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Engel por Dashi Schwarzung

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Notas del fanfic:

Este fic fluyó como el agua; no pensé que el tema de los ángeles me daría tanta inspiración como para terminarlo. De cualquier forma no es tan largo a lo que estoy acostumbrada xD así que igual no canto victoria.

En fin, este fic está dedicado a mi linda y bella Beta Reader: Ina Escalante, a quien sé que le gusta mucho el AU de ángeles y porque me inspiró con las imágenes que subió a la página “Aomine le da a Kagami” en FB c:
Espero que les guste, es la primera vez que escribo sobre esto, y … sinceramente sólo lo iba a hacer un drabble, pero noté que sobrepasaban las 1500 palabras y mejor decidí hacerlo fic XD <3

 

Oh, sí, la mención de que esta idea la saqué de un prompt en tumblr: “Soy tu ángel guardián, pero no haces mi trabajo fácil cuando caminas en medio del tráfico para salvar a un cachorro”

 

..::Engel::..

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Se encontraba sentado en la orilla del rascacielos más alto de la ciudad, un lugar al que le gustaba mucho ir cuando tenía un día realmente pesado;  miró cómo, a lo lejos, la poca gente deambulaba por las calles, usando abrigos gruesos para contrarrestar el frío intenso de invierno.

Él sólo usaba un ropaje blanco, pues el clima no le afectaba en lo absoluto. Sus alas eran blancas, y en las puntas de las plumas podía denotar un color rojizo, un color igual al de sus ojos y su cabello.

 

El sonido de unas ligeras pisadas a sus espaldas se escuchó, sacándolo de su intento de descanso.

Sabía de quién se trataba, y aun así giró sobre su lugar y observó una figura de alas grises que se acercaba a él, con un rostro inexpresivo y movimientos calmados, como ya era de costumbre.

—Mayuzumi… — Mencionó, formando una pequeña sonrisa al ver al otro ángel  de cabellos grises.

—Kagami. —Saludó de vuelta. —Seguro fue un día largo. — Mencionó el otro ángel, sentándose junto al pelirrojo para admirar la vista que tanto impactaba a su amigo.

—Uh… ese bastar- — Calló al percatarse de que iba a decir una mala palabra, algo que no iba con un ángel, pero es que en definitiva, el humano al que había sido asignado era un dolor de cabeza para él. —Tch. Ese tonto de Aomine, es como si quisiera suicidarse.

 

Ojos grises se fijaron en él con curiosidad, no podía imaginar por lo que estaba pensando Kagami, pero siempre que se encontraba con él, era la misma queja.

—¿Ahora por qué fue? — Cuestionó, sin despegar su vista de la ciudad que dejaba mostrar sus luces resplandecientes; definitivamente una bella visión desde el punto más alto de la ciudad.

—Asaltaron un supermercado cuando él estaba en su ronda, y el muy tonto no pudo esperar por refuerzos. — Su voz con molestia por el policía Daiki se hizo escuchar; recordó los sucesos de ese día: había tenido que usar lo que estaba en su alcance para que aquellos ladrones en el supermercado no dañaran a Aomine.

—Debo pensar que usaste tus poderes… debes estar cansado.

—Lo estoy. Por suerte mañana será día de descanso de Daiki, así que podré recuperar fuerzas.

 

Mayuzumi asintió a las palabras, sin poder explicarse cómo era que Kagami Taiga había permanecido por tantos años cuidando al mismo humano, sin pedir algún traslado. Parecía que en los planes del ángel de cabellos rojos no estaba el rendirse con ese humano llamado Aomine Daiki.

De cualquier forma, el tema de una re-asignación nunca fue hablado por Chihiro, mucho menos por Taiga.

—Y… ¿Qué tal te va a ti con Kuroko? — Cuestionó Taiga, girando el rostro hasta mirar apropiadamente a su amigo.

—Uh… es muy tranquilo. No tengo ningún problema con él. — Ante la mención del chico a quien el peligris cuidaba, una sonrisa se formó en su rostro. La verdad era que estaba feliz con Kuroko: era un chico cuidadoso, tranquilo, no daba problemas, y su trabajo como maestro de preescolar lo hacía sentirse feliz. Mayuzumi no podía estar más contento con ello.

