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Yo Curaré Tu Corazón Roto por DanyNeko

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Corrió con emoción escaleras arriba, estaba tan animado y lleno de energía que no quería esperar al elevador en el primer piso así que simplemente, llevando por la adrenalina, empezó a subir de a dos los escalones.

Se arrepintió cuando iba como por el sexto piso y subió al elevador… no debía ser bueno para él subir las escaleras de un edificio con más de 40 pisos…
Cuando los puertas se abrieron finalmente en el último piso, el pelinegro corrió hacia la puerta de la oficina presidencial escuchando vagamente en el saludo de la secretaria y entró a la oficina.

─ ¡Nii-sama! ─saludó, llegando frente al enorme escritorio de roble donde estaba su única familia.

Los fríos ojos azules, cuya mirada parecía lista para reprender y despedir al insensato descarado que había osado entrar como si nada a su oficina, se suavizaron casi al punto de la ternura al ver al joven  pelinegro frente a él, cosa que el menor notó perfectamente e hizo saltar su corazón.

─Hola Mokuba ─Seto rodó su silla hacia atrás, permitiendo que su hermano fuese a abrazarlo ─ ¿cómo te fue en clases? Llegaste más temprano ─dijo amablemente, una faceta que exclusivas personas conocían.

─Muy bien, nii-sama ─respondió ─vine a decirte que me dieron mención de honor por excelente promedio académico ─informó entusiasmado.

Seto sonrió y acarició la rebelde melena negra, mirándole orgulloso. La sonrisa de Mokuba no pudo ser más grande y hermosa.

─Me agrada oír eso, Mokuba ─ “felicitó” el castaño ─oye ¿por qué no vas a ordenar el almuerzo mientras yo termino de revisar estos reportes? ─ofreció.

─ ¡Hai, nii-sama! ─asintió y salió de vuelta al escritorio de la secretaria.

Seto lo vio a su hermano salir con esa adorable energía infantil, entonces su teléfono sonó con un mensaje. El castaño miró su móvil, sonriendo de manera diferente al ver la foto del remitente, un rubio distraído con una brillante sonrisa.
El castaño marcó el número del mensaje y esperó.

Mochi, mochi ¿Seto?

─ ¿Esperabas a alguien más, cachorro? ─dijo de forma coqueta. Por el sonidito de pena que emitió el rubio Seto supo que este se había sonrojado, hasta podía evocar en su mente ese hermoso rostro coloreado de rubor.

-o-

Mientras, Mokuba estaba ordenando personalmente el almuerzo de ambos, se tomó el atrevimiento de pedir un par de postres. Tiramisú para Seto pues era su favorito y para él un postre de fresas, sabía que Seto se lo permitía.

-o-

─Nii-sama… Nii-sama… ¡Seto nii-sama! ─lo llamó por enésima vez.

─Ah… ¿qué  sucede Mokuba? ─comentó, levantando apenas el rostro de la pantalla de su teléfono.

─Eso es lo que quiero preguntar ─reclamó el niño ─ ¿Con quién hablas tanto? ─hizo un puchero, inflando las mejillas de  modo infantil.

─Ah, son cosas de trabajo ─se excusó el castaño, acariciando distraídamente el pelo negro de su hermano antes de tomarse lo último de su té.

Toc toc.

─Kaiba-sama ─se escuchó una voz femenina.

Seto se levantó de su asiento para recibir la información de su secretaria, por descuido dejó el teléfono sobre la mesa el cual no tardó en brillar con un mensaje recibido, justo cuando Mokuba se inclinaba dejaba el plato vacío de su postre.

“Está bien el viernes entonces, Seto”

Fue lo que alcanzó a leer, pero no vio el remitente. Mokuba frunció el ceño al leer ese mensaje ¿Quién tenía la confianza para llamar a su hermano por su nombre? ¿Y el viernes qué?

Seto regresó a sentarse, tomando el teléfono de inmediato para responder el mensaje.

-o- El viernes.

Apenas escuchar el timbre de salida Mokuba salió corriendo hacia la limusina donde ya lo esperaba Roland, estaba emocionado, muy entusiasmado, y quería llegar a casa para ver a su hermano de inmediato.
¡Quería a correr hacia él, abrazarlo y contarle la noticia que le tenía! Sabía que él estaría orgulloso y quería ver esa expresión en su cara.

─Bienvenido a casa joven Mokuba ─dijeron a la vez varias mucamas que estaban cerca de la puerta al momento en que el pelinegro entro.

