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El anillo por Jesica Black

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Notas del fanfic:

Hola a todos, gracias una vez más por leer este fic. Sé que todos mis fics se parecen pero trataré de dar mi mejor esfuerzo con este. Intento hacer humor. Si desean visitar mi pag de internet, aquí esta JESICA BLACK gracias por leer mis historias.

 

Solo Aeneas y Brendan me petenecen como personajes, el resto no, son de Shiori Teshirogi y Masami Kurumada.

El anillo.

 

Prologo.

 

10 años atrás.

La vida nunca fue fácil y Kardia Onasis lo sabía mejor que nadie. A la edad de dos años, sus padres se separaron; fue muy doloroso pensarlo siquiera en ese momento, por lo cual se encerró en una burbuja y se mantuvo allí, pensando en lo triste que era pasar por esa instancia. Eran o solían ser los años donde no era muy común ser hijo de padres separados, y cuando lo eras, tus compañeros te miraban diferente o hacían burlas de ti, como si uno ya no se sintiera mal o culpable.
Con el tiempo, la vida de Kardia cambió, no sabía aun si para bien o para mal. Su madre comenzó una relación vía internet con un joven de mediana edad, al igual que ella, y empezaron a salir. Las noches se le hacían más largas a Kardia, siempre esperando a su mamá para cenar y quedándose dormido encima de la comida. Ella muchas veces le pedía que no la espere más, que coma y se vaya a dormir, pero era muy difícil para él, no estaba acostumbrado. 
De pronto, la televisión pasó a ser su única compañía. 
Mientras su madre comenzaba una nueva vida, el joven Onasis pasaba más momentos a solas, trataba que el tiempo pasara más rápido y fuera más divertido.

Uno de esos días, se escabulló en el cuarto de su madre y empezó a inspeccionar todo lo que había ahí, desde su ropa, zapatos, hasta su joyería. Fue ahí donde lo encontró, su sonrisa se trasformó de una suave y delicada a una completamente llamativa de oreja a oreja. El anillo de compromiso.

No era la gran cosa, tenía la insignia de la familia Onasis, la cual solía ser un escudo con una pequeña O en sus extremos, un pájaro pequeño, una cabra y un árbol, que simbolizaba lo que los Onasis habían hecho en la ciudad Griega desde épocas lejanas. Habían sido amantes de la naturaleza y comerciantes de carne, además de proveedores de la paz. Por eso tal vez eran tan importantes. Su padre, Aeneas Onasis, le había entregado ese tesoro a su madre para proponerle matrimonio, y ella lo había conservado todo ese tiempo recordando lo valioso que era para Aeneas.
Kardia le preguntó esa misma noche a su madre si podía conservarlo y ella afirmó completamente, dado que ese anillo pertenecía a los Onasis, y Kardia era uno de pies a cabeza.

Con el compromiso de su madre con el novio, la noticia del embarazo llegó, el joven Kardia no salía de su asombro, aun Aeneas, quien no pudo creer en un primer momento dicho espectáculo, estaba sorprendido, pero no podía más que felicitar a su ex esposa por ser feliz y desearle lo mejor. Kardia no aceptaba mucho a ese sujeto, pero este intentó hasta último momento ser amigo del jovenzuelo. 
Y nació su hermano, Milo. Era precioso, sus cabellos rubios rizados y sus ojos celestes con destellos turquesa lo convertían en un muñequito, Kardia ahora tenía un hermanito para jugar, a pesar que ya era bastante mayor. Tiempo después su madre y su padrastro se casaron. Todo parecía feliz o al menos eso creían hasta que el pequeño rubio cumplió cinco años. 
Kardia estaba abajo escribiendo un ensayo en la computadora, el cual presentaría ese mismo día, pero como vago que era lo dejó para último momento; cuando escuchó a su madre bajar desesperada por las escaleras. Kardia volteó a ver y notó que la mujer estaba pálida como un fantasma. Su hermano estaba enfermo y tenía mucha fiebre. El señor Antares, padre de Milo, llegó rápidamente del trabajo con el fin de llevar a su esposa e hijo al médico, diciéndole claramente a Kardia que no abriera la puerta a nadie y que se quedara esperándolos. Y los vio partir.

Kardia esperó y esperó..............................

Pero nunca volvieron.

