Decir que ese hombre me estresa es poco. Observo la vista al mar y solo esa imagen me relaja. Cuando comencé a ejercer mi profesión jamás imagine toparme con un hombre como él. La primera vez que lo vi fue justamente en la corte. El hombre iba vestido en un impecable traje azul oscuro, cada cabello un su lugar y ese metro ochenta me volvieron loco desde el primer momento. Pero el encanto duro tan poco, cuando se sentó junto al acusado y preparo sus papeles supe que tenía que apartar esa atracción y concentrarme en defender a mi cliente. Después de mucha palabrería y pruebas gane el caso, le sonreí de esa forma especial que tengo al ganar un caso. El problema inicio cuando mágicamente en todos mis casos él era el abogado de la otra parte. Entonces comprendí que ese hombre lo hacía para joderme, entendí que ese moreno de cuerpo perfecto era ¨un imbécil¨.
Después de pasar mis últimos dos casos a otro colega decidí tomar mis vacaciones, el imbécil ese me estaba asfixiarlo demasiado, al punto de querer ahorcarlo si fuera necesario. Desempaco mis cosas y acomodo todo en su lugar. Al terminar de acomodar todo me doy una ducha, ordeno un poco de comida.
Esta paz es lo que tanto había necesitado. Llevo toda una semana sin saber de nadie, una semana en la que no he tenido que cocinar ni enfadarme, una semana en donde solo he disfrutado del mar, la comida y la paz de mi habitación. Decido encender mi móvil mientras voy camino a recibir un relajante masaje. Cierro mis ojos mientras dejo que manos expertas hagan magia en mi cuerpo, el único momento en que abro mis ojos es cuando una señorita me entrega mi celular que no ha parado de vibrar.
-Señor Kyungsoo, lamento molestarlo.
-¿Qué sucede?-Le pregunta a Victoria, su secretaria.
-Una persona está pidiendo sus servicios para un caso, es sobre la custodia de un bebé. ¿Acepta?
-Si-la respuesta sale en automático al sentir como su cuerpo responde a las delicadas manos. Simplemente corta la llamada y continúa recibiendo su masaje.
***
Termina su cena y decide encender su computador, seguramente victoria ya le envió los datos necesarios. Solo piensa darles un vistazo, nada que interrumpa sus vacaciones. Efectivamente la información está en su correo electrónico, ahora frente a ese nombre desea no haber dicho si, desea no haber abierto su correo, desea matarlo ¡claro que desea matarlo!
Busca desesperadamente en su billetera aquella tarjeta de presentación que el hombre alguna vez le entrego, gracias que todo lo mantiene en orden logra encontrarla sin mayor esfuerzo.
-¡Que carajos sucede usted!-Claro, quiere matarlo pero aún mantiene cierta línea de respeto.
-No creo que sea buena idea gritarle a tu cliente.-Kyungsoo jura escuchar una risilla y eso solo hace que se enfurezca más.
-¡Usted no es mi cliente!-Chilla histéricamente, el hombre definitivamente lo saca de su centro de equilibrio y eso es lo que más preocupa a Soo, el poder de perturbarlo que tiene el otro es demasiado peligroso.
-El depósito que hice a tu cuenta dice lo contrario. Oficialmente soy tu cliente.-¡NO puede ser! El hombre lo tiene que estar jodiendo.
-Puedo regresarle el dinero inmediatamente.-Kyungsoo respira y trata de calmar sus impulsos.
-No creo que quieras que te demande por no cumplir con tus servicios.-Bien, el hombre oficialmente le está tocando las pelotas.
-¡Maldita sea Kim Jongin!-Desesperado vuelve a gritar.
-Oh, esa frase suena bien. Recuerda gemirla cuando te esté embistiendo.-La risa escucha no le agrada, esas palabras acompañadas de esa risa le han hecho sentir un escalofrió y unas repentinas ganas de saber que se sentiría ser embestido por el moreno lo invaden y su mente se trasporta a un lugar en donde él gime el nombre del otro y recibe sus besos.-Deja de imaginarlo. Dime donde estas y voy a hacer que se vuelva realidad.
-Vamos a hablar cuando regrese a corea-Termina la llamada antes de cometer una estupidez y revelar su ubicación.
Se arroja a su cama, su teléfono vibra, abre el mensaje y comienza a patear todo, la sabana, las almohadas. El mensaje es un simple ¨Gracias, ahora ya se tu numero cariño¨
***
Dejar aquella habitación con vista al mar fue difícil porque Soo sabe que en corea solo va a encontrar problemas, problemas llamados ¨Kim Jongin¨
Termina de tomar su última maleta, no le aviso a nadie sobre su regreso asi que su plan es simplemente tomar un taxi a casa. Camina por el aeropuerto en busca de la salida para poder por fin encontrar un taxi.
