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Sweet surprise. por Mimi_nuna

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Notas del fanfic:

¡Hola!, no es mi pareja favorita pero alguien me sugirió que no podría llegar a buen puerto con una historia como esta. Challenge accepted xD

Espero que los resultados sean positivos, pero solo ustedes pueden decírmelo así que apreciaré tremendamente que me dejen saber sus impresiones. ¿por fis?

 

‘Malcriado’, aquel era mi primer pensamiento cada vez que se me anunciaba el menú y adivinaba a quien pertenecía el pedido. Comenzaba a impartir directivas innecesarias para que la perfección fuese alcanzable y su caprichoso paladar satisfecho pues aborrecía particularmente que el maître se acercase a darme su mensaje

-Quiere verte-

Maldije mentalmente antes de procurar una sonrisa tan falsa como su paladar negro.

Pocas veces oía lo que tuviese que decir aunque me intrigase que solo tuviese sugerencias o quejas sobre el postre ‘malcriado de mierda’ mi liberación mental consistía en imaginar una docena de modos de verlo morir atragantado mientras jugueteaba con los restos de dulces que maltrataba deliberadamente mirándome a desgano

-Lo haré mejor la próxima vez-

-Lo agradecería mucho-

Mirando la nada y eventualmente mí reflejo en el metal pulido del ascensor me noté agotado, acalorado y todavía por las horas en la cocina con la nariz impregnada, deseaba un baño más que cualquier otra cosa. El simple pensamiento atrajo una maldición y mis deseos cambiaron de inmediato.

-Kim Jonghyun- Solía nombrarme con desdén y un asentimiento por saludo, me fastidiaba particularmente.

Aún faltaban algunos segundos que serían eternos pues a mí reflejo se le sumaba uno irritante, el de un alto y pulcro Lee Taemin que desentonaba claramente con mi aura cargada de cansancio y calor. Acomodó su crecido cabello negro y no pude ignorar un par de aretes brillando ostentosamente en su lóbulo. Reí internamente y siguió mi atención con curiosidad

-¿necesitas algo?-

-honestamente no-

Normalmente las personas suelen tener un vecino molesto o desagradable, el mío era particularmente incómodo, un tipito atractivo que me perjudicaba especialmente pues las paredes eran una lámina y sus encuentros vespertinos y/o nocturnos solían ser eróticamente ruidosos, lo cual era indignante y abochornante, en especial cuando tenía compañía y debía justificarme por el sonido ambiente.

-no te preocupes, es encantador- con aquellas palabras mi última pareja tomó un par de bocados antes de verse contagiado por el clima amoroso ajeno y dar por finalizada la cena.

Un par de semanas después eran íntimos y compartían almuerzos en mi local y el resto del tiempo a metros de mi living para compartirme directamente lo bien que la estaban pasando. Después de tal encantador giro del destino mi vecino se mantuvo fastidiándome con su presencia un par de veces a la semana en mi lugar de trabajo.

Siquiera nos conocíamos más que de nombre y por eventos inusualmente desagradables como cogerse a mi ex o hacer berrinches por la comida pero lo veía más que a mi propia familia, a diario, casi cronometrado, tomaba el ascensor y compartíamos el trayecto, aunque soliese desaparecer un par de semanas terminaba regresando del mismo modo, perfecto e irritante.

No estaba seguro de su edad, ni de sus actividades aunque presumiese que tenía algo de dinero, probablemente por eso lucía siempre impecable, era pretencioso y despilfarraba dinero en almuerzos que jamás completaba. Un mimado con dinero, eso podría resumirlo todo.

Aunque con el tiempo también tuviese la sospecha de que el dinero provenía de algún tipo de actividad que involucrase su apariencia, ¿favores sexuales tal vez?, no estaba seguro porque me intrigaba el asunto pero siempre lo consideraba, en especial cuando remataba mi cena oyendo sus sesiones amatorias.

Durante un par de semanas casi olvidé su existencia hasta ser llamado al salón un mediodía, al acercarme todas las alertas se encendieron, su mesa usualmente solitaria era muy concurrida y me fui preparando mentalmente en cada paso.

Aún atento a los halagos no pude dejar de observar a quien mantenía las comisuras contraídas mientras bebía. Tragué grueso al verlo separar la copa para dirigir los ojos hacía mí una vez que todos hubiesen terminado de hablar.

