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Origami por Mimi_nuna

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Notas del fanfic:

Hola!, pasó mucho tiempo desde la última vez.

Ojalá les interese la lectura y como siempre, si tienen ganas, hagánmelo saber, más que nada porque me gusta conversar con ustedes :)

 

 

-Bienvenido, ¿qué le gustaría el día de hoy?- sonreí como nunca en la vida y la persona frente a mí respondió cordialmente. Aquello ocurrió en mi primer día laboral y aunque no fuese justamente mi primer cliente ante su presencia reaccioné tembloroso hasta verlo buscar una mesa un momento después echándome una mirada como para constatar que no estaba teniendo algún problema.

Mi nombre es Choi Minho y estoy pasando una fase incómoda, los estudios me restan horas de sueño y vida social, he conseguido mi primer empleo de medio tiempo lo que me suma independencia pero sigue restándome horas de vida, y para rematarla padezco una intensa atracción por una persona de la que nada sé.

Lo veo martes y jueves, casi siempre a la misma hora, escoge una mesa apartada y se mantiene en el rincón durante casi ciento veinte minutos, siempre bebe lo mismo, pocas veces lo acompaña, lee, toma notas, y lo que más me gusta, parece concentrarse jugando con papel. Casi corrí tras suyo al percatarme de su olvido cuando hallé la primer figura perfectamente plegada y casi animada sobre la mesa. Después de mantenerla en mi bolsillo por horas decidí conservarla, al día de hoy tengo docenas de ellas más y menos pequeñas acumulándose. No soy hábil para las manualidades, por ello siento cierto placer al ver a otro haciendo algo bonito, la concentración y precisión para darle vida a algo inanimado me abstrae, y termino mirándolo plegar hasta convertir el plano.

Como si tuviese una especie de sensor nota cuando lo observo devolviéndome la mirada, solo por eso mi ritmo cardíaco se torna irregular, pero la calma regresa al hallar abandonada en su mesa, a la par de la taza vacía, una figura sin fallas.

Suele ser incómodo, pero cuando lo veo aparecer busco el modo de ser quien tome su pedido; existe algo magnético en él, simplemente respondo el mandato.

-¿qué tal si te confiesas y dejas de incomodarme?, odio que aparezca porque eres lo más desagradable que he visto en la vida- Ki Bum se quejó mirando adonde yo, ¿qué iba a negarle?, no me preocupaba ocultar mi interés, aunque no fuese agradable la silente observación. El diálogo era escaso por no decir inexistente, su pedido, el pago, alguna sonrisa, aunque desease crear conversación no estaba seguro de que la continuase, su rutina parecía ser de lectura, tal vez estudio, anotación, sorbos aislados y el juego de dedos, tal y como lo llamé casi adivinando que pliegue seguiría al anterior dado el cúmulo de observación.

Mi compañero revoloteó a su alrededor solo para molestarme haciendo alguna que otra mueca sin lograr su atención hasta que dejó la mesa, la taza y el souvenir.

-es bonita...tal vez me la quede yo, dicen que si reunes muchas de estas algo bueno ocurre, pero la verdad, no me interesa- sin duda arrojó el papel al cesto sabiendo que lo interceptaría -realmente estás hecho una nena Minho- no creía que algo bueno ocurriese solo acumulando pajaritos de papel, pero antes de sentarme a estudiar observé la caja donde los guardaba para contarlos. Llevaba horas leyendo, el texto era soporífero, jugueteé con el papel procurando plegarlo tal y como solía observar de lejos con resultados nefastos. Molesto y agotado convertí mi engendro de celulosa en un bollo antes de olvidarme del asunto.

-cuenta regresiva para salir y no ha aparecido- Key me lo anunció como si no fuese particularmente consciente de ello despúes de horas de espera, mi malhumor estaba instalado -te lo dije, deberías haberle sacado charla antes de que desapareciese para siempre- pero no tenía ganas de discutir por tan poco incluso estando molesto. La noche estaba apareciendo, alcancé a divisar alguna estrella mientras dejaba el lugar, mi bebida humeante hizo juego con el aire que escapó de mi boca antes de llegar al final de la cuadra.

Tarde. Lo pensé viéndolo acercarse e hicimos contacto visual -Tarde- Supe que lo dije claramente pues me dedicó una mirada de cejas elevadas y al ver mi expresión su sonrisa usualmente gentil se amplió a límites insospechados haciendo que mi respiración cesase.

Pasó por mi lado y me sentí helado.

-¿ya cerraron?- estaba detenido dirigiéndose a mi por primera vez. No sé si tartamudeé, pero sé que a pesar de que muchas veces imaginé una charla hablé sin sentido por un momento -bueno, sobreviviré- sin pensarlo dos veces le ofrecí mi bebida.

-no es el que pides pero podría gustarte, no la he tocado- conforme pasaban los segundos y era consciente de mis propias acciones deseaba la tierra me tragase, entonces su mano se extendió hasta rozar la mía helada y temblorosa

-¿seguro?, puedo soportar sin cafeína unas horas más- el contacto de su piel me lleno de tensión -tuve un día difícil y lo has mejorado Choi Minho, muchas gracias- mi corazón estaba absolutamente enloquecido y mi garganta seca -¿no has hecho siquiera un sorbo?- negué enfáticamente -bueno, dicen que si bebes lo que otro deja conocerás sus secretos...no será hoy- las rodillas me flaquearon, y no solo eso, literalmente huí.