—Sabes… es curioso que siempre que menciono a ese chico, tú sonríes. —Lla voz de Kagami sonó traviesa, y es que tal vez el chico de alas grises ni siquiera se había dado cuenta de aquel cambio en sus facciones ante la mención de Kuroko.

—¡No digas esas cosas! — Se levantó tan rápido como pudo, haciendo de cuenta que no había escuchado el último comentario de su amigo. —Será mejor que siga haciendo mi trabajo.

 

Kagami soltó una risilla al ver cómo su amigo escapaba del tema de Kuroko Tetsuya; no podía negar que últimamente Mayuzumi Chihiro se había visto más alegre que de costumbre, parecía que su trabajo estaba agradándole más de la cuenta.

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Era el día libre de Aomine, se había levantado tarde de la cama, había “arreglado” su departamento y había decidido ir a comer sus preciadas hamburguesas Teriyaki al Maji Burger. Esperaba no tener alguna llamada de emergencia en la que lo obligaran regresar al trabajo; ese tipo de cosas eran muy comunes para él.

 

Caminaba despreocupado por la acera, bostezando un par de veces, pues parecía que no había tenido el descanso deseado. Pensó que un poco de basquetbol lo haría sentirse más lleno de energía. Tal vez pensaría en ir a la cancha más tarde.

 

De repente escuchó el grito de una mujer, y al percatarse del porqué del grito de aquella señora, se dio cuenta de que un pequeño cachorro se encontraba en medio de una avenida grande y transitada por muchos autos.

El pequeño perro siberiano estaba aterrado por el lugar donde se encontraba, y sabía que el moverse le resultaría en la muerte.

—¡Alguien ayúdelo! — Gritó la mujer, sin despegar sus ojos de la escena del pequeño perro.

Alrededor, y gracias a los gritos de la señora, la gente empezaba a aglomerarse.

 

Aomine miró por un par de segundos la escena, pensando en qué podía hacer, y al no hallar ninguna solución, optó por hacer algo estúpido, como era su costumbre: hizo uso de su buena agilidad y rapidez y pasó entre los autos que no se detenían, hasta que llegó al cachorro; el pequeño animal se aferró a él.

Los gritos de susto de las personas expectantes no se hicieron esperar, pues sabían que el moreno saldría lastimando por tal osadía, o… tontería.

 

Con avidez el moreno tomó al cachorro siberiano y al levantar la mirada, notó cómo un auto no se detenía e iba directo hacia él.

Lo único que pudo hacer fue abrazar al perro, cerrar los ojos fuerte y escuchar el rechinido de las llantas al tratar de frenar. Sabía que no saldría de esa… había ido lo suficientemente lejos esa ocasión como para no saber que esa estupidez le iba a costar la vida.

 

Pero los segundos pasaron, el rechinido de las llantas dejó de escucharse, dándole lugar a un sinfín de sonidos de claxon…. él seguía consciente.

 

Con sorpresa abrió los ojos, sólo para encontrarse a varios coches chocados alrededor de él; varios choferes muy enojados salían de sus autos para gritarle unas cuantas ofensas a Daiki, pero él no los escuchaba, sólo notaba cómo la gente se amotinaba en el lugar, curiosa, tratando de saber qué pasaba.

Su corazón latía muy fuerte dentro de su pecho; a sus fosas nasales llegaba el olor distintivo de las llantas gastadas; el cachorro ladraba, como si con ello quisiera darle las gracias.

—Uh… estamos ilesos…— Le habló al perro, como si este pudiera entenderle, y parecía que así era, pues el cachorro se estiró lo suficiente para lamer el rostro del moreno.

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En algún punto de la ciudad se habían congregado varios ángeles, la mayoría de ellos estaban furiosos.

 

—¡¡Fuiste demasiado lejos, Kagami!! — Gritaba Makoto Hanamiya; un ángel con un mal temperamento. —¡¡Por tu culpa Teppei está en el hospital!!

—Tu humano sólo tiene algunos moretones, es todo. — Kagami trataba de defenderse de una horda de ángeles que conocía, y quienes le atribuían la culpa entera por el accidente que había causado Aomine Daiki.

—¿Qué me dices de Riko? — Hyuuga Junpei, un ángel con experiencia era el siguiente en quejarse. —¡¡¡Riko tiene un brazo roto gracias a ti!!

