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FUN! por Kotone nya

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Notas del capitulo:

Hola!! Estuve demasiado tiempo desaparecida. Sé que nadie me recordará pere he aquí el intento de volver a publicar mis historias... Así que espero que lo disfruten

PD: Las condiciones para subir fics estan bastante severas (miedo)

PD2: Se me había olvidado mencionar que para ambientar el fic deben poner la canción Flesh de Simon Curtis, canción que me inspiró a hacer esta historia jeje

Ahora sí, disfrutenlo.

Salí de mi casa con la intención de divertirme, buscar alguna chica o chico con quien pasar la noche y perderme en el alcohol. Estaba estresado con todas las cosas de la universidad, y ¿qué mejor que llamar a tu mejor amigo para salir de fiesta?

 

Corrí hacia él terminado de ponerme mi chaqueta de cuero y de un salto entré al deportivo descapotable verde que su padre le había dado en su cumpleaños… Já, hijo de rico, yo con suerte tengo dinero para el bus si no es que él me presta para llegar a mi casa. Según él su vehículo fue comprado por él mismo con sus ahorros, pero el bastardo nunca ha trabajado… Sospechoso jaja que envidioso soy.

 

Fuimos a una discoteca que quedaba casi a media hora de mi casa. Frecuentamos ese lugar porque es cómodo y divertido, además que tenemos gente conocida… Si, somos populares. El punto es que estábamos decidiendo qué tomar una vez que llegáramos y qué comer para no emborracharnos tan rápido.

 

Llegamos y mientras mi amigo estacionaba el auto, yo saludaba amistosamente al guardia de la puerta, quien me entregaba dos pulseras –una para mi amigo y otra para mí- que indicaban que ya habíamos pagado la entrada al local. Son bien útiles, pues si quieres salir de ahí por un momento y después regresar, no tendrás problemas, aunque sólo son válidas la noche que las obtienes.  Me despedí del hombre y entramos arreglándonos la ropa para entrar al estilo de Tony Stark – sí, me gusta y qué- Saludamos a la gente conocida y coqueteamos con los nuevos. Todo iba de maravilla.

 

Después de tanto bailar con unas mellizas, nos sentamos los cuatro en el lugar de siempre a tomar un par de cervezas más. Miré a la chica que estaba a mi lado, le sonreí, puse mi brazo sobre su hombro e iba a besarla hasta que ella se apartó un poco de mí con una sonrisa y me dijo que tenía novio. Se levantó y llamó a su hermana diciendo que debían irse, entonces ambas se despidieron amables de nosotros y se fueron relajadamente al compás de la música.

 

Mi amigo reclamó mi falta de tacto con la chica, diciendo que si no fuera por mi intento de besarla él ya estaría teniendo sexo con una de ellas. Le callé con la misma frustración que él tenía, pues me había quedado con toda la calentura en el cuerpo. Así que se me ocurrió una maravillosa idea: Coquetearle a mi amigo.

 

Me levanté del asiento con una sonrisa insinuante y le extendí mi mano invitándole a bailar. Él aceptó con la misma sonrisa, entendiendo mi plan. Para estos casos frustrados los dos recurríamos a toquetearnos sobre la ropa y a besarnos fogosamente sin llegar a más. Además eso causaba impresión en las chicas y se nos hacía más fácil acostarnos con ellas… La verdad no sé en qué pensarán cuando nos ven así jaja.

 

Comenzamos a bailar y poco a poco empezamos a apegarnos más, acercando nuestros labios con cuidado. Entonces él me empujó lentamente hacia una pared entre la gente y pasando sus manos por mi cintura, me indicó que quería más contacto. Pasé mis brazos sobre sus hombros y profundizamos el beso a uno cada vez más candente, enredando mis dedos en su cabello y mordiendo insistentemente sus labios. Se separó de mi cuerpo casi con brusquedad haciéndome notar el cambio de temperatura entre su cuerpo y el ambiente, y agarrando nuestras pertenencias me sonrió travieso.