-¿chocolate con lavanda?….sublime- sonrió apenas quitando los ojos de los míos en una fracción de segundo y por fin pude tragar otra vez.

Aún me costaba regular los latidos al regresar a la cocina y que mis compañeros disfrutasen del logro, por primera vez desde el principio aquel comensal no se había quejado, justamente ahora que era reconocido y sus acompañantes también, sería buena publicidad para el local. ¡Qué suerte que habíamos tenido un excelente día con los ingredientes!

Durante el resto del día reuní la información necesaria, Lee Taemin, había finalizado su primera ronda de presentaciones en el exterior siendo el concertista más joven y prometedor del país había captado la atención de un sector usualmente desinteresado, bla bla, bla. Estaba intrigado y lo estuve el resto del tiempo.

Como era de esperar se mantuvo a mi lado y dimos el mismo paso antes de que la puerta nos aislase.

-Supe de tus conciertos, felicitaciones-

-Gracias…nadie me felicitaba antes aunque hiciese exactamente lo mismo, solo se reconoce el éxito- completó desinteresado poniéndome de malas. ¿Para qué me esforzaba en ser agradable con tal sujeto?, estaba preguntándoselo mentalmente a mi reflejo de ceño y labios fruncidos cuando su rostro se volvió al mío -tu expresión, ugh- se quejó como si tocase alguna fibra -cuando pones esa cara siento que debo tenerte-

Mi saliva pasó casi ruidosa, me hallé preocupado por el acercamiento y por su altura, tal vez porque estaba encogiéndome ante la acción se veía más alto que cuando estaba a mi lado, sus ojos me observaban con atención casi absorbiéndome, uno de sus dedos contorneó mi ceja crispada -¿qué pasa?, ¿tan desagradable soy?- preguntó rozando

–porque para mí no eres nada desagradable, todo lo contrario- la dificultad para tragar era comparable a la que me impedía respirar. No entendía muy bien la situación como tampoco lo hacía mi cuerpo, mi vecino estaba ajustándome contra la superficie en la cual solía perderme hasta salir del cubículo y no sabía cómo reaccionar, particularmente porque de algún modo desconcertante estaba absorto en la observación de su rostro sobre el mío.

-¿sabes que me gusta más de ti?- preguntó sin esperar respuestas –esa expresión de ¿enojo?, ¿rabia?, ¿asco?…es muy…¡agh!- sonrió como si tal cosa fuese una palabra -me inspira- concretó elevando mi rostro apenas -¿por qué me provocas?, tengo problemas para controlarme-

Tenía problemas, muchos, y yo tenía pánico, demasiado, de que aquellos labios hubiesen abierto  los míos con tal facilidad, terror de que los ojos se estuviesen cerrando naturalmente mientras el calor de su lengua comenzaba a analizar las profundidades de mi boca sin que pudiese hacer nada más que abrirla dándole permiso. Horror de estar gruñendo de placer a medida que su saliva endulzaba toda la cavidad.

¡oh maldita sea Kim Jonghyun deja de incitarme!- relamiéndose para secar sus labios dos segundos antes de que el piso tambalease a nuestros pies como acababa de tambalear mi juicio. –que descanses- por fin recordé como tragar, respirar y querer morir. Todo en dos segundos extra.  Él estaba demente, probablemente yo lo estaría pronto.

Estaba drogado. Bebió demasiado. Solo quería molestarme. ¿Estaba agradecido por el postre?, ¿No tenía idea de cómo recibir cumplidos y actuaba irracionalmente ante uno? Tuve todas aquellas probabilidades en mente para no tocar su puerta y estamparle un puñetazo en medio de la nariz pero no lo hice porque estaba lo suficientemente preocupado por mi pasividad y la estupidez de enredar mi lengua a la suya al primer intento.

Agradecí no verlo a él o a su comitiva durante un par de días ni tener que topármelo en el ascensor porque no estaba seguro de cómo debía reaccionar después de lo suscitado, pero nada es eterno, mucho menos la buena suerte.

El silencio se instaló probablemente porque cargaba una pequeña bolsa de la que comía sin preocupaciones, aquello me inspiró una risa de burla.

-¿Te quejas de mis postres pero comes cualquier golosina de la calle?, ¡qué niño!- Como si mi comentario malintencionado lo divirtiese masticó con cuidado limpiándose los restos antes de hablar.

