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Una serie de eventos desafortunados por koru-chan

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Una serie de eventos desafortunados

 

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Aquel día abrí mis ojos con pesadez mientras giraba mi cuerpo aun adormilado entre aquellas desordenadas mantas. No asimilaba el día ni la hora que me encontraba e intentaba recordar, entre sueños, que obligaciones debía cumplir aunque lo único que anhelaba era mantenerme refugiado bajo las sabanas. Enfrentarme a un nuevo día y a nuevos desafíos provocaba que mi estómago doliera, no por enfermedad, sino por una extraña sensación de desconocimiento de lo que el futuro me depararía.

 

En un arrebato de desespero por conciliar el sueño nuevamente y perderme de la realidad, cubrí mi cabeza con los cobertores, mientras gemía con desgana; ya era de día, el trinar de los pajarillos era la única melodía característica cada clara mañana. Pero ignoraba la hora; me debía levantar, tal vez… pero ahí estaba, nuevamente cayendo en un sopor adormilado, ese molesto, el cual es casi como una pesadilla; llegas tarde a algún lugar importante, tienes que hablar en público y tu mente se queda en blanco. Inconscientemente esperaba que el despertador de mi teléfono celular me obligara a abrir los ojos y afrontar mi realidad.

 

Abrí uno de mis ojos sobre saltado, sin saber que hora eran. Culpable al sentir que había descansado ya lo suficiente, cogí mi teléfono y la pantalla ennegrecida me indicó que algo no andaba bien. No me queda de otra, a regañadientes tomé el cable de mi celular; el primer indicio de que algo no andaba bien. Molesto por que mi chatarra aparato no me hubiese despertado, y conmigo por no percatarme que no tenía suficiente energía. De inmediato, pensé frenéticamente en azotarlo contra la pared de concreto de estaba frente a mi cama como una vestía salido de sus cabales, pero entrado en calma y de forma civilizada lo enchufé como debía haberlo hecho la noche anterior.

 

 Poco a poco volvió en sí. Lo encendí mientras me levantaba con rapidez al ver la hora que me golpeo en el rostro 8.30 A.M la histeria se apoderó de mi al ver aquellos inocentes dígitos, los cuales delataban mi atraso. Con frenesí acudí al baño y luego destrocé  mi armario buscando un atuendo que mostrara un poco de pulcritud en tonos monocromáticos en escala de grises. Salí sin percatarme siquiera en el clima, la mañana se veía con pequeños rallos de sol colándose entre densas nubes oscurecidas…

 

No le di importancia a nada más que acelerar mis pisadas contra el pavimento y mirar con impotencia la hora en mi teléfono mal cargado. — No llegaré… — murmuré esquivando a los transeúntes que hacían mi trayecto engorroso. Cuando me quedaba una cuadra y  mi atraso se marcaba en más de 20 minutos, sentí como una gruesa gota caerme en la frente. Paré en seco sintiendo como la lluvia sorpresiva comenzaba a empapar mi ropa que no era permeable para aquel tipo de clima. — ¡Mierda! — corrí esperanzado que aquella lluvia no me mojara demasiado y que mi indecente rostro no fuese tan demacrado para el puesto que estaba intentado postular.

 

Con el corazón en la mano y la ropa empapada llegué al castig mirando como tras las puertas de cristal el lugar estaba atestado de personas. En la zona de postulaciones: más de treinta tipejos a la espera un cupo. Mordí mi labio inferior mientras tocaba mi pecho agitado y daba un paso hacia las puertas de pulcro vidrio, las cuales se deslizaron cuando situé mis suelas sobre un tapete con el logo gastado de la agencia. El silencio reinó al verme entrar, de seguro me veía muy malogrado. Con el único  sonido de la suela de mi zapado contra el brillante cerámico del piso me aproximé hacia un mostrador donde había una secretaria deslizando, con suma destreza, sus dedos sobre un teclado antiguo. — B-buenas… buenos días. — carraspee seguido de un saludo para llamar la atención de la mujer. Esta se sacó sus anteojos y me miró.