El accidente se produjo al menos veinte cuadras de la casa. Un conductor ebrio chocó de lleno contra el auto, haciéndolos estrellarse con un árbol que cayó encima de ellos. El auto quedó destrozado. 
Cuando la policía y los bomberos llegaron, solamente pudieron rescatar al pequeño Milo de cinco años, quien, a pesar de estar con fiebre, se encontraba ileso debido a que su madre lo cubrió completamente con su cuerpo. El señor Antares estaba aplastado y sin vida, además que su madre también había muerto momentos después del impacto, una vez que rescataron a Milo. 
Tomó mucho tiempo, pero al fin sacaron los cadáveres. Kardia fue avisado unas cuantas horas más tarde y fue enviado directamente con su padre, quien vivía solo en un departamento. Debido que no había familiares de sangre que se encargaran del papeleo, tuvo que ser Aeneas el que lo hiciera, Kardia estaba demasiado apesadumbrado. Con diecisiete años se había quedado completamente solo, sin futuro ni pasado, con la sangre helada y el cuerpo paralizado. Sus ojos lloros, y su mirada atónita. Aeneas trató de hacer lo posible para que su hijo saliera adelante, pero era imposible.
Esa mañana, tomó el traje negro y se lo puso. Su hermanito se recuperó rápido y debido, nuevamente, a que solo Kardia era sangre directa y este era menor, Aeneas hizo todo lo posible para quedarse con Milo hasta poder adoptarlo. 
Allí estaban los dos hermanos, viendo como los ataúdes descendían a la nada. Aeneas animó al pequeño Milo quien se aferró a su pierna y lloró amargamente, a pesar de tener cinco años, comprendía perfectamente que quienes estaban allí eran sus padres. Kardia desapareció segundos después del entierro, Aeneas supo comprender que necesitaba estar solo.

Llegó a un parque que se encontraba a unas cuadras y se sentó allí, mirando el vacio. No supo cuánto tiempo estuvo de esa forma, ni tampoco que tan lamentable se veía cuando escuchó el sonido de unas hojas crujir. Se dio la vuelta para ver a un niño, un poco más grande que su hermano, de cabello castaño largo y ojos violáceos. Estaba tan abrigado que apenas podía distinguir esos dos rasgos de su rostro a la mitad, envuelto en una pañoleta. Hacía mucho frío ese otoño, tanto que parecía invierno, aun así, Kardia pudo distinguir que el niño sostenía una flor entre sus manos.

—Es una margarita del prado —susurró el joven mientras se la extiende amistosamente, Kardia lo mira — . Te sientes triste ¿no?

— Pff......mejor ve con tu madre, niño, tomarás mucho frío aquí — susurró Kardia un poco ácido, intentando no hablar demasiado, pero el niño continuó extendiendo la flor.

—Crecen aquí durante el invierno, aunque es otoño, el clima es muy invernal y las confundió, supongo — se estiró lo suficiente para tocar a Kardia, este giró, probablemente sabiendo que no se quitaría de encima al molesto niño — . Sirve mucho las plantas cuando estamos tristes, ¿has pasado por algún momento malo?

— Tú qué sabes —gruñó.

— Es fácil leerlo en tus ojos — comentó y nuevamente le muestra la flor — . Tómala, la recogí para ti. Llevo viéndote un rato desde la sección de juegos del parque, no me gusta que la gente llore.

— ......gracias.... — tomó la flor y la miró, era bonita — . Eres muy amable....

— Qué bueno que te gustó — el pequeño se cubrió aun más con su ropa, tenía bastante frío —. Debo irme.

— ¡Espera! — exclamó y metió su mano dentro de su camisa, arrancando algo de allí, un collar. Le extendió al pequeño dicho collar y este pudo notar un anillo colgando — . Toma, es tuyo.

—¿Un anillo? Parece valioso para ti.....

— Lo era.....pero ya no.... — comentó con nostalgia —. Mi vida está destruida, mi familia también, estoy en un abismo muy profundo. Quédate con eso.

— De acuerdo — susurró el pequeño metiendo el collar entero en sus bolsillos — . Si lo quieres de vuelta sólo debes buscarme..... — el pequeño sale corriendo en dirección a un muchacho que se encontraba allí, era un poco más grande que él pero no mucho, por la apariencia, debía ser su hermano mayor.

Kardia miró la flor nuevamente y en un instante se preguntó: ¿cómo lo encontraría si ni siquiera sabe su nombre?

Capitulo 1

10 años después.

