Dicen que los desórdenes mentales son ahora considerados un don en ciertas personas pues de allí surgen los mejores y más preciados seres del mundo.
Al parecer tienen una perspectiva distinta y fascinante. Se desarrollan en otro nivel y antes de despertar ese desorden, ante el público, son los seres más admirados en cierto punto de sus vidas.
No todos pueden detectar una persona con algún desorden o trauma en medio de las calles. Toma horas o hasta ciertos minutos si muestran un acto atípico. Incluso los mismos psiquiatras y psicólogos son víctimas de sus propios enigmas médicos. Ningún humano es perfecto y mantenerse al pie de la letra es algo que unos tantos pocos de millones de personas pueden lograr. Otro simplemente caen bajo a causa de los demás.
Y,
…Solo institutos mentales pueden ayudarles o dejarles allí para siempre.
Para esos que tuvieran la ayuda a una esquina de la vuelta, veces se tienen que buscar y pasar por casos especiales con otros casos peculiares para ver un resultado y notarlo por sí mismos.
Ir de un extremo a otro.
-¡No me importa qué precio, ustedes firmaron un maldito acuerdo de dos años! –Un hombre lanzaba su puño en la gran mesa. Esperaba otras respuestas después de dos años mudos.
-Nunca garantizamos resultados. –El hombre de cientos de títulos médicos y certificados respondía en la calma de su escritorio.
-¡¿Eso es todo?! –El señor estaba sumamente enfurecido. Parecía que solo faltaban segundos para atacar a puños al renombrado director de la institución.
-Realmente… Eso es todo. –El doctor quien tenía su vista en diagnósticos, alzó su cara para mirar al hombre que ya poca paciencia se le veía. –Y mientras no haya una mejora, ni usted ni yo influiremos en las leyes...
-¡Es un farsante! –El manager acusaba y no sabía lo que decía, era un hospital mental o instituto como cualquiera quisiera acreditar, pero se tenían límites y este hombre en máximo represente quitó sus anteojos lentamente mientras dirigía su mirada al manager.
-Consideraré eso como difamación e injuria.
-¡¿Qué?! –El manager no salía de su rabia y que le acusaran con sus propios métodos le dejaba como rata de laboratorio.
-Absténgase a sus palabras... –El doctor dijo fijando su mirada y no quitándola ni un segundo. El manager apretó los dientes casi lastimándose el mismo de sus ímpetus. El reconocido médico sonrió de lado, apartando sus ojos a algo más.
-Solo démelo una semana... –Este propuso a pesar de haber sido callado previamente.
-No influiré en sus propósitos sino los que se han encomendado. El Señor Jung deberá residir el tiempo que sea necesario, una vez satisfechos con los resultados, que ya he dicho no tienen un intervalo de tiempo… Podrá ser liberado de cargos. –El doctor dijo sin represiones. Sonriendo y volviendo a mirar al manager. –Y claro, volver a su carrera y cotidiana vida...
El manager parecía que estaba en su punto de ebullición de asesinar al director vestido de blanco. Cerró sus ojos y apretó su maletín.
-No quisiera pensar que las finanzas del señor Jung están en amenaza siendo gastadas más que en un simple hospital mental... –El médico aunque no amenazaba sabía las palabras que usaba. El manager se limitó a tragar cualquier maldición, rindiéndose. –Creo que puede quedarse el tiempo que sea necesario…
-Vendré en un mes... Si no veo resultados retiraré a Daehyun de este circo para locos... –El manager dijo lo último más para sí mismo pero todos en la oficina principal escucharon. Cuando lanzó las puertas confirmando su salida. El silencio no fue incomodo, sino más bien placentero.
-Doctor Bang... –El joven enfermero caminó al frente. –¿Es prudente comenzar...? –Este dijo bajando medio cuerpo para mostrar respeto en gracia.
-El señor Choi parece también entrar en lo que buscamos... –El doctor Bang no dejaba de revisar los archivos, los cuales dejó de tomar atención cuando llego el manager. –Transfiéranlos.
-Entendido. –Todo el personal dentro exclamó.
-Oh... –Su más fiel enfermero exclamó antes de irse. –Junhong-... –La expresión del doctor cambió tanto que muchos ya conocían esa cara y no era necesario voltearse para saber que la llevaba.
-Fuera...
I.