 

—Buenos días, ¿En qué te puedo ayudar?— preguntó la mujer cordialmente sin perder mucho su preciado  tiempo conmigo. Al verme dudoso bajó su vista y comenzó a ordenar un par de cosas a su alrededor.

 

—Vengo por el casting. — informé. —Ayer me cita… — fui interrumpido por la mujer de cabello rubio mal teñido.

 

— Ah… — exclamó. —Lo lamento. Los cupos están completos. Era por orden de llegada— dijo desilusionándome de inmediato, pero aun así insistí:

 

—… Pero no hay posibilidad que yo… — Me volvió a interrumpir con un: —“Lo siento. Ya estamos en nuestro limite.” — contraje mi mandíbula y luego suspiré. Me di media vuelta viendo como mi anterior recorrido había dejado un caminito de gotas y Salí del lugar divisando como la lluvia no tenía intenciones de amainar. Como pude, en mi caminar, me fui refugiando entre los tejados que solidaros velaban por mantenerme a salvo de aquel inesperada diluvio que atestaba la ciudad a aquellas horas.

 

Con éxito llegué a mi destino: Una solitaria parada de buses que me llevarían de vuelta hacia mi hogar sin buenas noticias y cesante, nuevamente. Suspiré mirando la hora en mi teléfono, sin éxito puesto que este se había apagado, hice una mueca disgustado mientras miraba hacia el lluvioso horizonte analizando los buses que se aproximaban a mi posición, pero mi transporte no aparecía, ni señas daba y mi estómago gruñía hambriento. Resignado de mi mala mañana me senté a la espera de mi bus, viendo como pasaban todas las líneas posibles menos la que a mí me servía. —Disculpe. — Me aventuré a preguntarle a alguien si ahí pasaba la línea 4 que me servía para llegar a mi respectivo destino.

 

—¿Cuatro? —Me miró aquel hombre trajeado bajo un paraguas pensativo. —No, pasa en la siguiente cuadra, dobla desde esa esquina — Me indicó apuntando tras mi espalda mientras yo me puteaba mentalmente por si estupidez al haberme equivocado de parada.

 

—Gracias… — murmuré desganado caminando resignado a mojarme nuevamente, estaba más que seguro que pescaría un resfriado. Corrí sin más, no había como refugiarme en ese trayecto. Agotado y muerto de un frio que me calaba los huesos, esperé con ansias mi transporte.

 

Suspiré con alivio al percatarme que efectivamente mi trasporte emergía en la dirección que aquel desconocido hombre me había indicado, me aproximé a la orilla para detener la línea correspondiente tras divisarla a lo lejos, pero no me percaté de un auto, uno que con suma rapidez se acercó hacia la berma, la cual estaba inundada. Sin tiempo a actuar este me aventó el agua que se había amontonado por la lluvia sobre el asfalto mal nivelado; sentí como si una ola me  hubiera cubierto de pies a cabeza. Llevé una de mis manos a mi cabello retirado restos en envoltorios, ramas y hojas que esa masa de agua traía consigo.

 

—¡Hijo de puta! ¡Fíjate! — grité con cólera sin importarme siquiera, que mi bus se me había pasado. Con ira intenté retirar algo de suciedad de mi ropa cuando vi de soslayo que el mismo vehículo que me había empapado ahora retrocedía, seguro para disculparse. Lo ignoré. Su disculpa no secaría mis ropas. Giré mi cuerpo mientras sentía como la ropa se me adhería a mi cuerpo tan fría como un tempano, temblé de pies a cabeza mientras inconscientemente estornudé repetidas veces.

 

—¿Ruki? — Un cosquilleo en el pecho me hizo mirar hacia donde provenía el dueño de aquella voz. Mis ojos enormes como un plato se expandieron al ver su silueta que hace meses no apreciaba, ¿De verdad sería él? Analicé sus facciones a través de aquel vidrio a medio bajar. Intenté torpemente mirar al dueño de aquel auto con indiferencia mientras escurría parte de mi ropa.

