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Chicken Tender por Miss Eun

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Notas del fanfic:

Estoy viva (?) este fic es algo que tenía planeado hace mucho pero que tarde demasiado en escribir, lo considero mi iluminación en este momento porque había estado bloqueada xD 

 

Disfrutenlo~

***

 

BaekHyun empujó la pesada puerta de cristal para entrar al establecimiento, siendo recibido por el frio que proporcionaba el aire acondicionado y el aroma a pollo frito inundando su sentido del olfato. ¿Cómo había ido a parar ahí? Eso hasta él mismo se lo preguntaba.

 

Esa mañana el imbécil de JongDae había irrumpido en sus aposentos de la manera más ruidosa que el hijo de puta pudo encontrar, profanando su cocina y utilizando las primeras cazuelas que encontró en su camino, golpeándolas entre sí abruptamente mientras las pobres deliraban ante los malos tratos del de sonrisa felina. JongDae tenía esa misma sonrisa cuando BaekHyun cayó de su cama, golpeando su cabeza contra la mesa de noche en el trayecto.

 

—¿Cuál es tu puto problema, JongDae? —exigió saber a gritos, con su ceño fruncido a la vez que frotaba la parte trasera de su cabeza.

 

—Bienvenido al mundo de los mortales, bello durmiente. —canturreó antes de soltar una pequeña carcajada mientras observaba el serio semblante del castaño. —¿Por qué sigues acostado? —cuestionó con fingida inocencia sin esperar respuesta alguna a su interrogante. —Ya sabes lo que dicen, Baek, al que madruga, dios le ayuda… aunque creo que tú ya eres un caso perdido.

 

—Vete a tomar por culo, JongDae. —profirió tomando asiento sobre el nada cómodo suelo. —Son las putas siete de la mañana, idiota… ¡En sábado! —reclamó luego de darle un rápido vistazo al radio reloj que mantenía sobre su mesa de noche. —¿No tienes nada mejor que hacer que venir a joderme la existencia? Algo como, no sé… ¿Dormir?

 

—Dios, Baek, si tu madre te escuchara estaría muy decepcionada de ti, deberías lavar esa boca tan sucia que tienes.  —comentó sin dejar ese tono de burla en su voz mientras alzaba las cortinas del ventanal de la habitación de BaekHyun. —Deberías agradecer que tienes al mejor amigo del universo, alguien tan genial e inmortal como el grandioso Kim JongDae que se preocupa por tu integridad social y bienestar. Llámalo relaciones externas o como se te dé la gana, soy tu salvador y merezco más respeto. —declaró con ademanes exagerados, como si aquello fuese la cosa más obvia del universo. BaekHyun bufó exasperado ante la respuesta.

 

—Mi bienestar e integridad social están de puta madre, no necesito que asesores mi vida. —contestó poniéndose de pie finalmente.

 

—Siendo sinceros Baek, ¿hace cuánto que no follas? —cuestionó con brazos cruzados y su cuerpo apoyado contra la pared mientras enarcaba una ceja y ladeaba una sonrisa burlona hacia el castaño.

 

—¿De mi vida social pasamos a mi vida sexual? —contestó indignado mientras trataba de reprimir el sonrojo que seguramente albergaban sus mejillas para entonces. —¡Follo muy bien, para tu información! —defendió.

 

—Tu mano no cuenta, BaekHyun.

 

Mierda, realmente se preguntaba por qué el hijo de puta de JongDae seguía siendo su mejor amigo después de tantos años, especialmente cuando al bastardo lo único que parecía entretenerle era joderlo día y noche con respecto a sus relaciones personales. Sin embargo, algo de cierto había en todo aquello y es que BaekHyun tenía ya un buen rato sin disfrutar de la compañía de alguien más, no desde que había terminado su relación con Kim JongHyun.

 

JongHyun era un buen tipo de buenas a primeras. Era la clase de persona que se preocupaba por su bienestar, era cariñoso y jodidamente guapo. Sin duda alguna el tipo era el novio perfecto, aquel que cualquier persona desearía en su vida, sin embargo, con el paso del tiempo, JongHyun se convirtió en un idiota controlador, gilipollas, celoso hasta la mierda y aunque BaekHyun logró tolerar su actitud por un tiempo, la gota que derramó el vaso fue descubrir al tipo engañándolo con su profesor de Mecánica de Fluidos.

 

Sí, los había pillado follando en el despacho del señor Choi un día en el que BaekHyun decidió que quería darle una sorpresa a su novio por su dieciochoavo mes juntos. Lo que más molestaba al castaño en todo eso era el hecho de haber sido acusado por JongHyun diversas veces de ser una “perra infiel” cuando la situación era completamente al revés. Le dio justamente en el orgullo.

 

Y eso era una de las cosas que más desconcertaba a BaekHyun, el hecho que su dolor más grande era que le vieran la cara de idiota en lugar de sentirse herido porque su novio perfecto se había estado liando con su profesor por quién sabe cuánto tiempo. JongHyun se podía ir lentamente a la mierda.