 

Me costó reaccionar ante su acto, así que me tomó de la mano y me llevó hasta una calle apartada de la disco, me besó con notoria lujuria y jadeó en mi oído. No pude contenerme y le mordí el cuello de forma demandante. Había caído en su juego.

 

Le miré a los ojos con súplica. Él sabía lo que debía hacerme en ese momento, sin embargo el respeto le hacía dudar, agarré su mano y la puse debajo de mi polera. El respeto se había ido al carajo.

 

Continuaba besándome por el cuello y de vez en cuando me mordía marcando su territorio. Yo reía complacido dejándome hacer de todas las atenciones que él me daba. Sacaba de a poco mi chaqueta y levantaba mi polera haciéndome desesperar mientras movía sus caderas contra las mías provocándonos una erección. Tironeó de mi cabello y mordió mi oreja sacándome varios jadeos. Yo respiraba agitado buscando con mis manos la piel bajo su camiseta. Me detuvo con una sonrisa macabra mientras por sus labios pasaba su húmeda lengua.

 

Me arrodilló frente a él y se desabrochó el pantalón. El miedo me recorrió, nunca habíamos llegado tan lejos, pero lo desconocido me excitaba y yo quería más. Abrí mi boca como una puta y él no me hizo esperar metiéndome todo su miembro. Mis ojos se aguaron, era mucho el calor que sentía y la presión que él ejercía sobre mi garganta me sofocaba. Tomó mi cabeza y marcó el ritmo a medida que sentía su final, y sin ningún miramiento terminó dentro de mi boca haciéndome tragar todo. Su mirada de pronto se volvió fría con un brillo de maldad y travesura… una combinación poco común en alguien tan amable como él.

 

Me levantó, tomó mi chaqueta y me limpió con el revés de ella. Agarró de nuevo mi mano y me arrastró hasta la misma discoteca de la que habíamos salido. Antes de entrar me susurró que nadie me escucharía gritar y rio mientras me daba la espalda. Me volvió a tironear ahora hasta los baños y nos encerró en uno de la esquina. Comenzó a besarme de nuevo y me sentó en el estanque abriendo mis piernas. Levantó de nuevo mi polera hasta mis ojos y la dejó allí consiguiendo que yo no viera nada. Sacó el cinturón que llevaba puesto y lo ató a mi cuello bien apretado. De pronto escuché que se sacaba ahora el suyo y me amarraba las manos con él.

 

Me agitaba a la par que pasaba sus manos por mi pecho, pellizcándolo como si no hubiera un mañana. Movía su pelvis contra la mía y jadeaba mi nombre de manera seductora. Mordía mis labios, orejas y cuello, sus manos tocaban todo mi cuerpo. La necesidad de ver me encendía más de lo que yo mismo me creía capaz.

 

Tomó mis hombros y me levantó haciéndome quedar de rodillas hacia la pared. Bajó mis pantalones junto a mi ropa interior y su boca lamió todo lo que encontró allí. Mis gemidos cada vez se hacían más fuertes y no me dejaban articular palabra alguna. Sus dedos jugaban con mi entrada mientras que su otra mano tironeaba del cinturón que tenía en mi cuello obligándome a pegar mi cara contra las frías baldosas. Dejó mi trasero y se preocupó de atender mi miembro que estaba un poco adolorido frotándolo con sus manos, sentí como apegaba el propio en mi entrada moviéndose despacio. Entre besos en mi cuello era más frecuentes las mordidas, de seguro debía tener todo enrojecido por su culpa.

 

Creí que sería bueno darme un poco de protagonismo, después de todo era un juego ¿no?

 

Moví mis caderas hacia adelante y ayudado de mis manos quedé de lado, él rio, terminó de sacarme el pantalón y levantó mi pierna para luego penetrarme fuertemente. Grité.

