Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Oh, Musa por Gato-de-Cheshire

[Reviews - 4]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del fanfic:

Eh... Yo sólo quería hacer un Lucky *u* 
Primero había pensado hacer un one shot, pero cuando me di cuenta ya era un poquito más largo de lo planeado :c 
Así que decidí que se dividiría en 2 partes y pués, aquí va la primera. Y gracias de ante mano por leer :)

Disclaimer: D-Gray Man y sus personajes le pertenecen a Katsura Hoshino y esas cosas. 

Primera parte: El artista y el ladrón.

Había estado dando vuelta por toda la isla durante la mayor parte del día y ahora se encontraba realmente fastidiado; sus pies comenzaban a doler, tenía hambre, estaba malditamente aburrido, pero el sentimiento que se arraigó en él esa mañana no desaparecía y esto le cabreaba aún más. Se detuvo en un puente a mirar el amplio mar mientras encendía un cigarrillo, ya era el sexto en el día, eso significaba que tarde o temprano tendría que ir al centro a comprar más tabaco, otra mala noticia. No es que le desagradara el centro, sin embargo, cuando se estaba en busca de inspiración no era el tipo de lugar donde una persona como él la encontraría.

Tyki mikk era un artista muy talentoso,  realmente conocido y respetado en el campo de la pintura, había creado hermosos cuadros y pintado retratos de personas muy influyentes. Su genio era innegable, se había adentrado en el mundo del arte a una edad muy joven, con un cuadro que había pintado a los 14 años y que había estado inspirado en uno de sus sueños, en él se podía apreciar un mundo devorado por las tinieblas con grandes grietas en los cielos grises, la tierra ardía y su faz estaba llena de demonios estrafalarios que devoraban a las personas que intentaban huir; a pesar de esto, en medio de toda la masacre y fatalidad había un grupo de personas vestidas de negro portando armas extrañas, se veían cansados y fatigados, pero seguían luchando contra los demonios que amenazaban con devorar el mundo; en nada se parecían éstos a los tradicionales héroes de los populares cuadros de la época, que brillaban como el sol y parecían ser invencibles. Estas personas tenían la frustración cincelada en sus rostros y se veían tétricos en sus oscuros trajes manchados de sangre brillante; sin embargo, la mirada en sus ojos era de una determinación aplastante, su presencia en el cuadro otorgaba una gran tranquilidad a quien los mirase, los gestos horrorizados se convertían en semblantes pasivos cuando veían a los trágicos mártires; el cuadro hacía nacer la catarsis.

Desde entonces Tyki no había hecho más que pintar, su vida se resumía en pintar, dormir  y asistir a las fiestas donde, debido a su fama, siempre era demanda su presencia. Era un verdadero Don Juan, cada vez que una chica le gustaba la cortejaba como a una flor, el problema es que muchas mujeres le gustaban, así que era un hombre en un jardín rodeado de flores, algo muy confortante sin embargo también muy monótono. Aun así, ese pequeño detalle no le desanimaba en absoluto, estaba muy feliz con la vida que llevaba y con las relaciones que sostenía; cabe mencionar que nunca se permitía dejar a ninguna dama descontenta, siempre encontraba la manera de hacerlas sentirse amadas a pesar de saber que él se veía con otras muchas. Esto no evitaría, sin embargo, que una que otra intentara asesinarlo por amor; diferente a lo que se podría suponer, éste era un gesto que él no despreciaba, por el contrario, ese tipo de pasión desgarradora y mortal siempre le había fascinado, era un completo romántico a fin de cuentas. De modo que era un hombre muy satisfecho con la vida, no tenía nada que envidiarle a nadie porque nada le faltaba… hasta esa misma tarde.

