Una pistola, solo bastó de una de esas armas para que un delincuente de poca monta lograra acabar con la vida de dos personas. Thomas y Martha Wayne, mis padres.
─Supéralo─ oí detrás de mí esa voz femenina tan reconocida para mí, no me sobresalté.
Estaba al tanto de su presencia, Selina siempre me observaba desde la distancia en cada aniversario en cual algunas veces me vi asistiendo inconscientemente a este callejón, el Crime Alley.
Sin decir nada decidí que por esta noche mi trabajo estaba hecho y me dirigí hacia la Baticueva aun sabiendo que tenía a esa mujer siguiéndome, aunque en cierta parte del camino la perdí. En realidad no me importa que lo haga, después de todo sabe la ubicación de dicho lugar y más aun, mi identidad como Bruce Wayne.
Es un tanto irónico que una de las personas en las cuales más confío y siento algo parecido a una unión sea una delincuente, una que me robó no solo una, sino que dos veces objetos preciados. Uno de mi padre cuando era una niña, denominada “Cat” en las calles, y otro de mi madre cuando volví a verla ya siendo ella una mujer, Catwoman en todo su esplendor y yo como Batman.
Nuestra relación tuvo sus idas y venidas después de reencontrarnos, especialmente porque fue mi rival. Catwoman copió mi modo de actuar de cierta manera, pero solo que para fines egoístas. Ella un día definió nuestra relación de amor─odio como una rara amistad. Una en la que ella en ciertas ocasiones fue mi aliada y en otras se mostró indiferente.
─Joven Wayne─ escuché a Alfred mientras ingresaba a la mansión luego de dejar mi traje y demás objetos en la baticueva, todavía no había amanecido y dentro de unas horas tenía que ir a la empresa.
Representar el papel de Bruce Wayne últimamente me causaba una gran molestia, pero es indispensable el mantener ese personaje.
─¿Alguna noticia urgente para que estés despierto a estas horas?─ pregunté encaminándome hacia las escaleras, estaba un poco irritado.
─El amo Dick ha llamado para informar que vendrá a la mansión esta tarde─ me informó haciendo que me dieran ganas de bufar, eso no era urgente ni remotamente.
El que Alfred no descansara demasiado fue algo que comencé a notar, él siempre fue muy atento conmigo y luego con mis hijos, pero últimamente esas ojeras y bolsas debajo de sus ojos eran muy notables. Sin él todo se vendría abajo sin duda alguna.
─Alfred, tómate unos días libres.
─Claro, cuando usted lo haga─ replicó logrando que parara a mitad de camino para verlo, pero antes de que pudiera decirle algo él prosiguió ─. También recibió una llamada del señor Kent, pero no dejo ningún mensaje.
Eso si fue inesperado y no pude evitar levantar una ceja interrogativa para que Alfred me diera más detalles.
─Su amigo quería saber noticias suyas.
Amigo.
¿Desde cuándo el kriptoniano era considerado mi amigo?
Entiendo que Alfred y los chicos cataloguen a Selina como una amiga por nuestra historia, ¿pero a Superman?
Catwoman y Batman tienen barias cuestiones en común y nos conocemos desde niños, luego de que cada uno pasara por su tragedia fuimos muy unidos hasta que inevitablemente nos separamos en la adolescencia cuando nuestros ideales no concordaron.
También cuando aquella mujer me sirve de apoyo congeniamos al luchar, casi y utilizamos los mismos métodos para obtener nuestro objetivo, pero ahí es donde no concordamos… en cambio con el héroe de Metropolis solo congeniamos con una sola cosa, ambos buscamos el bien para los ciudadanos.
Aunque sus métodos son distintos…
Representamos cosas diferentes. Demasiado diferentes. La luz y la oscuridad, el día y la noche… somos tan opuestos y aun así me siento cómodo al formar equipo con él, tanto que acepté formar la liga de la justicia, siendo así unos de los fundadores.
Ahora que lo analizo, nunca me sentí así de seguro con ninguno de los rovins ya que inevitablemente durante los patrullajes, aunque intentara ignóralo, sentía preocupación por dejarlos estar a mi lado y enfrentar el crimen en Gotham, con Selina tampoco ya que aunque no me preocupo por ella de ese modo siempre termino por estar atento a sus movimientos, desconfiado de que haga una de las suyas algún descuido por parte mía. Los demás compañeros de la liga tampoco llegan a causarme esa calma, tal vez Diana en el último tiempo, pero igual no es lo mismo…
Todos ellos no llaman a la mansión para pedirle a Alfred que le cuente a mis espaldas mi estado luego de un patrullaje, para saber si duermo lo suficiente, si algunas de mis heridas no están sanando… definitivamente Superman siente una simpatía por mí, por Batman, su compañero… por Bruce Wanye también.
Amigo.
Suspiré molesto, presentía que hoy sería un mal día, no había logrado dormir nada pensando en ese asunto de la amistad con Superman. Había una insistente alarma mental que me alertaba sobre mantener una distancia prudente con el alienígena.
Suficiente personas tengo en mi mochila para ahora agregar a alguien más, aunque él no es ni siquiera humano y es más que capaz de mantenerse con vida sin mí vigilancia, no necesita mi protección. Pero mi intuición me dice que no debo de dejar avanzar más esta relación.
Era inútil el intentar dormir, ya había amanecido, así que me encaminé hacia el baño para darme una ducha y luego bajar para adelantar algunos asuntos antes de irme e interpretar ese patético papel.
Ya sentía ese dolor de cabeza porque faltaban dos días para esa fiesta de caridad, donde tendría que fingir una borrachera legendaria y atraer a barias mujeres para luego ideármelas para deshacerme de ellas luego sin levantar sospechas de que en realidad nunca “pasa algo” con aquellas modelos, actrices, en fin… mujeres ansiosas de estar con el millonario, filántropo, mujeriego para conseguir sus cinco minutos de fama.
Necesito esos fondos, no puedo fallar...
Me autoconvencí mientras el agua agradablemente caliente caía por mi cuerpo, el cual estaba repleto de cicatrices. Solo había seis personas que conocían todas estas marcas, suficientes testigos de que mi cuerpo a pesar todo el entrenamiento sigue no es inmune a los ataques, siempre habrá alguna cicatriz nueva... y no es lo estético lo que me perturba, sino que esas marcas eternas son un recordatorio de mis errores, de algunas derrotas. Impotencia.
Cerré los ojos unos momentos antes de cerrar el grifo del agua y apoyar mi frente contra los azulejos, pero rápidamente los abrí al escuchar ese sonido de un arma siendo disparada y rápidamente salí del baño para secarme y vestirme.
Todos los años es igual, la visita a aquella calle, el recordar ese sonido… el sentir que aquella cicatriz en realidad no cicatrizó. Que sigue aun abierta y sangrante, matándome con cada día.