Su puerta fue abierta, otra horrible persona volvía a llevarle el desayuno con esa estúpida flor, y el diario de noticias y espectáculos. Daehyun normalmente estaba despierto a estas horas. Era por la insoportable luz que llegaba a las ventanas todos los días. Exigió cortinas pero fueron negadas. No se le concebía nada que fuera una posible arma. Pues según el estúpido artículo que le hicieron leer a Daehyun en voz alta, todo era una posible arma solo quedaba de tu imaginación como verlo.
Daehyun podía entenderlo, estar encerrado por un par de años en un lugar así solo te causa pensamientos fuera de lo común.
Un 50% eran aleatorios que venían de recuerdos y el otro 50% eran sólo pensamientos explícitos de cuantas ganas tenía de ahorcarse. Jung Daehyun, el apremiado y valorado actor de cintas para adultos ahora se encontraba encerrado por un mal entendido de hace dos años en una escena de grabación donde lo acusaban de violación.
No fue violación, Daehyun simplemente le gustaba hacerlo bien y tal vez un poco del lado del dolor, pero nunca en contra de la voluntad de alguien. Sin embargo fue engañado, grabado y encarcelado. Un juicio vino como consecuencia y he aquí, sin haber tenido sexo propiamente, en un maldito instituto mental, porque al parecer “él estaba loco”.
-Buenos Días Señor Jung...
-No soy un maldito anciano...
-Lo sabemos Señor Jung...
-¡¿Entonces por qué me sigues llamando así?! –Este dijo molesto, ya no sabía cuántas veces hablo con todos los que le han atendido en ese tono.
-Es protocolo Señor Jung. –La enferma dijo sin sentir molestia de que le hablaran en un mal tono. Sin embargo, a Daehyun le irritaba. –Su desayuno, y hoy es un día especial...
-¿Me sacaran de aquí?
-No.
-¿Ya puedo acostarme con algún enfermero? –Daehyun comía llenando su boca.
-No señor Jung. –La chica aún tenía esa sonrisa irritante que se le metía en los nervios a Jung Daehyun.
-Tendrá un compañero de cuarto.
-¿Qué? ¿¡Un maldito enfermo en mi habitación!? –Daehyun escupió el desayuno, casi derramando el jugo mientras se levantaba forzosamente.
II.
-¡Por favor no me dejes aquí! –El peli-negro gritaba, no quería ser abandonado en un lugar por tener una simple fobia física y sexual. Él podía vivir como cualquier ciudadano, no necesitaba ayuda, solo quería que le dejarán tener distancia con las personas y trabajar desde casa. Tal vez vivir graves depresiones, y tentar a querer suicidarse. Youngjae solo quería que lo dejaran vivir su trauma a solas. Pero según su psicólogo estaba en un estado donde necesitaba ayuda, y sus padres no negaron en pensar que esta era la mejor opción, pues él peli-negro no quería asistir a las terapias. –¡No se vayan! ¡Prometo hacer lo que ustedes quieran pero no me dejen aquí! ¡No estoy loco! –Al parecer sus súplicas gritaban lo contrario, sus padres se iban en un bote de lágrimas.
Abandonando al chico. Youngjae solo con sus puños uno sobre el otro apretando los lados, derramaba más dolor que cualquiera.
Se sentía muy solo ahora, a pesar de tener una fila de personas a su disposición. Esperando que superara el tema mientras cargaban sus bolsos y demás.
-Yoo Youngjae... Es hora de entrar.
III.
-¿Es esto de tu gusto Youngjae? –La señora Choi, preguntaba. Su hijo no había dicho ni una sola palabra en todo el camino y ya estaba llegando el momento de despedirse. –¿Youngjae me estas escuchando…? ¡Youngjae!
-¿Eh? Ah si-si...
-Youngjae, no verás a tu madre en mucho tiempo, ¿no me extrañaras? –La señora estaba dolida en cierta forma, aunque no estaba impresionada, la idea de dejar a su pequeño hijo allí era para que le ayudaran a conseguir emociones.
No tenía ni una sola.
-No lo sé... Tú eres quien me deja aquí. ¿No deberías extrañarme tú? –El chico dijo sin expresión alguna. Aburrido de lo que veía por la ventana del auto. Su madre quedó un poco herida. Siempre desde que llevó a Youngjae al psicólogo, su preocupación era por saber si de verdad este tenía sentimientos.
Youngjae apenas llegó miró el lugar y volvió a su aparato móvil. Su madre se acercó una última vez a abrazarle y esta se fue a arduas penas, había un chico arrodillado en la entrada llorando, le dio cierta lastima. Al mismo tiempo solo esperaba que la próxima vez que viera a su hijo este tuviera la misma reacción hacia la vida. Le dio un beso en su frente y Youngjae no dejo que tocarán sus cosas cuando alguien se le acercó para indicar el camino, siguió por su cuenta adentro, sin mirar atrás.
