Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Un pequeño milagro. por Yewooki

[Reviews - 4]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Cuando Aomine Daiki colocó su rodilla sobre el suelo, Kagami Taiga supo que su vida daría un giro de 180 grados, llevaban cerca de cinco años de pareja, cuando finalmente llegó el pedido de Daiki para unir para siempre sus vidas, para compartir alegrías y tristezas, la boda fue algo sencillo a pesar de las quejas de las madres de ambos, una luna de miel en uno de los hoteles de la familia Akashi como regalo de bodas de Seijuro.

 

Después de dos mágicas semanas, regresaron a su rutina normal, Aomine regresó a su trabajo como detective y Kagami como chef en uno de los más famosos restaurantes de la ciudad, la rutina del matrimonio lentamente tomó su ritmo, hasta volverse natural entre ellos, pero había algo que no dejaba de torturarlos, por más intentos, y cabe destacar que no eran pocos, no lograban quedar embarazados.

 

Ante cada prueba que salía negativa, un aura pesada llenaba su casa, ambos querían formar una familia, tener un par de niños corriendo por la casa y alegrando sus tardes con sus historias sobre sus días. Pero parecía que no estaban destinados a tener niños de forma natural.

 

- Ambos están perfectamente sanos- dijo Midorima bajando los estudios que los había mandado a realizarse- la única respuesta que tengo es que están demasiado estresados para lograr la concepción- murmuró viendo los rostros tristes de sus amigos- ¿Han pensado en tomarse unas vacaciones?, tal vez eso les ayude- sugirió, eso les había servido a él y a Seijuro.

 

Ambos hombres asintieron y salieron agradeciendo a su amigo, caminaron en silencio hasta el estacionamiento, entrando al auto.

 

- ¿Puedes pedir este fin de semana?- preguntó Daiki, tomando la mano de Taiga dándole un suave apretón- podemos ir a Tokashiki y disfrutar de la playa un par de días antes de volver e intentarlo de nuevo- le dijo sacándole una pequeña sonrisa a su esposo- Tranquilo tigre, se que tarde o temprano estaremos esperando un pequeño gatito.

 

Una suave risa escapó de los labios del pelirrojo, asintiendo, y como lo planearon el viernes por la mañana tomaron un avión para que los llevara a su destino, donde llegaron a un lujoso hotel para disfrutar de un fin de semana en pareja, primero bajaron a la alberca donde pasaron casi toda la tarde para después ir a cenar.

 

- Daiki, ¿Qué pasa si nunca lo logramos?- preguntó Taiga mientras terminaban de comer el postre, atrayendo la atención del moreno- ¿Qué pasa si nunca logro darte hijos?- cuestionó angustiado, no quería que el moreno se alejara de su vida o que buscara una aventura porque él no era capaz de darle la familia que siempre había soñado.

 

- Deja de pensar en cosas innecesarias cabeza de cereza- le dijo dándole un golpecito en la frente, haciéndolo fruncir el ceño- lamento informarte que hice un juramente donde estaría a tu lado sin importar nada y pienso cumplirlo- le dijo sonriéndole con dulzura, haciendo sonrojar al pelirrojo- nunca te dejaré, así que sea la que sea la loca idea que esté cruzando por tu mente, deséchala, tendrás que soportarme hasta que solo pueda comer papillas.

 

Taiga río aliviado, antes de inclinarse sobre la mesa para unir sus labios en un beso dulce y amoroso.

 

- Entonces tenemos que trabajar mucho para poder pagar la enfermera, dudo que nuestro hijo o hija le haga gracia darle papilla a sus papás- bromeó haciendo reír al moreno.

 

- Le enseñaremos todo, es lo menos que puede hacer- dijo sonriendo.

 

El resto de la velada fue tranquila y al llegar al hotel, tuvieron una noche de pasión dulce y amorosa, el resto de los días los pasaron disfrutando de las maravillas naturales del lugar, de la comida y la resistencia de los muebles de su habitación de hotel, para después volver y olvidarse durante un par de meses acerca de tener un bebé, hasta que en una cena entre amigos regresó a ellos ese sentimiento.

