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Sublime fracaso por MecyLyss

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Notas del fanfic:

Los personajes de Magi no me pertenecen.

Notas del capitulo:

Hola!!!

Aquí me hago presente nuevamente~

No me pude resistir y terminé por escribir algo de estos dos que son tan lindos!

No hace falta mencionar que los nombres de mis fics no suelen tener mucho sentido, verdad? ignoren el título (?)

Espero que les guste~

Movía sus pies de forma inquieta, empezaba a sudar y sentía los nervios corroerle. Aladdin no entiende el porqué de su nerviosismo, no es la primera vez que el mayor vendrá a visitarle, mas aún así no puede evitar sentirse inquieto ante ello.

¿Será porque es la primera vez que vendrá después de lo ha descubierto dentro de sí?

Ha pasado seis meses desde que lo supo, acerca de un sentimiento que no ha hecho más que tan solo perturbarlo. No comprende cómo llegó a suceder, y piensa que tal vez éste tipo de cosas no tienen explicación.

Cambia de manera calmada los canales de televisión, espera encontrar algo con la que puede distraerse mientras espera el correr del tiempo. Deja el control remoto a un lado, y se acomoda lo mejor posible en el sofá.

Tal vez lo que sucede – piensa – simplemente ocurre al azar, sin distinción ni prejuicios, y el destino haya querido que las cosas se desarrollaran de esa manera. Que el simple cariño y admiración que antes profesaba hacia el rubio, hubiera ido creciendo a pasos tan agigantados que lo arrastraban en un mar de dudas temerosas.

Suelta un suspiro lleno de resignación, es hora de rendirse en tratar de ocultar sus sentimientos. Era lo suficientemente mayor para darse cuenta de lo que le ocurría, y para nada iría a negarlo, pues siempre supo que el amor era el más sublime de los sentimientos y nada ganaría en tratar de ir en contra de ello.

Se levanta del sofá y se dirige hacia la cocina, toma una lata de soda del refrigerador que se apresura en beber, y piensa en cómo describir la enmarañada de emociones que ahora lo domina. Sonríe con pesadumbre, sabe que después de lo que iría a suceder, las cosas no volverían a ser las mismas.

Siente miedo…

Teme causarle una mala impresión, alejarlo de su lado, no volver a saber de él, y percibe la opresión en su pecho ante tales pensamientos. Trata de quitar esas imágenes de su cabeza, y sonreír de vuelta con la misma naturalidad de siempre, no debe trastabillar. Ha decidido confesarse y eso es lo que hará.

Aún a sabiendas de que nunca nada podría ocurrir…

Sacude la cabeza, Alibaba no debería de tardar en llegar.

Con eso en mente, se dirige nuevamente hacia la sala y cambia una vez más los canales a la par que se acomoda en el mullido sofá de cuero negro. Se entretiene viendo un par de escenas de una serie, mas rápidamente ha vuelto a ensimismarse.

Ocurre más veces de la que en verdad quisiera, pero no puede evitar dejar todo de lado para simplemente enfocarse en el dorado de sus ojos y en lo deslumbrante de sus sonrisas. No puede creer en cuán extraño es sentirse de esa forma, pues aún no había amado a nadie con tal intensidad.

Y no ser correspondido…

Deja escapar un gruñido, otra vez ha de adentrarse en los más oscuros recovecos de su mente, es en verdad algo que no desea. Conoce la aridez con la que ahora se manejan sus pensamientos, por alguna razón siempre negativos.

En algún momento de esos seis meses –para ser exactos, en el segundo o tercer mes – dejó de reflexionar de la misma manera, tal vez maduró y comprendió que no todo debía poseer un lado bueno, o simplemente aquellos extraños sentimientos que afloraron dentro de su pecho, siempre supieron que no serían correspondidos.

Dolía…

Era difícil de ocultarlo, se creía un maldito bipolar, que por momentos se siente en el cielo, y otras veces llora en silencio. Y es exactamente lo que hace cuando ya no puede soportar, y se derrumba, y entre sus sabanas de blanco mancha de lágrimas la extensión de sus mejillas.

Toc, toc, toc…

El ruido de la puerta siendo tocada lo sobresalta, el nerviosismo que había ido disolviéndose vuelve de golpe, pero siente una absoluta alegría al verse librado de sus propios pensamientos, que sin hacer nada toman cada vez más un rumbo oscuro que no puede dominar.

Abre la puerta, y es agasajado con una cálida sonrisa, que sin pensarlo dos veces se resuelve a imitar.

–Alibaba – dice y cree que su pulso se acelera con tan solo pronunciar su nombre – Pasa, por favor.

–Lamento llegar tarde – responde el otro a modo de disculpa – ¿Cómo estás? ¿Ocurre algo? Me llamaste muy repentinamente.

–Es un asunto importante – decide responder mientras guía a su acompañante hacia la sala.

–¿Oh, algo malo? – pregunta Alibaba – ¿Te preocupa alguna cosa Aladdin? Sabes que siempre puedes decirme lo que quieras.

¿Algo malo? – reflexiona el menor – Bueno, dependerá mucho de lo que pienses acerca de esto...

