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Drive my car. por Galaxy Diamond

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Notas del fanfic:

Este fic será muy dramático, pero creo que no se le ha puesto suficiente atención a Seokjin de BTS y pienso dársela.

Por otro lado, será un Jungkook diferente del anterior, espero en verdad les guste. 

Espero que ahora si puedas leerlo, cariño. Ya sabes que va dedicado a ti. 

 

 

Notas del capitulo:

Comenzaremos con un Seokjin atormentado por una vida que se le ha complicado bastante. 

 

Seokjin iba escalando, lentamente, la última parte de la montaña que se habían propuesto dominar ese día.  

Estaban ascendiendo el K-2, y sus  amigos, Nam Joon, Yoon Gi y Hoseok, iban un poco atrás de él.

Los cuatro se habían amarrado entre sí, pues la tormenta de nieve que comenzaba a azotar el camino era demasiado fuerte y no querían perderse.

Tenían sueño, hambre, estaban demasiado cansados y la verdad, los tres hombres atrás de Seokjin querían retroceder.

Habían comenzado como un grupo conformado por seis alpinistas más los guías o sherpas. Ya habían perdido a dos personas y habían tenido que llamar al grupo de socorro para que los recogiera.

Parecía que la montaña les daba claras señales de que no quería que llegaran a la cima.

Pero Seokjin no quería ceder.

Su objetivo era demasiado claro, demasiado fuerte. Tenía una motivación extraordinaria que no quería compartir con nadie. Su mirada al frente, estaba fijamente puesta sobre la meta que perseguía. Parecía un poseso.

Sus amigos sabían que había algo que hacía que su amigo, generalmente más tranquilo, llevara hoy la delantera en la ascensión, y al parecer, sin ningún esfuerzo.

─    ¡Hyung, hyung! – Gritó Nam Joon a Jin, pues estaba más cerca que los otros dos.

Pero no le contestó, pues estaba demasiado concentrado en su trabajo.

─    ¡Hyung, hyung! – Volvió a llamarlo. Entonces, por fin, el mayor giró el rostro para ponerle atención. – ¡Tenemos que detenernos, la tormenta no nos dejará subir! – Le gritó, tratando de hacerlo que se detuviera.

Seokjin lo miró. Y luego volteó el rostro, observando que su meta estaba demasiado cerca.

─    ¡Quédense aquí, yo seguiré subiendo! ¡No fracasaré como los dos años anteriores! ¡Éste es mi año para llegar a la cima! – Le dijo, mientras Suga, como le decían a Yoon Gi, y Hoseok se acercaban con el cuerpo completamente extenuado.

 

─    ¡No digas estupideces, no llegarás! ¡Te matarás en el camino o te acabará la tormenta! – Expresó Yoon Gi que no se guardaba sus pensamientos, aunque Jin fuera mayor que él.

 

─    ¡Me iré por la ladera sur, es más larga, pero más segura! – Y los miró, decidido.

Nam Joon lo miró y se dio cuenta que sería inútil tratar de disuadirlo. Así que sin más, le dio unas cuerdas y más agua y alimento.

 

─    ¡Ve con cuidado, te esperaremos aquí! – Decidió, bajando su mochila para descansar un momento, y buscar un lugar para guarecerse de la tormenta.

 

─    ¡Se matará, hyung! ¿Cómo pudiste dejarlo ir? – Le reclamó Hoseok cuando vio que Jin se iba solo.

 

─    ¡Él quiere irse! ¡No podremos detenerlo y tampoco es un niño, así que solo nos resta desearle suerte y confiar en su pericia como alpinista! ¡Vamos a descansar un minuto y luego iremos a la cueva que está a quinientos metros de aquí! – Les contestó.

Los otros dos solo se miraron entre sí, y decidieron no agregar nada. Simplemente, eran adultos y podían decidir su futuro, y al parecer Jin ya lo había hecho.

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Mientras los otros regresaban, Jin siguió escalando. Iba más concentrado aún.

Sin el ancla que significaban sus amigos, tan cansados y tan desechos por la ventisca, pensó que podría avanzar más rápido y llegar a la cima en dos horas máximo, pese a la tormenta.

Cada paso que daba era demasiado emocionante, demasiado feliz. No tenía otro pensamiento más que llegar a la cima del K- 2, y lo lograría, después de tres años intentando hacerlo.

Su mente regresó al momento en el cuál decidió que ese año lo lograría. Todo había comenzado con una tragedia tan grande, que había cambiado su vida por completo.

Dos meses después de su último intento, su pequeño hijo murió.