 

Desde entonces no le apetecía estar con nadie ni tener que estar lidiando con celos irracionales de personas idiotas y controladoras. Por un momento incluso, se alejó de su grupo de amigos por los simples caprichos de su ex pareja y joder, realmente no quería tener que volver a pasar por aquello, prefería estar solo y que su más grande preocupación fuera qué cojones iba a comer.

 

—Existe el sexo sin compromiso, genio. —interrumpió JongDae como si fuese capaz de leer sus pensamientos, haciendo que el sonrojo en sus mejillas aumentara considerablemente y maldijo a sus adentros por ser tan fácil de leer. —Pero no puedes saberlo porque te la vives aquí encerrado como una jodida rata.

 

—No todos tenemos el tiempo ni dinero para ir de fiesta todos los días, JongDae. —le reprochó cruzándose de brazos mientras se dejaba caer sobre su cama y frunciendo el entrecejo.

 

—Sabes perfectamente que esa es una excusa estúpida, especialmente viniendo de ti. —lo acusó con su dedo índice. —Se perfectamente de tú trabajo de probador de videojuegos y sé que no ganas poco, Baek. —sonrió nuevamente. BaekHyun bufó exasperado ante la insistencia del gilipollas de su amigo. —Levanta tu culo y dúchate, saldremos en cuánto estés listo.

 

—¿Qué se supone que haremos tan temprano, imbécil? —alcanzó a decir en el momento que JongDae se despegó de la pared y empezaba a caminar hacia la puerta.

 

—Buen punto. —asintió para sí mismo mientras elevaba una de sus manos hacia sus labios, pensando. —Iremos a lo de JongIn, tú solo mejora tu facha de pordiosero. —comentó animado mientras señalaba a BaekHyun con ademanes exagerados y haciendo una mueca despectiva. BaekHyun lo juzgó con la mirada formando un rictus con la boca antes que JongDae saliera de su habitación con estruendosas carcajadas.

 

BaekHyun resopló hastiado y resignado. Tal vez no le haría mal salir un momento, despejarse de toda esa mierda que acaparaba su cabeza por ciertos periodos de tiempo y divertirse o al menos fingir divertirse para complacer a JongDae y luego cambiar la clave su apartamento para que el imbécil dejase de entrar como si estuviera en su puta casa haciendo todo lo que le plazca. Sí, debería soportar un día con JongDae, era el precio a pagar si quería regresar a su vida de ermitaño al día siguiente.

 

Salió de su habitación veinte minutos después encontrándose con la sonrisa felina de su mejor amigo, quien estaba plácidamente sentado sobre el sofá reclinable de su sala, comiendo frituras y tomando refresco de cola mientras reía ante los malos chistes del programa de variedades matutino, el cual no se molestó siquiera en escuchar. El programa era idiota y su amigo lo era aún más por ver esa mierda, se dijo.

 

BaekHyun suspiró profundamente, estaba a punto de empezar a golpearse el rostro con lo primero que encontrara en su camino. ¿Qué coño había hecho mal para que la vida lo tratase de esa manera? No lo sabía, pero seguramente estaba pagando algo muy grave.

 

—Te vas a joder el estómago comiendo frituras y refresco tan temprano.

 

—Esa es una mentira de mierda. —exclamó con la boca llena, sin molestarse siquiera en tragar y BaekHyun no pudo evitar poner cara de asco. —Me hará lo mismo en este momento o más tarde, no me privaré de comer lo que quiera la hora que quiera. —El contrario rodó los ojos, aunque debía aceptar que, en este caso, su amigo tenía razón.

 

Llegaron al piso de JongIn dos horas después, BaekHyun estaba más cabreado que cuando el imbécil había interrumpido su sueño horas atrás. Quizás no estaría tan molesto si JongDae no le hubiera hecho cambiar su atuendo no menos de dieciséis veces luego de asegurar que su suéter azul marino y sus jeans gritaban que era virgen a kilómetros. Estuvo a punto de hacerle tragar las cazuelas con las que lo había despertado de no ser porque el hijo de puta le dio el visto bueno cuando salió de su habitación con unos pantalones rasgados en color negro que se le pegaban a los muslos como un guante, una camisa de cuello alto en el mismo color y aquella chaqueta de cuero negro que tenía al fondo de su armario y la cual tenía mucho tiempo sin utilizar.

 

—Luces como un bastardo. —repitió luego de analizarlo con la mirada, cuando se hubo sentado en el sofá de la sala de estar del piso de JongIn.

 

—Yo luciré como un bastardo, pero el único bastardo aquí, eres tú. —gruñó.