 

- ¡Vamos a ser papás!- gritó Kise, atrayendo la atención de todos, mientras Kuroko se sonrojaba y se cubría el rostro con una de sus manos- ¡No te avergüences Tetsucchi!- se quejó formando un puchero.

 

- ¡Felicidades!- dijo Taiga sonriéndoles, aunque esa noticia le recordara que ellos eran la única pareja que aún no tenía hijos, incluso su hermano tenía a una pequeña de semanas de nacida.

 

- Pronto llegara Taiga-kun- le dijo Tetsuya al notar su semblante.

 

- Lo sé, lo sé- dijo bajando la mirada, preocupando a su esposo.

 

Más intentos llegaron después del anuncio de los Kise, pero nada pasaba, Taiga ante cada resultado negativo se deprimía más y Daiki poco y nada podía hacer para tratar de alegrar a su esposo, hasta que después de estar intentándolo durante cuatro años, decidió plantear aquella idea que llevaba tiempo rondando por su mente.

 

Durante la cena, se armó de valor y soltó lo que tenía tanto tiempo contemplando.

 

- ¿Y si adoptamos?- dijo de pronto y Taiga dejó de comer, para voltearlo a ver.

 

- ¿Es porque no puedo concebir?- preguntó a punto del llanto.

 

- ¡Claro que no!- dijo parándose para ir hasta su esposo, inclinándose frente a él, limpiándole las lágrimas que habían caído- He estado leyendo, y dicen que las parejas que adoptan y que no podían tener hijos, poco después de la adopción lograron concebir.

 

- ¿Y si eso no pasa?- preguntó sorbiendo, ganándose un delicado beso.

 

- Adoptaremos otro bebé- le dijo acariciándole las mejillas, viéndolo con tanto amor, que el pelirrojo sintió que no merecía tener a ese increíble hombre a su lado.

 

Y así fue como comenzaron con la adopción, primero fueron a pedir informes, viendo todas sus opciones.

 

- ¿Y si adoptamos a un bebé en África?- preguntó de pronto Daiki, mientras leían todos los folletos que les habían entregado en la oficina de servicios sociales.

 

La risa que soltó Taiga, lo hizo voltear intrigado, hasta que comprendió porque su esposo había soltado semejante carcajada, haciéndolo fruncir ligeramente su ceño y entrecerrar sus ojos.

 

- No es gracioso pelos de choco lava- le dijo viendo como su esposo fruncía el ceño y dejaba de reír, para él comenzar a reír.

 

- Cállate Ahomine- le dijo pegándole con una de las almohadas.

 

- Lamento informarte que tú también eres un Ahomine, mi cielo- le recordó antes de darle un beso largo y amoroso- O podemos simplemente adoptar un niño japonés.

 

- Me agrada esa idea- dijo atrayéndolo para continuar besándose.

 

Cuando por fin decidieron el orfanato, comenzaron con el trámite, las clases de paternidad, los talleres para cuidado del infante y demás.

 

- Apúrate Daiki- se quejó el pelirrojo desde la entrada de la casa- por tu culpa siempre llegamos tarde- murmuró fastidiado.

 

- No es mi culpa- dijo el moreno saliendo de su habitación, cargando una pañalera- son demasiadas cosas para llevar a la clase.

 

- Así será ahora que tengamos al bebé- dijo Taiga, mientras subían al auto, ese día verían cambio de ropa y pañales.

 

- Espero hacerlo mejor que abogadete de cuarta- dijo Daiki, desde el primer día y por razones que el pelirrojo no lograba comprender su esposo y un abogado que asistía a la misma clase se habían declarado enemigos, odiándose a muerte y burlándose del otro cuando una tarea no les salía a la primera.

 

Los cursos continuaron al igual que el papeleo, y las entrevistas, maravillosas entrevistas.

 

- Entonces señores Aomine, ¿desde hace cuanto están juntos?- preguntó la trabajadora social, lista para escribir sus respuestas en la hoja de informe.

