Matsuda podía ser el hombre más torpe de todo el escuadrón, el más infantil y considerado como el más inútil de los elementos con el que trabajaba con L en el caso contra Kira. Pero también tenía sus muchas cualidades a veces no tomadas en cuenta; su inocente mente que no podía por más que quisiera, pensar en cosas malas, su sentido de la justicia y su anhelo de un mundo mejor sin tana injusticia y sin muertes malvadas, tenía el vago sueño de una utopía y aunque odiaba a Kira por su sentido retorcido de justicia, también tenía el juicio más amplio que el resto de personas para admitir que en parte, gracias a ese sádico asesino (Porque sí, lo consideraba un sádico) el crimen se reducía a grandes escalas, pero pese a esos resultados “maravillosos”, también podía ver que tenía sus grandes fallos, y uno de esos fallos era que por más justa y noble la causa de Kira, seguía siendo un malvado que no solo ejecutaba criminales, sino a gente inocente que tuvo la mala suerte de pensar contrario a ese villano tan malvado. Era principalmente por esa razón, que Matsuda odiaba a Kira mucho más que los demás, no por mera justicia, no por venganza, no por el deber o por la infantil necesidad de probar que no era el mejor… sino por la simple razón de que actuaba de manera desviada que perjudicaba a más gente inocente que ayudarla.
Podría parecer un idiota, y tal vez lo era, pero era un hombre sencillo con una mente sencilla que solo deseaba lo mejor para todos sin necesidad de dañar a nadie, algo quizás imposible y tan tonto como una fantasía infantil, pero bien recordaba siempre las palabras consoladoras y dulces de su progenitora: El mal existe en el mundo para recordarnos que el bien también existe. Si no existiera ninguno de los dos, nada tendría sentido, si falta uno, nos olvidamos de lo que en realidad es importante.
Nunca entendió esas palabras cuando era joven, pero desde el surgimiento de Kira esas palabras le taladraron la mente hasta que consiguió entenderlas, y supo entonces que su madre tenía razón, el mal está ahí solo para permitir que el bien actúe. Kira era el mal que actuaba por un bien, pero su noble tarea era una ilusión, y el verdadero bien tenía la obligación de quitar el velo que cubre la verdad detrás de esa ilusión. Parecía tan sencillo en palabras, pero era tan complicado en acciones, de todas formas, el mundo siempre es complicado y por eso valía la pena esforzarse.
Con ese aliciente, es que siempre trabajaba al máximo siempre, era por eso que daba todo de sí aunque no fuera tan fructífero en la investigación, pero saber que daba lo mejor de sí hasta su límite, era lo que le motivaba, aunque nadie fuera capaz de reconocerlo o siquiera agradecer sus esfuerzos, no importaba, porque con él mismo era suficiente, nadie más era necesario para hacerle saber el buen trabajo que hacía en dar todo hasta el agotamiento, aunque su torpeza natural sacara la frustración de todos y de sí mismo al echar a perder el trabajo de los demás… no se puede ser perfecto, y Matsuda era la definición perfecta de torpe, además de su infantilismo en ciertas ocasiones.
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Soichiro Yagami era el jefe a cargo del caso Kira, trabajando en conjunto con el gran detective L, pero a pesar de eso, lo que más le preocupaba era uno de sus subordinados, más específicamente el más joven del cuerpo de policía. Light, su hijo, era mucho más maduro y si no fuera por su edad, sabía perfectamente que el castaño sería un gran aspirante a jefe de policía… a veces deseaba que su subordinado fuera menos como era, y más como debería ser… pero sonaba tan injusto, porque después de todo, si Matsuda no fuera así, nada tendría sentido. Nadie lo reconocía y pocos o nadie lo notaba, pero el joven policía era en realidad una motivación anónima, era quien levantaba los ánimos del equipo y a su manera había evitado ciertas desgracias con Light y L, y con desgracias obviamente se refería a que se partieran la cara el uno al otro, aunque fuera con sus torpezas… pero era eso lo que lo hacía tan especial, no era como otros policías, no era fácil de corromper, era tan firme en sus convicciones y tan noble en su camino, tan inocente que a veces le daba miedo que un día pudiera pasarle algo, pero… ¿Por qué preocuparse por algo así? ¿Por qué preocuparse solo por uno solo cuando están otros en la misma situación y con las mismas posibilidades de perder sus vidas? ¿Qué había de diferente en Matsuda que fuera quizás, la preocupación mayor del Yagami mayor?
Si tan solo supiera… si supiera la verdad detrás de todo esto. La razón de porque era más condescendiente con él, la razón de su muda preocupación y su estricta vigilancia hacia él… si tan solo lo supiera… pero no, ese era un secreto que dañaría a muchas personas, a tantas…
Era mejor así, sin que nadie supiera; esos eran sus pensamientos. Pero, ¿era realmente lo correcto?
Era lo mejor, nadie debía de saber, tenía que guardar las apariencias por el bien de todos. Pero los secretos no se guardan para siempre, y eso era algo inevitable que lamentablemente se tendría que descubrir tarde o temprano, mejor de la manera más amable posible, y no de la peor forma, porque entonces, el secreto realmente podría dañar a muchos, sobre todo a aquellos a quienes se intenta proteger de ese secreto.