 

La cara de imbécil de JongIn tampoco le ayudó mucho, le molestó que el tipo estuviera durmiendo plácidamente cuando llegaron a su piso mientras que él tenía que seguir lidiando con el dolor de culo que le provocaba JongDae con su sonrisa socarrona y sus múltiples comentarios fuera de lugar que agredían enormemente su moral. No le dejaba ir una ostia porque a pesar de todo apreciaba su amistad y sabía que el idiota solo buscaba ayudarlo, aunque fuese incapaz de comprender que él era feliz encerrado en su apartamento mientras jugaba cualquier mierda que la compañía le mandaba por correo cada semana.

 

Mentiría si dijera que el odio sobre todo el universo que había estado experimentando desde que abrió sus ojos esa mañana seguía tan vívido como en el primer segundo. Le ayudó el hecho que JongDae dejara de lado toda la mierda con la que había estado insistiendo todo el jodido día y se dedicaran a jugar con la consola de JongIn mientras esperaban a que éste terminara de despertar por completo.

 

Así era como habían ido a parar a aquel establecimiento.

 

Eran pasadas las dos de la tarde y tenían hambre. JongIn propuso ir a aquel lugar de moda en Gangnam que se estaba haciendo conocido por su sabroso pollo frito, crujiente por fuera y sumamente suave por dentro. BaekHyun sabía perfectamente que JongIn solo quería ir ahí porque su novio había conseguido un empleo de tiempo completo en ese establecimiento y extrañaba estar pegado al pequeño tipo de ojos saltones como una sanguijuela.

 

Siendo sinceros, a BaekHyun no le importaba adonde fueran, él solo quería llenar ese vacío que se había comenzado a formar en su estómago.

 

En ese momento se encontraba observando la carta que KyungSoo les había llevado después de colocarlos en una mesa junto con aquel ceño fruncido que había mantenido desde que observó a un JongIn entrar al restaurante, tan emocionado como un crío de cinco años en una dulcería. El establecimiento era amplio con paredes revestidas en madera oscura contrastando con las paredes en color crema que combinaban con el piso de linóleo texturizado en un tono similar al del nogal.

 

Todo en aquel lugar estaba detallado meticulosamente, desde las mesas de madera con butacas negras hasta la barra de granito blanco del bar. BaekHyun se sentía embelesado por los diversos posters de estilo americano sobre pollo frito, cervezas y lugares emblemáticos del mundo, tanto que casi logra olvidar que tenía hambre.

 

—Mandaré a alguien para que tome su orden. —bramó KyungSoo luego de unos segundos.

 

—¿No nos atenderás tú, Hyung? —preguntó JongIn inmediatamente, ganándose otro gruñido por parte del pequeño mesero.

                                                     

—No.

 

JongIn hizo un puchero en cuanto el otro hombre le había dado la espalda nuevamente y marchado de su mesa. BaekHyun podría jurar haber visto un pequeño sonrojo asomarse en las mejillas de KyungSoo y al parecer, JongDae también lo había notado o al menos, eso le dio a entender con la mirada confidente que le proporcionó en ese momento.

 

El castaño observaba el menú una y otra vez sin poder decidirse verdaderamente por algo, tener tantas opciones en un solo establecimiento debería ser un delito, especialmente porque todo lucía delicioso en las malditas fotografías. Estaba tan absorto en su tarea, que no se percató en qué momento el mesero que KyungSoo había mandado a atenderles esperaba pacientemente por que él abriera la boca.

 

Escuchó un fuerte carraspeo, proveniente de JongDae haciéndolo alzar la vista, extrañado. Observó a su alrededor encontrándose con los rostros divertidos de sus acompañantes y parpadeó repetidamente antes de posar su mirada al chico que yacía de pie frente a él. BaekHyun podría jurar que su garganta se secó patéticamente al momento de observar aquella amplia y reluciente sonrisa.

 

—¿Tu orden? —preguntó con aquella gruesa y profunda voz que le pusieron los pelos de punta.

 

—Emh… —titubeó. En ese momento se sentía estúpido, idiota y gilipollas.

 

—Tráele el mejor pollo que tengas, amigo. —interrumpió JongDae, reprimiendo fallidamente una carcajada. El mesero simplemente parpadeó observando al de sonrisa felina y luego pasando su mirada de regreso a BaekHyun, ensanchando su sonrisa.

 

—¿Te parece probar la especialidad de la casa? —preguntó dirigiéndose a BaekHyun, quien seguía inmóvil sobre su asiento mientras creía que el sonrojo de sus mejillas no iba a cesar nunca. —Tenemos los mejores teriyaki tenders en todo Seúl.  —aseguró. El castaño asintió torpemente.

 

—Eso fue un sí, galán. —respondió JongDae en su nombre a la vez que le guiñaba un ojo al mesero.

 

BaekHyun se sentía diminuto e idiota y solamente quería que la puta tierra abriera un hueco por debajo de él, lo suficientemente grande como para tragárselo y evitarle más vergüenzas.  Observó al tipo hacer una reverencia y dirigirse hacia el área de cocina justo después de decir su nombre, asegurando que dentro de poco regresaría con su pedido.

 

Sin embargo, era lo suficientemente imbécil como para no ser capaz de escuchar el nombre de aquel mesero caliente.