 

Las demás personas dentro del baño se quedaron mudas y después rieron de forma maliciosa, pero para mí ya era todo confuso, sentía que mis órganos iban a explotar de tan comprimidos que estaban y los movimientos de él no era de mucha ayuda que digamos. Se movía frenéticamente, como si no le importara que me doliera. No podía sujetarme de nada. Mis gemidos eran gritos de dolor mezclados con placer… Estaba perdiendo mi cordura y yo sólo quería más.

 

Cambiamos de posición, su pecho estaba pegado a mi espalda y yo estaba sentado encima de él. Su erección estaba llenándome a tope, podía sentir cómo mi interior inconscientemente se negaba a ceder y mis piernas se movían en busca de alivio. Tapó mi boca llenándola con sus dedos y los movía simulando penetraciones en ella, con la otra masturbaba mi pene, su boca volvía a morderme las orejas y las soplaba produciéndome cosquilleos. Sin ninguna droga me sentía extasiado.

 

Rogaba para que me dejara terminar, pero él se burlaba de mí al poner sus malditos dedos en la punta de mi miembro, haciendo que me acalambrara por completo. Después de un rato así, él me soltó y me acomodó ahora yo sentado en el inodoro. Levantó mis piernas y volvió a meterme su pene, jaló del cinturón que hasta hace poco no me dejaba respirar muy bien y me besó en la boca con impaciencia, sus movimientos volvían y yo no podía acallar mis gritos, menos aun cuando tocó mi próstata de manera insistente y jugaba con mi erección entre sus manos.

 

Llegué hasta a llorar de placer, mi voz se ponía cada vez más grave y mis pulmones me exigían más oxígeno… Si iba a morir ahí… A huevo, era lo mejor que me había ocurrido más bien si era con él.

 

Continuó con sus embestidas llegando a un ritmo casi bestial mientras me anunciaba que se correría dentro de mí. Negué que lo hiciera pero él continuó penetrándome haciéndome perder la poca cordura que me había costado tanto recuperar y en unos cuantos movimientos más se corrió en mi interior. Yo no lo logré porque el muy maldito volvió a poner sus dedos en la punta, sin embargo con unas cuantas embestidas más lo hice tratando de contener el grito aun cuando ya sabía que no lo lograría.

 

Las risas de las personas que entraban en el baño a veces salían a relucir entre el silencio. Él me acomodó la ropa y me dejó en el suelo esperando a ver como reaccionaba mi cuerpo. Después de notar que me tambaleaba un poco, él abrió la puerta y me tomó en brazos al estilo princesa para salir de una vez de aquel lugar. Los constantes susurros poco a poco nos fueron indicando que por equivocación entramos al baño de mujeres, y sus ojos curiosos y morbosos nos miraban descaradamente provocando en mí una vergüenza mortal que me hizo esconder la cara en el cuello mi amigo.

 

Las chicas después de ver mi reacción comenzaron a emitir sonidos de ternura y comentarios aún más descarados, mientras que otras profesaban algunos comentarios de envidia o deseo por mi amigo… Las miré con cierto enojo para que dejaran de pedirle su número de teléfono e insinuarse aun cuando me él me tenía en brazos… ¡Esas zorras!

 

Mi amigo se dio cuenta de la cara que estaba poniendo, así que me sacó del baño con una sonrisa encantadora, casi principesca. No dije nada ante su acción, mirando con vergüenza e incredulidad hacia la gente que bailaba animada. Salimos del lugar y nos metimos al auto sin decir una sola palabra, pero eso no importaba, el silencio era agradable. Y mirando por la ventana sólo podía recordar mal disimuladamente por mi risa lo que habíamos hecho, después de todo… había tenido mucho más que diversión esa noche.

Notas finales:

Si han leido hasta aquí muchas gracias. Espero que dejen sus comentarios con sus opiniones, ojalá no me tiren tantos tomates jaja

Bye n.n


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