 

—Sube, te llevo. — Articuló tras un silencio.

 

—No te preocupes. Voy a tomar el bus a hora. — Dije secuenciado de un escalofrió y un repetido estornudo. Ignorando esto para mirar hacia el horizonte y nuevamente no ver nada para mi pronto arribo hacia mi casa. Bufé.

 

—Vamos, sube. — Volvió a insistir.

 

— Voy a ensuciar tu auto. — Dije sin saber muy bien como actuar ni enfrentarme a él después de aquel lapso de tiempo. Suspiré acercándome con timidez hacia su característico auto mientras escucha como la puerta se abría. Miré nuevamente dudoso hacia mi izquierda, rogando para que un milagro se cumpliera y en aquel minuto mi transporte al fin apareciera. —Deberías tener más cuidado… imbécil.— Estornudé luego de espetarle aquello una vez dentro del auto.

 

— Lo siento, no pensé que había alguien en la parada y aceleré… — Escuché seguido de una sonrisita  culposa. El silencio reinó; la incomodidad era palpable.

 

—Y ¿Cómo has estado? Ha pasado tiempo… — Intentó hacer más ameno aquel extraño ambiente armando una cordial conversación de amigos, de esos que se dejaron de ver hace años.

 

—Bien… buscando trabajo, ¿Y tú? — Hable sin mucho interés esperando que aquel trayecto hacia mi respectivo hogar transcurriera de forma expedita.

 

—Ah vaya… me hubieras dicho,  te podría conseguir algo, tengo contacto en agencias… —

 

—Puedo hacerlo por mi cuenta.—espeté cortante mientras veía a través de la ventanilla como doblábamos hacia una residencial muy bien cuidada.

 

—Tengo que buscar unos papeles que se me quedaron, ¿Por qué no subes conmigo y te cambias? Te puedes resfriar si te quedas así. — Me dijo girando su vehículo hacia el interior del edificio, lo aparcó y nos bajamos en un subterráneo vacío. Subí con él y el silencio era nuestro tercer acompañante. —Y… ¿Tienes novio? — ¿No se le ocurrió nada mejor que hacer ese tipo de pregunta? Lo miré con recelo. Maquinando el hecho que podía mentirle, decirle que sí, que estaba enamorado y feliz, o simplemente decirle la verdad y que se diera cuenta que después de nuestra ruptura nada había vuelto a ser como antes, pero era demasiado orgulloso para mostrarle mi verdad, además, ¿Qué conseguiría con ello? No retorcería el tiempo; no volveríamos a estar juntos; no cambiaría sus sentimientos. Él jamás me querría.

 

—Sí, estoy con alguien. — Mentí caminando hacía el departamento de mi exnovio. Recordaba a la perfección su localidad; había, prácticamente, vivido un par de meses con él y la nostalgia reinaba en aquel lugar. Al entrar me di cuenta que habían cosas diferentes; muebles de color distinto y ubicados en otra perspectiva; adornos sobrios, cuadros enormes destacando en la crudas paredes, y… un par de fotografías de él y una muchacha que se vislumbraban felices y dichosos; sobre actuados para la captura del momento. Reita me entregó un par de toallas sacándome de mi escrutinio mientras cerraba las puertas de un pequeño closet ubicado en la sala seguido de una indicación para que lo siguiera hacia su habitación, en la cual, rebuscó en su ropero un par de prendas para que me cambiase. Fui al baño rápido, me sequé y retiré mis húmedos ropajes, el aroma de sus ropas me traían miles de recuerdos, siempre con una ápice de amargura y frustración. Yo siempre, a su lado, fui alguien diminuto…

 

—Bueno, yo me voy. Gracias por traerme… — Murmuré saliendo del cuarto de baño. —Volveré mañana a dejarte la ropa que me prestaste. — susurré con desgana, no quería volver a su departamento.

