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Cuando te volví a amar por Discord Di Vongola Arcobaleno

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Notas del fanfic:

Akira Amano es quien tiene poder y control sobre todo lo perteneciente legalmente a KHR.

Notas del capitulo:

Me pregunto si los cantantes saben que algunos escribimos sus canciones para parejas homosexuales...

Era una mañana cualquiera en aquella pequeña ciudad de Italia donde el Sol se abría paso por las calles y los barrios. Los chicos comenzaban a salir a jugar mientras los más grandes iban a trabajar y, en una casa más alejada de las demás se encontraba en un cuarto con las cortinas corridas una figura envuelta en sábanas. Aquella criatura envuelta en aquel refugio de calor no pudo seguir con su descanso ya que las delgadas cortinas no podían negarle paso a los tempraneros pero fuertes rayos solares que se colaban en la habitación y cubrían la cama con sus rayos ultravioletas.

La pobre alma en desgracia que solo podía por más tiempo de sueño dio un largo gemido de desganó para girar en la cama hasta caer con todo y sábanas al suelo. Esta vez dio un quejido de dolor mientras se enderezaba y las mantas que le cubrían caían para dejar a ver su figura.

La chica dio un gran bostezo a la vez que movía de lado su larga y enmarañada cabellera castaña para acariciar su herida espalda. Quitó las sábanas de sus piernas y se levantó para colocarlas nuevamente sobre la cama. Gimió de desganó nuevamente al ver la hora. Suerte que ese día era sábado para no hacer nada.

Qué pena que realmente si tenía planes aquella noche.

Se arregló intentando peinar en vano sus rebeldes cabellos que desafiaban la gravedad para vestirse con unos shorts de mezclilla y una sudadera blanca con naranja portadora de un número 27.

Bajó las escaleras y preparó su desayuno ignorando la soledad.

Encendió la televisión, aparato con el cual se entretuvo como por varias horas hasta que miró por la ventana de la sala como el día se había convertido en noche.

Se levantó con pereza con el estómago rugiendo con fiereza. Entró a la cocina y una vez que se hizo un emparedado de queso salió de su hogar dejando las luces principales encendidas.

Caminó por las calles que comenzaban a desolarse de aquella ciudad pero eso no evitó que llegará a su destino unos metros después.

Legó a una lejana casa de color crema de dos pisos y algunas ventanas. Avanzó a paso lento a la puerta marrón donde una vez que tocó esta fue abierta por un hombre de la tercera edad con un cabello canoso anteriormente negro y piel blanca arrugada. A pesar de su ya avanzada edad uno podría asegurar que ese sujeto se veía bastante guapo, además, resultaba bastante atractivo el hecho de que aquellos ojos verdes habían conservado un peculiar brillo juvenil y rebelde.

-Hola, Tsunahime. – saludó el serio adulto.

-Buenas tardes, señor Leo. – saludó la más joven. – ¿Se encuentra el Sensei?

-Seguro. – afirmó para dar un suspiro y alejarse lentamente de la puerta. – Pasa.

La joven entró como le fue pedido por el mayor a su lado para avanzar por el pasillo hasta que llegó a una sala donde sobre una alfombra roja y sillón carmín reposaba un anciano de claros cabellos castaños que intentaban llegar a un blanco puro. Su piel blanca lograba confundir algunas de varias arrugas en su cuerpo y a pesar de la edad, con aquella dulce e infantil sonrisa le hacía lucir adorable. Este anciano estaba con los ojos cerrados dejando su cuerpo disfrutar el calor que le brindaba la chimenea encendida.

-Buenas tardes, Sensei. – saludó la japonesa.

-¡Oh! ¡Tsuna! – llamó alegre el mayor mientras se levantaba lo más rápido posible (lo cual, no era mucho) de su asiento. – Que agradable sorpresa.

-Pero, sensei. – habló al italiano. – Usted dijo que viniera a las seis y media la semana anterior.

-Ah… ¡Ah! ¡Ya me acordé! – exclamó alegremente el canoso. – ¿Y qué hora es ahora?

 -Mmm… son las 7:00p.m. Creo.

-Muy bien. – dijo el viejo mientras se volvía a sentar. – Ya te puedes ir.

-¿Qué? – cuestionó la joven. – ¿Para qué me llamó entonces?

-Para que vinieras. – contestó el hombre.

-Mmm... Bueno… – dijo extrañada la chica. – Hasta luego…

-Cuídate. – contestó el anciano de ojos azules oscuro.

