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Mañana Feliz por Gato-de-Cheshire

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Notas del fanfic:

Es el primer fic que escribo en mi vida, así que probablemente contenga incoherencias y faltas ortográficas y esas cosas. Pero hoy en la mañana no podía dormir y me entraron muchas ganas de escribir algo... domestico? Además me gusta mucho el poliamor y también Kanda, Lavi y Allen. Entonces me pregunté ¿Por qué no? Y bueno he aquí el resultado. Espero se animen a leer, la verdad es algo decente...creo.

La luz había comenzado a filtrarse ya entre las cortinas de la habitación. Lavi Bookman enterrado completamente bajo las sábanas comenzaba a revolverse con pesar, intentaba débilmente esconderse de la invasora claridad de la mañana, aún sumergido en un débil sueño. Todavía entumecido por el velo de la inconsciencia sentía a lo lejos unos leves susurros cada vez más claros; intentó ignorarlos con todas sus fuerzas pero muy a su pesar sus ojos comenzaron a abrirse pesadamente, entornados ligeramente intentando acostumbrarse a la invasión de la luz.
- ¡Shhhh! Imbécil, habla más bajo o terminarás despertándolo- Escuchó decir a una voz en algún lugar fuera de la habitación o el lugar donde se encontrase durmiendo (debido a que era realmente lento a la hora de despertar no podía aún recuperar todos sus sentidos, por lo tanto ni siquiera sabía dónde se encontraba él mismo). “Oh. Demasiado tarde”, pensó al escuchar el comentario. Decidió volver a cerrar los ojos y disfrutar de la característica languidez de su despertar; más bien, retrasando su inminente abandono de las suaves sabanas que le abrazaban y la mullida almohada donde reposaba su rostro. 
- ¿Yo? ¡Tú estabas siendo aún más ruidoso, brote de habas maldito!- Exclamó alto otra voz que él conocía muy bien. – Mierda- dijo en un susurro muy bajo esta vez. No pudo evitar esbozar una leve sonrisa contra la almohada. “De seguro no era su intención hablar tan alto”.
- Que guardes silencio- le regañó.- ¿O es que el señor espadachín no sabe comportarse?- Dijo burlonamente la otra persona soltando una risa discreta. 
-¡Te voy a…!- Iba a comenzar a gritar pero se contuvo antes de terminar la frase. La otra voz volvió a reír. Luego se escuchó un ruido sordo seguido de lo que probablemente era el sonido de una pequeña contienda cuerpo a cuerpo. Estaba comenzando a reunir energías poco a poco pero aún no quería levantarse. Prefirió quedarse así un rato, con los ojos cerrados escuchando a esas dos personas discutir. Por alguna razón se sentía reconfortante.
- Kanda- Escuchó decir a aquella voz, esta vez muy seria o más bien… ¿Asustada? – Tu… Tu cabello- dijo finalmente tartamudeando.
- ¿Qué demonios pasa con mi cabello?- preguntó la otra voz en un tono notablemente molesto- ¡Y ya quítate de encima!-. Se escuchó más forcejeo y un grito ahogado.
- ¡Mierda, Kanda no te muevas!
- ¡Entonces muévete, maldita sea! ¡Y no me jales el pelo!-.El silencio que habían defendido en un principio había quedado olímpicamente olvidado y ahora exclamaban a viva voz.
-¡Eso te quería decir, idiota!- Esta vez, la voz se escuchaba algo contrariada –Misdedosseenredaronentucabelloyahoranopuedoquitarlos-. Las palabras fueron dichas tan rápido que apenas pudo distinguirlas. Se formó un silencio en la otra sala. A esta altura Lavi ya se había ubicado en el tiempo y espacio y sabía que se encontraba en la instalación que compartían los 3 en la Orden Oscura. 
-¡¿Qué!? ¡Vas a morir, vas a morir, vas a morir!- Su voz se escuchaba enfurecida, y repetía las palabras “Vas a morir” como un mantra. Lavi ahora estaba riendo silenciosamente. “Comenzó a hiperventilarse”.
-¡Quieto, se van a enredar más! ¡Deja de moverte!- Escuchó de nuevo el sonido de forcejeos mezclado con jadeos y gritos. “Supongo que a la mierda el sueño de Lavi, ¿Eh?” pensó entretenido mientras ya comenzaba a reunir toda su voluntad para moverse de la cama. Flexionó sus brazos intentando levantar su cuerpo del cómodo lecho, sin embargo, inmediatamente volvió a dejar caer su pecho pesadamente sobre las sábanas. “Tal vez un poquito más”. Y abrazó la almohada.