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Segundo rechazo de proyecto para tésis. Supuse haber zanjado los puntos débiles esta vez pero evidentemente seguíamos en las mismas.

Del malhumor pasé a la desazón a pasos agigantados, consideré algunas formas de inflingirme la muerte, en especial cuando un automóvil a toda velocidad pasó tan cerca que mi bolso lleno de papeles vibró. Incluso acabando en la morgue debería tener algo en el estómago pero llevaba casi medio día sin ingesta.

Estaba acostumbrado al café de la expendedora pero hoy era un día de esos que pedían a gritos una satisfacción.

-bienvenido, ¿qué le gustaría el día de hoy?- Tu sonrisa. Una respuesta mental resguardada en el silencio. Tal vez el chico leía los pensamientos pues pareció desesperado. Bloqueé pensamientos. Era agradable de ver, tamaña sonrisa, sus ojos brillaban intensamente. Cambio de idea, no quería su sonrisa, lo quería a él. Su voz tembló. Bloquear pensamientos. Mis pulmones perdieron compresión. Le eché una mirada antes de resguardarme.

Sin meditarlo pero con total consciencia los días más difíciles de la semana, justo después de la peor clase llegaba sin escalas al local, Choi Minho, tal delataba su gafete sonreía y mi espíritu regresaba, solo verlo recargaba mi moral, la mesa apartada me permitía observarlo reflejado en el cristal, supongo que le intrigaba pues solía mirar hacia el lugar, cuando me delataba a mi mismo cansado de verlo siendo un reflejo giraba buscándolo y aquellos milisegundos antes de que uno de los dos bajase la mirada me llenaban totalmente. Debía comportarme, pero seguía actuando como adolescente.

No tenía forma de explicarle cuanto me ayudaba su mera presencia por lo tanto lo hacía en silencio abusando de una máxima a mi alcance: 'cuando no puedas decir algo, demuestralo' y mi agradecimiento era silencioso hecho de papel y pensamientos.

Gracias por hacerme sentir mejor'

'Gracias por tu sonrisa'

'Gracias por preguntar como estoy'

'Gracias por el café'

'Gracias, hoy no fue un día tan horrible'

'La verdad eres interesante'

'La mujer en la mesa de enfrente no me permitió verte bien hoy'

'Mañana lloverá, sal con paraguas'

'Soy Lee Jin Ki, y soy tu fan'

Mis intentos de origami eran más bien galletas de la fortuna, sabía que no serían leídos por lo tanto podía ser ridículamente cursi si se me antojaba o maldecir por cualquier cosa sin arrepentimientos.

Conforme las semanas se transformaron en meses la costumbre se tornó ritual, por eso bajé del autobús corriendo, era casi hora del cierre, conocía a cada empleado y crucé a un par antes de divisarlo saliendo del local. No pude continuar, como si la observación detuviese el resto de mis funciones escogí respirar mientras sentía la calma y el oxígeno fluir.

Verlo era relajante, lucía despreocupado mirando al cielo, era largo como este día, su ropa oscura como la noche que estaba llegando y su expresión insondable, observó el reloj, luego el celular, el aire se condensó delatando un suspiro y porque necesitaba verlo más de cerca continué.

-Tarde- siquiera la temperatura me hubiese provocado tal escalofrío, apenas era una palabra, pero su voz, su mirada en la mía y la cercanía le dieron a mi cuerpo un sacudón, porque soy un imbécil y no puedo ocultarlo sonreí y su expresión fue tan graciosa que quise detenerme a mirarlo pero continué caminando con valor, algo que no mantuve por un segundo

-¿ya cerraron?- aunque supiese la respuesta esperaba emitiese algún sonido para mi, es que me conformo con poco. Pero habló, dijo muchas, muchas palabras aunque no prestase atención a ninguna concentrado como estaba en sus labios creándolas y cuando el silencio se impuso opté por decir lo primero que se me ocurrió -bueno, sobreviviré- porque acababa de verlo, oírlo, y no estábamos siendo cliente y dependiente, solo eso me sumaba por lo menos un par de días de vida...tal vez un mes, lo pensé cuando interpuso su vaso humeante ofreciéndomelo, agregando palabras y actividad a mi bastante inestable corazón, como si mi cuerpo no comprendiese el riesgo latente mi mano rozó la suya y la mantuve en su piel hasta perder sensibilidad -¿seguro?- pues a partir de este instante, esta acción y las sensaciones que estaba provocándome sería difícil que pudiese seguir ocultando mis verdaderas intenciones. Aquel chico me gustaba, más que eso, me tenía comiendo de su mano y pronto tomando de su bebida ¿no había hecho siquiera un sorbo? negó adorablemente, y como si el cataclismo causado por su actitud no fuese suficiente decidí cavar mi fosa sumando palabras que esperaba se mantuviesen en mi mente, pero la puerta estaba abierta y las dije tan fuerte y tan claro que noté su horror automáticamente. Oficialmente era un imbécil, un descarado y estaba totalmente loco por el chico del café que huía despavorido sin mirar atrás.

-muy bien imbécil, ya la cagaste-  Aspirando el vapor perfumado contemplé el suicidio nuevamente.

Notas finales:

Gracias por leer.


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