El bebé de dos meses de nacido, dejo de respirar durante la noche, y en la mañana siguiente, su esposa y él lo encontraron muerto.

Jin recordaba con tristeza ese día, pues habían planeado llevar al bebé a bautizar e incluso le habían comprado su ropón.

Un hermoso ropón de lino blanco, tan blanco como la nieve que ahora pisaba.

Durante el velorio, abrazó a su esposa con todo el cariño y la ternura que sentía, pero de inmediato percibió en ella la frialdad y el enojo que la invadían. Miró sus ojos negros llenos de furia.

No era un enojo contra él, sino contra la vida, o contra el matrimonio o simplemente contra el destino, así que, desprendiéndose de su esposo, se acercó al pequeño ataúd y luego de dedicarle una última mirada, le dio  un beso en la frente al cadáver del bebé, y salió del lugar para no volver jamás.

Seokjin la esperó durante una semana, deseando que regresara y le hiciera menos pesada la soledad. Sin embargo, ella no volvió.

Dos meses después le llegaron los papeles del divorcio que firmó como un autómata, sin poder comprender aún el giro tan vertiginoso que había dado su vida.

Seokjin era arquitecto, de muy buena reputación. Tenía un extraordinario sentido de la estética y el equilibrio entre lo artístico y lo funcional, haciendo que sus obras  fueran muy solicitadas.

Actualmente, estaba construyendo un edificio con todas las innovaciones tecnológicas y en el cuál también pensaba vivir, así que lo hacía plenamente a su gusto, como parte de los socios inversionistas.

La vida, en general lo había tratado siempre, muy bien, sin embargo ahora, después de perder a su familia, no sentía ningún interés en nada en especial.

Por lo mismo, decidió que tomaría el alpinismo como algo más serio.

Había estado escalando como diversión o como un entretenimiento, pero ahora, sin ninguna persona que lo motivara a regresar con vida, deseaba cumplir su anhelo de llegar a la cima del K-2 o bien… morir en el intento. En realidad, le daba igual.

Cada año, iba con Hoseok, Yoon Gi y Nam Joon y trataban de superar la cima, pero no lo lograban. Sin embargo, para ninguno de ellos representaba algo demasiado importante y al fin, lo consideraban solo como un viaje más y desistían, cada vez más cerca de la meta. Regresaban a Corea del Sur, para continuar con sus vidas y sus actividades, olvidándose del fracaso.

Pero éste año, para Jin era muy diferente.

Deseaba triunfar,  con un ansia y necesidad casi enfermizas. No había nada que pudiera satisfacerlo más, ni tampoco quería otra cosa en la vida más que llegar ahí.

Por eso, cuando vio que los otros desistían, él se aferró a seguir, seguro de su éxito.

Por lo tanto, ahí estaba. Escalando solo, extenuado, con hambre, con dolor en cada uno de los músculos de su cuerpo, pero subiendo, paso a paso, lentamente, como si su mente estuviera fuera de su cuerpo.

La ventisca era demasiado fuerte, y de alguna manera, sentía que, al luchar contra ella, golpeaba al maldito destino que se había encargado de joder su vida. Pensando esto, se sentía fortalecido, a pesar de la falta de oxígeno y del tremendo frio que tenía que soportar.

Un paso, otro más, respirar y exhalar, mover un pie, y luego el otro, y al fin, como una visión extraordinaria, vio la punta de la montaña.

Se situó en la cima y puso la bandera que llevaban, cada vez que subían la montaña. Una bandera que tenía las letras BTS y que representaba la hermandad que siempre los había unido desde sus años en la universidad.

Se quedó por unos minutos ahí. Tomó el teléfono satelital y llamó a sus amigos para darles la noticia.

─    Chicos. Aquí estoy. Aquí estamos los cuatro y por eso he puesto nuestro estandarte para que todos sepan que BTS estuvo aquí. Los amo. – Les dijo, sin esperar respuesta pues sabía que pronto debería volver, antes de que lo atrapara la noche en la mitad del camino.

Tomó fotos, selfies, videos, en fin, hizo todo lo necesario para poder comprobar su éxito y finalmente, comenzó a bajar, ahora de manera mucho más lenta.

Nunca supo si fue el cansancio extremo, o bien los restos de nieve demasiado resbalosa, pero sin darse cuenta, tuvo un traspiés que lo hizo rodar cuando estaba demasiado cerca de un saliente.

Fue resbalando sobre su trasero, sin poder sostenerse de nada, con su mano apretando fuertemente la cuerda que arrastraba sus cosas detrás de él. Finalmente, cayó en un pequeño espacio, con la pierna rota y doblada sobre sí mismo, causándole un enorme dolor.