 

—Cierra la boca, Baek. —susurró cantarinamente JongDae. —Se te cae la baba.

 

Volteó a ver a su acompañante en automático, con su rostro aún más sonrojado, o al menos asumía que así debía de verse mientras que JongIn lo observaba divertido, cubriéndose la boca con el dorso de su mano y tratando de reprimir una carcajada.

 

—Que te den, gilipollas.

 

Sí, definitivamente sus amigos eran idiotas y él lo era aún más por confiar en ellos.

 

Su almuerzo no tuvo nada que resaltar a excepción que la jodida comida estaba realmente buena y aunque quisiera agradecerle al mesero por su recomendación tan acertada y solamente eso, no pudo. El tipo no volvió a aparecer en todo el rato que permanecieron en aquel restaurante, BaekHyun pensó que seguramente el tipo creyó que era un idiota y no quería lidiar con un cliente potencialmente conflictivo. Genial.

 

JongDae, por otro lado, parecía divertido ante la situación y no dejó de recordárselo aún horas después de eso, incluso estando ahí sentado junto a él en aquel club mientras le daba otro sorbo a su cerveza.

 

—Te lo digo Baek, debiste ver tu cara. —rió el pelinegro. —Para tu suerte, ChanYeollie es despistado.

 

—¿ChanYeollie? —preguntó con hastío mientras enarcaba una ceja.

 

—¡El mesero! —replicó. —¿Acaso no escuchaste su nombre?

 

—Por supuesto que lo hice. —mintió. —Pero que yo recuerde, su nombre no es “ChanYeollie” exactamente.

 

—ChanYeol, Yeollie, ChanYeollie… Como sea, es lo mismo. —chasqueó. —Pero seré el excelente amigo que siempre soy y dejaré de hablar de eso.

 

—Claro, eres un amigo de puta madre. —comentó irónico poniendo los ojos en blanco.

 

—Ya era momento que me apreciaras como se debe. —sonrió burlonamente. —Pero sabes perfectamente que no hemos venido aquí solo para beber un par de cervezas. —declaró posando un brazo sobre el hombro de BaekHyun. —¡Admira, pequeño saltamontes, el mar de posibilidades que he puesto a tú disposición! —exclamó señalando la pista de baile del lugar, aquella donde no distinguías a nadie debido a la cantidad exagerada de personas moviéndose descoordinadamente con la música.

 

—No vine por un polvo, solo vine para que me dejaras en paz.

 

—Te dejaré en paz hasta que consigas un buen polvo y no logres caminar bien por tres días.

 

BaekHyun resopló por enésima vez antes de volver a llevar el vaso de cerveza a sus labios y dar un largo trago, sería una noche demasiado ajetreada para su gusto.

 

***

 

El gruñido que emitió KyungSoo justo después de tirar la puerta sin razón aparente llamó su atención, haciéndolo observarle con detenimiento hasta que sus miradas se encontraron y fue cuando realmente temió por su vida.

 

—¡Tú! —exclamó mientras era señalado por el acusatorio dedo índice de KyungSoo.

 

—¿Yo qué? —preguntó alarmado, cubriendo su rostro con sus antebrazos en espera de algún golpe por parte del más bajo. —¡No he hecho nada, KyungSoo! —exclamó. —¡Juro por San Siwon que fue RyeoWook quien derramó su café sobre tu ensayo acerca de las diferencias entre minsogak y jeong-ak! —esperó unos segundos por el siguiente reclamo el cual nunca llegó, entonces descubrió su rostro encontrándose con la atemorizante mirada del contrario, haciéndolo tragar gruesamente.

 

—Hablaremos de eso después. —declaró unos segundos después, rompiendo el silencio abrumador que se había formado en aquella pequeña estancia y sonando jodidamente amenazador. —Necesito que atiendas la mesa veintiuno.

 

—¿No te toca a ti ese sector?

 

—¿Prefieres que hablemos del ensayo que entregué con una mancha de café a mi profesor de Historia de la Música?

 

—Mesa veintiuno, entendido. —afirmó saliendo rápidamente del área de camareros, tomando una pequeña libreta para tomar órdenes antes de cruzar por la puerta.

 

No se molestó en preguntar la razón por la que el pelinegro no quería hacerse cargo de aquella mesa, no le dio tiempo y, sin embargo, tampoco la necesitó desde el momento en el que divisó a JongIn sentado sobre una de las sillas de aquella mesa.

 

No era que KyungSoo estuviera evitando a JongIn, por supuesto que no, ChanYeol sabía perfectamente que JongIn era todo aquello que su amigo había estado esperando por prácticamente toda su vida, o al menos eso le había hecho saber cuándo la hacía de psicólogo en su habitación con un KyungSoo caminando en círculos tal cual animal enjaulado y diciendo todas sus preocupaciones en voz alta.