 

—No te reocupes. — Lo vi desplazarse dentro de la cocina a la cual me acerqué a paso lento. —¿No quieres tomarte un café? Cuando te entregué la ropa me di cuenta que temblabas de frio y estas muy pálido, ¿Quieres comer algo? — No sé porque mi estómago se puso en alerta cuando la palabra comida resonó en mis oídos y el gruñido de este alertó a mi receptor en respuesta afirmativa. Tenía hambre, no había desayunado, pero no quería quedarme más.

 

—Estoy bien, gracias. — Articulé.

 

—Tienes hambre, ¿No?  — dijo sin quitarme la vista de encima.

 

—Da igual, cuando llegue a casa comeré. —Dije girando mi cuerpo para ir desde la sala hasta el recibidor para huir raudo de ahí. No entendía porque él podía actuar como si nada había pasado entre nosotros cuando yo sentía hasta por los dos. No entendía aquella frialdad, aquel temple tan indoloro… después de todo, al parecer, yo fui el único que se involucró demás en aquella extraña relación.

 

—Ruki… — se apresuró en tomar uno de mis brazos para pararme en seco. — Te llevo. — continuo insistiendo ¿No entendía mi incomodidad? — Vas a salir y quedaras empapado.

 

—Llegaré a mi casa en todo caso. — Murmuré ignorando su mensaje. —Que estés bien. — Fueron mis escuetas palabras de despido, cerrando la puerta detrás de mí. Suspiré con una extraña sensación de alivio. En definitiva aquel no había sido un bien día. Volví a estornudar, mientras salía por el portal  y el encargado se despedía cordial. Miré a través de los cristales como la lluvia se había vuelto copioso y densa.

 

—Dicen, en las noticias, que hay muchas calles anegadas, y que el tráfico está detenido ya hace horas. — Me miró con preocupación. — Es mejor que no salga. — Me sugirió el canoso hombre mientras un agitado Reita aparecía detrás de mí.

 

—Será más seguro que te quedes. Tampoco puedo salir. — Me indicó. Demonios, este día se empeñaba en no terminar. Bufé yendo nuevamente hacia su departamento. Tomamos el ascensor y cuando llevábamos tres pisos se detuvo y las luces se apagaron.

 

—Mierda. — Murmuró Reita.

 

 —¿Un corte de luz? No fue un buen momento para coger el elevador... — Apoyé mi cabeza hacia el cristal de mi espalda resignado: estaba con Reita, mi exnovio en un cubículo oscuro, nada podría ser peor. Mordí mi labio inferior viendo como aquella densa oscuridad quedaba iluminada tenuemente por el brillo que emanaba su teléfono. —No tengo señal. — Murmuró. — Tendremos que esperar. —

 

Bufé mientras me deslizaba contra la pared hasta toparme con el suelo y sentarme ahí a la espera de que la luz volviese. Reita hizo lo mismo sentándose, a mi parecer, demasiado cerca. El silencio reinaba y me desesperaba, pero temía que si habría mi boca, lo único que saldría de ella serían palabras que luego me arrepentiría.

 

—Y… ¿Cómo va tu relación? ¿Puedo saber su nombre? — Volví a suspirar. ¿Por qué se interesaba en mi vida? ¿Por qué se empeñaba en querer saber? El silencio se volvió denso.

 

—No sé porque quieres saber… — Esbocé en un timbre de voz diminuto.

 

—Porque me importas… — Reveló.

 

—¿Te importo? — Dije con una mueca de disgusto colada en mis labios, los cuales, aquel sujeto no apreciaba por la oscuridad que reinaba ahí. Me estaba disgustando y agradecía que la oscuridad evitara que las muecas de mi expresivo rostro se mostraran.

 

—Siempre me has importado… fuiste alguien importante en mi vida. —

 

—Fui… — Murmuré. — La diferencia aquí es que tú, para mí, sigues siendo importante. — Dije mordaz. ¿Qué quería conseguir? Sentía que todo el “luto” de separación había culminado, ya no pensaba tanto en él como antes, y ahora, el me golpea en la cara con palabras insignificantes que me revolucionaban por dentro.