Mokuba a duras penas respondió al saludo de la servidumbre, simplemente siguió de largo escaleras arriba para buscar la habitación de su hermano.
Según sabia ese día había ido a clases pero aun así iba a salir temprano por lo que estaría ya en casa. Se había olvidado por completo de lo que había pasado a inicio de semana en las oficinas de Kaiba Corp.

─ ¡Joven Mokuba, aguarde! ─trató de frenarlo Roland ─Kaiba-sama a ordenado que no se le moleste a menos que sea muy urgente ─dijo pero Mokuba ya estaba hasta arriba de las escaleras.

─A nii-sama no le importará ─dijo simplemente, dando la vuelta hacia la habitación de su hermano sin tomarle mucha importancia a la orden que había dado el castaño.

Mokuba estuvo a punto de entrar de golpe, abriendo las puertas de par en par pero, por suerte, se paró a tomar aire por lo que pudo escuchar una voz adicional que venía desde dentro, cosa que lo extraño muchísimo, su hermano nunca llevaba a nadie a su habitación.

Con el ceño fruncido el pelinegro se inclinó para pegar la oreja a la puerta la cual se entreabrió levemente ¿Seto dejando la puerta cuando había exigido privacidad? ¡¿Qué estaba pasando?!

─Ahhh, Seto ─escuchó un gagueó apenado. Harto de no saber nada Mokuba acercó un ojo a la pequeña rendija que se había abierto antes.

Lo que vio lo dejó atónito.

Jou estaba sentado en la orilla de la enorme cama en medio de la habitación, se había sacado la chamarra azul de su uniforme y solo tenía la playera verde menta que llevaba debajo.

Su hermano no tardó en entrar en su campo de visión, parecía que se acababa de cambiar de ropa pues llevaba su habitual pantalón negro y se estaba abotonando la camisa blanca... ¿o desabotonando?
El castaño caminó lentamente y con seguridad hacia el rubio, con la camisa abierta hasta la mitad del pecho, y se le sentó al lado. Jou pareció estremecerse y sus mejillas estaban algo acarminadas.

Seto tomó el mentón de Jou con su mano izquierda y acercó sus rostros de golpe. Jou enrojeció más y balbuceó, lo que pareció, el nombre del CEO. Seto, por su lado, llevó su rostro al cuello de Jou donde empezó a succionar con algo de fuerza la pálida piel para dejar un pequeño chupón.

─Ahhh ¡Seto! ─jadeó el rubio, cerrando los ojos a la vez que ladeaba la cabeza para exponer más su cuello al castaño.

─ ¿Qué pasa cachorro? ─musitó el otro con algo de burla en su voz.

─Espera Seto... ¿has cerrado la puerta? ─balbuceó el menor cuando el otro trató de imponerse y tumbarlo en la cama, llevando sus manos al pecho ajeno.

─Da igual, ordené que nadie se atreviera a venir ─le restó importancia el castaño, empujándolo al lecho para acomodársele encima ─deja de pensar en cualquier cosa que no sea yo, cachorro ─le mordió la oreja.

─Mghhhh.... Sí ─susurró el menor, terminando de abrir la prenda blanca que cubría el magnífico torso de Seto, para poder deslizar sus dedos por los abdominales de este.

─Jeje buen perro ─se burló el mayor, aunque en un tono cálido y hasta cariñoso.

─Calla, gato arrogante ─ahora fue Jou el que subió a morder la parte alta de la oreja de Seto, luego deslizó su lengua por ella hasta la mejilla, provocando un suave jadeo del castaño.

Seto enfrentó sus ojos azules a los almendrados de Jou y luego juntó salvajemente sus bocas, aparentemente hambrientas del otro; los labios se acoplaron de inmediato, los sonidos húmedos delataron que sus lenguas se encontraron enseguida, ansiosas de juguetear con su compañera.
El castaño tampoco demoró en meter mano dentro de la playera de Jou mientras este soltó el cinturón del mayor.

Mokuba no toleró más, se apartó de la puerta con pasos sigilosos y corrió hacia su habitación con sus ojos azul grisáceo, empapados de tristeza. Cerró la puerta de golpe y se aventó a su cama sin ánimo alguno.
Enterró su rostro en sus mullidas almohadas y dejó correr las lágrimas que parecían salir directo de su corazón.

¿Le habían arrebatado a su amado nii-sama? ¿En qué momento Jou se había vuelto tan cercano a Seto?