 

JongIn era perfecto, ese era el problema porque KyungSoo tenía miedo de cagarla con su personalidad fría y distante. ChanYeol sabía que eso era lo que, en primer lugar, había atraído al moreno en primer lugar y se había encargado de hacérselo saber a su amigo sin éxito alguno.

 

—¿Listos para ordenar? —preguntó viendo a JongIn y esbozando su sonrisa de siempre, luego observó a las otras dos personas ahí presentes.

 

Joder, trató que su sonrisa no flaqueara al momento en el que se percató quienes más se encontraban ahí, o mejor dicho quién.

 

BaekHyun estaba absorto, pasando su mirada de un lado a otro por las páginas del menú, cosa que se le antojó jodidamente adorable a ChanYeol a pesar de que el tipo estuviera embutido en aquella chaqueta de cuero. JongDae le dio una mirada divertida, la cual trató de ignorar a toda costa mientras anotaba el pedido del amigo de JongIn.

 

No era como si fuese la primera vez que era ignorado por BaekHyun, estaba casi seguro que el caliente tipo que estudiaba música en su misma universidad no tenía conocimiento de su miserable existencia, tampoco podía culparlo. BaekHyun se la vivía con la mirada pegada al móvil, ordenador o cualquier cosa más interesante que todo aquello que ChanYeol pudiera decir o hacer.

 

Le gustaba, mierda, le había gustado desde aquella vez que le vio por primera vez en uno de esos días en los que, por meras casualidades de la vida, había ido a la biblioteca a devolver un libro a nombre de KyungSoo. BaekHyun se encontraba leyendo un pesado libro sobre el gayageum y su correcto uso y no pudo evitar sonreír porque había sentido lo mismo que estaba sintiendo en ese momento mientras le observaba leer de manera abrumada aquel extenso menú.

 

JongDae carraspeó, haciéndolo dar un respingo el cual disimuló bien. BaekHyun lo observó y joder, no pudo evitar sonreír aún más, como si eso fuese posible. Y es que era la primera vez que los ojos de BaekHyun se posaban sobre él por más de dos segundos, pero no salió absolutamente nada de la boca de BaekHyun, cosa que casi le hace borrar la sonrisa de su rostro.

 

Su corazón estaba demasiado acelerado y sus rodillas estaban a punto de fallarle, pero no tenía escapatoria porque BaekHyun no decía absolutamente nada y necesitaba tomar su orden para poderse retirar y gritar en la sala de empleados como una adolescente hormonal que acaba de conocer a su artista favorito.

 

Terminó armándose de valor, preguntándole por su orden y no pudo evitar que su voz saliera una octava por debajo de lo normal. Fue JongDae quien habló luego y por más que hubiera deseado escuchar la hermosa voz de BaekHyun dirigiéndose a él, no sucedió.

 

Trató no irse de bruces luego de retirarse de aquella mesa y hacer aún más el ridículo luego de ofrecerle los teriyaki tenders al castaño.

 

Llevó la orden hasta el área de cocina sin evitar sentirse emocionado, tratando de clamar sus nervios al momento de regresar con las bebidas de sus comensales y lucir lo más sereno que pudiese.

 

—Estás emocionado. Demasiado, tu felicidad me hace infeliz. —comentó una voz por detrás de él.

 

—Estoy igual que siempre.

 

—Claro, igual de idiota con ese estúpido disfraz de pollo y piernas chuecas. —dijo YiFan cruzándose de brazos y situándose frente a él. —No me parece extraño que BaekHyun se quedara sin palabras.

 

ChanYeol carraspeó ante la observación evitando sonrojarse porque, mierda, había olvidado que estaba con el ridículo uniforme que la empresa le hacía usar mientras hablaba con su amor platónico. Seguramente el castaño le había visto sonreírle y pensar que como era posible que el idiota con disfraz de pollo tuviera la decencia de dirigirle la palabra.

 

Mierda, mierda y más mierda.

 

Ahora lo único que deseaba era desaparecer de la faz de la tierra y no volver a ver nunca el rostro de BaekHyun porque seguramente se sentiría tan avergonzado en el momento en el que se percatara que el chico vestido de pollo tenía alguna clase de obsesión con su hermosa persona.

 

—Acabo de recordar que debo repartir volantes, atiende la mesa veintiuno.

 

Cobarde.

 

Se repetía a sí mismo una y otra vez lo cobarde y patético que había sido al desaparecer del restaurante y yéndose dos cuadras lejos de éste a repartir volantes que a nadie le importaba siquiera leer. Se lo seguía diciendo aún después de salir de su turno luego que KyungSoo le enviara un texto a su móvil diciendo que JongIn se había marchado junto con sus amigos.

 

Su cobija lo reconfortaba mientras él yacía envuelto en ésta en su habitación, con las ventanas cerradas y las luces apagadas entretanto seguía lamentando el vergonzoso suceso. No quería hablar con nadie ni hacer nada más que desaparecer. Y podría parecer infantil, pero esa era la manera en la que ChanYeol superaba sus problemas, o al menos eso creía él.

