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Animal ~ [Oneshot] por BicthLVL100

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El reloj marcó directo las dos de la tarde, dando la orden al timbre y así que los alumnos salieran de las aulas para poder regresar a casa; El cielo se vio ennegrecido por las nubes oscuras, señalaba la pronta llegada de algo más que una brisa de verano.

Aquella era la universidad más grande dentro del distrito central, donde sus alumnos convivían tanto dentro como fuera de la institución; pronto los pasillos se llenaron de chicos impacientes por llegar a su hogar y finalmente relajarse un rato, entre bromas y varias voces y gritos los minutos pasaron hasta dejar la institución vacía.

Con la excepción de unos pocos, entre ellos se encontraban dos chicos que, justo detrás del salón de química estaban teniendo una muy especial y extraña conversación.

− ¿Qué pasa ahora? No me digas que vas a ponerte a gimotear... − la voz del más grande retumbo por toda la sala después de que su brazo golpease contra la pared, acorralando así al más pequeño chico contra su cuerpo.

Un joven alumno de primer grado estaba siendo "interrogado" por su anfitrión de turno, un chico de ojos celosos y sonrisa maligna se dedicó a darle un buen susto después de las clases cuando nada ni nadie pudiese interrumpirlos.

− Te he dicho que no me gusta que me ignoren – volvió a hablar − Tampoco que me desobedezcan – tomando así bruscamente el rostro de su víctima, sus dedos se aferraron fuertemente a la barbilla del asustado chico bajo su poder. Ojos pequeños, negros y risueños que lograron tentar a la curiosidad y maldad del mayor al igual que a su odio cuando durante la última clase de ese día lo hubiera delatado "por error" con su profesor.

− Ahora, vas a decirme dónde guardo el viejo mi celular o yo... − el odio de este escupió directo contra su rostro cuando volviese a ser empujado contra la pared, zarandeado como un simple costal.

Temblando, su pequeño cuerpo ni siquiera pudo contra la fuerza del otro, viéndose obligado a desertar después de un par de jaloneos y el primer puñetazo que este encajara contra su quijada, acorralado bajo las órdenes del matón. Por lo menos hasta que aquel chico se apareciera ante ellos.

− Lo siento, pero creo que las clases terminaron y tienen que irse de aquí – una voz casi angelical para el chiquillo herido, apenas y ese sujeto hizo acto de presencia la atención e ira de su captor fueron dirigidas a él.

− Te hablo a ti Rubén, no es correcto que amenaces así a los de primer grado – pareció ignorarlo, sus labios se deformaron en una mueca enfadada y su puño golpeo de nuevo contra la pared.

− ¿Y tú qué quieres? – grito − Vuelve a tu autopista con tus perros, esto no te incumbe – intentando espantarlo después de notar aquella pequeña jaula sobre sus manos, un pequeño conejo curioso podía verse dentro.

En silencio, los tres chicos permanecieron intercambiando miradas, unas con más odio que otras. Los pasos del más grande entraron, dirigiéndose a la mesa donde pudo colocar al animal antes de volver y repetir.

− Dije, que salieran de aquí... − no lo repitió, y gracias a aquella distracción la víctima pudo moverse lo suficientemente rápido para soltarse y huir; ante la obvia disconformidad de su captor quien se mantuvo firme ante la presencia del otro.

− Me parece que no sabes en lo que acabas de meterte Samuel – una sonrisa hipócrita se dibujó en sus labios; reconoció a aquel chico apenas y lo vio pasar por la puerta, había arruinado su momento de gloria, eso no lo hacía para nada feliz.

Un muchacho más o menos alto, su piel morena y cabello castaño al igual que su carisma eran bastante populares entre las chicas de todos los cursos, un joven tranquilo y amable que casualmente adoraba a los animales. Se llevaba toda la atención con esa sonrisa cálida y ojos brillantes.

Fuerte, espalda ancha y brazos que se enmarcaba a su cuerpo bien torneado, le sorprendió que no tuviera lugar dentro del equipo de futbol, tampoco en el de boxeo y simplemente gozara de juguetear y pasar tiempo con animales pequeños y gordos.

− No me importa, Guillermo no te hizo nada y si el profesor te quito el teléfono tuvo que haber tenido sus razones – respondió indiferente, sus brazos se cruzaron mirándole fijamente. Unos ojos oscuros, llenos de vida que lo juzgaban en silencio junto con la expresión harta de su rostro.

Un "chico bueno" en todo el sentido de la palabra, lo odiaba a Rubén le repugnaba el solo hecho de tenerlo cerca, y la forma en la que había cortado su "espectáculo" le tentó a que aquel encuentro se quedara en algo más que solo palabras.