-¿Qué importa de dónde viene si sabe bien?...¿acaso no te gusta?- siguió con atención mi mirada a la confitura antes de soplar una risa nasal –eso no, que sea más joven, ¿no te gusta?- me observó con atención, la misma que estuvo dirigida a aquella boca que solo decía tonterías –sé que te gusta, más que eso, te encanta- concluyó casi con orgullo –¿te calienta?, que alguien que ahora sabes es un poco menor te deseé y no tenga problemas en decírtelo, sabes que seré descarado y te tomaré donde se me antoje porque en el fondo lo deseas tanto como yo y no harás nada por evitarlo- masticando hizo un movimiento con los dedos -todo este asunto te parece sucio pero te encanta lo sé…también a mí me gusta, y me calienta claro-

Mi expresión estaba totalmente descompuesta, no solo por la elección de palabras sino porque eran ciertas, había estado reuniendo información suya y mi autoestima estaba un poco inflamada por su atención, que leyese mi mente no era agradable, ya que allí tenía un arsenal de ideas que estuve generando en algunas horas de soledad y acaba de detonar con tal declaración. Pero suelo ser bastante centrado y para nada fácil, el tipito tenía problemas conmigo de mediana data lo cual era una deuda pendiente, y dado el nivel de interacción agilizándose decidí exponer

-¿sabes que me gustaría realmente?...saber que mierda pasaba por tu cabecita perversa para cogerte a mi ex y pavonearte frente a mis narices como si hubiese sido un logro, sacarme de quicio en el trabajo y sistemáticamente cuando nos vemos, particularmente ahora sexualizándolo todo, ¿qué crees que ganarás con esta actitud de repente?-

Se encogió de hombros quitándose de la boca la comida que siquiera masticó mientras me observaba

-Eres sexy, no solo eso, tienes un algo, ¿por qué crees que voy a increparte tan a menudo?, porque me gusta esa expresión de asco que pones cada vez que te hablo, ¿pero sabes que me gusta más?, la mera idea de quitarte ese rictus y ponerte uno que me guste más, mucho más- Estaba cansándome, apoyado contra la botonera sufrí el lento trayecto esperando una respuesta convincente -¿quieres saber por qué me lo cogí?...digamos que quería algo tuyo, aunque fuese compartir un agujero, como si fuésemos ¿dos conejitos?- rió como si fuese muy ocurrente, había algo en él que me enfermaba particularmente, mantuve el silencio –y ya que preguntaste que pretendo ganar…quiero oírte, ¿nunca haces ruido?, solo escucho a tus amantes, estoy seguro de que yo te haré sonar, voy a afinarte como a un instrumento ya verás-

Mi respiración estaba agitada y mi entrepierna palpitante cuando salió como si no hubiese dicho nada aunque yo sintiese que una bomba acababa de explotarme en la cara.

Aunque lo supe en el local un mediodía no recibí quejas o sugerencias, no lo vi en el ascensor y la calma regresó. Una calma tensa que alimentaba ideas acerca de su total locura, y la mía, claro, que hallaba deseable cada una de sus insinuaciones.

Lo descubrí en mi puerta estirando el brazo una noche de lunes, la única que tenía libre y arruinó en un par de segundos.

-Tan lejos de casa aún pensé en ti, te traje un regalo- guiñó el ojo sonriendo y sacudiendo la bolsa cerca de mi cara –vamos, tengo que ir a descansar, ha sido un vuelo agotador-

No entendí como alguien podía lucir tan bien después de un viaje, ante el silencio agitó la bolsa como recordatorio.

Aunque dudoso tomé el paquete. Estuve siguiendo las noticias, sabía exactamente donde estaba y lo bien que le había ido, felicitarlo estaba de más porque probablemente diría algo desagradable, por lo tanto me limité a agradecer el presente que insistió descubriese.

-No soy afecto a los dulces- comenté al notar una caja de chocolates muy cara pero muy poco atrayente.

-ahora entiendo todo, con razón tus postres son tan poco agradables, no los pruebas…-

Conjeturó ofendiéndome, pero mantuve a resguardo toda expresión.

-Los probaré, ya que lo trajiste serán consumidos, puedes estar tranquilo-

-de acuerdo-

Una ligera mirada, una lectura y reacción veloz. Sostuvo la puerta obligándome a retroceder al hacerse paso.

-ve a descansar después del viaje- ordené

-dormiré mejor después de un poco de sexo- aseguró y se acabaron las palabras.