—¡¡Esto no fue gracias a mí!! ¡Hice lo que cualquiera de ustedes podría hacer! ¡Mi trabajo es cuidar de Aomine Daiki! Así que tal vez ustedes debieron hacer mejor su trabajo.

 

Sobraba decir que todos estaban realmente enojados por lo que les había pasado a las personas que debían proteger; para ellos no había otro culpable más que Kagami Taiga.

—Sabes las reglas, Kagami. — Nash Gold Jr., un ángel que recién había sido asignado habló: — Tal vez debiste dejar morir a tu humano y quedarte sin trab- — No pudo terminar su comentario gracias a un fuerte golpe asestado en su rostro de parte del pelirrojo, y el cual lo mandó directo al piso.

—¡¡No vuelvas a decir eso!! — Finalizó, mirando a todos los demás ángeles, quienes se quedaron callados al ver el aura amenazante que despedía.

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Nueva noche; Kagami y Mayuzumi se encontraban otra vez desde el punto más alto de la ciudad, después de saber que sus personas asignadas estaban completamente dormidas.

Taiga lo sabía: en cualquier momento el peligris sacaría a flote el tema de lo ocurrido en el accidente, y sólo estaba esperando el momento.

 

—¿Qué tal si pides una re-asignación? — Chihiro sorprendió con su comentario, sin saber si el pelirrojo tomaría a mal su consejo.

—¿A qué te refieres? — El tono en el que el pelirrojo había hablado no había sido el adecuado, y por ese momento Mayuzumi prefirió callarse. —Habla. — Ordenó Taiga, mirando fijamente aquellos ojos grises, que lo miraban con confusión.

—Lo que pasó hoy… Es obvio que Aomine Daiki es alguien problemático para ti. Podrías hablar con los altos, y decirles que te asignen a alguien más.

 

Las cejas partidas de Taiga se fruncieron ante la sola mención.

—¿Me estás diciendo que claudique en mi misión?

—Uh… no exactamente.

—¿Quién se atrevería a cuidar a un idiota como él? — A esas alturas ya no le molestaba el morderse la lengua para no blasfemar, su día había sido muy difícil como para guardarse ciertos sentimientos. —¿Crees que sólo porque esto es difícil debo darme por vencido?

 

Mayuzumi permaneció en silencio. Tal y como lo esperaba, el pelirrojo no estaba de humor como para entablar una conversación sobre lo ocurrido.

—Si te hace sentir bien… yo habría hecho lo mismo que tú. — Los ojos inexpresivos de Chihiro ahora mostraban comprensión; un brillo diferente que no pasó desapercibido por Taiga.

—…

—Si hubiera sido Kuroko el que se encontrara en la misma situación que Aomine… también lo protegería, sin importarme más. Porque ese es mi trabajo.

 

La mirada de sorpresa de Kagami se denotó. No esperaba una respuesta como esa de parte de Chihiro, y menos cuando éste seguía las reglas al pie de la letra.

Ahora le quedaba claro que Kuroko significaba para Mayuzumi algo más que un simple protegido.

—Gracias. —Finalizó el pelirrojo, mostrando una pequeña sonrisa. —Pero… creo que tomaré una medida más arriesgada para hacer entrar en razón a Daiki.

Ojos grises se abrieron con estupefacción.

—¿Acaso estás hablando de…—

—Sí…

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Era una nueva mañana. Daiki se levantaba de malas ante su alarma, que no dejaba de sonar; si su celular no fuera su alarma, aventaría ese aparato por la ventana del quinto piso en el que vivía.

Un gruñido de molestia escapó de sus labios, y sin ánimos, decidió sentarse sobre la cama, para esbailarse un poco y empezar su rutina diaria en el trabajo.

 

Aún estaba soñoliento, pero pudo vislumbrar un brillo extraño, justo frente a su cama. Talló sus ojos con su mano y volvió a enfocar a aquello que parecía una persona.

Su rostro en impresión se mostró, y es que frente a él podía observar a un chico pelirrojo, tal vez más joven que él, con cabello rojo, ojos rubíes y esas cejas extrañas… pero eso no fue lo que más acaparó su atención, sino que se dio cuenta de aquellas alas con plumas blancas que tenían puntas rojas…

 

Su instinto lo hizo brincar de la cama y pegarse a la pared, temiendo a aquel ser que había aparecido de repente en su cuarto.