Se colocó los audífonos y dejó sonar la más larga lista de reproducción que tuviera. No quería pensar en nada ahora... simplemente en nada...

-°-°-

—Mokuba... Mokuba... —  ¿de quién era esa voz? ¿Quién lo llamaba con tal calidez y cariño en sus palabras? —Mokuba... Abre los ojos hermano — ¿hermano? El único hermano que él tenía era a Seto y esa no era la voz de Seto... Esa voz era más dulce, más cálida, se arriesgaba a decir que de alguien más joven... ¡Espera! ¿Podría ser...?

—... ¿Noah? —Mokuba se forzó a abrir los ojos, solo para ver delante suyo aquel chico de cabellos verdes que hacía tiempo había conocido en... circunstancias peculiares, por llamarle de algún modo.

—Mokuba... Estoy tan feliz de verte —el mayor rápidamente lo tomó en brazos. Mokuba se sobresaltó, la sensación le era conocida, familiar... en aquel mundo virtual Noah le había abrazado de esta forma ¿cierto?

Los gentiles brazos rodearon su menudo cuerpo con suavidad y afecto, Noah cerró sus ojos, acomodando con confianza su cabeza contra la de Mokuba.
El pelinegro no sabía ni que pensar.

— ¿Estás aquí? —Musitó el menor —Noah... —su voz temblaba, ese abrazo lo sentía tan necesario para sí mismo que no se percató de cuando su brazos rodaron de vuelta el cuerpo del peliverde.

—Yo siempre estoy contigo, Mokuba —le respondió el otro, abrazándolo más cerca de su cuerpo. Dándole al menor todo el cariño que, sin saberlo, necesitaba casi con desesperación.

—Noah —Mokuba hundió su rostro en el pecho de Noah, sonriéndose tan bien entre su abrazo, que no le importaba nada más que tenerlo cerca... Estando así ya ni siquiera podía recordad que era lo que lo tenía triste antes.

—Moki... —ese apodo... hace tanto que no lo oía... pero se escuchaba tan bien en la boca de Noah —mírame Moki —Noah le tomó el mentón a Mokuba para levantarle el rostro una vez separó un poco sus cabezas —te quiero, pequeño —le dijo con toda la sinceridad del caso, mirándole fijamente a los ojos.

Mokuba a solo pudo enrojecer de la pena ¿que Noah... le quería? ¿Pero en qué sentido?

Sus dudas al respecto fueron prontamente resultas cuando la boca de Noah se juntó tierna y dulcemente con la propia. Sus ojos azul-grisáceos se abrieron como platos mientras que los color océano de Noah se cerraron complacidos, las manos del peliverde de posaron: una en su cintura y otra en su pelo, mientras que sus labios acariciaban suave y delicadamente los del pelinegro.

Mokuba estaba atónito, era su primer beso y realmente no sabía que hacer aparte de que lo había pillado por sorpresa. Aun así no tardo en sentir un agradable cosquilleo recorriendo su cuerpo que lo invitaba a corresponder aquel cálido gesto.
Bueno ¿qué más daba? Mokuba cerró los ojo y finalmente se dejó llevar por su hermano adoptivo, llevando sus brazos tras el cuello de Noah dejó que el mayor le enseñara lo que debía hacer, como debía actuar... dejó que le enseñara lo que era un cálido y amoroso beso lleno de sentimientos.

─ ¿Noah? ─susurró el pelinegro en cuanto el mayor le soltó para dejarlo respirar ─ ¿por qué hiciste eso? ─consultó agitado.

Noah volvió a abrazarlo con fuerza ─tú me regresaste mi corazón humano, Moki ─dijo el peliverde ─y desde entonces este late solo por ti ─tomó una de las manos de Mokuba y la llevó a su pecho.

─Pero… Noah, se supone que tu estas… ─al pelinegro le dio un retorcijón en el pecho de solo recordar el final de aquella aventura. Cuando Noah decidió sacrificarse para retener a Gozaburo.

─Moki ─Noah le llevó una mano a la mejilla del menor ─yo quiero… estar a tu lado… Moki, búscame, ven a mi… porque yo ahora no puedo.

Noah empezó a perder nitidez frente al pelinegro.

─Noah… ¡Noah!

─Ve a mi, Moki ─repitió.

-°-°-

Mokuba despertó de golpe…

Continuará…         

Notas finales:

Se supone que iba a ser un one-shot pero decidi hacerlo un two-shot.

Nos leemos en el sgt cap

Ja ne, minna! 

=3 


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