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Criminal ~ [Oneshot] por BicthLVL100

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POV'S Frank~

Nunca fui un chico muy complicado, aunque en esta ciudad no es muy común que las personas sueñen en grande, tener una cárcel a la vuelta de la esquina no mete ánimos en mucha gente.

El soccer mis amigos y los videojuegos eran mi vida y fueron los que me abrieron una nueva oportunidad cuando lograra entrar a la liga de mi ciudad como un novato en la cancha; Aunque supongo que las cosas empiezan en pequeño, los entrenamientos se llevaban la mitad de mis tardes, está en particular había succionado todo mi día.

Fueron seis horas, casi siete en medio del calor, bajo el sol y el sudor... todo para que al final del día las nubes cubrieran el cielo en un piadoso y a la vez molesto gesto al dejar caer esa tormenta sobre nosotros.

Y ahí estaba yo, un joven jugador de veinticinco años caminando en medio de la noche, eran no más de las nueve de la noche cuando las gotas lluviosas ya se habían encargado de empaparme de pies a cabeza.

Triste, lo sé... molesto, mucho más que eso. Las luces de la calle iluminaban el frio concreto, había llegado a aquella parte de la ciudad, esa parte sucia, hedionda además de mal cuidada y donde la mayoría de los vagabundos decidían reunirse para pelear...

Un bar tentó a mi curiosidad, por lo menos su parte trasera. Apenas y podía ver debido a la lluvia, unas personas estaban discutiendo. Pude oírlas gritar y maldecir, eran un pequeño puñado, parecían estar empujando algo, a alguien.

− No es de mi incumbencia... − me dije, acomodando la mochila a mis espaldas; sin buscar problemas, estuve a punto de dar la vuelta y salir de ahí cuando una nueva voz llamó mi atención.

 

~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~

 

− ¡No me toques hijo de puta! – un grito cansado, el joven curioso dio unos largos pasos hasta llegar a aquella escena; no era un pleito, o por lo menos no uno normal detrás de un bar.

Unos sujetos algo pasados de copas estaban molestando a una chica, un cuerpo pequeño era cubierto casi a la perfección por la capucha de la sudadera. Se movía, intentando zafarse del agarre de los hombres, sin embargo, un golpe directo en el rostro la hizo desplomarse a los pies de sus atacantes

− Hey ustedes, ¡quietos ahí o llamare a la policía! – gritó, alertando a los tipos con su presencia, pero antes de poder acercarse del todo aquella turbia había desaparecido y el cuerpo inerte de la chica estaba en el suelo.

− Señorita... ¿está bien? – se acercó a sus pies y removió la capucha para revisarla, grande fue su sorpresa al descubrir que aquella damisela en apuros no era una chica.

− Hombre ¿te encuentras bien? – mas no obtuvo una respuesta, estaba completamente inconsciente. Decidió sacar su celular, no podía dejarlo ahí, debía llamar a la ambulancia rápidamente, pero entonces una mano se lo impidió.

− No... − murmuró débilmente el chiquillo a sus pies, su piel fría se colocó rápidamente sobre la suya en un último intento por permanecer consiente antes de caer desmallado.

− ¿Qué hago? − dudó por un segundo, no iba a dejarlo ahí tirado bajo la lluvia, moriría o algo peor, sin embargo, por alguna razón el pequeño tampoco quería ir al hospital, debía ponerse a pensar.

Adolorido, aquel cuerpo a sus pies parecía que no se levantaría de nuevo en unos minutos, quizás horas...

Algo rápido, si no era que aquellos tipos pudieran volver, curioso, extraño e indeseado; no podía llevar a un desconocido a su casa... ¿o sí?

− Dios, debo de estar completamente loco... − suspiró, y así mismo levantaba el chico con dificultad y lo apoyaba contra su hombro.

Sin mucha dificultad, y aunque el peso muerto podría llegar a ser verdaderamente terrible de mover incluso bajo la lluvia, la forma pequeña y altura baja del cuerpo fue bastante conveniente, y fue así que en medio de aquella fría y nublosa noche Frank cargó con su nuevo "invitado" hasta llegar al departamento.

− Vale, estarás bien... − dijo, buscando espacio entre su sofá.

Habían sido tres pisos dentro de los departamentos. Entre gruñidos, pequeños murmullos y maldiciones se escaparon del chico a su lado, sea lo que fuera que estuviese soñando no podía ser nada bueno, o legal. Dejó caer el cuerpo inconsciente sobre el sillón, buscando por mientras una toalla con la cual secarse a él junto con su singular acompañante.