Era un puto día igual que el anterior, salvo que helaba como los mil demonios. Kardia se tuvo que levantar como todas las mañanas a las seis, pero su reloj había cambiado durante la noche y terminó sonando a las siete. Trabajar en un café restaurante era lo peor, levantarse a esa hora y con ese frío lo ponía histérico. Tomó un desayuno rápido y se fue para no molestar mucho a su hermano, con quien vivía. Tomó el autobús principal, y una vieja le empujó y pegó con su palo apenas quiso subir. Gruñó, pero intentó que aquello no lo moleste demasiado. Estuvo al menos cinco minutos parado cuando un hombre bajó en la siguiente estación, se sentó y pudo buscar su celular para ver la hora, ¡estaba llegando con retraso! Ah, pero eso no era lo peor que le pasó, en la siguiente parada, una mujer con tres niños entró al autobús y nadie se dispuso a levantarse, por lo que él tuvo que dejarle lugar a la mujer, entre gruñidos. Como si fuera poco, piso chicle cuando bajó, se encontró con una vecina que hablaba hasta por los codos y su jefe le tiró las mil y una cuando llegó tarde. ¡Odiaba su vida!

— ¿Qué sucedió, Kardia? — Preguntó Constantino, o, mejor dicho, Manigoldo, quien era uno de los cocineros del restaurante — . ¿Se te quedó pegada la almohada?

— Muy gracioso, Mani, no.....mi despertador sonó a las siete, parece que me olvidé cambiarlo de la última vez que me desperté a esa hora — bufó molesto y entró a cambiarse al vestidor.

—Eso te pasa por no revisar todos los días —comentó Dokoh, otro de los cocineros del restaurante, mientras afilaba los cuchillos.

—¡Cállate, puto chino! —gritó desde el vestidor.

—Buen día, Kardia —saludó uno de los meseros al entrar con las ordenes, era nada más y nada menos que Sísifo, el amigable Sísifo—. La mesa cinco quiere dos cafés latte, tres medialunas y un expreso. La mesa cuatro dos cafés cargados, y la mesa dos pidió un sándwich de lomo.

—¿Quién mierda pide un sándwich de lomo a las ocho de la mañana? —gruñó Manigoldo.

—No sé, italianete, uno que pasó trabajando toda la puta noche —comentó Kardia mientras salía del vestuario, colocándose una bandana blanca en la cabeza—. ¿Ya está prendida la cafetera?

—Hace media hora, cuando debiste haber llegado —habló con sorna Manigoldo.

—Bueno chicos, estaré esperando afuera las ordenes. Y tengan cuidado con El cid, vino de mal humor.

—¿Alguna vez lo vieron de buen humor? —comentó Dokoh una vez que terminó de afilar los cuchillos.

—Gracias a dios, esas mierdas me estaban haciendo bolsa los dientes —murmuró Manigoldo.

—Eso significa que debes hacer una visita al dentista, italianete —se burló Kardia.

—Ya, y tu al proctólogo.

—¡Vete a la mierda! —exclamó Kardia, Manigoldo comenzó a reír. Sísifo suspiró y negando se fue de la cocina.

—Chicos, somos los tres putos chefs de aquí, tenemos que tener una sofisticación, ¿quieren? Empezaré a hacer el lomo —comentó Dokoh yendo a la placa caliente donde solían asar las carnes y le puso un chorro de aceite a la misma.

—"Sofisticación" ¿realmente existe esa palabra?.....y sí, somos tan buenos cocineros —dijo con burla Kardia.

—A mi me contrataron porque soy italiano nada más, no sabía hacer un huevo hervido cuando entré.

—Que cara dura, italianete.

—Bueno, bueno chicos, recuerden que El cid está de mal humor, él es nuestro "gerente" por así decirlo, así que debemos portarnos bien.

—Ya cállate chino, a mi el español ese me chupa bien un huevo....

—¿Quién te chupa qué? —preguntó una cuarta persona, cuando se dieron vuelta observaron la absoluta presencia de El cid delante de ellos, vestido formal como siempre.

—Nada, nada, estaba hablando de otro español amargado —comentó Kardia, aunque la cagó más.

—Bien, espero que esta cocina esté bien limpia, recuerden que esta semana tendremos una visita sorpresa del inspector sanitario y....si ve una cucaracha muerta o una cocina sucia, puede que nos clausure.

—No es sorpresa cuando lo sabes ¿no crees? —preguntó Dokoh, pero El cid lo silenció con la mirada.

—Entonces les diré a las ratas del fondo que se busquen otra casa esta semana....jajajajaja....

—No me estoy riendo, Kardia —susurró El cid.

—Nunca lo hace —musitó suavemente Manigoldo a Kardia.