-Demonios…- se quejaba mientras aplastaba su último cigarrillo con la bota. Estaba realmente frustrado. Esa mañana había despertado a las 4 de la madrugada con un deseo abrumador de pintar, intentó volver a dormir pero la necesidad de tomar un pincel se lo impedía; cada vez que cerraba los ojos, en vez de lograr conciliar el sueño, comenzaba a recordar la sensación de placer abrumador que le entumecía cuando lograba plasmar su alma en el lienzo. Era inútil. Salió de su habitación bostezando y se dirigió automáticamente a su estudio, donde tenía todas sus herramientas de trabajo. Se sentó en la vieja silla de madera que llevaba usando desde que era un crío; era una de sus excentricidades, no podría pintar sentado en ningún otro lugar que no fuese aquel antiguo mueble. La primera vez que había estado satisfecho con su obra y había experimentado la autorrealización, había sido sobre aquella silla. Durante años ésta había soportado el peso de su ser, y ahora sentía que no existía otro objeto que pudiese sostener su peso en aquellos momentos donde no era más que él mismo. Lamentablemente, en ese momento ni si quiera aquel objeto complementario podía sacarlo de aquel embrollo. No lo comprendía, deseaba con todo su ser pintar, dibujar, trazar, pero no sabía qué.
El problema no residía en carecer de la inspiración para hacer una obra bella, había muchas cosas en su cabeza que podían convertirse en grandes cuadros, pero no era exactamente eso lo que necesitaba. Su genio no le había quitado el sueño para hacerle pintar otra pintura preciosa; esta vez, estaba seguro, tenía que pintar algo único, algo que él sintiese como irremplazable. Pensó en todas las damas bellas que conocía, todas eran únicas y con una hermosura personal, más no era ninguna de ella a quién deseaba convertir en su arte. ¿Tenía que ser esencialmente una persona? No estaba seguro. Finalmente no soportó tanta indecisión y duda tan poco característica de él, y salió en busca de la inspiración que le faltaba, no por nada vivía en una de las islas mediterráneas más preciosas de toda Europa. Estaba convencido, o eso esperaba, que si salía a contemplar tanta belleza, descubriría qué era lo que necesitaba.

Mal. Había recorrido toda la isla y ahora se hallaba más contrariado aún. Esto nos retorna a su actual situación, perdido mirando el océano sin un cigarro en la boca.
- Tyki- una voz armoniosa le llamó. El susodicho se volteó para ver quién le llamaba. Era una mujer alta y rubia, preciosa, tenía una belleza sobria, una figura estilizada y todo en ella gritaba elegancia. Llevaba su  largo cabello rubio tomado en una impecable coleta. Vestía un traje negro que se ajustaba delicadamente a su cuerpo, la chaqueta, el pantalón de tela, junto con la blusa blanca y aquella corbata ámbar, le daban un aspecto formal y autoritario, sumando elegancia a su encanto femenino. Tyki adoraba el aspecto de la mujer, le daba la sensación de una gran fuerza femenina, como si toda la fortaleza del genero fuera encarnado por esta sola dama.
- Lulu bell, qué alegría verte- Dijo el moreno esbozando una sonrisa sincera. Verdaderamente le alegraba verla ahí, era una de las pocas mujeres que en vez de parlotear todo el día, le escuchaba discretamente y le respondía elocuentemente.
- Pues, no pareces muy feliz ¿Qué ha pasado?- Ahí estaba ella, siempre directa.
- ¡Oh, Lu! Por eso te digo que no me equivoco cuando digo que eres una diosa- dijo teatralmente.
- Basta de dramatismos, vago de mierda- Tal vez demasiado directa.
- Cierto- dijo Tyki y se apoyó en las barandas del puente lánguidamente, perdiendo toda la compostura elegante que había estado manteniendo hasta el momento. – Tengo un bloqueo artístico- Lulubell abrió discretamente los ojos, sorprendida.
- Nunca había escuchado eso viniendo de ti, tal vez te estás volviendo viejo.
- Puedo pintar, pero ahora no puede ser nada más que algo perfecto- La mujer le miró comprensiva.
- Entonces, antes que todo… deberías ir a comprar cigarrillos- le dijo la rubia observando que el adicto hombre no estaba fumando.
- Lu…- Tyki iba a replicar algo pero ella le interrumpió.
- No te estoy tomando el pelo Tyki Mikk, eres un genio y puedes resolver esto solo, pero para pensar claramente, hombres como tú necesitan tabaco- Los ojos del moreno se iluminaron, era la manera que tenía esta mujer de decir “tú puedes hacerlo, no necesitas mi ayuda”. Tyki tomó la mano de la distinguida mujer y la besó.
- Nos vemos luego Lu, gracias- se despidió sonriendo, luego le dio la espalda y partió al centro a comprar tabaco. La mujer le vio alejarse con su caminar lento y flojo. “ciertamente es un vago”, pensó.

~.~.~.

Salió de la tienda con una nueva cajetilla de tabaco en la mano, iba a sacar un cigarrillo cuando al otro lado de la calle, junto a la gran plaza central, vió el antiguo museo de arte que solía visitar diariamente cuando era un chiquillo. Guardó la cajetilla en el bolsillo, cruzó la calle y caminó directo al gran edificio. Una vez dentro se dedicó a husmear distraídamente los cuadros y esculturas que eran expuestos en las galerías; no estaba tomando real atención en lo que miraba. Hacía mucho tiempo que no entraba en aquel museo y muy pocas obras de aquella época eran expuestas aún en la actualidad.