– ¿Debería asegurarme de que este bien? – se preguntó, librándose de su camisa mojada. Busco acercarse al chiquillo recostado; Jeans desgastados, rotos y húmedos al igual que aquellos enlodados converse. Una simple sudadera, en un tono azul oscuro empapada, al igual que todo en el chico; Frank bajó el cierre de la prenda dejando expuesto el pecho desnudo.

Piel clara, blanca, sobre un cuerpo delgado y pequeño, aunque lleno de moretones, marcas de heridas profundas y uno que otro rasguño reciente causados por la pelea; sus manos estaban sucias, y sobre sus brazos podrían verse varios tatuajes que llamaron su atención.

Limpió, pasando una toalla por sus heridas, la suciedad y sangre quedo impregnada sobre la tela obligándole a buscar algunas vendas con las cuales ayudarse. Todos y cada uno, los rasguños en su cuerpo fueron vendados con calma.

Lo siguiente seria revisar su rostro, tenía que cerciorarse de que no tuviese un golpe o que al menos siguiera respirando; Retiró la capucha, cabello corto y negro pegado a su piel junto con restos de fango, le costó un poco librarse de la mugre con cuidado y aun así al final logró encontrarse con nada más y nada menos que un rostro pacifico.

− Es tan... − Frank dudó sobre lo que sus ojos veían − No me jodas, ¿enserio es un chico? – casi gritó, suave, facciones amables con uno que otro golpe marcado débilmente en el labio.

− Tan lindo, se ve tan lindo, un momento... − volvió a pensar − Acabo de encontrarme a un chico tan lindo, en la calle y lo tengo en casa inconsciente... − tragó saliva, si lo pensaba bien aquello no sonaba para nada bien, por lo menos no a su favor.

− Debería irme a dormir... − intentó tranquilizarse, tomando al chico en brazos decidió que lo más conveniente sería que él usara su cama; en medio de la noche, intentando no mirarle directamente, el joven jugador de soccer tomó unas cobijas e improviso una cama en el sofá en medio de la sala en donde poder conciliar el sueño.

Algo que, de hecho, no sucedió...

Frank pasó casi toda la noche despierto, estaba nervioso... independientemente de que aquel chico obre su cama fuese un desconocido y la manera tan extraña en la que se habían conocido; el aspecto extraño del pobre era lo que de verdad llamaba su atención, parecía muy joven y era raro ver a un chico de ese porte y cuerpo con ese tipo de tatuajes, ¿y si pertenecía a una pandilla?

Sin embargo y debido a la caridad y estupidez del anfitrión, no tuvo otra opción más que traerlo consigo. No iba a dejarlo ahí en la calle tirado, podía morir, no era tan miserable como para dejarlo ahí, mas no sabía en qué clase de problemas se estaba metiendo.

 

POV'S Alex ~

Hace exactamente tres años que un pobre y pequeño desgraciado chico entro a la cárcel, un agujero apestoso y sucio en el cual su familia y amigos olvidaron. Haciendo a un lado el hecho que existían, pues se había convertido en la vergüenza de su linaje después de que se le acusara de homicidio en segundo grado.

Sin pruebas, ni testigos solo el testimonio de un viejo policía que casualmente odiaba a fondo al pobre mocoso. Fue encarcelado y sentenciado a treinta años de encierro por algo que no cometió.

Solo, sin nada ni nadie... la vida dentro de un lugar como ese nunca es fácil, mucho menos cuando eres un pequeño imbécil de dieciocho años al cual puedes joder fácilmente debido a su estatura. Nadie sabe lo que es el verdadero infierno hasta que entras a una celda y el peso de la decepción cae sobre tus hombros...

Aquel chiquillo no volvió a pisar una escuela, ni a jugar con sus videojuegos mucho menos a salir un rato con sus colegas. Ese niño fue maltratado y humillado de miles de formas al llegar como carne fresca a la penitenciaria, golpeado y en más de una ocasión casi pudo morir.

Ese mocoso finalmente logró sobrevivir tres años bajo el infierno, conviviendo entre demonios y ratas de toda calaña hasta que finalmente logró escapar.

Fue el descuido de un guarda en conjunto con una vieja navaja lo que hizo que consiguiera un par de llaves y abriera la sección donde se encontraba resguardado y donde junto con otros presos más lograse salir aquella noche en medio de una tormenta.

Mojado, huyendo de las balas y los perros termino en medio de la ciudad donde la diferencia "creativa" de este se ganará el odio de sus compañeros y en medio de su escape terminaran riñendo y el joven acusado fuese dejado inconsciente.