Una vez que la puerta de aquel acogedor lugar se cerró nuevamente, el anciano más grande se sentó junto al sonriente.

-¿Estás seguro de que fue buena idea? – le preguntó. – Ya es algo tarde…

-Estoy seguro. –contestó confiado el otro, volteándolo a ver. – Mi intuición me lo dice.

-Esa intuición tuya algún día me va a dar un infarto. – regañó el cascarrabias.

En respuesta, recibió un dulce beso en los labios.

Mientras tanto, la joven aun confundida caminaba por el por el atajo del parque en aquel oscuro atardecer… no fue hasta la mitad del camino donde algo le tomó desprevenida.

Tres hombres mayores rodeaban la menuda chica de cabellos castaños. No parecían armados pero tampoco iba a atreverse a averiguar si su hipótesis era cierta. Iba correr despavorida pero al instante que sus rodillas se alistaron para el gran salto del comienzo para su bien planeada huida, su rostro chocó con la barriga de aquel personaje con aspecto amenazante.

Él de atrás de ella le tomó de la muñeca mientras que otro le agarró con rudeza de la barbilla. No era lo suficientemente tarde como para que el parque se encuentre completamente solo, sin embargo, no es como si fuera alguien a arriesgar su salud física y/o mental por alguna desconocida…

O eso era lo más lógico que podía llegar a pensar Tsunahime mientras su sudadera era retirada y ella forcejeaba con todas sus fuerzas.

-¡Oigan, ustedes! – exclamaba una voz aguda. – ¡Déjenla en paz!

Curiosos, los cinco presentes se voltearon para ver al portador de aquella voz y las sonoras carcajadas que se escucharon por todo el parque no se pudieron evitar al notar

La castaña a duras penas pudo identificar a aquella bondadosa alma que intentaría ayudarla. No era nada más ni nada menos que una pequeña niña no más de 10 años de cabellos negros y cortos con unos extraños y largos rizos que caían entre estos aunque no podía visualizar su mirada debido a aquel sombrero de fieltro que le ocultaba.

-Ve por ella. – ordenó uno de ellos.

El mismo sujeto agarró con fuerza ambas muñecas de la mayor pero esta solo veía horrorizada como dos de los sujetos se acercaban peligrosamente a la más joven. Pero antes de que pudiera soltar alguna exclamación de angustia en un movimiento a velocidad sobrehumana ambos chicos cayeron al suelo inconscientes con la marca de un zapato de seguramente talla 2 en sus mejillas.

Sorprendido, el otro que iba con ellos fue lo suficientemente estúpido como para correr con ira hacia la menor e intentar golpearla sin embargo, esta fue veloz, lo suficiente como para hacer que tropezase y golpeara su cara con su propio puño dejándose a sí mismo inconsciente

El otro hombre que sujetaba innecesariamente a la impactada chica salió corriendo despavorido dejando atrás a sus compañeros caídos.

La pequeña pelinegra se acercó  paso calmado a la mayor que no perdía detalle en ninguno de sus movimientos. No fue hasta que la del sombrero levantó el rostro donde se encontraron los brillantes ojos chocolate de Tsunahime y los profundos ónixs de la menor.

Encontrándose por segunda vez…

-¿Te encuentras bien? – preguntó la más joven.

-Eh… Ah… Si. – contestó la muchacha sonriendo. – Lograste llegar antes de que me hicieran algo….

-Muy bien. – sonrió. – ¿Cómo te llamas?

-Soy Tsunahime. – respondió normal de la vida como si aquella niña frente a ella no hubiera derrotado a tres sujetos enormes en menos de un minuto. – ¿Cuál es el tuyo?

-Yo soy Reborn Vongola. – dijo la pequeña.

-Qué lindo nombre. – alagó. – Bueno, Reborn, te debo una por haberme salvado. Gracias por eso.

-Puedes recompensarme ahora. – hizo notar la seria infante.

-¿Eh? – soltó. – ¿Cómo?

-Dame un beso.

-…

-…

-…

-…

-¿¡EH!?

-No grites innecesariamente.

-Uh, perdón.

-Bien. – dijo la de rizos. – Quiero mi beso.

-Eh… uhmm… ah... – intentaba decir la castaña con el rojo completamente rojo. – D-d-d-de acuerdo…

Acercó lentamente su rostro al de la contraria menor mientras cerraba los ojos fuertemente con la cara tan ardiente que hasta salía humo de sus orejas. ¿Qué clase de petición era esa para una niña pequeña? Y ¿Por qué cumplía lo que le pedía a aquella niña que acababa de conocer?