Sabía que si no arreglaba esa pierna de manera rápida, se podría gangrenar y entonces tendrían que cortársela o peor aún, moriría como consecuencia de la septicemia, por lo mismo, trató de enviar mensajes a sus amigos, pero no encontraba su teléfono celular entre tanto lío que alcanzó a formar.

Observó con cuidado alrededor, sin moverse demasiado, buscando sus cosas y las encontró aproximadamente a un metro de distancia, debajo de él.

Durante la caída, perdió su hermoso reloj de titanio, pero aun así, se dio cuenta que estaba a punto de oscurecer y por lo tanto, trató de prepararse para pasar la noche ahí.

El teléfono satelital estaba un poco más lejos, pero pensaba que, una vez que amaneciera se arrastraría hasta él y llamaría a sus amigos.

Lo urgente ahora, pero que lo aterraba por el dolor que significaba, era acomodar esa pierna lo mejor posible. Y tendría que hacerlo él mismo a falta de alguien más.

Sabía de alpinistas que se habían cortado la lengua por mover la mandíbula con fuerza a causa del dolor de acomodar un hueso roto, así que  él mismo se amordazó tan fuerte como pudo y luego, con toda la frialdad que pudo, se acomodó el hueso, sintiendo tanto dolor que en verdad pensó que se desmayaría, aunque sabía que ese era un lujo que no se podía dar.

Cuando terminó, sudando y con lágrimas en los ojos, tomó un poco de agua y decidió descansar un rato sin dormir, pues no quería morir mientras lo hacía.

Tomó un poco de la barra de chocolate que llevaba en la bolsa de la chamarra y luego cerró los ojos, pensando en la felicidad de haber llegado a la meta, aunque quizás no viviera para contarlo. Sin que le importara realmente, se puso a canturrear una canción que recién había escuchado.

Decidió poner la alarma de su reloj para que sonara cada quince minutos, así, aunque se durmiera, el ruido lo despertaría.

─    Seguramente será la noche más larga de mi vida. – Dijo en voz alta, pero luego rectificó. – No, mi querido Seokjin, la noche más larga de tu vida ya la viviste y fue en verdad… mucho peor. – Y su corazón dolió, pues recordó la noche siguiente a la cremación de su querido bebé.

 

─    Ni siquiera le pudimos poner un nombre. – Hablaba en voz alta, pues sabía que en realidad estaba en el lugar más solitario del mundo. Era el hombre más solitario del mundo, en el lugar más solitario del mundo.

 

FLASHBACK

Una vez que acomodaron la pequeña urna con las cenizas de su hijo en un altar que construyó su amigo Hoseok en el jardín, él y sus amigos entraron a la casa y se sentaron en la enorme sala, mirándose entre sí.

─    Gracias por estar conmigo chicos, pero ahora… me gustaría estar solo. – Les dijo, levantándose para cambiarse el traje negro que llevaba.

 

─    No te dejaremos solo Jin. – Le dijo Nam Joon, decidido. – Nos instalaremos en el cuarto de huéspedes y aquí, en la sala, pero no te dejaremos que pases ésta noche solo. – Decidió.

 

─    Está bien, como quieran. Solo… subiré a mi cuarto a descansar un rato y luego bajo para que cenemos algo. – Les propuso.

 

─    No te preocupes amigo. – Hoseok se acercó y le palmeó el hombro. – Nosotros nos encargaremos, tú solo ve a dormir. – Y le sonrió con su encantadora sonrisa que a todo el mundo le encantaba.

 

─    Gracias. – Contestó, pero fue incapaz de sonreír.

Se giró sobre sí mismo y subió a la habitación donde apenas hacía dos días, era tan feliz.

Miró la cuna vacía junto a la cama y entonces vio el pañal limpio que le iban a poner al bebé ese día en la mañana. Se había inclinado para cambiarlo,  cuando se dio cuenta de que el niño había muerto.

Con estos tristes recuerdos, lo tomó con sus blancas manos y entonces lo acercó a su rostro, reconociendo el olor de su querido niño. Luego, simplemente comenzó a llorar.

Sin control, las lágrimas salían de sus ojos como el agua de un rio, sin rumbo y sin nada que las detuviera.

─    ¿Por qué? ¿Por qué te fuiste, cariño? – Le preguntaba al bebé muerto que lo había dejado tan solo y tan desesperado.

Se inclinó sobre la cuna y sus manos seguían sobre su rostro, cubriéndolo completamente, mientras lloraba.