− ¿Qué?... – un pequeño ruido vino a mí de repente, el rugir de los truenos tras la ventana fue lo suficientemente fuerte para traerme de vuelta del mundo de mis pesadillas.

La oscuridad en medio de la habitación me desoriento un poco, no recordaba muy bien las cosas, pero incluso yo sé que esto no es correcto, no debería estar pasando.

− ¿Dónde estoy?... – pregunté, mirando a mi alrededor incluyendo a mí mismo. Mi pecho desnudo estaba cubierto por vendas y las heridas del resto estaban aún adoloridas. No recuerdo muy bien lo que pasó, estaba discutiendo con aquellos imbéciles y de repente un golpe, unos gritos y jaloneos, pero todo se pone oscuro después.

Logre levantarme, el piso de madera rechino al contacto con mis pies, un lugar tranquilo y un olor suave a jabón paseaba por el aire. Lento y con cuidado, abrí la puerta para encontrarme con la luz de la habitación, buscando con la mirada algo o alguien que me dijera que mierda hago aquí.

− Ese hijo de puta... − recordé apenas y vi ese rostro sobre aquella sala, estaba dormido, tendido sobre el sofá. El muy cabron se había atrevido a traerme, así como así. Cargando como si yo fuera una zorra a la cual salvar y así tomar como trofeo ¿Quién carajo se cree?

− Ya lo verá – dije a mi mismo, tomando camino hacia la cocina. No sé cómo ni porque este sujeto pensó en traerme aquí, mucho menos sus intenciones al curarme. Pero alguien debió decirle y advertirle que traer a un recluso a tu hogar nunca es buena idea.