-Choi Youngjae, por este lado. –El otro enfermo alto y blanquecino apareció de la nada, tenía facciones muy suaves y Youngjae no tenía problemas en seguir el camino, excepto cuando una caja vacía apareció frente a él. –Debe darme sus pertenencias.
-No quiero. –Este miró la bolsa y después su cara, retirando los cabellos azulados de su cabeza.
-Revisa sus bolsillos y déjale el aparato electrónico. –Una grave voz interrumpió.
-Doctor Bang... –El enfermero bajo medio cuerpo y obedeció, haciendo señas al chico de que entrara al consultorio.
El peli-azul de nuevo con su cara inexpresiva solo siguió indicaciones. Se sentó y quitó sus audífonos. Ambos quedaron solos cuando la puerta fue cerrada tras él.
-¿Yoo Youngjae o Choi Youngjae? –El doctor Bang sabía muy bien quien era cual pero quería iniciar la conversación naturalmente.
-Choi... ¿Es que hay otro Youngjae aquí? –El peli-azul al parecer no era tan fuera del interés como explicó su madre.
-¿Llegaste a ver a un chico de cabello negro en la entrada? –El doctor Bang expuso mientras volvía a leer el expediente. Youngjae solo respondió con un 'Uhum'. –Pues es el...
-Genial.
-Youngjae, ¿existe algún problema que quieras decir relacionado con que estés aquí?
-¿Me harán pruebas extrañas? –Youngjae pregunto mientras veía al doctor Bang sin miedo alguno. Era el primero en sostener por tanto tiempo la mirada sin sentir algún tipo de incomodidad.
-No creo que sea necesario.
-Estoy bien... Solo no quiero abrazar gente extraña.
-Probablemente no tendrás que hacerlo... –El doctor Bang reía por lo bajo. Era el primer paciente que no le causaba problemas o mostraba quejas. –Pero debes saber que tendrás un compañero de cuarto y es un poco... –El doctor balanceó su cabeza. –Tiende a buscar contacto físico, pero si te causa problemas te daremos un control para emergencias. ¿Está claro?
-Seguro... –Youngjae bajó y subió sus hombros. El doctor Bang asintió satisfecho y mando a que se llevarán al paciente.
Solo faltaba uno.
IV.
-¿Desde cuando llevas sirviéndome el desayuno y te sigues negando por un buen rato...? –El peli-plateado susurraba mientras tenia a la chica acorralada. Esta solo quería recoger los platos llevados hace menos de una hora.
-Se-señor Jaebum... –Esta lo empujaba. Pero él peli-plateado solo sonreía mostrando su satisfacción por intimidarla. Ese era un comienzo. –Por favor hágase a un lado.
-No tengas miedo, será pla-...
-Im Jaebum, es hora de un baño. –Un enfermero que ya conocía era cascarrabias, le interrumpió, sin embargo otras dos personas más venían con él. Atrayendo la atención de él peli-plateado y dejando ir a la chica que corrió hacia los platos de prisa por volver a la entrada. –Te explicaré en el camino, andando...
No dejaba de ver al chico de cabellos azules, quien no tenía expresión de sentirse en molestia de que este le viera en emoción y picardía.
-¿Es uno nuevo? –Jaebum era jalado fuera de la habitación pero este no se iba aun.
-Muévete Jaebum. –Dicho chico sonrió y dejo ser llevado a su aseo diario.
El peli-azul solo estaba más concentrado en cuál sería la próxima canción que quisiera escuchar. Haciéndose a un lado cuando cosas como una cama y mesas con cajones pequeños estaban siendo llevados adentro. Al parecer ambos enfermeros se fueron a buscar cosas para completar la orden de mudar a nuevo. Dejando solo y con la puerta abierta.
Dando unos minutos después, sintió un cuerpo rodearle por detrás. No le asustó pero lo dejo a la expectativa de que las personas comunes siempre hacen algo a cambio.
-Bienvenido a mi cuarto... Compañero. –Jaebum apareció desde atrás diciendo sus palabras y apretando la cintura de él peli-azul y bajando sus manos pero paró. Youngjae aunque no vio su cara podía sentirse como tenía una sonrisa sobre su rostro. Para cuando se volteó a ver.
No había nadie.