 

- Tenemos seis años casados y doce de pareja- dijo Taiga algo nervioso, sintiendo un suave apretón por parte de Daiki en su mano, haciéndolo sonreír.

 

- ¿Por qué razón desean adoptar?

 

El cuerpo del pelirrojo se tensó y Daiki suspiró antes de contestar a su pregunta.

 

- Queremos adoptar, porque ambos creemos que podemos darle mucho amor a un niño, que no tuvo la oportunidad de estar con sus padres biológicos, que podemos ser la familia que un niño necesita y ha soñado tener.

 

- ¿Han pensado en la edad del niño que desean adoptar?- preguntó y los esposos se voltearon a ver durante algunos segundos, para después sonreírse.

 

- Queremos un niño que no sea muy pequeño, temo que mis habilidades motoras finas seas demasiado bruscas para un recién nacido- confesó Taiga, haciendo sonreír un poco a la mujer.

 

- ¿Sus familias están al tanto y a favor de su decisión de adoptar?

 

- Nuestros padres están un poco tristes por nuestra imposibilidad de concebir naturalmente, pero también están felices de volverse pronto abuelos y comenzar a consentir a su nieto o nieta- dijo Daiki con una suave sonrisa.

 

- ¿Tienen algún plan para cuando el niño pregunte acerca de por qué no hay una mamá en su familia?

 

- Le hablaremos con la verdad, enseñándole que a pesar de que tal vez no sea el prototipo de familia perfecta que nos han vendido durante toda la vida, las familias vienen en todas las formas y tamaños, y que todas son familias aún si en ella no hay mamá o papá, o hay dos de cada uno o no hay hijos- dijo Taiga sorprendiendo a su esposo con la seriedad y formalidad con la que había hablado.

 

- Muy bien señores Aomine, me alegra anunciarles que su papeleo está completado, ya han sido aceptados por el Estado para el sistema de adopción, solo será necesario la inscripción del nuevo miembro familiar en los registros- le dijo entregándoles una hoja- se que serán grandes padres- murmuró antes de ser acompañada a la salida.

 

- ¡Vamos a ser papás!- gritó Taiga cuando la puerta se cerró tras la mujer, antes de lanzarse a los brazos de su esposo, quien igual de feliz, lo atrapó sin dificultad, comenzando un beso amoroso, que lentamente fue subiendo de temperatura.

 

- C-Cama- jadeó Taiga antes de volver a sentir sus labios siendo atrapados por los ajenos, haciéndolo sonreír, a suaves tropezones llegaron a la habitación donde con cuidado Daiki colocó a su esposo en la cama, sonriendo ante su rostro sonrojado y sus labios rojos.

 

- ¿Te he dicho que me vuelves loco?- le preguntó subiendo sobre él, dejando sus rostros a la misma altura.

 

- No, pero me lo puedo imaginar- dijo elevando su pierna para que rozara el miembro medio despierto de Daiki, quien sonrió divertido, antes de volverlo a besar como si sus labios fueran el elixir de la vida, sus lenguas se rozaban enviándoles deliciosas descargas por toda la columna.

 

Las manos de Daiki se escabulleron a través de la playera que portaba el pelirrojo, acariciando su caliente piel, como si fuera la primera vez que la tocaba, rompieron el beso para deshacerse de sus molestas playeras, antes de volver a besarse, Taiga pasó sus brazos sobre los hombros de Daiki acariciando su espalda, encantándose una vez más de los músculos tan bien marcados que tenía su esposo.

 

 Sus labios se separaron en busca de aire, antes de que los belfos de Daiki comenzaran a bajar a través de su cuello, dejando pequeñas mordidas y succiones, hasta que llegó a los rosados pezones ajenos, pasando su lengua sobre su boca humedeciéndola antes de tomar entre sus dientes uno de ellos, jalándolo suavemente, oyendo encantado los gemidos que escapaban del pelirrojo.