− ¿Enserio? – devolvió el reto − Y yo que pensaba que solo venias a defender al marica porque te apetecía un trozo de ese culo... – lo odiaba, cada trozo de él. Lo que representaba, detrás de esa cara pacifica estaba seguro que se encontraba un tipo miedoso u cobarde, el hecho de que tuviera un cuerpo perfecto no iba a intimidarlo ni un poco.

− Eres un idiota – solo sonrío, abriéndose paso entre las sillas del aula termino acercándose lo suficiente, hasta que sus ojos se encontraron con los del moreno.

Rubén era más alto, solo un poco más que su contrincante... su piel era clara y su cabello castaño caía algo largo sobre debajo de su gorra. Una sudadera desaliñada mostraba debajo una camisa desgastada y unos jeans viejos que dejaban ver un poco de su ropa interior.

− ¿Qué mierda quieres? – se movió, una de sus manos empujo el hombro de Samuel haciéndole retroceder unos pasos. Deseaba verlo enojado, quería ver lo que nadie nunca antes dentro de aquella maldita escuela había visto del chico perfecto y pacifista

− No me toques... − fue su única respuesta, esquivo la mirada tratando de ignorarlo e irse, pero de nuevo otro golpe esta vez contra su pecho lo hizo retroceder, esta vez estampándose contra la mesa donde la jaula se encontraba impidiéndole el paso.

− ¿Qué vas a hacer? Si quieres problemas está bien por mi idiota – Un reto obvio, descarado y que después de unos segundos en completo silencio fue correspondido por Samuel, sus ojos negros se posaron firmemente sobre los del castaño.

− Eso pensé... no te metas en mis asuntos, enano – lo miro desde arriba con superioridad, acercando su cuerpo hasta el suyo un nuevo golpe vino contra el moreno.

Aquello fue el colmo para Samuel, devolvió el golpe con su puño. Impactando contra el rostro del más alto, logró alejarlo de un simple movimiento, sus nudillos crujieron junto con la quijada de Rubén cuando este cayera al suelo frente a él.

− ¡Eres más fuerte de lo que pensé! Eres genial... − casi gritó, la sangre comenzó a asomarse sobre la comisura de su labio, resbalando sobre su barbilla.

− Vamos, ven acá...− escupió la bilis de su boca, reincorporándose ansioso − Muéstrame más de eso – lanzó el reto contra el moreno y junto con una sonrisa bastante complacida limpio los restos de rojo en su rostro.

Contraataco, corriendo hacia él, impactando con toda la fuerza de su cuerpo al imbécil que se había atrevido en levantarle la mano. Ambos cayeron al suelo producto del golpe, uno sobre otro forcejaron sobre el suelo entre puños y maldiciones.

Empujando mesas y sillas, terminaron al final de la sala detenidos por la pared; quedando así Rubén sobre el moreno, se encargó de que sus nudillos se desgastaran sobre el rostro de este, uno tras otro la adrenalina dentro de su cuerpo le daba apenas para sentir dolor sobre su mano.

Entonces algo lo pasó.

Un pequeño sonido proveniente de la jaula de aquel pequeño animal, una distracción torpe que Samuel aprovecho para cambiar papeles, derribando al castaño a sus pies, colocándolo boca abajo mientras lo tomaba por el cabello y controlaba sus histéricos movimientos.

Su mejilla al igual que su labio estaban hinchados, y la sangre acumulada dentro de su boca bien podría hacer que su comida supiera a metal frio por los siguientes tres meses. Estampo su rostro un par de veces contra el frio piso, la madera crujió y de su frente un pequeño hilo de sangre comenzó a colgar.

− Me parece que te gusta ser golpeado, es enfermizo – aquella suave y maliciosa voz golpeo contra su cuello, el cálido aliento de Samuel choco contra la piel de su cuerpo ocasionándole escalofríos segundos antes de que finalmente lo liberase; apenas y pudo levantar su cara y aquella patada lo sorprendió, directo contra su rostro la suela de aquel zapato lo mando lanzado hacia el frente de la clase.

Golpeando contra el frio concreto, su cuerpo termino en el suelo... herido, tambaleante, vulnerable debajo del viejo pizarrón al nuevo agarre del moreno quien volvió a tomarlo del cabello, alzó su rostro para encontrarse de nuevo con su mirada fija.

Aquella sonrisa degenerada seguía pintada sobre los delgados y manchados labios de Rubén, dirigió un momento sus ojos hasta la entrepierna del más alto, entonces si quería jugar de esa manera, lo haría.