—Más le vale tener todo limpio, allá adelante, Sísifo y Shion se encargan de la limpieza, la cocina y el refrigerador son cuestiones de ustedes.....y pobres si el inspector nos clausura por culpa de tres ineptos cocineros —amenazó para luego retirarse.

Kardia no podía estar mejor acompañado que con sus amigos del barrio. Constantino, alias, Manigoldo, era un italiano de veintisiete años, había inmigrado —aunque siendo sinceros, Kardia piensa que lo desterraron—, de la bela Italia, nacido en Florencia y criado en Valencia, su apodo de Manigoldo es debido a que era un ruin chiquillo roba carteras a la edad de diez años. Conoció a Kardia a los once y fueron amigos durante su colegiatura. Manigoldo no pegaba una en el idioma y fue Kardia quien le enseñó. 
Por otro lado, Dokoh era un compañero de la escuela secundaria, de origen chino. Fue el último en entrar en el trabajo, por lo tanto, seguía siendo algo ingenuo. Dokoh era responsable, muy buen cocinero y honesto, además que practicaba artes marciales y vivía en un departamento con su perro, "Pichón",  el cual —dicho por Kardia— era un caballo.

¡No había mejor equipo!

—¿Ese tipo no tiene ni una alegría? —comentó Dokoh una vez que lo vio irse.

—Supongo que no, vaya genio......—Kardia bajó la mirada y observa una cucaracha pasar, a la cual pisó—. Esto no debe pasar o si no, nos corta las bolas y la usa para un especial del día.

—¿Es capaz? —preguntó Dokoh asustado.

—Es capaz y lo hará, antes de nosotros había tres cocineros más, misteriosamente desaparecieron, pero se agregó un plato especial a la lista. Lengua y testículos de buey —los tres se quedaron callados hasta que.

—¡Jajajajajajajajajaja.....!

—Buena esa italianete.

—Gracias.

Los tres hombres se encargaron de limpiar la cocina y hacer los pedidos durante toda la mañana. Todo estaba bastante tranquilo o al menos eso pensó Kardia, pero a eso de las once de la mañana, mientras estaba preparándose un café para tomar, el teléfono sonó. Como siempre suele pasar, quien atendió era Albafica, el hijo de Lugonis, el dueño del lugar. Albafica miró hacia adentro de la cocina por la ventana e hizo una señal a Kardia.

—Kardia, Albafica te llama —comentó Manigoldo haciéndole una seña. Kardia se acerca al joven.

—Teléfono para ti, es de la escuela de tu hermano.

—¡Mierda! —susurró, se limpió las manos y fue  a la recepción para atender—. ¿Sí?

—Señor Onasis, habla el director Sage Cancri, el profesor de su hermano, Dégel Dómine, necesita de su presencia para el día de hoy a las tres horas de la tarde, es para hablar de Milo. ¿Podrá asistir?

—Ehm, a ver, déjeme ver —miró su reloj—. Creo que si.... ¿Qué hizo esta vez?

—Eso lo tendrá que hablar con el profesor Dómine, yo sólo me encargo de pasarle el recado. Lo verá en el salón 503, a las 15 horas, gracias.

—No, de nada —susurró antes de colgar—. La puta madre.

—Kardia, el vocabulario —gruñó Albafica cruzando los brazos.

—Perdón, perdón.....—volvió refunfuñando a la cocina.

—¿De nuevo el rubio se te rebeló? —preguntó Manigoldo.

—Desde que Antares y mamá murieron en ese accidente, ha estado insoportable. Lo hemos llevado a psicólogos, psiquiatras, a la pizzería....

—¿Pizzería? —preguntó Dokoh.

—Idea de Shion.....en fin, lo hemos llevado a todos lados y el condenado no se cura, sigue haciendo rabiar a mi papá, ya demasiado tiene con su problema de caderas por el accidente que tuvo —respiró profundamente.

—No sabía que tu papá había tenido un accidente.

—Un auto lo atropello hace unos días y sigue en silla de ruedas por eso, le quedaron las caderas partidas, sigue en el hospital. Mierda, mi familia no tiene suerte con los autos, por eso vengo en autobús.

—¿Fobia a los autos? Esa es nueva —comentó Dokoh.

—Yo también lo tendría si toda mi familia comenzara a caer victima de los Hyundai —dijo Manigoldo recordando que ambos autos eran de esa marca.

—Mi favorito son los Ford clásico. En fin, tendré que ir a las 15 horas a hablar con su maestro. ¿Me cubren? Sólo estaré fuera un par de minutos.