Mientras tanto, los pensamientos de Reborn eran completamente opuestos a los de la mayor. Es más, ni siquiera podía pensar. Sus mejillas se sonrosaron y sus ojos no podían apartar la vista de aquellos carnosos labios rosados que se acercaban a ella tortuosa y paulatinamente. Su cabeza iba a estallar y su corazón planeaba escapar por su garganta. Se le puso la piel de gallina mientras las mariposas y las arañas se juntaban en su estómago para empezar con el desmadre. Se sentía peor que aquella vez que se le dio diarrea. ¿Acaso era masoquista? Porque aquella sensación de que iba a vomitar arcoíris le hacía sentir demasiado alegre.

Cerró los ojos con fuerza casi poniendo los labios en punta, ansiosa…

Y lo sintió.

Sintió como aquellos dulces y carnosos labios sobre su piel, apretando delicadamente…

Contra su mejilla.

A su corta edad de nueve años Reborn nunca creyó que podía sentirse tan decepcionada y feliz al mismo tiempo.

-B-bueno, ya me voy. – despidió inmediatamente la castaña después de un segundo de contacto con la pelinegra menor. – Adiós.

Y corrió como si el mismísimo diablo la estuviera persiguiendo.

-Esto no es un “adiós”… es un “hasta luego”. – avisó Reborn a la fría brisa nocturna para guardar su mensaje en la infinidad.

………………………………………………………………….

Abriste los ojos.

No tenías recuerdo alguno.

Mucho menos de aquella inmensa habitación al mismo estilo victoriano. Con aquel candelabro gigante colgando sobre su cabeza o aquellos gran ventanales que daban vista a un jardín lleno casi de todo tipo de fauna posible, mucho menos recordabas algo del evidentemente caro tapiz dorado con detalles blanco que cubría las paredes.

-¿Me permite esta pieza?

Preguntó una voz grave y masculina a tus espaldas.

Te giraste para encontrarte primero con una corbata negra junto con una camisa amarilla bajo aquel saco negro abotonado. Levantaste la mirada poseído por la curiosidad y abrir los ojos como platos ante la vista de un galante hombre de rostro perfecto con aquella nariz recta o aquella sonrisa cariñosa sobre sus finos labios al igual que el interesante par de patillas rizadas que poseía. Sin embargo, no podías apreciar su mirada del todo. Llevaba sobre su cabeza un sombrero de fieltro negro con una cinta amarilla lo cual te negaba el apreciar su mirada ante la sombra que no alcanzabas a atravesar.

-Seguro. – escuchaste.

No sabías si lo habías dicho tú o alguien más. Solo odias concentrarte en aquel guapo sujeto que aminoraba el espacio entre ustedes. Notaste inmediatamente como tomó tu mano como si fuese de la más fina porcelana y te jalaba con suavidad sin borrar nunca esa sonrisa.

Te abrazó por la cintura después de dar varios pasos y colocaste automáticamente tu mano aquel ancho hombro que apenas y alcanzabas mientras los dedos de tu otra mano se enredaban con los suyos.

Comenzaron un suave movimiento de pies en el cual por más control que tenías sobre tu cuerpo tus rodillas se hacían las rebeldes, temblando peor que un par de maracas en el desmadre. Si no fuera por el firme agarre del de patillas rizadas en tu cintura t ya hubieras caído desde hace tiempo.

La danza nunca fue lo tuyo.

Veías como los labios de tu acompañante se movían y creías que los tuyos igual pero realmente no lo sabías ni te interesaba saberlo del todo.

Tu boca hablaba más no pensabas en nada. En tu cerebro solo se concentraba en analizar la imagen frente tuya.

El hombre sin nombre se alejó de ti sin soltar tu mano para darte una vuelta sobre tu mismo lugar.

Cuando volviste a estar frente a él este se encontraba acuclillado frente a ti.

-Tsunayoshi Di Vongola. – Habló, con una cajita negra en sus manos que fue abierta lentamente para dejar al descubierto un hermoso anillo de oro con detalles negros. – ¿Me harías el honor de casarme con el ser más maravilloso del mundo?

Levantó la mirada.

Lo suficiente como para que el sombrero se hiciera para atrás…

¿Era posible que una simple mirada pudiera brindar tanto amor?

Si te encontrabas hipnotizado por su simple voz nada se comparaba con aquellos ojos ónix…

Tsunahime abrió los ojos abruptamente.