–No lo sé realmente – responde con simpleza – Pero, dime... cómo te has encontrado, Alibaba? – pregunta mientras ambos se sientan y decide postergar su agonía, pues a pesar de todo, aún no encuentra las palabras adecuadas para hacer frente a su amigo.

Alibaba le observa cauto, pero no hace más que sonreír –mientras Aladdin piensa que ha olvidado la forma de respirar–, y responder con un sencillo "bien"que pronto se vio ahogado entre el río de informaciones sobre las últimas desventuras que ha sufrido en el pasar de la semana. Aladdin solo sonríe con afecto y asiente energético con la cabeza, adora escuchar hablar al rubio, aún si no fueran cosas agradables, el otro siempre encontraba la forma de hacerlas divertidas.

–También – dice de pronto Alibaba – Hakuryuu ha estado con más tiempo libre últimamente y…

El peliazul no escucha lo siguiente que dice, aquel nombre es lo único que necesita para borrar instantáneamente la sonrisa de su rostro, y en su lugar dejar paso a una mueca de aflicción.

Aquel nombre es una de las tantas espinas que se clavan en su carne, su sangre hierve al escucharlo, pero aún así –y de cierto modo – no puede sentir rencor hacia él. Después de todo, es uno de sus amigos, y la pareja actual de Alibaba.

Y cada vez que los recuerda juntos, una indescriptible desazón se adueña de cada rincón. Y recuerda exactamente lo que sucedió en el día en que perdió completamente las posibilidades de permanecer a su lado.

Fue hace exactamente cuatro meses que Alibaba había llegado alterado, con el rostro rojo y tembloroso…

–Al…

…Y al verlo supo que algo andaba mal, quiso indagar, pero no esperó y no pudo reaccionar ante brazos que lo rodearon. Instintivamente el peliazul correspondió al efusivo abrazo del mayor, y una insondable felicidad se había apoderado de él, mas como siempre las alegrías no son eternas, ante unas simples palabras, el espantoso dolor que a veces carcomían su corazón se hizo presente.

<<También me ama>>

No fue difícil comprender, pues solo había una persona de la que el rubio podría estar hablando. Porque semana tras semana, el único tema de conversación que salía a flote, era acerca de la inseguridad que cargaba Alibaba, que sentía amor, pero temía ser rechazado.

–…din…

Y por más irónico que pudiera ser, Aladdin, aquel eterno enamorado que vivía entre sombras, fue el que le dio los ánimos para confesar lo que sentía. Conocía a la perfección lo que era vivir ocultando el afecto, y amor. No era agradable, y no deseaba que la persona que lo hacía sentir vivo se viera afligida ante los mismos horrores al que el silencio condiciona.

–Alad…

Sabía que los sentimientos del rubio serían correspondidos, más de uno conocía que el pelinegro por el cual su amigo suspiraba se hallaba ante la misma situación, pero no pudo decírselo, y en su lugar, solo dio un paso al costado y dejó que las cosas tomasen su rumbo.

Pero no esperó que el dolor fuera tan grande…

–¡Aladdin!

– ¿Eh? – el menor parpadea confundido, Alibaba ha estado llamándole desde hace minutos, al parecer.

–¿En verdad estás bien? – pregunta el rubio.

Aladdin solo ensancha su sonrisa y asiente con la cabeza. Se le dificulta cada vez más el disimular. Su seguridad va con rapidez absurda en declive. De seguir así su vida iría por el mismo camino de decadencia.

–Solo me alegra saber que todo está yendo bien entre ustedes – dice y no miente, en verdad una parte de él es feliz de tan solo ver la radiante alegría que suele desprender el otro.

Alibaba sonríe, pero no puede evitar sentirse preocupado –¿De qué es lo que querías hablarme, Aladdin?

El menor titubea, el otro ha logrado desarmarlo por completo de su convicción. Ahora duda, y aunque ya no desea sufrir por guardar silencio, tampoco desea destruir la fortaleza de felicidad que ha ido construyendo el rubio.

Porque sabe que si menciona palabra, Alibaba no volverá a verlo igual. No quiere perder a su preciado amigo.

–Yo…quería que…tú…– suspira para poder continuar –…supieras que creo haberme enamorado.

Eso fue todo lo que dijo, y no agregó más. Siente terribles ganas de gritar a pleno pulmón que en verdad lo ama a él, pero no puede hacerlo. No debía hacerlo, ni siquiera debió haber pensado en la posibilidad de desvelarle sus sentimientos. Sería egoísta de su parte hacerle eso llegados a este punto.

–¡¿De verdad?! ¡Es genial, Aladdin! – Exclama Alibaba a su lado – ¿Quién es? ¿La conozco?

Aladdin ríe sin emoción y responde con un vago "sí", no dice nada más, y solo deja que Alibaba le palmotee la espalda, y le dedique palabras de aliento, mientras comenta de paso el cómo él y Hakuryuu empezaron su relación.

El peliazul no comenta cuán doloroso es el contacto, y sigue su papel de amigo comprensivo. El rubio ignora la amargura en los ojos azules de Aladdin y continúa con el parloteo.

Ambos seguirán pretendiendo no darse cuenta del tormento que se cierne sobre uno ellos.

Y Aladdin solo podrá disfrazar sus sollozos con risas falsas.

Notas finales:

Gracias por leer!!


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