− ¿Acaso eres uno de esos degenerados a los que les gusta jugar rudo? – escupió aquella idea en su cara, golpeando contra la pared, su espalda crujió y sus huesos chasquearon cuando su mano se posara fuertemente contra su cuello.

− ¡Joder! – tocio, el brazo libre de su contrincante se movió entre su piel, bajando el cierre utilizo su mano para desgarrar la tela que cubría su pecho. Aquella piel blanca manchada por su sangre, tenía encima varias marcas a causa de sus riñas anteriores, una idea enfermiza vino a su mente y por lo visto también a la de su compañero.

Acaricio la suavidad de su piel, relamiendo la sangre de sus labios; Como respuesta unos zarpazos provenientes de las uñas histéricas del castaño detuvieron su jugarreta,

− Suelo tratar con animales agresivos todos los días durante mis prácticas, pero tu... − gruñó, dejando caer al semidesnudo chico a sus pies − Tu eres sin duda el más molesto y salvaje que he tenido – deslizo la cremallera, sacando su miembro, volvió a tomar de la cabeza al muchacho hincado frente a él acercándolo a s cuerpo, frotando su rostro marcado contra el calor y deseo de su piel

− ¿Te gusta pelear? Pues bien, defiéndete de esto – Sus dedos se aferraron a los cabellos de su nuca mientras prácticamente violaba su cabeza, embestidas brutas y toscas que poco a poco se hacían cada vez más rapadas y profundas.

Golpeteando hasta lo más profundo de su garganta, Samuel disfruto de ver la saliva caer por la comisura de sus labios y las forma en que las lágrimas poco a poco iban recorriendo por sus pestañas cuando ese espeso liquido blanco invadiera la garganta de Rubén.

− ¡Mierda! – se ahogó, tosiendo cuando finalmente este soltase su cabello, y sus rostros se encontraron en una nueva y enferma mirada, ojos fríos y su respiración ronca y la manera en que su pecho subía y bajaba tan rápidamente provocaban dentro del "violado" chico una sensación algo, perversa.

− ¿Eso es todo? – siseo, deslizando su dedo índice sobre la comisura de su labio, aquella mescla rojiblanca seguía descendiendo con fluidez − Anda, venga... sé que puedes hacer algo mejor que eso – y ante la sorpresa y deleite de Samuel, Rubén se levantó y pidió, deshaciéndose de sus pantalones y colocándose contra el escritorio, frotando aquella mescla sobre su entrada mientras alzaba las caderas y ofrecía su cuerpo de la manera más descarada y obscena que pudo.

Ni siquiera pasaron tres segundos antes de que Samuel lo tomase por el culo y entrara de lleno sin piedad a su interior, dejando escapar un gruñido complacido de por medio. El calor y la estreches de sus entrañas deleitaron las sensaciones y despertaron los instintos más sucios dentro del joven; se aferró a sus glúteos mientras las estocadas poco a poco se tornaban más violentas y demandantes.

− Más, más... − pidió con voz temblorosa, notó como las gotas de sudor y saliva de este caían sobre sus caderas y las uñas se enterraban en la carne de sus caderas, ese chico callado, ese hombre bueno lo estaba lastimando de una manera en la que nadie jamás lo había hecho, algo que de hecho lo ponía más caliente de lo normal.

Su vista comenzaba a nublarse, y por mientras las embestidas tornaban un ritmo más lento, pero a la vez profundo, abriéndose paso sobre su vientre, el cuerpo de Rubén llego a aquel limite junto al suyo envolviéndoles en ese calor infernal, doloroso y placentero...

Sus cuerpos permanecieron en silencio, jadeantes hundidos en su propio placer durante unos minutos extraños. Rubén jamás hubiera pensado que algo como esto pudiese pasarle, por lo menos no en las calles y a manos del chico modelo de la universidad.

− Ouch... − un movimiento lo sacó de sus pensamientos, fue dejado caer nuevamente al suelo después de que este saliera de él.

− ¿Solo te vas? Vale, vete a la mierda... − dijo él derrumbado chico cuando el cuerpo de este se fuera. Arreglando su ropa, limpiando los restos de rojo de su rostro ni siquiera le dirigió la mirada de vuelta cuando volviese hasta aquella mesita donde se encontraba el pequeño animal y comenzara a buscar su camino fuera de ese lugar.

− El teléfono está bajo el escritorio en el segundo cajón, no quiero volver a verte en este sitio nunca más... – fueron sus últimas palabras desde el marco de la puerta, una advertencia.

− En tus sueños, imbécil... − una amenaza directa contra el chico más problemático del campus que desgraciadamente no iba a asustarlo en lo más mínimo.

 


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