La vida es como una ruleta, nunca sabes en qué vuelta va a parar y qué consecuencias traerá el giro en el que se detenga, puedes ganar o perder, incluso en ocasiones la ruleta queda en un punto medio donde pasa desapercibido, por el portador y todos siguen con su vida sin darse cuanta que la ruleta comenzó a girar y el destino de nuevo se volvió a echar.
Así fue como conocí a él , por un giro afortunadamente desafortunado, por un giro que lo cambió todo.
Era el año 1302, el ejército rojo atacó a Japón sus exigencia derrocar al rey y hacerse con el poder, los tan llamados Akatsukis querían gobernarlo todo, no existía lugar en la tierra que ya no fuera controlados por ellos, Konoha era el último lugar que había sobrevivido a tales luchas de poder, pero todo cambió en un abrir y cerrar de ojos.
Los tres grandes cayeron y con ellos las murallas de Konoha, en la aldea todo era caos, los gritos desesperados de las madres buscando a sus hijos, y los guardias corriendo por todos lados tratando de crear resistencia para darle a los aldeanos la oportunidad de huir.
Lo recuerdo bien porque yo estuve ahí, viendo como mi pueblo caía, siendo testigo de la sangre derramada de inocentes, teniendo la certeza de que yo podía ayudar y maldiciendo a quienes me tenían atrapado para que no pudiera intervenir.
Se que posiblemente mis palabras suenen aburridas, pero querido lector tengo la certeza de poderlo hacer más interesante para ti.
Por azares del destino, mis últimos recuerdos quedaron en tus manos, ¿el por qué ? Es un misterio algo que incluso yo no puedo saber pero espero que mi historia quede en tu corazón, trascendiendo todos los tiempos y te deje algún tipo de lección.
Pero déjame presentarme, tal vez quisieras saber mi nombre, o a lo mejor debería comenzar con eso, pero no importa ya de el solo queda un recuerdo, un juramento de venganza, así es, yo soy la persona que juro vengarse de las atrocidades cometidas a mi pueblo soy la persona que falló en el intento.
Pero no te quito más el tiempo... Continuemos...
-¡Déjame ir ! - le exigí a mi carcelero nueva mente, no soportaba escucharlo todo y no poder hacer nada.
-¡Tienes que entenderlo ! No puedes salir, no puedes hacer nada, no aún...
-¿ Que no escuchas ? ¡ Todos están muriendo! Puedo oler la sangre hasta acá, ¡no lo soporto! ¡Puedo ayudar !
-¿ de qué servirá que rompa los brazaletes que contienen la marca si no sabes controlar el poder ? No servirá de nada que logres activar la marca demoníaca si solo consigues que te maten y que el poder te consuma. ¡Entiéndelo!
- me esforcé en mis lecciones, solo confía en mí sé que puedo.
-tienes que entender, que eres la única esperanza que nos queda, y no podemos perderte ahora.- me dijo el morocho.
-Señor- la entrada de un ambu de la guardia secreta interrumpió mi contestación. - la entrada norte a caído también, Señor, es momento de que se pongan a resguardo no tardará mucho en que la puerta interior seda.
-Majestad, es momento de irnos.
La puerta de mi celda fue abierta y yo tomé la mano que se me ofrecía para salir, caminamos hasta llegar a un túnel, con una puerta de piedra, la cual fue abierta por el ambu y mi nariz capto rápidamente el olor a sangre, a guerra y humo, corrimos hasta el interior del bosque, corrimos tanto que mis pulmones parecían querer explotar, paramos en un punto donde se nos permitía observar todo y lo que vi me heló la sangre, toda Konoha ardía, todo estaba lleno de fuego, los gritos desgarradores llegaban sin contratiempo a mis oídos y la sangre inundaba todo el lugar.
Me dejé caer al suelo, quería gritar de desesperación de impotencia por no poder ayudar, por dejarme guiar por otros, ahí el pequeño y poderoso Konoha se mostraba ante mí como la marca personal de la muerte, ya no habría niños corriendo como cada mañana por los alrededores, ni esposas recibiendo a sus maridos cada noche los pájaros ya no cantarían más todo había terminado.
- Aún abra personas esperando por ti majestad, todos esperarán que les liberes del sufrimiento - su mano en mi hombro tratando de levantarme,me molesto.
- ¡De qué sirve ! ¡Dime! ¿ de qué sirve que esperen por mi, si no me dejan ayudar, si me atan de manos ?- le grite furioso, sentía los brazaletes arder en mis muñecas, pero el dolor no se comparaba con lo que sentía mi alma.
- Lo siento su majestad, pero es nuestro trabajo protegerle...
-Yo lo siento más- dije para pararme y seguir caminando sin voltear a tras.
Cuando hablaban de perderme se referían a la muerte, ellos deseaban que yo viviera lo suficiente para que aprendiera a usar mi poder y así poder liberarlos a todos de la penumbra que ahora era el mundo, cabe mencionar que...