—Es Milo, necesitarás horas para que no te lo expulsen de la escuela.

 

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Escuela. 15:00 hs.

Gracias a dios Kardia llegó en punto a la reunión, tuvo que caminar los largos pasillos hasta el aula 503, la cual conocía porque él había ido a esa escuela cuando tenía la edad de su hermano. Aun recordaba esos pasillos extensos donde corría en busca de un baño, o cuando tenía educación física, daría lo que fuera por volver a esos tiempos, pero también recordó que a la edad de diecisiete años perdió a su familia y su vida tuvo que empezar nuevamente. 
Cuando llegó, allí, se encontraba Milo apoyado en una pared, mirando el aula donde se encontraba su docente. Kardia caminó hacia él.

—¿Qué hiciste esta vez? —le preguntó Kardia amenazante, pero Milo negó con la cabeza.

—Te juro que no hice nada.....—comentó aturdido, Kardia pasó al aula donde se encontraba un hombre muy joven, de unos veintidós años, cabello verdoso y ojos violeta. Carraspeó un poco para que el sujeto pudiera verle la cara y una vez que lo hizo se levantó del asiento.

—Oh, usted debe ser Kardia Onasis, el hermano de Milo....mucho gusto, soy el profesor Dégel Dómine. Milo —observó al muchacho—. ¿Puedes traerme un café de la maquina expendedora?

—¿Hm? Ah, si....—se acercó al profesor que le da el dinero—. ¿Dulce o amargo?

—Amargo por favor, gracias Milo —agradeció el docente cuando vio partir al chico.

—¿A quién mato? Dígame que se puede arreglar con dinero....

—Tranquilo, tranquilo señor Onasis, no lo cité para comentarle que su hermano hizo alguna maldad, es más, lo cité para decirle algo mucho más importante.....—Kardia pestañeó, ¿realmente eso estaba pasando? —. Hace unos días los chicos tuvieron que hacer un trabajo, era relatar un cuento corto, ya sabe, con introducción, nudo y desenlace. Marcando bien las personalidades de los protagonistas, la trama, los lugares....

—¿Me llamó para decirme que desaprobó? Aaaah, que relajo, pensé que había pasado algo grave....bueno, lo pondré a estudiar.

—No señor Onasis, no me comprende.....yo quiero decirle que su hermano es....brillante.

—¿Brillante?

—¿Brillante? —una tercera voz hizo su aparición, llevaba unos cuantos libros con él, unos lentes con marco negro y ancho y el cabello rojo atado en una coleta alta—. ¿Milo?

—Gracias por los libros Camus, puedes retirarte.

—¿Está hablando de que Milo es brillante? ¿Más que yo?

—¿Quién es este enano? —preguntó Kardia sorprendido.

—Oh, él es Camus Verseau, es un estudiante de aquí, compañero de Milo. Es el alumno estrella de la secundaria, ha participado de varias olimpiadas de matemática, física, química y a obtenido el primer lugar en deletreo —mientras Dégel comentaba todo eso, Camus se sentió mucho mejor consigo mismo.

—¿Un empollón entonces? —preguntó Kardia, arqueando la ceja. Camus frunció el ceño.

—Es uno de los mejores alumnos que he tenido en mi vida. Le he prestado todos estos libros para que los lea y tenga una lectura más amplia, gracias Camus, puedes retirarte.

—Sí....—susurró, miró con enojo a Kardia y se retiró.

—Bueno, usted me decía que Milo es brillante, pero ¿en qué? —Preguntó el mayor, Dégel le entrega el trabajo a Kardia—. ¿Qué es esto?

—El trabajo, bueno, en realidad Milo hizo un poema en lugar de un cuento, pero aun así escribió perfectamente. Los personajes son delicados y profundos, esta obra me llegó al corazón, creo que Milo tiene un don.

—¿Un ron?

—No señor Onasis, ¡un don! Un don para escribir, muy poca gente lo hace y...—Dégel se detuvo cuando vio a Kardia dar vuelta el papel intentando leer lo que Milo había escrito, suspiró y negó—. No se esfuerce señor Onasis, sólo quería que supiera lo bueno que es Milo, es más, he decidido que se encargue del taller de libros del colegio, junto a Camus harán un buen trabajo.

—Eso es bueno, al fin mi hermano sirve para algo de la escuela.