Jadeó con fuerza al notar como había perdido el aire sin darse cuenta.

Alzó la mirada.

Nada de algún salón inmenso y sobrehumanamente caro, mucho menos algún hombre increíblemente guapo de patillas rizadas.

Solo una simple habitación de una adolescente bastante desordenada.

Suspiro cansada.

Que sueño más raro.

Se levantó de su cama para acomodarla y cambiarse el pijama. Mientras se abrochaba una camisa negra observó por las cortinas entre abiertas que el viento soplaba con más fuerza de la habitual. Se colocó encima un delgado suéter morado opaco para luego ponerse unos zapatos negros después de colocarse aquellos pantalones negros.

Bajó las escaleras donde después de comerse casi todo el cereal salió de su hogar sin olvidar el colocarse una gabardina negra encima.

Caminó sin rumbo específico con las manos dentro de los bolsillos de su gabardina sintiendo la brisa golpear suavemente su rostro y agitando a su mismo compas sus largos cabellos castaños.  

Tuvo que detenerse al darse cuenta que había llegado al centro del parque. Recordando todo lo ocurrido la pasada noche siguió avanzando levemente hasta volver a parar su caminar quedando frente al mismo lugar. Se sentó en la banca más cercana y observó el cielo, apreciándolo en la monotonía de su vida.

-Tsuna.

-¡Iiiihhhh! – chilló sorprendida la castaña.

Su pose de persona cool se perdió por el horizonte cuando una voz aguda le tomo de imprevista.

Giró la mirada para notar tras de ella a la misma niña de hace varias hora atrás vistiendo con una bufanda amarilla y vestido con botas negros junto con unos pantalones de algodón grises claro.

-Reborn. – dijo. Quién sabe si como pregunta o sorpresa. – ¿Qué haces aquí?

-Vine a verte. – contestó.

La mayor se sonrojó por la respuesta de la menor pero solo pudo atinar a desviar la mirada. Se levantó de la banco consiente de la detenida mirada de la menor sobre ella. Caminó escuchando como unos pequeños pasos le seguían por atrás hasta que después de avanzar mucho notó a dos figuras conocidas a la lejanía.

Horrorizada se dio la vuelta deteniendo su huida al chocar contra la pelinegra, se dio la vuelta con temor para notar que ya era muy tarde para escapar.

-Hey, Tsuna. – llamó un chico castaño.

Soltó un grito ahogado ahora ignorando a la niña de sombrero de fieltro que analizaba con el ceño fruncido al par de jóvenes que acababan de aparecer.

-Ehm… Ho-hola, Mo-Moshida-san. – saludó la nerviosa y roja castaña. – Buenos días, Bianchi.

-*¿Moshida?* – se preguntó confundida la de ojos ónix. – *¿Cuántos japoneses hay en Italia?*

-Oye, Tsuna. – volvió a llamar el pelinegro. – Esta noche va a haber una fiesta en casa de Bianchi. ¿Quieres ir?

-Eh… ¿yo? – preguntó más que sorprendida. – ¡S-seguro! ¡Voy a estar allí!

-Bien. – dijo este mientras se alejaba con la pelirosada abrazándole el brazo y siguiendo su camino. – Nos vemos allá.

-¡Ha-Hasta luego! – despidió la aun asombrada chica mientras veía a la pareja de adolescentes alejarse.

-Eso fue rápido. – comentó la menor. – ¿En serio vas a ir?

-Por supuesto. – declaró la mayor. – ¿Por qué no iría?

-Porque mi intuición me dice que no tienes que ir.

-¿Tú que…?

-Mi súper intuición. – repitió segura. – El tío-abuelo dijo que nuestra familia tiene el poder de la súper intuición y que yo lo tenía.

-…

-Mi intuición dice que no debes ir.

-…

-…

-Oye, Reborn, agradezco lo que hiciste por mí ayer y todo pero creo que deberías ir a ver a un psiquiatra. – aconsejó. –O tal vez llevar al acilo a tu tío-abuelo.

-No miento. – dijo firme.

-Te creó. – contestó sarcástica mientras se alejaba trotando del lugar. – Adiós.

-¡Es “Hasta luego”! – le corrigió.

Peor muy tarde pues ya se había ido.

Un millón de emociones

Solo dos corazones

Y una vida que compartir

En el hogar de Tsunahime ella sacaba varias prendas indecisas. Ya había pasado la hora de la comida y se encontraba bastante ansiosa y nerviosa al tener que ir a aquella improvisada fiesta de la chica más popular de la escuela.