Mientras tanto Kanda y Allen yacían enredados en el sofá, notoriamente frustrados. Debido a todo lo que se habían revolcado y luchado, Allen había acabado con los dedos de su derecha izquierda enredados en el cabello suelto del espadachín, mientras que éste tenía una pierna por encima del hombro derecho de Allen y se encontraba prácticamente sobre el regazo de este; su movilidad se encontraba totalmente limitada, si se movían de la posición en que se encontraban, Allen terminaría jalando más del cabello de Kanda y probablemente recibiría un puñetazo, por lo tanto, por acuerdo tácito permanecieron así sin moverse. 
-¡Ahh….! ¡Siento que no los podré quitar nunca! ¡Ayúdame TimyCampy!- Se quejaba el albino que parecía estar comenzando a perder la compostura junto con la esperanza. 
-¡Deja de gritarme al oído y concéntrate en desenredar tus malditos dedos de mi maldito cabello!- Kanda se encontraba totalmente enfurecido y frustrado. 
-¡Tengo una idea!- dijo Allen mientras activaba su mano izquierda –Sólo tenemos que cortarlo…- dijo con una gran sonrisa perturbadora. 
-¡No seas imbécil!- Gritó Kanda sudando frío, mientras agarraba el arma anti akuma del menor e intentaba alejarla de su cabello. – ¡No vas a cortar mi cabello, enano!-.
- ¿Pues, por qué no lo tienes debidamente desenredado Kanda-kun? Creo que esto te servirá de lección sobre cómo cuidar tu querido cabello- Allen parecía haber perdido ya todo sentido común – Además ¿por qué lo tienes tan largo? ¿Quieres ser Ranpuzel, Kanda-chan?- Allen había comenzado a reír desquiciadamente – ¡Me temo que no va a ser posi-…!- el albino no alcanzó a terminar la frase, pues un certero y mortal puñetazo encajó en su barbilla dejándole fuera de órbita por un momento. Kanda soltó un suspiro de alivio y justo en ese instante un peso calló sobre ellos tirándoles del sofá.

Mientras más escuchaba la conmoción que se estaba formando en la otra sala, más energía parecía entrar por su cuerpo. A pesar de su común negativa por dejar la comodidad de su cama en las mañanas, poco a poco iba sintiendo la necesidad de levantarse. “Se están divirtiendo tanto”. Entonces escuchó la tétrica voz de Allen seguida de esa desquiciada risa. “Oh, parece que Allen se ha vuelto loco de nuevo”. Estaba ya acostumbrado a que el menor, bajo situaciones de estrés, sacara esa personalidad descabellada. Lavi ya no podía parar de reír. Entonces escuchó el característico sonido de un puñetazo. -¡Kanda no ha sabido qué hacer y le ha golpeado!-. Dijo en voz alta entre carcajadas mientras se levantaba de la cama, tomaba algo de la mesilla de noche  y rápidamente salía de la habitación diciendo con una voz cantarina ~Yo también quiero jugar~.

