienes que decir las palabras mágicas, hijo.

 

Traga en seco. Se siente acorralado.

 

-Acepto.-responde y como por arte de magia parece que su vida otra vez ya no le corresponde.

 

El señor truena los dedos y los hombres que están estaban con el disparan a los tipos que están dentro del cuarto y que le han torturado todo este tiempo. No les ha dado ni tiempo de responder, ahora solo hay cinco cadáveres tirados en el suelo.

 

El desconocido saca un pañuelo de su bolsa y limpia su mano con la cual ha tocado al joven, lenta y minuciosamente.

 

-Bien, es hora de ir a casa.

 

Su sonrisa es la última cosa que ve antes de regresar al abismo oscuro de la inconciencias.

 

:::::::::::::::

 

Está eufórico, no ha pensado en nada más desde que oyó a las mucamas. Su abuelo estaría de regreso, eso lo hacía inmensamente feliz, tiene semanas que no ha logrado verlo.

 

Mira el camino que lleva hasta  la entrada sabiendo que debe pasar por ahí al llegar. No importa olvidarse de la siesta si logra ser el primero en darle la bienvenida. Es muy cansado estar de pie por lo que va hasta el cuarto de juegos y toma una silla para poder sentarse en lo que espera.

 

La abuela está enternecida por la acción de su nieto, sentado  con el señor orejas en su regazo y la mirada fija en la ventana, pareciera un espía. Sabe del amor que le tiene a su esposo, quien ha sido como un padre para el niño, siempre llenándolo de amor y cuidados. Es imposible no hacerlo, ella misma lo considera más un hijo que un nieto, es tan puro y lleno de vitalidad que no puede hacer otra cosa más que amarlo.

 

Puede escuchar un carro acercándose, negro y con los vidrios oscuros, los deseos de su bebé han sido escuchados, el abuelo regresa a la casa. Sin ningún miramiento el más pequeño sale disparado, acompañado de su amigo, baja las escaleras a gran velocidad poco le importa caer.  

 

La puerta ya está abierta para el señor de la casa.

-¡Buelo!-grita, las sirvientas se derriten ante la ternura.

 

Abraza hasta donde su altura le permite que no es más que un poco arriba de las rodillas, desde ahora no piensa separarse de él ni para dormir.

 

El señor siente el suave agarre, cuánto había extrañado eso.  

 

-Estoy en casa, Tetsuya.-saluda con amabilidad, y se agacha para recoger a la bolita pálida y celeste a sus pies que es su nieto.- ¿Me has extrañado?

 

-mucho.-responde y comienza un nuevo abrazo.-¿dode has tado buelo? no deci bai a tesu.-comenta enfurruñado.

 

El abuelo finge estar triste después del regaño, y Tetsu le da un beso en la frente para que pueda recuperar la sonrisa.

 

-Fui a traerte un nuevo amigo.- señala a una persona tras de él.-Tetsuya, el es Taiga.

 

Los ojos de Tetsuya se abren al ver a esa persona, si tuviera que describirla solo podría decir “rojo” su cabello y sus ojos de ese color, junto con unas cejas extrañas. Su cara está repleta de cinta y en su cabeza hay una venda.

 

Taiga mira al niño que tiene el señor en brazos, dudoso de si es un niño o una niña, es muy pequeñito y de piel blanca, con los cabellos y los ojos celestes; su corazón da un vuelco cuando se conectan sus miradas. Nunca conoció a un infante de esa clase, pareciera como si le estuviera estudiando de pies a cabeza, se siente incómodo, jamás ha sido bueno con los niños, de alguna manera los atemoriza.

 

El niño baja y comienza a darle vueltas, mirando todo su cuerpo.

 

-¡Eles muy glande!-grita con  alegría, de pronto le abraza las piernas, de la misma manera que ha hecho con su abuelo momentos atrás. - ivenido a casa Taya.-le recibe con cariño, algo que en la vida de Tai nunca a existido.  

 

-Taiga, él es Tetsuya y es la joya de la familia Kuroko.

Notas finales:

No olviden comentar. 

 

Saludos y besos~


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