 

Su camino continuó descendiendo hasta llegó al vientre bajo, el cual besó con adoración, enterneciendo a Taiga, antes de sonreírle perversamente, tomando con sus dientes el elástico que sobre salía de sus pantalones dándole un suave jalón para después soltarlo.

 

- Oye- se quejó sonrojado, antes de cambiar posiciones dejando al moreno bajo su cuerpo, sonriendo con coquetería, apoyó sus manos en su pecho y comenzó a mover lentamente su cadera, sonriendo con satisfacción cuando sintió completamente duro a su esposo, mordió sus labios de forma sexy, antes de comenzar a gemir alto y agudo.

 

- No me tortures, bebé- pidió levantándose, tomando gustosamente entre sus manos el trasero ajeno, dándole un estrujón- ¿Puedo?- preguntó besando su pecho, viendo a los ojos rubíes que tanto amaba.

 

- Siempre- afirmó el pelirrojo, antes de tomar su rostro dándose un beso dulce, lento, lleno de sentimientos, antes de separarse para deshacerse de la ropa que aún tenían encima, quedando desnudos, volviéndose a unir en otro beso, pero ésta vez más pasional, más necesitado, tanteando sobre la cama Daiki encontró el lubricante, dejando caer un poco sobre el miembro de su amante, sonriendo ante su quejido por el frío súbito.

 

Lentamente comenzó a mover su mano de arriba abajo, haciendo cortos círculos sobre la cabeza del miembro ajeno, oyendo complacido los gemidos y suaves quejidos que soltaba Taiga.

 

- D-Daiki- gimoteó necesitadamente, quería sentir a su esposo dentro suyo, quería sentirse uno solo, sin importar el tiempo, estaba seguro que siempre lo desearía de la misma manera, incluso más.

 

El moreno atendiendo a los pedidos de su adorado pelirrojo, lo recostó de nuevo sobre la cama, posicionándose cómodamente entre sus piernas, sonriendo coquetamente al pelirrojo, antes de tomarlo en su boca, comenzando a succionar sin prisa, moviéndose tortuosamente, mientras sus dedos se encargaban de abrirse paso en su estrecha entrada con ayuda del lubricante.

 

Taiga se convirtió en una gelatina que solo sabia gemir y pedir por más, mientras su cuerpo entero temblaba de puro placer, apenas y podía controlarse a sí mismo para no terminar de inmediato.

 

-Y-Ya- exclamó tratando de alejar al moreno de su entrepierna, pero a Daiki le gustaba desafiarlo, así que ignorando su pedido, continuó moviéndose más rápido y más profundo, sus años de práctica se veían reflejados en ese momento- N-No- jadeó sin aliento, antes de correrse, viendo estrellas frente a sus ojos.

 

Daiki dejó el miembro del pelirrojo cuando hubo tomado toda su semilla, se pasó la lengua sobre los labios antes de sonreírle divertido, viéndolo agitado y cansado.

 

- ¿Dónde está tu buena condición, Taiga?- se burló, viendo a su esposo fruncir levemente su ceño.

 

- Te enseñaré sobre buena condición y resistencia- le dijo empujándolo contra la cama, antes de subirse sobre él, tomando su miembro perfilándolo contra su entrada, dejándose caer lentamente hasta tenerlo completamente dentro, apretando su trasero viendo al moreno tragarse un gemido, sonriendo complacido- ¿Algo que quieras decirme amor?- preguntó moviéndose muy lentamente en círculos, viendo como el moreno apenas era capaz de hilar dos palabras por el placer caliente.

 

- M-Me vengaré- dijo al fin, viendo embobado el rostro de su esposo, su pose erótica, la mirada feroz que le lanzaba- Dios, como te amo- le dijo haciéndolo sonreír dulcemente.

 

- También te amo- murmuró inclinándose para posar sus labios sobre los otros en un corto beso, antes de comenzar a moverse de arriba hacia abajo, aumentando de a poco la velocidad, hasta que los únicos sonidos llenando la habitación eran sus gemidos, el rechinar de la cama contra la pared y el suelo y el característico sonido de sus pieles sudadas chocando.