-¡Lavi!- Exclamaron kanda y Allen al mismo tiempo luego de caer al suelo con el pelirojo sobre ellos.
-¡Dejen que me una a la diversión! – decía el chico alegremente mientras enseñaba esa característica sonrisa despreocupada. 
Kanda le tomó la cara y mirándole muy de cerca con ojos asesinos le dijo –No.Nos.Estamos.Divirtiendo- luego señaló la mano de Allen enredada en su cabello. Entonces Lavi aprovechó la cercanía, le robó un rápido beso en los labios y le regaló una sonrisa aún más grande. –Buenos días para ti también, Yuu- le dijo al levemente sonrojado muchacho para luego volverse hacia Allen que todavía estaba un poco aturdido por el puñetazo de Kanda. Lavi depositó un pequeño beso en los labios del menor igual al que le dio al pelinegro anteriormente – Y para ti también, Allen-.
Por arte de magia –la magia del Bookman- el ambiente se amenizó totalmente y ahora los dos hombres que anteriormente estaban encolerizados y frustrados, se encontraban embobados mirando al pelirojo mientras murmuraban un “buenos días” al mismo tiempo. Para luego comenzar a explicar la descabellada situación echándose la culpa el uno al otro. 
-Ya, ya, ya ¿por qué mejor no nos encargamos de eso primero?- Dijo al Bookman mostrando una peineta que traía en la mano.

Luego de que Lavi había acabado de desenredar completamente el cabello de Kanda de la mano de Allen y éste había podido por fin ir a desayunar, se encontraba cepillando felizmente el cabello del pelinegro mientras que éste le daba la espalda y meditaba para botar todo el estrés acumulado en esa mañana. Al poco rato, Allen entró de nuevo a la sala con un pastelillo en la boca y otros dos en las manos, se sentó en el suelo junto a los otros 2 muchachos, dejó un pastel en el regazo del pelinegro y el otro se lo entregaba a Lavi.
-¡Allen! Te habías demorado, tenía hambre- se quejó infantilmente el pelirojo, mientras seguía jugueteando con el cabello de Kanda. Cuando éste se colocaba a meditar, su concentración llegaba a ser tan grande que ignoraba todo lo que ocurría a su alrededor, ésto obviamente, Lavi lo sabía muy bien.
- Deberías agradecer que te traje algo- Decía el menor sonriendo mientras una vena se le formaba en la cien.
- Vengo recién despertando, es natural. Tienes que ser más considerado con tu novio, Allen-kun, o puede que nunca te cases- le dijo burlonamente. 
- No quiero casarme, gracias. 
-Terminé~ Allen, mira esto-. Allen se acercó para echar un vistazo a lo que el pelirojo le quería enseñar. Entonces cuando lo vió, devolvió la mirada a Lavi y ambos se echaron a reír escandalosamente. Kanda por fin abrió los ojos poniendo fin a su meditación preguntándose qué en este maldito mundo era tan gracioso. Inmediatamente cuando Allen y Lavi se dieron cuenta que habían acabado con la concentración de su novio se levantaron atropelladamente y por turnos depositaron rápidos besos en los labios del pelinegro y salieron corriendo y riendo.
-¡Lo sentimos, Kanda!
El espadachín miró su cabello y se encontró con una larga trenza adornada con coloridas flores. Estalló en cólera. Sin perder tiempo, se levantó agarrando su espada y salió corriendo tras los dos jóvenes. 
-¡Están muertos!- gritó mientras salía de la habitación.
Afuera, en los pasillos de la Orden probablemente, se escucharon muchos gritos esa mañana – ¡Fue Lavi!- decía una voz -¡Traidor!- respondía otra. La voz restante no paraba de repetir -¡Morirán!-.

Lavi, que corría por su vida en ese momento, no podía parar de sonreír a pesar de la mortal situación en la que se encontraba. Definitivamente los días que más atesoraba eran éstos, dónde podía disfrutar como un niño, sin preocuparse por deberes, sin temer el futuro, sin pasado, sin akumas, sin historia, sin problemas. Sólo él y las 2 personas que más amaba viviendo la comodidad de una mañana feliz. 
Fin

Notas finales:

Ojalá haya sido de su agrado uwu


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