Fue deslizándose lentamente, hasta que quedó sentado en el suelo, con el pañal entre sus manos, llorando… no, gimiendo con tanto dolor, que los tres hombres de abajo lo escucharon.

Hoseok iba a subir para ayudarlo, pero Yoon Gi lo detuvo.

─    ¡Déjalo, le hará bien! – Le dijo.

 

─    ¡Pero está llorando, y Jin nunca ha llorado! ¡Debe estar sufriendo mucho, demasiado! –

 

─    Está sufriendo demasiado. Perder a un hijo, por pequeño que éste sea, es algo que no es fácil de superar. Pero le hará bien llorarlo, pues no lo había hecho. Deja que sufra y que lo asimile, debe pasar por eso para después, seguir adelante. – Lo tomó de la mano y abrió la puerta del jardín. - Ven, salgamos a tomar un poco de aire para que no te estreses escuchándolo. – Le terminó de decir, obligándolo a salir al jardín para caminar por un rato.

Jin siguió llorando bastante por un buen rato y luego, se quedó sentado en el suelo, sin soltar aún el pequeño pañal.

Miró una foto del pequeño que estaba colocada sobre el mueble que servía de cajonera. Era la primera foto que le tomó a su hijo. Esa fotografía era del día que el niño llegó a la casa, y su mirada era demasiado despierta para su edad. Así que Jin, orgulloso padre, captó el rostro de su hijo, en su primer día en casa.

Seokjin acarició la fotografía con demasiada ternura, se limpió el rostro con las manos y después se levantó del suelo.

Sin fuerza para nada, se acostó con todo y ropa en la cama. Únicamente se había quitado el saco antes de subir así que, ya acostado, se aflojó la corbata y se desabrochó los botones de arriba de la camisa.

Se giró para mirar la blanca cuna y apretando el pequeño pañal junto con la fotografía, como si fueran el cuerpo de su bebé muerto, cayó en un profundo sueño.

FIN DEL FLASHBACK.

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El ruido de la alarma lo despertó. Abrió los ojos asustado y luego, recordando donde estaba, trató de relajarse. La pierna le dolía bastante, pero menos que antes y sacando más chocolate de su empaque, mordió la barra.

La noche era muy bonita. En realidad, le parecía que estaba ante un paisaje majestuoso, con la blanca nieve, el cielo despejado y su soledad.

Pensó que era afortunado de que ahí no hubiera animales grandes o insectos que lo pudieran atacar. Literalmente estaba en la cima del mundo. Sonrió por su pensamiento tan banal.

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Abajo, Nam Joon, Hoseok, y Yoon Gi, estaban muy preocupados pues Jin había tenido que haber llegado hacía mucho tiempo y simplemente era obvio que algo le había pasado. Así que se agruparon para decidir lo que harían.

─    Esperemos a mañana, será más fácil hallarlo. – Les dijo Nam Joon.

 

─    ¿Y si está mal herido? No podemos dejarlo ahí toda la noche, morirá de frio o desangrado. – Intervino Hoseok con demasiado temor.

 

─    No podemos ir ahora, aún hay tiempo de que venga y se molestará si vamos por él. – Habló Yoon Gi.

 

─    No se enojará. No tiene por qué. – Contradijo Hoseok. Y luego agregó. – Tengo un mal presentimiento, por favor, vayamos por él. – Les dijo con algo de desesperación.

 

─    Cálmate Hobi. Siempre has sido demasiado aprensivo, no le ha pasado nada y tú no eres una chica para andar usando ese argumento de tu sexto sentido y cosas así. – Se burló Nam Joon, queriendo bajar el tono de la conversación.

Hoseok lo fulminó con la mirada pero no dijo nada más.

Yoon Gi que lo conocía muy bien, pues eran más cercanos, solo concluyó.

─    Te acompañaré a buscarlo no bien amanezca. ¿De acuerdo? Faltan dos horas y entonces nos iremos, por ahora, deja que duerma un poco porque si en realidad está herido, necesitaré de todas mis fuerzas para cargarlo. – Y cerró los ojos para quedar dormido de inmediato.

Nam Joon miraba a Hoseok que se mordía el labio inferior como señal de preocupación. Sonrió y le dijo:

─    No le pasará nada. Jin sabe cuidarse, no es tonto. –

 

─    Lo sé, pero… no quiero que le pase nada malo. Él es un gran tipo y yo lo quiero mucho. – Señaló.

 

─    Yo también lo quiero, pero no dejo que mis sentimientos guíen mis acciones. Nunca. –

 

─    Lo sé. Eres de piedra. – Se quejó.