 

~~~~~~~~~~~~~~~~~~

 

Aquella noche lluviosa los sueños de Frank no fueron muy tranquilos mucho menos pacíficos; fuero solo unos minutos en los que logró cerrar los ojos, cuando un dolor en su espalda al igual que una respiración molesta frente a él lograron despertarle.

Y ahí estaba el joven prodigio para futbolista, asustado, con dolor de espalda, algo filoso apuntándole directo a la cara, y con un chico no muy feliz.

− ¿Quién eres y porque me trajiste aquí? – directo y rápido, encapuchado mirándole fijamente mientras sostenía aquella navaja sobre su mano, el chiquillo soltó sus preguntas mientras acercaba más y más aquella hoja afilada.

− Habla o tendré que cortarte la garganta, porque me trajiste aquí y... − gracias al sueño de su anfitrión y algo de suerte, había dado con el cajón de los cubiertos y se hizo con uno de los cuchillos de carne.

− Soy Frank... − tragó saliva − Yo te saque de ese callejón, esos chicos te estaban golpeando y yo... − intentando no tartamudear, el filo de la cuchilla no retrocedía y la mala actitud de su extraño invitado parecía no iba a cambiar.

− Y entonces pensaste que, sacándome de ahí, curándome y trayéndome hasta aquí ¿harías la buena acción del día?, mira que cometiste un error – continuó amenazante, su voz era firme y su tono severo aun así el atemorizado jugador notó la manera en que fingía, forzando su garganta para así parecer más amedrentador.

− Yo solo te vi ahí, no era justo que... era una pelea injusta y yo... – respondió escondiendo los nervios de su voz, aquella buena obra había salido peor de lo que pensó y ahora el chico que antes había salvado lo estaba amenazando de muerte prácticamente.

− ¿Eran tres? – finalmente y ante la sorpresa del más grande aquel invitado decidió deshacerse del arma − Yo conté siente, debe haber sido por el golpe, está bien te creo...− aun algo sorprendido y desorientado lanzó el cuchillo acertando directamente, encajándolo en la pared justo detrás del perturbado y generoso chico.

− Entonces, gracias supongo... − llevó una mano a su cuello, avergonzado − Pero ahora no tengo nada con que pagarte, así que... –

− No, eso no es necesario yo solo... − Frank no termino su oración, el chico se despojó de la capucha, ahí estaba de nuevo, no lo había soñado, ese rostro angelical estaba ahí.

Cabello y ojos negros y profundos, una mirada profunda, fiera y decidida. Sus pequeños y delgados labios resaltaban sobre su blanca piel, aunque aún algo marcada por las heridas su rostro podía apreciarse mucho mejor sin el agua enlodada.

− ¿Qué haces?... − preguntó nervioso, aquel extraño bajó hacia sus pies.

En completa calma, se arrastró por la alfombra hasta llegar a colocarse en medio de sus piernas, una sensación de peligro y escalofríos le recorrieron el cuerpo.

Aquel desconocido posó sus ojos sobre su pecho, parecía divertido; Movió sus manos a través de sus pants, acariciando el tiro del pantalón; era un ángel muy singular, no uno tierno y puro, era más como agresivo, un ángel con pequeños cuernos.

− Dije que no tengo nada más conmigo... − reiteró este, y con esas palabras una mirada lasciva se dibujó en sus labios; Aquellos ojos negros, traviesos, despertaron una sensación dentro del mayor, un calor extraño e infernal que carcomió su piel en una sensación nueva, extraña.

Ignorando cualquier protesta, Alex bajó la tela de la prenda y ante la mirada boquiabierta de su compañero sacó el miembro poniéndolo entre sus manos.

− Mírate, estas ansioso... − regalándole aquella mirada obscena, ni siquiera lo pensó dos veces antes de introducirlo en su boca y comenzara a chupar.

− Es...espera yo – gimoteó; el chico que se había encontrado ayer en un callejón le estaba haciendo eso, no era correcto − Espera yo no soy... no soy gay – lo tomó del cabello, alejándolo.

− Yo tampoco... − directo, el más pequeño respondió mirándolo con deseo – Pero, si tú quieres puedes cerrar los ojos y pensar otras cosas... − e ignorando las peticiones de su héroe, continuo con su trabajo.

Frank no hizo más que tragar saliva, estaba tan nervioso, y desconcertado intento simplemente no decir nada, pero los movimientos de aquella boca, la manera en que su lengua se paseaba por su piel y la saliva abría paso hasta lo más hondo de su garganta se lo hacía imposible y los gruñidos se escaparon de su voz.

Suave, el sonido de su boca succionando cada trozo de piel, la manera en que sus manos masajeaban su carne mientras las gotas de saliva recorrían por su barbilla; Esos ojos negros continuaban fijos en él, una mirada deseosa que junto con el cálido acariciar de su lengua despertaba poco a poco sensaciones extrañas, sensaciones obscenas que de hecho le gustaban.

− Bien, estamos listos ... − exclamó el chiquillo mientras se quitó el pantalón, desnudándose, sus pantalones cayeron junto con aquella vieja sudadera dejando al descubierto su cuerpo, blanca, como nieve cremosa marcada por marcas sangrientas, completamente expuesto solo para él.

− Puedes agradecerme después... − sonrió ante la expresión de su acompañante, y se relamió deseoso para después empujar al hombre contra el respaldo del sofá y montarse en él.

− Es... espera − el mayor quiso detenerlo, si bien eso podía sentirse tan bien como el mismo cielo, aquella reacción no era correcta esto no debería estar pasando, por lo menos no bajo esas circunstancias.

Sin embargo, la cara y voz angelicales de aquel joven no dejaban que su mente respondiera, lo que es peor su cuerpo...

− Para ser un grandulón héroe eres muy lindo... − el pequeño se acercó a su rostro obsequiando un pequeño beso en la mejilla.