Me perdieron, de la forma que nadie pensó, de la forma que se me obligó a olvidar, de una forma inaceptable, me perdieron incluso mucho antes de mi muerte, me perdieron como yo perdí al único que logró que mi corazón volviera a latir.
En este punto mi corazón estaba destrozado, no había perdido solo a mi pueblo, no, había perdido a toda mi familia, aquellas caras conocidas que me cuidaron y protegieron ahora ya no estaban, y la impotencia, el odio crecía cada vez más en mi.
Quería matar quería venganza, pero aún era un niño débil incapaz de luchar, no importa cuánto poder tenía en mis manos si no lo sabía usar.
Dicen que las cosas planeadas salen mal pero ¿qué tan mal puede salir todo en una guerra ?
Año 1305 31 De Octubre.
-Te siguen buscando, después de tres años siguen aumentando el precio de su cabeza majestad.
-No sé si eso me debería de halagar- tenía las persianas entre las manos haciendo hueco para poder ver el exterior.
-Los estrategas siguen con el plan para recuperar Konoha y esta vez iremos con ellos...
-Los rehenes, ¿saben algo de ellos?
-Madara a mandado a decapitar a uno más, mi informante dice que decapitaran a uno cada día hasta que te entregues.
-Sabes si Kakashi...- mi corazón se detuvo tenía que saber que ellos estaban bien.
-Primero comenzará con los rehenes de la guardia baja, la guardia real y el círculo interno serán los últimos... Karin dice que... El círculo interno lo decapitara frente a tus ojos...
Asentí con la cabeza, deje que la persiana se cerrará y me retire de la ventana, saber que ellos sufrían por mi culpa me causaba pesar, tres años y yo no había logrado sacarles de ahí, tres largos años de sufrimiento.
-Habla con los estrategas, tenemos que adelantar el plan.
-Como ordene mi señor- dijo iruka para marcharse.
-¿por qué no simplemente ellos se olvidan de mí ?- le pregunte a la sombra que está detrás de mí.
-Aunque Madara no sea consciente de tu poder, ni tu condición el que logre capturar al rey de Konoha y lo tenga a su merced le daría a él la rendición del pueblo entero. ¿Lo entiendes ahora ? ¿Lo importante que eres para todos nosotros? Y no te sientas culpable... Cualquiera sería feliz de morir si con eso conseguimos su protección mi señor.
-No sabes cuánto me tranquilizan tus palabras Sai.
-Estoy para servirle- y con ello se fue, como un borrón en la noche más oscura.
¿Qué tan mal puede salir todo en una guerra ? Están a punto de averiguarlo.
El plan era sencillo nos infiltraríamos por el mismo túnel que me dio la libertad, llegaríamos a la cámara real y liquidaríamos a Madara, mientras nosotros intentáramos llegar a él, otro grupo ambu sería la distracción atacando Konoha desde a fuera, liberaríamos primero a los rehenes y después nos encargaríamos de liquidar a el ejército de Madara, todo tan sencillo, todo poéticamente mal.
-¿Por qué no se habré el túnel?- dije con impaciencia.
-Tranquilo, Sai la tiene más difícil, tiene que llegar al interior del castillo sin que le descubran y sin ayuda.
Lo sabía sabía que él tenía que hacerlo solo, sin ningún tipo de ayuda, pero por más que tratará de fingir, mi preocupación por Sai era palpable.
-Todo saldrá bien -Me susurró iruka.
-De todos modos ya nada puede salir peor.- conteste.
Pero me equivoque las cosas pueden empeorar en vez de mejorar, la sangre puede seguir corriendo incluso cuando piensas que la herida ya ha sanado.
-Se abrió.
Me acerqué al túnel cuando la puerta de este se estaba moviendo, los olores que me asaltaron no se comparaban como a los de aquella noche incluso aunque sus paredes tenían el aroma un poco mezclado.
-No hay muchos guardias en el ala este, nosotros tenemos que ir a al oeste donde se encuentra la cámara real, el informante dice que estas cámaras se utilízan para los sobrinos de Madara, pero no tendremos problemas ya que ellos no están.
Asentí, todo estaba bien, todo saldría bien recuperaríamos a Konoha y después haríamos una gran celebración por la liberación de todos.
-Manos a la obra-comentó Sai cuando comenzamos a caminar.
Los brazaletes ardían en las muñecas, muestra que hacían su trabajo reteniendo el poder de l marca.
-Sabes que si te los quito ahora él podrá sentirte... Soportaos un poco más.
Asentí, sabía que él tenía razón pero a pesar de eso la incomodidad de mi piel al ser quemada era algo con lo cual no podía batallar.
Caminamos en silencio por los pasadizos del castillo tratando de fundirnos entre las sombras, tratando de que nuestra presencia no fuera notada.