Observó sus ropas y frunció el ceño al notar que todas eran bastante holgadas pues no acostumbraba a llevar ropa ajustada. Buscó y buscó en el desastre que tenía por cuarto cuando los halló. EL conjunto perfecto. Dejó la ropa escogida en la cama donde una vez que se metió al baño para tomar la ducha de su vida regresó a su cuarto para vestirse. Se colocó una camisa blanca que decía “My pussy. My rules”* en letras grises junto con un saco negro que arremango sobre los codos junto con unos pantalones negros al igual que los zapatos.

Una vez lista salió de su solitario hogar con rumbo a la casa de la pelirosada.

Fueron 5 segundos.

Que cambiaron mi mundo.

Faltan miles de historias para escribir comigo.

Mientras tanto, en otro lugar no tan alejado se encontraba el mismo viejo anciano de ojos ónix asintiendo a todas las palabras pronunciadas por una pequeña niña pelinegra que portaba dos largos rizos bajo aquel sombrero de fieltro.

Ven, ven, ven.

Contigo quiero enloquecer.

No tengas miedo.

Bésame.

Atrévete.

No lo pienses.

-Es que no lo entiendo. – admitió la niña. – Con esa chica me siento tan… tan rara… y nauseabunda… Me dan ganas de vomitar algo tonto como un arcoíris o-o mariposas o… o alguna cosa tan colorida como los 60´s.

-¿Y cuál es el problema?

-Que no entiendo el porqué de mis sentimientos cada vez que estoy con esa chica que conocí apenas ayer.

Ven, ven, ven.

Contigo quiero despertar.

No tengas miedo de inventar.

No te detengas.

-Tal vez porque la quieres. – dedujo el mayor mientras jugaba con su bastón sabiendo aun así como un sonrojo invadió las mejillas y el orgullo de la menor.

-Pero tú siempre me dices que no existe el amor a primera vista. – recordó.

 -Reborn. – llamó. – Hay una vieja frase que dice que quienes se atraigan a primera vista es porque estuvieron enamorados en sus vidas pasadas.

Y déjate llevar…

-…¿Qué debo hacer…? – se preguntó la pequeña, sintiendo un anormal apretón en su corazón. – Abuelito… ¿Qué harías en una situación así?

El mayor solo atinó a reír.

Cien por ciento seguro

Que encontré mi futuro.

¿Cuántas veces lo quieres saber?

-No se trata de lo que yo haría. – explicó. – Se trata de lo que tú harás… Reborn ¿Qué es lo que haras en esta situación?

Fueron 5 segundos.

-Yo…

Y cambiaron mi rumbo.

-Yo… debo…

Si tú quieres pasamos juntos una eternidad.

-Yo tengo que ir a buscarla. – declaró.

Y…

Sin siquiera despedirse salió corriendo de la casa dejando a un sonriente canoso atrás.

-Ni a esta edad dejas de hacer de Cupido. – declaró el otro anciano sentándose a su lado.

-Tengo que aprovechar mi don para ayudar a los otros.

-¿Qué don? – pegunto burlesco. – ¿El de ser increíblemente molesto o el de ser increíblemente descontrolado?

-¿Tengo que recordarte quién soy?

 -No, por favor. – suplico con tono cansado. – No otra ve-

-¡Mi nombre es Tancreo Di Vongola! ¡Cuarto y último hijo de Reborn, el Ex-arcobaleno del Sol y el mejor asesino del mundo y Tsunayoshi Sawada, el líder de la mafia más poderosa conocida como Vongola! – exclamaba el viejo de ojos ónix alzando con toda la fuerza de su tembloroso brazo su bastón cual guerrero con su espada. – ¡Venido de las Tierras de Namimori, Japón! ¡Hermano menor de Gizard, Ryoko y Sora Di Vongola! ¡Tío de-!

-No te volveré a dejar ver las películas del Hobbit.

-¡Esposo del hombre más humilde y maravilloso de todos que no le quitara a su amada pareja su noche de películas!

-¡Si quieres eso entonces baja el bastón!

Ven, ven, ven.

Contigo quiero enloquecer.

No tengas miedo.

Tsunahime ya se encontraba en los terrenos de dicha fiesta patrocinada por la pelirosada. No estaba acostumbrada a ese tipo de lugares por lo que se limitaba a observan a la gente que bailaba como si tuviera hormigas en el pantalón y los borrachos que veían como si no hubiera un mañana, o peor, como si mañana no fuera lunes.

