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El peso de las vidas pasadas por dark kirito

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Notas del fanfic:

Yugi oh pertenece a Kazuki Takahashi-sensei.

Muchas gracias a todos los que leen¡ En especial a Yayoi  por su apoyo¡

Hasta que me llego la inspiración para mi OTP de Yugi oh¡¡¡¡¡¡ Espero que les guste la historia¡¡

 

Notas del capitulo:

Yugi oh pertenece a Kazuki Takahashi-sensei.

Muchas gracias a todos los que leen¡ En especial a Yayoi  por su apoyo¡

Hasta que me llego la inspiración para mi OTP de Yugi oh¡¡¡¡¡¡ Espero que les guste la historia¡¡

 

Un pequeño niño de tan solo tres años toma con un poco de miedo la mano de su madre, hoy será su primer día en el preescolar, y esta un poco, bueno en realidad muy asustado, pues además de ser algo tímido, también tiene un pequeño problema, sus ojos son de un color un tanto extraño, uno de ellos es de color verde, el otro de un lindo tono naranja, aunque nadie en su familia ha logrado explicarse la razón, pero eso es lo de menos, lo importante es que a causa del curioso color de sus ojos, ha sido intimidado en múltiples ocasiones, la mayoría de las personas en el mundo no son precisamente comprensivas o amables, lo que ha creado su actual temor a prácticamente el mundo entero, sus padres lo saben, y han buscando mil y un maneras de proteger a su pequeño, pero para su desgracia no pueden estar con él todo el tiempo, tiene que madurar por si mismo, saben que es injusto, pues no todas las personas tienen su misma condición, lo saben y eso solo aumenta su pesar, pero también entienden que no pueden encerrarlo por siempre en casa, es necesario que socialize, lo es al menos si un día quiere quitarse ese temor, por fin llegan al lugar, el niño se aferra con toda la fuerza que le es posible a la falda de su madre, que intenta desesperadamente no llorar, no quiere dejar a su hijo solo, es por su bien, se repite una y otra vez en su mente, se agacha y acaricia con dulzura la cabeza del menor.


-Escuchame Judai, se que esto es difícil para ti, pero tienes que aprender que en el mundo no solo hay personas malas, debes confiar, seguramente existe una persona que te va a querer con todo su corazón, y no vas a conocerla si te la pasas encerrado en casa.


-Pero...tengo miedo mamá- dice tímidamente.


-Lo sé, yo también, si no fuera necesario no te haría esto, pero se que lo es, hazlo por la persona que te amará.


-Pero yo solo amo a papá y mamá, solo con ellos soy feliz.


-Yo también te amo mi amor, pero quiero que sepas que hablo de un amor diferente, de alguien que no saldrá de tus pensamientos un solo momento, de alguien que te será tan indispensable como respirar.


-¿Existe alguien así?


-Estoy segura de que en algún lugar, por eso debes esforzarte ¿Lo harás?


-Lo intentaré.


-Ese es mi hijo.


La castaña dio un dulce beso en la frente de su hijo, este se encaminó al colegio con algo de miedo, mientras no dejaba de mirar a su madre hasta que le perdió de vista, esta por su parte no dejaba de llorar, estaba más que preocupada de que molestaran a su pequeño, pero continuaba diciéndose a si misma que era por su bien.


Por su parte, el pequeño entró en la instalación, su miedo solo aumento al notar que el lugar era mucho más grande que su casa, la angustia le invadió, apretó con fuerza el tirante de su mochila, como si eso le diera de alguna forma un poco de seguridad, camino en dirección a donde se suponía estaba su aula, pues en la entrada, una maestra le había dado la indicación, ya en el lugar, entró con pasos pequeños y temblando ligeramente, no había nadie, ese hecho le tranquilizó un poco, respiro profundo y tomo asiento, la banca estaba muy fría, se notaba que nadie había usado dicho lugar por bastante tiempo, colocó su mochila sobre el pupitre mientras miraba al frente, un par de minutos después, entró un pequeño en la misma condición que el, no, en realidad el otro estaba aún más nervioso, lo que  le causó gracia, se quedo parado en la puerta sin atreverse a entrar, por lo que el castaño le saludo moviendo su pequeña mano, pues tenía la impresión de que no tenía ni la menor idea de que hacer.