 

—Joder, abre la maldita puerta, Park ChanYeol.

 

—ChanYeol no está. —respondió con la voz ahogada por su almohada.

 

—Gilipollas. —gritó aporreando la puerta por enésima vez. —Abre ésta mierda o te juro que te arrepentirás.

 

—Vete, KyungSoo. —insistió.

 

—Tienes diez segundos para abrir. —volvió a amenazar. ChanYeol suspiró porque sabía que cuando KyungSoo hacía una amenaza realmente hablaba en serio.

 

Se levantó como pudo mientras escuchaba el conteo regresivo que su amigo hacía al otro lado de la puerta y abrió aún con dos segundos restantes. Lo primero que se encontró fue el ceño fruncido de su mejor amigo, luego se percató que el tipo estaba vestido de manera más arreglada de lo normal y llegó a la conclusión que iba de salida porque KyungSoo no llegaría a su piso con pantalones entubados, chaqueta de mezclilla por encima de su camisa a rayas y el cabello pulcramente peinado hacia atrás.

 

—¿Vas a algún lado? —preguntó sin importarle la mirada examinadora del pelinegro sobre él.

 

—Te ves como la mierda. —dijo sin responder directamente a su pregunta. —Arréglate. —exigió mientras entraba sin ser invitado al piso del más alto. ChanYeol bufó.

 

—No tengo ganas de salir, gracias.

 

—No te pregunté si tenías ganas de salir, he dicho que te arregles. —gruñó. —Y hazlo rápido, aún sigo molesto porque derramaste café sobre mi ensayo.

 

—¡Te he dicho que no fui yo! —exclamó con ademanes exagerados. KyungSoo rodó los ojos mientras se adentraba más a la habitación de ChanYeol, quien se limitó a observarlo luego de recobrar la compostura.

 

No sabe en qué momento KyungSoo sacó ropa de su armario, pero no tuvo de otra que obedecer a su intimidante amigo. Terminó embutido en un pantalón de mezclilla en azul oscuro, entubado y una camiseta negra básica en cuello ‘v’ junto con la chaqueta de cuero que solía usar siempre que salía a tomar un par de cervezas con sus amigos por ahí.

 

—Luces bien, chico pollo. —declaró KyungSoo en el momento que entraron al club de siempre.

 

—¿Por qué soy yo el chico pollo?

 

—Porque eres el único imbécil que aceptó usar esa mierda de uniforme sin protestar. —ChanYeol iba a responder, pero no pudo evitar pensarlo detenidamente, formando una ‘o’ con sus labios.

 

KyungSoo tenía razón, todos se había negado a usar el dichoso traje de pollo y él era el único que lo utilizaba porque creyó que no podía ser tan malo ya que la mierda esa no tenía máscara y podía respirar en paz con solo usar el sombrero con cabeza de pollo, las plumas no eran tan malas al escribir una orden cuando finalmente te acostumbrabas a ellas.

 

ChanYeol era idiota y lo sabía.

 

—¡KyungSoo! —exclamó felizmente una cantarina voz y ChanYeol despertó de los pensamientos en los que se había sumido profundamente.

 

Vio la sonrisa socarrona y felina de JongDae el verle. En definitiva, esa era la venganza de KyungSoo por haberle jodido su trabajo de Historia de la Música, estaba pagando por hacer quedar en mal al hijo de satanás frente a su profesor o algo similar porque justo ahí, al lado de JongDae, estaba BaekHyun.

 

ChanYeol sintió su corazón detenerse nuevamente al encontrarse con su mirada y pensó que esa sería una noche demasiado larga para poder sobrellevar tantas emociones.

 

KyungSoo se encargó de presentarlo con BaekHyun, quien era a la única persona que, en teoría, no conocía aún. Con JongDae se habían conocido semanas antes y habían estado coincidiendo en diversas ocasiones cuando KyungSoo lo llevaba con él y los amigos de su novio. JongDae era un dolor de culo, pero le caía bien dentro de todo, especialmente cuando decidían burlarse de la pareja hasta hacer sonrojar fuertemente a JongIn o enojar a Kyungsoo, lo que sucediera primero.

 

Para suerte del gigante, él único conocedor de su amor platónico por BaekHyun, era KyungSoo. Estaba seguro de eso porque de lo contrario, JongDae hubiera sido capaz de llevarlo hasta el apartamento de BaekHyun y presentarlos él mismo, porque el tipo llevaba días diciendo que su mejor amigo necesitaba un buen polvo y que, en definitiva, ChanYeol era el tipo perfecto para él.

 

Pero ChanYeol siempre respondía lo mismo, y era que ya estaba interesado en alguien más. Nunca hubiera imaginado que el mejor amigo de JongDae fuese el mismo chico que lo traía como un imbécil babeando por toda la facultad.

 

Se estaba cagando en la puta.