—Milo es muy bueno en deportes, hace futbol, basket y carrera de obstáculos, pero anda muy mal en lo que a estudio se refiere, sería una pena que no pudiera demostrar sus capacidades literarias por re cursar nuevamente primer año. Espero que usted me entienda a lo que me refiero, necesita ayuda.

—Hm, lo sé señor Dómine, pero....aagh, trabajo todo el día, tengo aun que pagar un divorcio que me valió una fortuna, y mi padre tiene la cadera chueca.....compréndame que no es fácil para mí.

—Hmm, lo comprendo señor, pero no se preocupe, le asignaré a su hermano un tutor particular. Tal vez se sienta más a gusto con un chico de su edad.

—¿Los empollones? Quiero decir, los cerebritos....mierda aun suena mal.

—Jejejeje, si señor Onasis, los cerebritos —comentó Dégel con una ligera sonrisa—. Bueno, un gusto en conocerlo. Espero verlo pronto por aquí y no porque su hermano esté por reprobar alguna materia.

—Espero que no —murmuró Kardia y le dio la mano, pero sintió un ligero relieve. —. ¿Qué?

—Oh, lo siento, es que debajo de mis guantes tengo un anillo.

—¿Es casado?

—No, no....es un antiguo anillo que me regalaron hace tiempo....no se preocupe, bueno, que tenga un buen día —comentó antes de verlo salir a Kardia. Dégel se quita el guante y ve el anillo que llevaba en su dedo. Aun no sabía que significaba, pero debido a lo que estaba marcado, seguramente era un escudo de una familia—. O.....O.... ¿qué apellido será? —se preguntó dudoso.

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—¡Milo! Milo más brillante que yo ¡es inaudito! —Habló para sí mismo Camus mientras caminaba por los pasillos—. Diez años siendo el alumno perfecto, estudiando para todo, con ortografía brillante, sé más de tres idiomas, asistencia perfecta.....y él tuvo que ser el mejor escritor. Aaaah, está bien, tranquilo, tranquilo.....ser así no es ético.....—caminó un poco más hasta que ve a Milo peleando con una expendedora de café—. ¿Qué diablos hace?

—¡Mierda! Dame el maldito café —le habló a la maquina golpeándola un poco. Camus se acercó y al ver el pequeño texto de la pantalla apretó la tecla—. ¿Eh?

—Solo tienes que leer, cretin....—susurró lo último en francés.

—¿Eh? ¿Qué me dijiste?

—¡Cretin!

—¿Eso es francés? ¡Es francés, lo puedo notar porque pones voz de afeminado! —comentó señalándolo.

—Claro, no puedes traducir una simple palabra que suena igual en tu idioma....

—Estamos en Grecia, deberías hablar griego. Que seas francés no te hace ser mejor ¿sabes? —saca el café de la maquina.

—No puedo creer como un tipo como tú es capaz de sacar alta nota en un trabajo de creatividad cuando ni siquiera pudiste comprar un café de una expendedora —Señaló la maquina y se acomodó  los lentes.

—Disculpa señor "no puedo levantar un par de zapatillas", pero lo mío es más lo físico.

—Está bien, no soy bueno en gimnasia, pero si puedo levantar un par de zapatillas, en cambio, dudo de tu intelecto para resolver problemas de tercer grado de primaria.

—¿Quieres pelear? Ah no, espera, te puedo herir, debes pesar menos que una silla.....si te toco, puede que te mande a volar fácilmente.

—¡No soy tan débil, imbécile!

—¡Deja de hablar en francés, zanahoria cuatro ojos!

—Tu creatividad para inventar insultos es más anticuada que la televisión blanco y negro.....

—Pues tú......tu........—piensa y gira la cabeza un poco.

—Ay, qué caso tienes, ve a llevarle el café al profesor Dómine antes que tu cabeza se sobrecaliente de tanto pensar.....—murmuró y se dio la vuelta para irse. Milo estuvo a punto de decirle algo, pero el chico ya no estaba en su visual.

—Mierda.....ya verá la próxima.

 

Continuará.

 

 

 

Notas finales:

 Espero que les haya gustado este capítulo, no quiero hacer otro fic extenso así que deseo que este no lo sea. ¡Dejen comentarios!


PD: el verdadero color de cabello de Dégel es castaño, pero se tiñe de verde. ¿Por qué hice esto? Me gustaría que los personajes sean lo más normales posibles a pesar de sus extraños color de ojos.

PD2: empollones son los nerds, creo que la mayoría lo sabe, creo.

PD 3: He puesto ahí que Kardia está pagando un divorcio, bueno, ya verán por qué.


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