 

- D-Demonios Taiga, eres hermoso- jadeó Daiki inclinándose hacia enfrente abrazándose a su esposo, aspirando extasiado su aroma, besando con devoción sus clavículas y cuello.

 

- L-Lo sé- dijo con una pequeña sonrisa, antes de sentir la fuerte arremetida del moreno, dando de lleno contra su próstata, haciéndolo gritar de placer- ¡M-Más!

 

Obedeciendo al amor de su vida, Daiki golpeó de nuevo el mismo punto, con fuerza y profundamente, hasta que el cosquilleo en su vientre le avisó que el final estaba cerca, así que apretó un poco más al pelirrojo en su abrazo hasta que ambos se corrieron gritando su liberación.

 

- Eso fue increíble- jadeó Taiga, con una enorme sonrisa adornando sus labios- ¿Listo para la siguiente ronda?

 

- Si es contigo siempre estaré listo- le contestó dándole un dulce beso.

 

El resto de la tarde, en incluso entrada la noche continuaron haciendo el amor, hasta que la mañana llegó, los ojos del trigueño se abrieron dejando ver el rostro dormido del moreno a pocos centímetros del suyo, sonrió con la felicidad, para lentamente salir de la cama, dirigiéndose al baño donde tomó una larga ducha antes de salir viendo al moreno despertando.

 

- Buenos días- le dijo dándole un beso, viéndolo sonreír más dormido que despierto- mueve tu trasero, porque iremos a conocer a los niños hoy.

 

- Ya voy, te pones muy mandón después del sexo- se quejó sonriendo, ante la mueca de fingida indignación que formó su amado.

 

Después del desayuno, tomaron rumbo al orfanato, donde fueron recibidos por una de las cuidadoras.

 

- Los niños están en su hora del juego, así que están todos en el patio- dijo sonriente, mientras los guiaba al patio, donde vieron a un montón de niños jugando, excepto por uno de botaba tristemente su pelota contra el suelo.

 

- ¿Él, siempre está solo?- preguntó Taiga, señalando con la mirada al pequeño de cabellos negros y lentes, que jugaba solo en una esquina alejada.

 

- Si, Tobio es muy serio y le cuesta mucho comunicarse con los demás- dijo la mujer viendo con preocupación al pequeño.

 

Daiki volteó a ver a su esposo y supo que el pequeño Tobio, sería su hijo.

 

- Nos gustaría hablar con él- pidió y la mujer se sorprendió, pero les regaló una gigantesca sonrisa y les señaló el cuarto para las entrevistas en lo que ella iba por el pequeño.

 

- ¿Y si no le gustamos?- preguntó nerviosamente Taiga restregando sus manos en su pantalón.

 

- Tranquilo Tigre, el mundo no se nos va a acabar- le reconfortó justo cuando la puerta se abría, dejando ver a un muy nervioso Tobio, quien tropezó al entrar cayendo al suelo, sin poderlo evitar sus ojitos azules se llenaron de lágrimas, Taiga se movió rápido hasta llegar al pequeño de cinco años, tomándolo en brazos consolándolo de inmediato.

 

- Ya, ya, no fue nada, no llores- le dijo en tono calmado y suave, mientras arrullaba al pequeño, quien calmó su llanto y se aferró a la playera que portaba el pelirrojo.

 

- Hola- le saludó Daiki inclinándose para quedar a la altura del pequeño, quien se sonrojó y escondió su rostro contra el pecho del pelirrojo.

 

-H-Hola- murmuró Tobio muy bajito, enterneciendo a ambos adultos- ¿U-Ustedes me quieren adoptar?

 

- Así es- dijo Taiga logrando que el pequeño levantara su carita, viéndolo a los ojos- ¿Te gustaría venir con nosotros a casa?

 

- ¿P-Por qué yo?- preguntó sin comprender, había más niños más divertidos y alegres que él.

 

- Porque tú, eres especial- le dijo Daiki sonriéndole, volviendo a apenar al niño- entonces, ¿te gustaría ser Tobio Aomine?