Los chocolates en el piso al igual que su abrigo, la ropa abriéndose, encimándonos contra el muro, bocas abiertas, besos hambrientos, rudos, excitantes. Él no pedía permiso, tampoco yo metiendo las manos dentro de la ropa para tironear y eliminar cuanto antes.

El vecinito descarado me calentaba sobremanera y que no hiciese una escena por ello me satisfacía particularmente.

-¡ah…ah!- repetitivo, como si faltasen muchas expresiones en su vocabulario mientras arrasaba con la boca sobre su cuerpo tanteando terreno, la piel tersa, ajustada a su delgadez, las tetillas contraídas por el frío, o el calor,

-¿duermes en la leche maldita sea?- ir descubriendo su blancura era irritante, tanto como el modo en que se ondulaba contra mi lengua exploradora.

Besos, lamidas, chupetones y mordidas, esperaba fuese un orgulloso gatito de las nieves mañana pues pensaba marcarlo entero para que disfrutase de los resultados de su histeriqueo constante.

-déjame tocar- ordenó jalando el cabello que desordenaba entre jadeos hasta tenerme a su altura, o casi. Resoplando contra su boca esperé la exploración que no fue tal, viperino volvió a ondularse contra mi cuerpo exhalando una sonrisa gemida, contagiándome la sensación, dos o tres choques de su pelvis en la mía fueron suficientes para tenerme jadeando como a un perro en su cuello –oh…que interesante- concluyó sin dejar de maniobrar mi erección.

Era diestro, muy rápido, supuse que lo había hecho unas mil veces, porque no dejaba tiempo a dudas, réplicas o sugerencias, el contacto del muro chocó con la temperatura elevadísima de mi piel provocándome una exclamación que no fue comparable a la que me provocó comenzando a juguetear húmedamente por los bajos.

No sabía qué hacer, retorciéndome sin saber dónde meter las manos mientras parecía masturbarme con la boca pues aquello no era chuparla simplemente, sus mejillas ahuecándose de a ratos, llenándose cuando me frotaba en el interior abultándolas, mirándome con picardía esperando un aliciente, quería verlo, guiaba su actividad, su cabeza entre mis manos, clavado en su expresión golosa al mamar, los ojos casi lagrimeando cuando dejaba pasar completamente mi carne hasta el fondo, tosiendo, arqueándose en busca de aire, la boca escurriéndole de saliva y jugos unos segundos después arrodillado entre mis pies recomponiéndose

-¿vas a matarme antes del postre?- preguntó pasándose mi erección por la cara mientras observaba su posición casi sumisa, como un gato, meciéndose, su trasero sobresaliendo apenas en cada movimiento, olvidándome de cuanto me gustaba la situación y deseando cambiarla para tener acceso a aquella otra cueva probablemente tan caliente como la que estaba todavía ocupándose de mi segunda cabeza.

Su boca muy sucia, empapada, un beso erótico e inmundo en que me saboreé a mi mismo junto a su saliva, interrumpir de su diestra atención era un mal necesario para acelerar el trámite de cogérmelo, apretándolo contra mi cuerpo anoticiándome de la rigidez de su erección la cual no dejaba de manipular encendido de repente gimiendo en medio de la fricción de lenguas, sus sonidos vibrando en mi garganta, su miembro humedeciéndose en mi mano, no iba a chupársela, no, pero quería verlo serpenteando contra mi mano con su frente pegada a mi piel mientras lo pajeaba casi sonriendo con malicia cada vez que mi saliva caía sobre su glande reluciente antes de desparramarla por toda la extensión.

-Taemin- por primera vez dije su nombre arrancándole una mirada lasciva -¿qué te parece ahora?- sugerí y a la par de notar mi boca y ceja arquearse invitándolo comprendí el garrafal error. Su voz por fin hizo aparición tan ronca como su último gemido curvándole la expresión.

-Claro que sí- un abrazo posesivo, mi erección hipersensible me obligó a un jadeo involuntario al contacto, mordisqueó mi cuello mientras apretaba mi trasero elevándome en el lugar frotándose en mi entrepierna haciéndome tambalear -creí que nunca lo pedirías-

Probablemente lo hizo unas dos mil veces antes, lo consideré con la cara de repente contra el muro.

Su aliento chocaba en mis hombros resoplando, provocando escalofríos cuando la humedad de su boca se trasladaba por mi nuca.