-¡Ey! ¿Por qué no te sientas aquí?- dice al tiempo que señala el espacio en la banca donde se ha sentado, pues estas son para dos personas, el niño camino casi como zombie, estaba hecho un manojo de nervios, el mayor le extendió la mano amistosamente, pues debía admitir que en cuanto vio tan nervioso al otro, le hizo de alguna forma taquilizarse.


  -Mucho gusto me llamo Yuki Judai.- el menor le miraba un tanto dudoso, pero la sonrisa del castaño le dio seguridad, suspiro para tomar su mano y estrecharla.


-Mucho gusto me llamo Marufuji Sho.- sin tener la intención, el peli celeste se quedó mirando los ojos del mayor, lo que provocó un poco de incomodidad en él.


-¿Mis ojos te dan miedo?


-No, al contrario, son muy lindos.


El chico de ojos heterocromaticos le miro sonrojado, nunca en su vida le habían hecho un cumplido con respecto a sus ojos a no ser que fueran sus padres, lo que en realidad le hizo muy feliz, desde ese momento, decidió que el oji celeste sería su amigo, su primer amigo, y así continuaron llegando sus demás compañeros, la gran mayoría de ellos simplemente les pasaban de largo, lo que en realidad tranquilizaba al castaño, pues a pesar de que su nuevo amigo había sido muy amable, eso no quería decir que todos sus compañeros fueran así, y es muy probable que aún no estuviera preparado, estaba pensando en eso, cuando notó que una niña de cabellera rubia le miraba con intensidad, lo que le hizo sentir ansioso.


-¿Qué sucede?- preguntó casi en un susurro.


-Lo siento, que grosera, es que tienes un lindo color de ojos.


El pequeño se volvió a sonrojar, e incluso tuvo ganas de llorar, jamás le habían dicho que tenía un lindo color de ojos, y ya iban dos personas que le habían hecho un cumplido, por lo que sonrió, la niña sintió su corazón latír con fuerza, nunca había visto una sonrisa tan bella, el niño extendió su mano, la cual la pequeña tomo con mucha emoción.


-Mucho gusto, me llamo Yuki Judai.


-Mucho gusto yo soy Tenjouin Asuka.


Ambos sonrieron, pues tenían el presentimiento de que gozarían de una hermosa amistad, por esa razón la oji miel se sentó en la banca de al lado de su nuevo compañero.


Continuaron llegando más niños, nadie que le hablará nuevamente, para finalmente entrar el maestro, que les dirigió una sonrisa.


-Buenos días a todos, soy su profesor Daitokuji, es un gusto ver que tengo tantos alumnos, estoy ansioso de enseñarles todos los conocimientos que tengo.


El profesor se veía amable, pero algo en su mirada cuando hablaba de conocimientos asustó un poco a todos los pequeños, aunque Judai decidió no darle tanta importancia, igual y había sido idea suya, y así continuaron las clases, las que en realidad eran muy interesantes, por lo que el tiempo se paso volando, cuando por fin su madre llegó por él, tenía una sonrisa que jamás en su vida le había visto, solo en ese momento se dio cuenta de que había tomado la decisión correcta, ya en casa, todos hacian su rutina diaria, pero el pequeño no dejaba de hablar de lo bien que la había pasado en el preescolar, por lo que la mayor no podía dejar de sonreír, en verdad estaba agradecida de que su hijo hubiera conseguido hacer amistades, por lo que en el fondo de su corazón tenía un deseo, que su pequeño pudiera mantener esas amistades, y que le ayudaran a crear la confianza que perdió desde muy pequeño.