 

- ¿Así se llaman?- preguntó recargando su carita en el pecho del tigre, quien le sonrió dulcemente.

 

- Así es, yo soy Taiga Aomine y el es Daiki Aomine, mi esposo, y tú papá, si así lo quieres- presentó el tigre, viendo como el pequeño paseaba su mirada de uno al otro, antes de sonreír tímidamente.

 

-Si, me gustaría- murmuró escondiendo de nuevo su rostro, antes de sentir como era apretado con cuidado en el abrazo de los adultos, haciéndolo sentir por primera vez querido y protegido.

 

Contentos ambos adultos, terminaron de llenar los papeles necesarios para la adopción, para el final de la tarde, en el auto iba junto a ellos Tobio, viendo con emoción todo, las únicas veces que salían era al médico.

 

- ¿Cuál es tu color favorito Tobio?- preguntó Taiga.

 

- El rojo- dijo moviendo sus piecitos emocionado- pero el azul también me gusta mucho- murmuró tallándose sus ojitos, tantas emociones lo tenían cansado, soltó un pequeño bostezo antes de quedarse dormido enterneciendo a los hombres.

 

Al llegar a la casa, Daiki tomó con cuidado a Tobio entre sus brazos, para después llevarlo a la que sería su nueva habitación, era un cuarto completamente blanco, pero ya lo pintarían como al pequeño más le gustara, y harían una pequeña fiesta para presentárselo a sus amigos.

 

Lentamente los días comenzaron a llegar y Tobio comenzó a acostumbrarse a sus padres, rápidamente se había encariñado con ambos, hasta el punto en que ya los veía como sus padres biológicos, no como adoptivos.

 

Por fin llegó el día de la fiesta, pero Daiki no estaba muy seguro de querer realizarla, porque en los últimos días Taiga había estado teniendo varios y múltiples malestares, desde pequeños mareos, hasta vómitos y temperatura, pero con lo aferrado que era el pelirrojo, eso poco le importó y de igual forma se encontraba terminando de decorar el pastel con ayuda de su pequeño remolino.

 

- Papi- le llamó Tobio cuando terminaron de colocar los chocolates sobre el betún- ¿Cómo son los tíos que vendrán?- preguntó preocupado.

 

- Oh son muy divertidos y consentidores, y sé que tus primos te adoraran- le tranquilizó dándole un pequeño beso en la frente- Ahora al baño para tomar una ducha- le dijo bajándolo de la barra., viéndolo correr hasta donde estaba Daiki colocando unos globos, aferrándose a su pierna, haciéndolo sonreír enternecido hasta que un fuerte mareo lo atacó obligándolo a sostenerse de la barra- ¿Estaré muy enfermo?- se preguntó preocupado, cuando de pronto, recordó los síntomas que había tenido Himuro con su embarazo, no quería ilusionarse, así que aprovechando que su esposo estaba bañando a su hijo, tomó una prueba de embarazo y se encerró en el otro baño.

 

Quince minutos después Tobio estaba listo para recibir a los invitados, pero tanto él como su padre se extrañaron de salir y no ver por ningún lado a Taiga.

 

- Tal vez está en el baño- dijo el moreno, tomando a su pequeño en un abrazo de oso, haciéndolo reír, antes de que sonara el timbre, por lo que fueron a atender, encontrándose con los Kise, siendo Ryouta quien emocionadísimo arrancó a Tobio de los brazos de Daiki.

 

- ¡Eres muy adorable!- gritó haciendo sonrojar al pequeño, antes de notar a un hombre más bajito junto al escandaloso rubio, quien sostenía la mano de un pequeño rubio de ojos azules que lo veía intrigado.

 

Tobio pasó de unos brazos a otros, sintiendo besos y apretados abrazos por un montón de desconocidos que se presentaban como sus tíos, al fin un peli morado enorme lo puso en el suelo, y fue el momento de los niños de acosarlo con toda clase de preguntas, hasta que decidieron salir al patio a jugar.