Restregó su erección entre mis nalgas guiando mi cadera a su antojo

-dime como te gusta- sugirió todavía frotándose, abriéndome con sus manos, me contraje involuntariamente ante su calor -¿decido yo?- lujurioso mantuvo la acción masturbándose con mis nalgas apretadas, manos en mi torso, dedos rozando los botones sensibilizados por el roce, tal como pretendía acabé restregándome contra su erección –que obediente Jonghyun- sonrió lengüeteando tras mi oreja alargando la actividad hasta que fue aburrido.

Mordí mis labios, pudo verlo, mi perfil contra la pared era tan visible como mi esfínter contrayéndose al contacto –que difícil- se burló arañando la zona con impaciencia, lengüeteando mis labios, consiguiendo besos incompletos y mojados, dejando rastros de saliva entre mi boca y la suya, robándola para ponerla ahí, donde mi carne estaba abriéndose por la presión, la humedad y la calentura.

-Jonghyun…- llamó susurrante –no cierres esa boca-

Traspasó la barrera lenta y tortuosamente haciéndome reprimir sonidos, los dedos apretados en puños, mi expresión crispada excitándolo, todas sus palabras fueron sucias hasta tenerme ensartado del todo, rígido ante su agarre

-ahora lo entiendo todo- espetó manos firmes en mi cadera –no usabas esto…- una nalgada casi juguetona antes de retirarse apenas obligándome a abrir la boca por la sensación

–uhhh….ahora voy a escucharte entonces- comentó satisfecho, despertó y alentó quejidos con un suave ir y venir, hasta hacerme ir en su busca sin ningún tipo de pena empinando el trasero contra suyo dedicándome un gemido lujurioso ante la penetración voluntaria y un par de mordiscones para que guardase de recuerdo.

Comencé a masturbarme sin cuidado de un momento al otro porque el placer que estaba recibiendo me obligaba, tal como comencé a elevar el tono de mis gemidos sin meditarlo pues la estrechez distendida de repente estaba quemándome por dentro

-parecías tan difícil y eres un pastelito- mordisqueó mi hombro enterrándose otra vez haciéndome poner de puntas de pie -¿te calienta?, que sea quien te está cogiendo, ¿no lo esperabas?- revolcándome en mi propio placer asentí gimoteando, a él le gustaban las palabras sucias y yo estaba disfrutando ser el destinatario directo, me recosté contra su cuerpo dándole acceso total y una respuesta –que adorable puta Jonghyun- sus labios echaban aire contra mi mejilla mientras me dejaba manosear restregándome como un gato en celo, su mano en mi cuello sintiendo vibrar mi voz soltándose en gemidos.

Manipuló mi mano tal como usaba mi culo pajeándome con fiereza hasta lograr que llenase la pared de gemidas maldiciones y semen. Secó los restos exprimiéndome, llevándose más quejas de las esperadas dado el delicioso dolor.

Una nueva nalgada, esta vez húmeda por mis propios jugos antes de que me anunciase el siguiente paso;

-vas a bañarte en leche también cariño…- comunicó antes de concentrarse en una rítmica progresión de movimientos que se me antojaron metódicos, un patrón de mete y saca obseno que rompí eventualmente haciendo circular mi cadera en  medio de la empalada para disfrutar de los estímulos que me ablandaban más que los interiores y generaban una oleada de epítetos tan despectivos como incitantes hasta que dejó de prestar atención a todo embistiendo con fruición, acorralándome sin que pudiese hacer más que resistir los embistes con la boca abierta y sin poder emitir palabras o sonidos dada la incapacidad de asimilar cualquier cosa que no fuesen estímulos, y claro, concluyó con la novedosa sensación que me dejó inmóvil,  almibarado por dentro y remató con una impresentable afirmación

-un pastelito relleno ahora-

-Taemin…malcriado de mierda- mi única declaración un par de segundos después, ojos cerrados, sostenido del muro escondiendo la cabeza procurando dejar alguna expresión fuera de su pervertida mirada

-¡Ah!- observó mientras las rodillas aún me flaqueaban, pude sentir el líquido caliente escurriéndose una vez que quitó su erección –mantenlo dentro Jjong- ronroneó y pude sentir el escozor y el placer de sus dedos reingresando sin cuidado a mi interior

 –oh….tienes mi tamaño…que encantador- completó moviendo los dígitos dentro mío

–uh…está latiendo, ¿cómo puede ser?, ah mierda, ¿vas a hacerme calentar tan rápido otra vez?, dame un respiro o me la vas a gastar- rio avergonzándome por completo, aquel infeliz era un niño además de un bastardo pero acababa de darme el mejor orgasmo de mi vida.