-No recuerdo estos pasadizos- susurre a iruka.
-Eras muy pequeño para explorar y cuando por fin tuviste edad para hacerlo las obligaciones te lo impidieron.
-Guarden silencio.- murmuro Sai.
Y así lo hicimos, llegamos a una pequeña separación que Sai empujó para que pudieras salir, el lugar era una gran habitación que reconocí al instante, era la sala donde antes las llamas coloridas de la chimenea alumbraban todo y los cuatros de mis padres cubrían las paredes, ahora todo eso ya no estaba.
-Se supone que era la puerta derecha la que da a los pasillos reales.-murmuro Sai
Errores de cálculo, en cualquier parte de la vida pueden pasar.
-Es esta- dijo iruka dirigiéndose a una puerta muy grande.
El error más grande, no repasar el mapa cuando puedes hacerlo en la comodidad de tu alcoba.
Al momento de que iruka abrió la puerta escuchamos el ruido sordo de algo cayendo, al otro lado de la habitación, tratamos de mantener la calma pero eso no fue suficiente, las pisadas del otro lado de la puerta se escucharon con eco por toda la estancia, nadie pudo reaccionar, todos tratábamos de averiguar qué era lo que pasaba y en menos de un minuto estábamos rodeados.
-Pero miren que tenemos aquí, Madara se pondrá feliz con tal visita.
El hombre de cabello naranja hablaba, pero no tuve tiempo de escucharle mi mente trabajaba a mil por minuto tratando de idear un plan que nos sacará de aquí, localice la única puerta que estaba con vía libre y con pequeñas señor logre comunicar mi deseo de salir por esta, solo necesitábamos una distracción.
-Sería una lástima que no recibieras la bienvenida que mereces su majestad- la vista lasciva del peli naranja me causaba temor y eso incrementaba mi odio, sabía lo que pensaba y que quería de mi.
-Los modales están sobre valorados en estos tiempos- dije con mofa.Todos me miraban, y yo sonreí, era lo que necesitaba para darle tiempo de que Sai se moviera sin ser notado.- dígame,¿ a quien de todos ustedes debo llamar mi señor ?
-¿No es obvio? A mí lindura- contestó él peli negro y yo le sonreí.
Me comencé ha acercar poco a poco a él, y antes de que pudiera dar otro paso una bomba de humo explotó y las campanas de alarma comenzaron a sonar por todo Konoha y sin pensarlo más los tres salimos corriendo de la estancia.
Todo se volvió un caos como aquel día, con la única diferencia que era yo y mi guardia quien atacaba, con la diferencia que nosotros no tratábamos de matar.
Corrimos por todas las estancias, peleamos con las personas que nos retaban en el camino, mi espada estaba bañada en sangre y mi ropa tenía la prueba de aquellos soldados que habían muerto por mi mano.
Nos volvíamos a encontrar rodeados y en un punto de la huida terminamos separándonos, el ruido ensordecedor de las campanas dando alerta de invasión me tenían sordo, me impedían pensar con claridad, en mi huida loca había matado a tres soldados más, subía y bajaba escalera, necesitaba encontrar a Madara, saber que era capaz de terminar con todo esto, que era capaz de matarlo.
Llegue a una estancia muy grande el segundo peor error, quedarte sin equipo de apoyo y quedar rodeado.
Todos me veían, mi respiración entrecortada hacía más difícil que me concentrará en lo que haría a continuación. Los conté eran seis en total comencé a girar lentamente, todos traían espadas.
-Estás rodeado, ríndete ya y no saldrás herido.
-Ni en sueños- murmuré cuando.
Si bien nunca he sido bueno con la espada, dicen que tus habilidades más satisfactorias salen cuando más las necesitas, eso fue lo que me pasó ese día, pude derrotar a mis rivales, y no morir en el intento.
Mi ropa estaba mojada en sangre, y mis músculos dolían, tenía una herida del tamaño de un puño en mi costado, y podía sentir varias costillas rotas así también como una de mis muñecas, caminaba con dificultad y los grilletes ardían necesitaba encontrar a iruka para que me liberará, ya no tenía caso esperar, todos sabían que estábamos aquí, mi vista comenzó a nublarse pero seguía esforzándome por caminar llegue a una estancia comedor, y cerré la puerta atrás de mi, trataba de hacer presión para que la sangre dejara de salir por la herida, pero poco servía.
-Pero miren que tenemos aquí- la voz potente de Madara se me antojo de repente como la marca personal del diablo.
Me enderecé tratando de espantar el dolor, tome la espada con ambas manos y me puse en guardia, comenzamos a luchar, solo podía detener los golpes que él me daba, y en un ataque la espada resbaló de mis manos.
-Ahora me pertenece su majestad- dijo con burla mientras me tomaba del cabello para arrastrarme fuera de la sala, y lo último que vi antes de caer en la inconsciencia fue la cara de iruka.