 

—Lo siento. —

 

—¿Utilizas esas palabras para todo? Un “lo siento” no soluciona nada… —

 

—Lo sé, no sé que más decirte. Estaba pasando por un mal momento, y te conocí… después… todo sólo pasó. —

 

—Me lo hubieras dicho… hubiera entendido desde un principio y no cuando todo estaba pasando un grado más. Fuiste un cobarde. — Le espeté herido, aquellas palabras que debieron haber salido en el  instante que mis ojos vieron aquella desbastadora escena. Y que mi cerebro uniera los cabos de aquellas situaciones; estaba ciego de amor, una venda no me dejaba ver lo obvio; un plato de segunda mesa, el premio de consuelo para esas frías y melancólicas noches.

 

— Lo se… — Nuevamente hubo un silencio. — Lo hubiera hecho pero… —

 

—Fui tu entretención, me usaste cuando estabas mal con tu novia. Me crucé en un mal momento en tu vida, Reita. — Lo interrumpí.

 

—No te usé… —

 

—No sé como llamar a lo que hiciste conmigo entonces… — Dije mordaz. —Fui tu escape de la monotonía que tenías con ella. Fui una presa fácil… — Se me aguaron los ojos y la voz levemente se me quebró.

 

—Si nos hubiéramos conocido en otro contexto, tal vez… — murmuró.

 

—Ocultas que te gustan los chicos, Reita, ese “tal vez”, es imposible. — Dije en un suspiro intentado tranquilizarme mientras secaba mis mudas lágrimas que ya se habían escapado de mis ojos y rodaban sin consuelo por mis mejillas.

 

—Me gustaría ser tan fuerte como eres tú. — Dijo percibiendo como su cuerpo, ahora se encontraba frente a mí y sus dedos, había ido a parar a mi rostro. —Estas llorando… — murmuró asustado acariciando mis pómulos con cuidado. Giré mi rostro intentado que entendiera que el rose de sus dedos me hacía daño. No quería que me tocara, pero él continuó, deslizó sus dedos hasta acariciar mi barbilla deteniéndose sobre mi labio inferior el cual acarició y acercó su rostro hacía el mío haciéndome distinguir su aliento chocar contra mi boca. Mi corazón desbocado e inconsecuente con mis palabras bombeaba como loco con pequeños toques a mi piel; me di cuenta que necesitaba de él. Mi boca temblorosa recibió sus ávidos labios, quienes es posaron con cuidado mientras una de sus manos se deslizaba hacia mi pecho y sus dedos de colaron bajo la camiseta que me queda grande mientras jugueteaba con mi pezón haciéndolo erguir en cosa de segundos. Un gemido se escapó de mis labios lo que dio paso para que su lengua ansiosa recorriera mi húmeda cavidad sin darme tregua alguna extasiado con aquellas simples caricias al mismo tiempo que mi piel sensitiva se erizaba y gustosa disfrutaba de aquellas sensaciones regaladas.

 

La luz se encendió y el ascensor tomó su destino mientras nosotros permanecíamos a un unidos por un hilillo invisible de saliva, era como si algo me diera la señal de seguir o no con ello. Con la respiración entre cortada me alcé del suelo y como se hubiera estado en una especia de trance por alguna droga caminé hacia la puerta metalizada del ascensor para salir raudo hacia las escaleras y descender. Quería huir, porque Reita me tentaba me hacía perderme con solo unas caricias y no quería volver a lo mismo. Lo que sufrí en el pasado fue demasiado para volverlo a soportar por segunda vez. Y temía, me aterraba que con sólo unas simples caricias ya me tenía; caería una y otra vez si no me alejaba de él.

 

 

Notas finales:

—¡Hola!

Les vengo a dejar algo después de años de ausencia(?

Bueno, esto técnicamente(? Es un oneshot, pero no me molestaría hacerlo un twoshot, pero no sé que les parece a ustedes. Estoy a la merced de sus comentarios y que me llenen con algo de alegría mi alma triste y oxidada.

Extrañaba escribir, publicar, sus leídas y comentarios.

Sin más gracias por leer.


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