Como todo lo suscitado en el transcurso de la noche me hallé sin saber cómo envuelto en su ropa agazapado en el sofá como si hubiese sufrido un terrible shock. ¿Sería posible que aquel ser endemoniado continuase luciendo como de catálogo cuando yo me sentía en medio de una zona de desastre? sin reparos y sin ropa, recogió los dulces echándose una camisa sin cerrarla siquiera antes de sentarse a mi lado con una mirada amigable.

-Me los diste, no los toques- ordené apenas gesticulando. No estaba en condiciones de otra reacción suya.

Pasándose mis palabras por el culo quebró el precinto y el olor a chocolate salió como un hongo atómico invadiéndome, con resignación y sin mala cara lo observé de lado, lucía como un niño dudando que escoger con mirada ansiosa en vez de ser quien acababa de desvirgarme el anillo anal.

Un sonido de gozo al primer bocado, paladeó con deleite. Incomprensiblemente sonreí pues parecía disfrutarlo de un modo insólito.

Al descubrirse observado clavó una mirada profunda en mis pupilas, no soporté el ataque frontal mucho más de un instante volviendo la vista a la caja sobre sus muslos, entrepierna, miembro

-¿Por qué mierda eres tan pervertido?- me quejé malhumorado una vez que movió la caja cambiándome el panorama deliberadamente.

 

-¿Por qué mierda eres tan encantador?...no deberías, no con esa cara y ese cuerpo…se supone que eres un pedazo hombre pero acabaste siendo un budincito muy apetecible- concluyó sin quitarme los ojos de encima, podía sentirlos pues mis mejillas quemaban y los nervios los tenía de punta.

Su respuesta a mi repentino ataque de vergüenza fue desconcertante, elevando mi barbilla con dos dedos exigió mi atención, nuevamente mis ojos se desviaron ante el encuentro y metió mano en la ropa que me echó encima, procuré repelerlo con manos y uñas antes de descubrir su objetivo saliendo del bolsillo, un pequeño dispositivo en su mano.

-hum…cincuenta y dos minutos desde que llamé a la puerta y ahora- informó –listo, guardado-

Indignado procuré reunir la información mientras masticaba un segundo chocolate.

¿Acaso había cronometrado?, ¿qué tipo de enfermo era?, y ¿cincuenta y dos minutos?, no estaba saliendo bien parado de esto, debí resistirme un poco más. Interrumpió mis pensamientos después de engullir.

-Te grabe…nos grabé…es una costumbre…por la práctica ¿sabes?- comentó al pasar -¿no dije que te afinaría Jonghyun-ah?, si te oigo sabré perfectamente que mejorar la próxima…aunque para ser sincero sonaste tan bien hoy que no tocaría una sola nota de esta pieza….o sí, quiero tocar un poco más, probablemente lo haga cuando escuche la grabación pues fuiste realmente explícito hoy-

Supe que mi expresión era indignada, molesta, incrédula, reprobatoria, digna de la información que acababa de darme pero en este momento no me interesaba contener ningún gesto, una mirada helada y asqueada que analizó sin poder hacerme bajar la mirada, una guerra silenciosa y fría de repente.

-sal de mi casa- ordené.

-oblígame gatito- retrucó.

Una discusión sin sentido que acabó mientras era alimentado con besos demasiado cargados de azúcar para mi gusto.

A partir de aquel momento nunca más apareció por el restaurant aunque lo viese a diario en los más diversos espacios como si fuese propietario de mi casa, incluso mío, interrumpía cualquier actividad o descanso para meterse entre mis ropas como un mimado ignorante de cualquier límite.

En cuanto a mí, como ante su caprichosa presencia no podía hacer uso de gestos reprobatorios ni caras largas y el mínimo atisbo de un gesto sospechoso desencadenaba una serie de eventos más que afortunados pero a los que no llegaba acostumbrarme, simple y llanamente me dejé vencer, y ya que era particularmente afecto a los postres pero ninguno le satisfacía me convertí en el dulce favorito de un malcriado bastante voraz que no se quejaba jamás si era yo lo que se derretía entre sus labios antes de ser consumido con glotonería.

Notas finales:

Realmente me gustaría saber si estuvo bien logrado, siempre me dijeron que Taemin como seme no funciona, pero para mi si lo hace. ¿opiniones?


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