-¡Que carajos!-Se sobre salta cuando de una de sus manos le arrebatan su equipaje.
-Vaya boca más limpia para ser la de un reconocido abogado.-Jongin se ve brillante como siempre, viste un pantalón rasgado junto a una sudadera en color negro, el hombre se ve sexy incluso vestido como alguien totalmente normal ¡Que mierda pienso, él es un tipo normal! Se reprende.
-¿Hay algún motivo por el que me esté acosando, señor kim?-No puede hacer un show en pleno aeropuerto así que trata de abordar de la forma más amable a Jongin.
-Tu cuerpo es demasiado llamativo, me gusta demasiado.
-Entonces todo el acoso solo por mi cuerpo-Kyungsoo resopla. Jongin cada vez lo impresiona mas.
-Tu lengua afilada, tu mirada penetrante, eso también me gusta de ti.-Kyungsoo no se permite el sonrojo en su rostro porque si se sonroja frente a ese hombre va a estar acabado.
-¿Eso fue una confesión?-Su tono de voz es inalterable pero el latido de su corazón ha dado un vuelvo mientras pregunto eso.
-Tómalo como quieras-Jongin le susurra al oído mientras le quita la otra maleta. Ve como sube sus cosas a una camioneta mercedes color negro.-Sube-Le abre la puerta del copiloto, Kyungsoo eleva una de sus cejas.
-No soy una jodida mujer. No quiero ir contigo.-Kyungsoo se cruza de brazos, no va a dejar que kim le joda más de lo que ya lo hizo.
-Definitivamente no eres una mujer-Jongin pasea su mirada por el esbelto cuerpo del bajito-Sube al auto Kyungsoo-Suena a una orden pero eso no es lo que debilita la barrera protectora de Soo, lo que lo debilita son esos besos en su cuello y esas manos que acarician su cadera sin importarle que estén en un lugar público.-¿Debería continuar aquí en la calle? ¿O vas a subir al auto?
-Voy a subir maldita sea-Soo casi le dice en un gruñido. Sube al auto y de mala gana se abrocha el cinturón de seguridad.
-La dirección de tu casa-Jongin pide como si nada. Soo vuelve a sentirse indignado, ese hombre no entiende la palabra espacio.
-Déjame en cualquier sitio, puedo tomar un taxi donde sea.
-No seas un jodido necio, o te llevo a tu casa o vamos a la mía. Tú elige lo que quieras.-Derrotado, así se siente kyungsoo y vaya que el sentimiento no le es nada agradable.
Termina dándole su dirección a regañadientes. Kyungsoo prefiere observar la calle a través de la ventana. No va a girar a verlo porque sabe que Jongin seguramente se ve demasiado sexy manejando y aunque tiene un gran control de su cuerpo puede que la imagen sea demasiado para él y termine sobre el moreno dándole besos necesitados. Agradece a los cielos cuando ve su edificio, se siente casi que en casa.
-Gracias-Desabrocha el cinturón, por fin mira fijamente a Jongin y esos ojos cafés parecen querer desnudar su alma, no lo va a permitir así que retira la mirada y baja del auto.
-Aquí tienes-Jongin le da su equipaje. Es una suerte que el portero este cerca así que Soo le pide que le lleve el equipaje hasta el pasillo de su casa.
-Muchas gracias Señor Kim-El sentimiento es extraño, tal vez pasar todo el camino pensando en el moreno le atrofio un poco el cerebro pero ahora que lo tiene frente a él no quiere que se vaya.
-Nos vemos después para hablar del caso-Jongin le sonríe y comienza a caminar a su auto. En un acto reflejo Kyungsoo lo ha tomado de la mano y se maldice internamente al darse cuenta de lo que ha hecho.-¿No debería irme?-Jongin rodea el pequeño cuerpo con sus brazos.
-Yo…-Kyungsoo no sabe que decir. No entiende en que momento su cerebro se apagó y dejo actuar a su imbécil corazón.
-Lo sé, necesitas una excusa y esa será que soy tu cliente. Nos vemos después Kyungsoo-El alto besa su cabeza y kyungsoo solo observa la camioneta perderse entre la calle.
-Mierda…-Camina hasta su casa. Encuentra todo hecho un desastre y a tres hombres hambrientos. Bienvenido a tu realidad se dice a sí mismo.