 

- ¿Dónde está Taiga?- preguntó Tetsuya curioso de no ver por ningún lado al pelirrojo, y como si lo hubiese invocado, lo vieron salir del baño con el rostro bañado en lágrimas, cosa que asustó a todos.

 

- ¿Qué pasa? ¿Te sientes mal? ¿Quieres que vayamos al hospital?- preguntó preocupado su esposo, viéndolo negar con una sonrisa en sus labios, antes de ver frente a sus ojos una prueba de embarazo, la cual tomó con las manos temblorosas, viendo con sorpresa dos rayitas- ¿E-Es…?- trató de preguntar antes de ver al tigre asentir, para después cargarlo dando vueltas, sumamente felices.

 

- ¿Qué pasa?- preguntó Kise antes de que le entregaran la prueba, logrando que soltara un gritito de emoción- ¡Un bebé!- gritó feliz por sus amigos- ¡Eso es increíble, muchas felicidades, al fin un bebé!

 

Tobio, quien iba entrando en ese momento a la casa, para pedirle a su papá Daiki que le prestara una pelota de básquet, se congeló, un bebé… sus papás tendrían un bebé y al él lo regresarían al orfanato, asustado y sintiéndose nuevamente abandonado corrió al pario ocultándose tras los rosales, asustando a los demás niños quienes lo vieron sin comprender, pero siendo Mamoru el mayor de todos, teniendo casi diez años, decidió avisarle a los papás de Tobio.

 

- Tobio está llorando- anunció con voz alta, atrayendo toda la atención, los padres del mencionado, salieron apresurados, viendo como los niños veían preocupados a los rosales, así que se acercaron rápidamente.

 

- ¿Tobio?, ¿Qué pasa amor?- preguntó Taiga preocupado, tratando de tocar al pequeño, quien se alejó de su toque asustándolo.

 

- ¿Qué pasa Tobio?- cuestionó Daiki confundido por el comportamiento de su pequeño.

 

- ¡Ya no me van a querer!- gritó sorbiendo mientras trataba de parar sus lágrimas limpiándose con sus mangas- ¡Ahora que tendrán un bebé, me van a regresar!

 

- Oh mi amor- dijo Taiga, mientras Daiki lo tomaba en brazos acunándolo en su pecho- eso no va a pasar, tu eres nuestro hijo, solo que ahora serás el hermano mayor este bebé, y como tal tienes que quedarte porque necesita alguien que lo ayude y lo cuide cuando papá y yo no podamos, y eso solo tú, lo puedes hacer amor- le dijo acariciándole la cabecita, viendo como lentamente controlaba sus sollozos y llanto.

 

- ¿E-Entonces no me van a regresar?- preguntó preocupado.

 

- Por supuesto que no- le consoló Daiki dándole un beso en la frente- eres nuestro hijo y por nada en el mundo dejaras de serlo.

 

Tobio suspiró aliviado, acurrucándose entre los brazos de su papá, viendo la sonrisa tranquila de su papi antes de caer dormido.

 

- ¿Tobio-kun está bien?- preguntó el pequeño Keiji viendo ansiosamente al pequeño durmiendo en brazos del moreno.

 

- Está bien- le aseguraron los padres, tranquilizándolo un poco, había algo en el pelinegro que lo impulsaba a querer cuidarlo.

 

Algunos meses después, nueve para ser más exactos, el pequeño Tobio arrullaba a su hermanita ante la atenta mirada de sus padres.

 

- Feliz día Taiga- le susurró Daiki al oído, haciéndolo sonreír feliz, porque tenía todo lo que había soñado, un esposo amoroso, y el par de hijos más adorables del mundo entero.

 

- Gracias por hacerme tan feliz- le dijo dándole un pequeño beso.

 

- Gracias por permitirme hacerte feliz- le contestó antes de oír los suaves quejidos de sus dos pequeños ante su muestra de amor, haciéndolos reír.

Notas finales:

Gracias por leer~! (perdón si hay errores)


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).