 

No sabía qué coño hacer o como actuar, porque la misma presencia de BaekHyun lo hacía cohibirse y actuar como un imbécil asocial que solamente se dedica a tomar un sorbo de su cerveza cada cinco minutos y reírse quedamente de las malas bromas de JongDae, el ceño fruncido de KyungSoo y el sonrojo de JongIn cada vez que observaba al de ojos saltones inflar los mofletes.

 

—Así que, ChanYeol… —pronunció JongDae minutos después que JongIn y KyungSoo desaparecieran misteriosamente, llamando su atención. —Fue una lástima no verte más luego que tomaras nuestra orden. El traje de pollo te va bien. —ChanYeol no pudo evitar atragantarse con su bebida, tosiendo fuertemente mientras la sonrisa felina de JongDae se ampliaba.

 

—Tuve que ocuparme de otros asuntos. —dijo entre carraspeos mientras cubría su boca con su antebrazo.

 

—Ya veo. —frunció los labios. —A BaekHyun le gustó mucho tu recomendación, ¿No es así, Baekkie?

 

—Ehh… Claro. —contestó luego de aclararse la garganta.

 

—En serio, le gustó mucho. —guiñó un ojo y rió para luego posar su mirada hacia la pista de baile. —Ahora, si me lo permiten, este hermoso ser inmortal acaba de encontrar algo que le ha gustado mucho más que el pollo a BaekHyun.

 

Sin más, se encontraban juntos, solos e incómodos, o al menos, ChanYeol lo estaba. Sentía sus mejillas arder y no se atrevía a mirar directamente a BaekHyun. Estaba casi seguro que el castaño en cualquier momento se pondría de pie y se iría, dejándolo solo con su cerveza y sus mejillas ardientes por la vergüenza.

 

Y así fue, su corazón empezó a desmoronarse desde el momento en el que BaekHyun se puso de pie.

 

***

 

BaekHyun rió tan fuerte como sus cuerdas vocales se lo permitieron. En ese momento era acosado por un tipo extraño vestido con traje de pollo mientras intentaba entrar al establecimiento. Había quedado de verse con ahí con JongDae y comprar un poco de comida para luego irse a su apartamento.

 

El tipo que estaba embutido en el traje de pollo se esmeraba una y otra vez en restregarle el plumaje de sus falsas alas por encima del rostro.

 

—¡Yah! ¡Park ChanYeol! —dijo finalmente luego de lograr pasar por la puerta del restaurante con un gigante que seguía tratando de acaparar su atención.

 

—No puedo evitarlo, eres demasiado adorable.

 

—No soy adorable, las chicas son adorables. Yo soy un macho alfa. —refutó.

 

 —Una chica no es tan adorable como tú, cariño. —afirmó guiñándole un ojo, haciendo sonrojar al más bajo.

 

BaekHyun nunca creyó que armarse de valor un año atrás cambiaría su vida significativamente. Pero no se arrepentía, joder.

 

Aquella noche en aquel bar hacía ya un año, BaekHyun decidió que debía ponerse de pie luego que el gilipollas de JongDae se fuera detrás de un culo bonito a la pista de baile y que JongIn y su novio desaparecieran de la nada.  No esperaba reencontrarse con el chico del pollo esa noche porque la verdad era que no sabía que el tipo caliente del que se había prendido ese mismo día era el mejor amigo de KyungSoo, novio de JongIn.

 

Mierda, casi escupe su cerveza cuando vio al tipo caminar por detrás de KyungSoo, especialmente porque se veía incluso mejor con aquella chaqueta que le ceñía los brazos favorablemente. ChanYeol, como todo el mundo decía que se llamaba el tipo, estaba en silencio total cuando JongDae los dejó a su suerte.

 

Y realmente no sabe de dónde sacó el valor necesario para levantarse de su asiento mientras que el gigante estaba absorto observando la nada con un semblante indescifrable plasmado en su rostro. Seguramente le vería mal por el abuso de confianza, pero creyó que no era justo para ambos el estar pasándola tan mal.

 

Le tendió una mano a ChanYeol, quien no hizo absolutamente nada pues seguía perdido entre sus pensamientos. BaekHyun agitó su mano suavemente frente a sus ojos hasta que el tipo finalmente regresó a la realidad. El castaño no pudo evitar sonreír ante la mirada sorprendida del más alto.

 

—¿Bailas?

 

Sí, quizás era demasiado arriesgado y no pudo parar esa pregunta porque ni siquiera lo pensó, simplemente salió de sus labios como un impulso. Ni siquiera sabía si a ChanYeol le atraían los tipos o prefería las tetas.

 

Sin embargo, todas sus preocupaciones disminuyeron cuando éste le regaló la sonrisa más brillante que nunca nadie le había dado en su vida. ChanYeol se puso de pie y tomó su muñeca posesivamente, arrastrándolo hasta la pista mientras que él reía como una chica hormonal pero sinceramente, no le importaba.