-¡Tsuna! – le gritó una voz a sus espaldas por segunda vez en el día.

La mencionada se volteó para ver a Moshida con una lata de alcohol a su lado.

-¿Quieres que vallamos a un lugar más calmado? – le pregunto amablemente.

-Seguro. – respondió, distrayéndose por el vómito de gomitas de algodón que tuvo uno de los chicos.

Bésame.

Atrévete.

No lo pienses.

El pelinegro la condujo por los ajetreados pasillos tomándole de la muñeca para subir por las solitarias escaleras llegando al pasillo de la segunda planta que solo tenía de fondo el sonido sordo que dejaba el estéreo a todo volumen del primer piso.

Una que llegaron jadeantes hasta el último escalón se voltearon a mirar sonrientes… no fue hasta que el pelinegro empezó a acercar paulatinamente su rostro al de la castaña.

-¿Qué crees que haces? – preguntó confundida.

-¿Qué más? Voy a besarte.

-¿Qué? No. –declaró la castaña.

-Lo dices como si me importara tu opinión.

Contigo quiero despertar.

Antes de que la chica se diera cuenta la empujó contra la pared con fuerza que no solo le saco momentáneamente el aire, sino que también le dio una oportunidad al otro para comenzar a besar el suave y dulce cuello de la castaña. Observó los ojos del joven agachado quien le miraba de manera depredadora…

Y en aquellos momentos se le vino a la mente un par de hermosos ojos ónix.

No tengas miedo de intentar.

Forcejeó con rudeza y aun así Moshida le tenía bien agarrada de las muñecas… Fue cuando recordó lo ocurrido en la noche anterior.

No te detengas.

Levantó indecisa su pierna pero al ver cómo llegó el pelinegro a alzar su camisa a punto de dejar descubierto su brasier, dio un certero rodillazo en su entrepierna y cuando este se fue para atrás sofocado por el dolor, le pateó la cabeza con el empeine del pie. No lo suficientemente como para hacerlo sangrar pero si como para dejarlo inconsciente.

Y déjate llevar.

Arregló sus ropas y bajo nuevamente las escaleras.

Mi amor…

Regálame tu corazón.

No tenía nada que hacer ahí.

Reborn corría sin rumbo fijo por las extrañamente calladas calles de la ciudad cuando se detuvo abruptamente al notar su ignorancia de donde se dirigía. Cerró los ojos y dejó que su intuición tomara el mando por unos momentos.

-El parque.

Quisiera detener el tiempo y no decirte adiós.

Corrió por las oscuras aceras contra la soledad y el frio nocturno para llegar al parque buscando bajo las luces artificiales la figura que tanto apreciaba para verla, recargada en la espalda de una banca.

Contigo quiero enloquecer

No tengas miedo.

Bésame.

Atrévete.

No lo pienses.

Una vez que relajó su respiración caminó hasta ella y se sentó a su lado.

Contigo quiero despertar.

No tengas miedo de Intentar.

No te detengas…

Giraron la mirada al mismo tiempo haciendo que su corazón diera un vuelco.

-Enséñame.

-¿A qué?

-A amarte.

Y déjate llevar…

-Nos conocemos de apenas unas 23 horas.

-Y siento ya ciento que no sabría qué hacer si te vas de mi vida.

-…Me alegra saber que no soy la única que piensa así…

Ven.

La mano de la castaña que reposaba naturalmente a su lado fue cubierta por la mano más pequeña por parte de Reborn.

Se miraron a los ojos nuevamente. Esta vez perdiéndose en la mirada contraria.

Ven a mí.

Sin darse cuenta sus cuerpos comenzaban a moverse de manera lenta hacia enfrente. Sus párpados se empezaron a entrecerrar y su respiración comenzó a volverse más lenta pero solo se dieron cuenta de eso cuando sus alientos compartían el mismo aire…

-Te amo, Reborn…

-Yo… yo igual te amo, Tsunayoshi…

Dijeron para por fin borrar la minúscula distancia que les impedía estar juntos dando aquel primer beso que, sin saberlo, unió sus almas por la eternidad…

Y déjate llevar…

Fin <3

Notas finales:

*My pussy. My rules. Significa: Mi vagina. Mis reglas XD

Espero que les haya gustado. No se que tal esta honestamente así que si quieren pueden poner un review de como les pareció ;)

Se aceotan todo tipo de críticas!


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