 

Kagami permanecía parado, con ambos brazos cruzados, mirando con cara de pocos amigos a Daiki.

El manifestarse de esa manera le costaba casi toda su energía, pero el chico moreno que estaba enfrente se lo había ganado.

 

—¿Qué…qué eres? — El miedo se hizo evidente en la voz de Aomine, quien parecía querer atravesar la pared.

—¿Tú quién crees, ‘genio’?

—Uh… un ángel.

—Grandiosos poderes de deducción. Soy tu ángel guardián.

La tensión en el cuerpo de Aomine pareció desaparecer al escuchar la identidad de aquel chico misterioso que emanaba un brillo inigualable.

—Oh… eres mi ángel guardián…

 

Kagami suspiró resignado. No creyó que hablar con Aomine sería tan poco productivo; era como si el chico moreno hubiera freído sus neuronas en el proceso de averiguar la identidad de Taiga.

—¿Qué quieres de mí? — Cuestionó el moreno, tomando la oportunidad de recorrer su mirada por todo el cuerpo de Kagami. ¡Vaya que el ángel era demasiado atractivo!

—Quiero que dejes de meterte en problemas. ¡Tu maldito trabajo está agotando mi paciencia! Además eres tan idiota que si no pones en peligro tu vida, no eres feliz.

—¡Hey! Creí que los ángeles no blasfemaban.

—¡Tú lo vales, idiota!

 

Daiki calló; en lugar de seguir hablando, pensó en las palabras que había dicho su ángel.

—Ummm. — Se sentó en el borde de la cama. —Así que quieres que deje de meterme en problemas…

—Tus problemas me están metiendo en problemas.

El moreno no pudo evitar sonreír ante las palabras.

—Es mi trabajo servir a la gente, y si por ti sigo vivo… debo agradecerte.

 

El enojo que inicialmente sentía Kagami fue reemplazado por asombro al escuchar cómo el moreno le agradecía.

Había estado por muchos años cuidando a Daiki, y el que éste diera las gracias, era algo sorprendente para él.

—Eres atractivo…— Una mirada coqueta, más una sonrisa traviesa fue lo que el peliazul le regaló al ángel, después de haber hecho esa confesión

—¡¿Pero qué demonios?! — Y como era de esperarse, un sonrojo apareció en las mejillas de Kagami ante tales palabras.

 

Aomine soltó una pequeña sonrisa y miró fijamente a su ángel. Definitivamente el pelirrojo era demasiado atractivo.

—Hagamos un trato… yo cuidaré más mi vida si tú sigues apareciéndote de esta forma y me dejas echarte un ojo. — Un guiño le regaló.

—¡Maldito bastardo! — No podía golpear a su protegido… al menos no con las manos; así que mejor usó una de sus alas… tal vez incluso dolía más.

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—Entonces… ¿Hiciste el trato con él? — Mayuzumi necesitaba saber el desenlace de esa historia.

El pelirrojo mostró un gran sonrojo y ocultó su rostro entre sus manos.

—¡¡¡Fui un tonto!!! ¿Cómo dejé que me convenciera? — Se reclamaba una y otra vez.

—Bueno, míralo por el lado bueno: Aomine cuidará más su vida. Además… parece que su curiosidad por ti fue genuina.

—Uh…— No quería seguir hablando del tema, y supo qué debía decir para que Mayuzumi se fuera por esa noche. —Seguro que a Kuroko también le causarías un gran impacto.

—Será mejor que siga haciendo mi trabajo. Nos veremos, Kagami.

 

Taiga sonrió al saber que su plan había tenido éxito; miró cómo el peligris se desaparecía a seguir cuidando de aquel chico de cabellos celestes.

Pero cuando se fue las dudas regresaron a él: tendría que usar mucha energía para manifestarse en presencia de Aomine, pero tal vez valía la pena; si el chico empezaba a valor más su vida, tal vez debería darle una pequeña recompensa con la dicha de la presencia de su ángel.

—Eso haré. —Se dijo a sí mismo. Pensando que aquello no podía ser tan malo.

 

 

 

Notas finales:

Espero que les haya gustado!!! gracias por sus comentarios :D


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