 

ChanYeol tenía dos pies izquierdos, poca coordinación y cero ritmo en su sistema, pero sabía divertirse y le valía una mierda lo que los demás pensaran acerca de su baile y BaekHyun no podía estar más conforme con eso. Nunca se había divertido tanto con alguien por cosas tan banales como un mal baile.

 

Esa noche algo cálido se depositó en el pecho de BaekHyun luego de un par de horas, cuando ChanYeol lo acompañó andando hasta su edificio mientras reían por lo alto a costa de las estúpidas caras que hacía JongDae por el tal MinSeok, el tipo que atendía la barra del club en el que habían estado esa noche y cómo el hombre pasaba de su culo olímpicamente.

 

El gigante logró ganarse rápidamente su confianza y él, por otro lado, se dio la oportunidad de volver a encariñarse con alguien más. Sus encuentros fueron inevitables después de esa noche, haciéndose cada vez más frecuentes, tanto así que incluso más de una vez JongDae se había quejado porque ahora pasaba más tiempo con ChanYeol que con él, haciendo cualquier mierda extraña que ellos hicieran.

 

No fue hasta después de un par de meses que ChanYeol se había atrevido a hacer algo más que simplemente acurrucarse en el sofá del piso de BaekHyun mientras acariciaba su cabello suavemente sin despegar la mirada de cualquier cosa que estuviesen viendo.

 

Hacía un hermoso día, las hojas de los árboles habían comenzado a caer gracias a la briza otoñal que empezaba a hacerse presente. Esa tarde, en específico, a BaekHyun le apetecía salir a dar un paseo por el parque que estaba a solo una cuadra de su edificio y ChanYeol había quedado en verse con él en el portal.

 

La carismática sonrisa del gigante estaba presente cuando se encontraron y emprendieron su camino hacia el parque, respirando el aire fresco mientras charlaban de las pruebas que estaban próximas en la universidad.

 

Sintió la cálida mano de ChanYeol tomar la suya, entrelazando sus dedos mientras se adentraban por uno de los senderos del parque, haciéndolo sonrojar, pero al mismo tiempo, se sentía jodidamente bien sostener la mano del pelinegro con la suya. No fue hasta que estaba lo suficientemente adentrados en el parque que tomaron asiento sobre una de las muchas bancas de madera repartidas por todo el terreno.

 

Estuvieron en silencio unos segundos, disfrutando de la compañía del otro. A BaekHyun le gustaba ese parque en especial por la abundante cantidad de árboles de cerezo que yacían ahí, le recordaban que no debía darse por vencido porque hasta que no cayera la última flor de cerezo seguiría habiendo esperanza. Y ChanYeol era aquello que había aparecido en su vida cuando creía que todos los árboles se habían secado por completo, siendo incapaz de volver a florecer.

 

Y fue ahí mismo dónde el chico del pollo tomo su rostro de un momento a otro, haciendo que lo viera directamente a los ojos mientras acariciaba sus mejillas con delicadeza. No pasó mucho tiempo cuando aquella mínima distancia que los separaba fue acortada por ChanYeol, uniendo sus labios en un suave roce, moviéndolos delicadamente en un armonioso compás.

 

Se dedicaron a conocer sus labios, correspondiéndose el uno al otro mientras la lengua de ChanYeol pedía permiso para profundizar aquel beso y BaekHyun se dejó guiar por el más alto en una danza de lenguas que se habían estado anhelando por demasiado tiempo ya.

 

Y ahí, bajo los cerezos, BaekHyun decidió que no dejaría escapar al chico del pollo tan fácilmente.

 

—Casi termina mi turno. —pronunció ChanYeol, sacándolo de sus recuerdos, sin embargo, le sonrió de regreso.

 

—JongDae no tarda en venir tampoco. —anunció.

 

—Es una lástima que MinSeok siga pasando de su culo, podríamos tener tu piso solo para nosotros. —dijo guiñándole un ojo y sonriéndole con lasciva mientras se quitaba el sombrero de pollo.

 

—No se librarán de mí tan fácil, malditos bastardos. —comentó una tercera voz por detrás de ellos. —No te hubiera traído a este lugar nunca de saber que te gustaría el tipo disfrazado de pollo. Tienes fetiches extraños, Baek.

 

—Que te den. —bramó. —Lo dice el tipo que le ponen los tíos con ropa interior de felpa. —declaró mientras señalaba a JongDae con un dedo acusatorio.

 

—En mi defensa, eso es sumamente sensual.

 

Puede que BaekHyun haya caído rendido ante el chico del pollo, que sus amigos fueran gilipollas y que la mayoría de las veces, JongDae seguía siendo un dolor de culo del cual no se libraba, pero ChanYeol era su chico y no podría estar más agradecido por eso.

 

Mientras el gigante tomara de su mano, entrelazando sus dedos y llenando sus días de sorpresas, no importaba si estuviera vestido con un disfraz de pollo, leopardo o lo que sea, lo importante era que siguiera a su lado.

 

***

Notas finales:

Gracias por leer~


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