-Espero que algún día invites a tus amigos a la casa.


-Yo también lo espero.


Y así pasaron un par de meses, el menor ya no era más el tímido pequeño por el que su madre estaba eternamente preocupada, pues gracias a la amistad con esos niños, había forjado una personalidad muy fuerte y se sentía seguro de si mismo, como si lo único que le hubiera faltado en su vida fuera contacto humano, a partir de ese momento invitó decenas de veces al par de niños que siempre iban a su casa, por lo cual formaron una sólida relación, por su parte la escuela era genial, si bien a Judai no le gusta ni un poco estudiar ni ponerse a leer, lo que en realidad apenas estaba aprendiendo, si era muy curioso y disfrutaba mucho de las lecciones de su extraño maestro, sobre todo cuando este llevaba a su perezoso gato de nombre Pharaoh, el cual parecía haberle tomado un cariño especial, lo que hacia muy feliz al pequeño, pues le consideraba como un amigo más,  algunas veces se ponía a pláticar con él, e incluso podía jurar que ambos se entendían, aunque el pequeño no entendía la razón.Y así pasaron los años, ahora esta en la primaria, y tiene diez, Sho y Asuka continúan siendo sus amigos y van en el mismo salón, el chico de cabello castaño desarrollo una personalidad muy alegre y un tanto burlona, se había convertido en alguien con mucha confianza en si mismo, hoy día cuando alguien le molesta con su color de ojos, este simplemente los ignora, lo que no hace más que molestarlos, cosa que sabe y se divierte por ello, su madre ya no se preocupa más por que algo malo pueda  pasarle a su hijo, pues sabe que ha desarrollado una fuerza increíble en su corazón.


Y así pasaron los años, ahora Judai es un apuesto joven de dieciséis, ya prácticamente nadie le molesta, en primera porque con su actitud había provocado que muchos se dieran por vencidos con respecto a burlarse, y la segunda razón y mucho más importante, es que con el tiempo su cuerpo maduro, y esos ojos solo provocaron que se viera más sensual, oh si incluso muchos hombres que antes le molestaban ahora no podían evitar el mirarle con deseo, claro que de esto el joven nunca se dio cuenta, incluso el par de amigos de la infancia sentían algo por él, aunque claro, en el caso de ellos, era más que mera atracción física, en cuanto a él, continuaba sin encontrar a la persona de la que le habló su madre, esa que le daría un amor que no le permitiera pensar en otra cosa, aunque tampoco es que estuviera muy entusiasmado por la idea, pues no lograba verse en una relación con alguien, pero quien sabe, igual y un día de estos conozca a esa persona.


Va un poco distraído de camino a la escuela, y todo porque no durmió bien, se desveló jugando videojuegos, unos que son de estrategia, en los que utilizas criaturas con habilidades especiales, no sabe porque, pero le parecen familiares, sobre todo uno llamado Kuriboh Alado, cada que lo mira siente una calidez inexplicable en su pecho, pero por más vueltas que le da al asunto no logra encontrar una explicación, y tan metido esta en sus pensamientos que no presta atención en el camino y resbala con dirección al piso, y para variar de cara, pero por fortuna para el, alguien logra tomarlo por la cintura, evitando que se lastime, cuando voltea para darle las gracias se queda sin palabras, es un joven más o menos de su edad de cabello azul y ojos verdes, este le sonríe, mientras Judai no puede evitar pensar que lo conoce, apesar de que esta es la primera vez que lo ve en la vida.


-¿Johan?


El chico de cabello azulado le mira confundido.


-¿Cómo sabes mi nombre?


Pero ni siquiera el joven que pronunció esa palabra sabía porque lo había dicho, salió de sus labios sin que tuviera la necesidad de pensarla, algo en la situación no le agradaba, tenía la sensación de que algo estaba mal, muy mal...

Notas finales:

Nos vemos la próxima¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡ >////< gracias por leer¡


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