Pequeñas, un poco frías, sus manos buscaron sobre su pecho, acariciando sus hombros buscando la posición correcta para poder comenzar con su trabajo; Un pequeño jadeo escapo de su voz mientras se colocaba sobre aquel cuerpo carnoso.

Sin nada de por medio, solo la punta golpeteo contra aquella entrada, caliente, deseosa de tener algo más que solo pequeñas probadas; La voz del más joven se quebró cuando finalmente Frank entrara en él.

Abriéndose paso entre la apretada hendidura, el interior caliente y estrecho de Alex complacieron los deseos carnales dentro del ansioso jugador; Le costó un poco al principio, sin embargo y tan pronto su cuerpo se permitió acostumbrarse el descarado muchacho montó aquella verga; moviéndose con deseo, sus caderas despertaron las energías dentro del mayor, delgado, ajustado.

Tomó al chiquillo por las caderas, empujando con fuerza para así introducirse cada vez más profundo, sus dedos se clavaron con fuerza sobre su cintura y sus ojos perversos no se despegaron de aquella escena perfecta frente a él; No pasó mucho tiempo antes de que el fugitivo pudiese sentir aquella esencia en sus entrañas, seguido de la suya caer sobre su estómago.

Agitados, desorientados y sin nada más que el sonido de sus voces cansadas... pudieron pasar unos cuantos minutos en lo que nadie dijo nada. El sol empezaba a asomarse por la ventana, estaba a punto de amanecer y aquel par de chicos no tenían ni la más mínima idea de cómo o porque habían terminado así.

− Yo, umm... – habló Frank, intentando así romper el hielo.

Aquel chico sobre él se había levantado, y colocándose a su lado sobre ese viejo sofá lo único que hizo fue buscar su sudadera, ni una mirada ni una palabra o por lo menos no unas que le hicieran feliz.

− Fue un placer, ahora si me disculpas tengo cosas que... − fue su única respuesta ante aquel torpe anfitrión, pero ni siquiera termino su oración, aquellos labios se presionaron rápidamente sobre los suyos.

"¿Qué mierda?" pensó el más pequeño, aquel movimiento fue rápido y ni siquiera a lo vio venir; ahí estaba aquel grandulón sobre él besándolo de esa manera mientras intentaba zafarse.

Cálido, unos labios suaves, el olor a jabón aun podía hacerse presente sobre aquel enorme cuerpo. Brazos fuerte y espalda ancha, un rostro que no le daban ganas de salir corriendo, había sido amable y aunque le costara admitirlo, le debía un favor.

Un momento... ¿quién se creía que era... y porque lo estaba disfrutando?, pasaron segundos antes de que pudiese reaccionar y alejarse hacia el sillón.

− ¿Que carajos? ¡Imbécil el favor termino! – gritó mientras tomaba el resto de su ropa, colocándose el pantalón y buscando sus viejos tenis, se movió por la sala ante la mirada confundida del mayor hasta acercarse rápidamente a la puerta.

− Espera... ¿Te vas? ¿Quién eres? – este se detuvo y lo miro, tenía que pensar muy bien lo que decía, después de todo aún era un fugitivo.

− Yo...−

− Si te digo, vas a enojarte... − fue su única respuesta, recargándose contra el marco de la puerta, ¿podria tener problemas por hablar? A estas alturas había comprobado que el cuerpo fuerte del chico en realidad era una fachada para un sujeto increíblemente manso, aun así, dudo un poco antes de actuar.

− No lo haré, lo prometo... − una mirada sarcástica por su parte le hicieron saber que aquello iba enserio.

− ¿Esto te da una idea? – se acercó de vuelta, buscando sobre la mesa de noche el control remoto de la tele. Encendió el aparato y busco uno segundos sobre los canales hasta que finalmente las noticias hicieron su aparición.

Como lo supuso, ahí estaba el siendo el centro de atención junto con sus ex colegas.

− ¿Eres un criminal? – adivinó.

− Bravo, ahora adiós... − se levantó ignorando su sorpresa, abriéndose paso por la sala, no se detuvo cuando aquella voz llamó a por él, simplemente abrió la puerta de la entrada y salió.

"Estúpido, imbécil... tienes que salir de aquí antes de que te denuncie... Han sido solo palabras bonitas, cualquiera lo hace... tú lo sabes bien"

− ¡Espera! – pero entonces una mano lo detuvo.

Sujeto por sus hombros, Frank lograría alcanzarlo a unos pocos centímetros de su hogar, donde de nuevo esos labios se posaron sobre los suyos, esta vez de un modo un poco más brusco, no demasiado, pero lo suficiente como para despertar la ira y confusión de Alex... el perfume de Frank lo hipnotizaba, su agarre era suave pero firme... cálido, un abrazo diferente; no recordaba la última vez que se había sentido así

− ¿Cómo te llamas?... − reaccionó.

"Cariñoso, ojos negros y brillantes como un cachorro buscando el amor de su amo, este sujeto es... raro"

− Yo... − esa mirada amable y desesperada, sus ojos parecían rogarle a gritos que se quedara, sincero, había olvidado lo bien que se sentía estar con alguien de esa forma, sin embargo recobró la cordura, tenía que salir de ahí rápido.

"Tonterías, muévete, tienes que moverte... tenemos cosas que hacer ¡Largo de aquí de una puta vez!"

− Soy Alex, fue un gusto... – dijo finalmente, haciéndolo a un lado; retrocedió uno cuantos pasos desorientado, tímidamente sus ojos se cruzaron en una última mirada, rápida, pero a la vez tan larga... esa noche Alex había logrado escapar de su prisión física, introduciéndose en las calles fue rescatado por un muy peculiar héroe.

De carne y hueso, aquella mañana el cuerpo de Alejandro fue libre de cadenas sin embargo su corazón había sido secuestrado, tomado y encerrado en lo más hondo de aquella molesta y estúpida sensación a la cual todos llaman, amor.

 


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