 

─    No amigo, soy igual que tú, de carne y huesos, pero por eso no dejo que me hieran tan fácilmente. Porque sé que me derrumbaría. – Confesó.

Hoseok lo miró con interés. Era la primera vez que Nam Joon hablaba de sus sentimientos y más que lo hiciera de una manera tan abierta.

─    No me mires así. Me haces sentir extraño. – Le dijo a Hoseok cuando observó su mirada.

 

─    Lo siento. Pensé que alucinaba. Hablabas de sentimientos y cosas así. – Le dijo, mirando de nuevo hacia la cima, como buscando a Jin. Luego sonrió.

 

─    Muy gracioso, Hobi, muy gracioso. -  Y luego, también se acurrucó para poder dormir por un buen rato.

 

─    Descansa, yo los despertaré en dos horas. – Le dijo Hoseok.

 

─    Trata de dormir. Mañana estarás molido. –

 

─    Cuando vea a Jin sano y salvo, dormiré y descansaré. – Y siguió con sus pensamientos.

 

Jin abrió los ojos no bien escuchó la alarma sonar, y  luego la apagó. Durante toda la noche había estado despertando cada quince minutos a fin de no morir de hipotermia, pero era de día y su reloj biológico actuaba a su favor.

Según sus cálculos, eran las cinco de la mañana y ya había luz, escaza, pero era luz, así que decidió jalar sus cosas que estaban a más o menos, un metro de él.

Con cuidado, lentamente, tomaba la cuerda y la iba enrollando junto a él, mientras acercaba cada vez más, sus cosas.

Al fin, las pudo tomar con sus manos. Vio el teléfono satelital y envió una señal de ayuda que llegaría a todos los que tuvieran uno igual al de él.

Trató de encontrar su celular, pero no lo halló.

Observó su pierna, sin descubrirla, pues hacía demasiado frio, sin embargo, al parecer, seguía igual.

Después de unos minutos u horas, escuchó la voz de Hoseok gritando por su nombre.

─    ¡Aquí, aquí estoy! – Contestó feliz.

Pero solo el silencio le contestó. Volvió a gritar y nada. Supuso que había alucinado, después de todo el lugar donde estaba no era precisamente el lugar más oxigenado del mundo.

Yoon Gi y Hoseok habían llegado muy cerca de Jin y entonces éste último volvió a gritar.

─    ¡Seokjin, ¿Dónde estás?! –

Esperaron para ver si escuchaban la voz del mayor.

─    ¿Dónde estará? – Preguntó Yoon Gi.

De pronto, un poco lejana, llegó la voz de Jin.

─    ¡Aquí, aquí estoy! – Les contestó y los dos trataron de adivinar de dónde provenía la voz.

 

─    ¡Grita de nuevo, no te vemos! – Le gritó Yoon Gi.

 

─    ¡Aquí, abajo, en una saliente! – Les contestó y miraron para todos lados, caminando hacia donde escucharon la voz y si, efectivamente, debajo de ellos, en una saliente vieron a Jin hecho un ovillo.

 

─    ¡Jin, hyung, ¿Estas bien?! – Preguntó Hoseok sonriendo al fin.

 

─    Creo que tengo rota la pierna. – Les contestó.

 

─    No te preocupes, te sacaremos y nos iremos a casa, hyung. – Le dijo Yoon Gi ligeramente preocupado.

Hoseok bajó hacia donde estaba Jin y lo miró. Se veía pálido y con frio, pero bien. Lo amarró al arnés que llevaba y luego le inmovilizó la pierna, haciendo gemir de dolor a Jin.

─    Lo siento, pero no puedo subirte sin inmovilizarla. –

 

─    Sigue, sigue, no te apures. –

Al fin, lo fueron subiendo lentamente hasta que llegó junto a Yoon Gi. Luego, subieron las otras cosas y finalmente, después de pasar por Nam Joon, lo cargaron hasta el último campamento que estaba a 500 metros.

 

 

Notas finales:

Gracias por darle una oportunidad a este fic. 

En realidad lo escribi cuando estaba pasando por un mal momento, pero tranquilas, que no será solo drama. Después de todo, si han leido algunos de mis fics, yo no gusto de los finales tristes. 

Así que éste fic será bastante tormentoso, pero espero poder darle un buen final, quizás no tan cursi como acostumbro, pero si adecuado. 

En fin, como siempre les digo que sus comentarios me ayudan mucho y que me han sacado de más de un problema, cuando no tengo ideas. 

Espero les guste y especialmete a las chicas que les gusta Jin, que quizá no es tan llamativo como los otros miembros de BTS, pero indudablemente sin él, BTS no sería lo que és. 

BESOS. 


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