Estaba rememorando aquellos tiempos cuando algo inusual captó su atención. Desde hace algunos minutos unos cuantos guardias habían estado merodeando por los pasillos, en busca de algo seguramente, o alguien. En ese momento escuchó un ruido sordo, su curiosidad le condujo inmediatamente a una puerta que normalmente estaba cerrada desde dentro, pero que cuando intentó abrirla cedió con mucha facilidad, “tal vez hace poco abrieron una nueva galería, o algo” pensó, aunque no muy convencido, lo que no le impidió entrar a la habitación y cerrar la puerta tras de sí, sólo por si acaso. Como creía, la habitación no se había abierto desde hace mucho tiempo, probablemente sólo se abría de vez en cuando para hacer un poco de limpieza, pero si ese era el caso, se hacía en tiempos bastantes retirados ya que toda la habitación estaba cubierta en una visible capa de polvo y se hallaba tan oscura que se le hacía complicado distinguir dónde terminaba, la única luz en la habitación provenía de un tragaluz en el techo ya que carecía de ventanas, tampoco había dentro ninguna clase de mueble. Decidió adentrarse aún más aunque le costaba distinguir por dónde caminaba. Nuevamente volvió a sentir el ruido, esta vez se sentía más cerca y pudo percatarse inmediatamente de dónde provenía. Al final de la habitación, en la pared, había una pequeña abertura cerrada por un puertecilla tipo corredera. Grande fue su sorpresa cuando un hombre salió gateando; cuando éste alzó la vista le vió abiertamente sorprendido, por un momento Tyki pensó que iba a salir corriendo por el temor que alcanzó a entrever en sus ojos, sin embargo, la mirada del joven cambió rápidamente y le regaló una gran sonrisa. Entonces se escucharon los murmullos de los guardias merodeando fuera del edificio, de seguro investigando los patios; en ese momento el muchacho se levantó rápidamente y agarró al moreno del brazo, arrastrándole hacia la puerta de la habitación. 

- ¡¿Vas a salir?!- su voz se escuchó más fuerte de lo que deseaba y bajó el tono inmediatamente – Es a ti a quién buscan ¿no? ¿No sería mejor volver a esconderte en aquel lugar de donde saliste?- dijo con un tono de voz notablemente más bajo esta vez.
-Shhhhh… No me estaba escondiendo. Vamos a salir-. Le dijo el joven en un susurro mientras abría la puerta y salían fuera. Tyki no pudo evitar notar que el chico cerraba la puerta con una antigua llave que luego guardó rápidamente en el bolsillo trasero de su pantalón. Se sentía un poco mareado y el desconocido le seguía jalando del brazo. El rumor de los guardias se hizo más sonoro y el muchacho se detuvo frente un gran cuadro, justamente uno de aquellos que recordaba haber visto en su infancia. Tyki no comprendía el comportamiento del muchacho y quedó aún más descolocado cuando éste tomo el sombrero que el moreno solía llevar y se lo colocó a sí mismo.
- Sí, sí, tienes mucha razón Tyki, es definitivamente una gran pieza. Debe ser debido a eso que nunca la han quitado de aquí- le dijo el joven familiarmente mientras miraba el cuadro con mucho interés y le guiñaba un ojo.
-¿Eh…? ¿Eh?- alcanzo a balbucear el moreno recibiendo un disimulado codazo en las costillas; entonces lo pilló, e intentó reaccionar naturalmente – Sí, sí, claro. Es uno de mis favoritos, lo venía a ver muy a menudo cuando era un crío- el muchacho más joven sonrió. El grupo de guardias paso tras ellos ignorándoles por completo, tomándolos por un par de visitantes del museo; cuando el ultimo de aquellos hombres desapareció en un profundo pasillo que conectaba a otra ala del edificio, el muchacho se quitó el sombrero volviendo a colocarlo en la cabeza de Tyki, rápidamente le dio un beso en la mejilla y salió corriendo fuera del museo.
- ¡Nos vemos, señor Tyki Mikk!- le decía el chico mientras corría.

Tyki Mikk estaba temblando, se había sentido realmente extraño durante todo el raro encuentro con el chico. Ahora mismo tenía dificultad para respirar y sus manos sudaban. Estaba emocionado. Aquella persona le había dejado sin aliento, era realmente delirante; para Tyki era la palabra “pasión” encarnada. Anteriormente no se había percatado debido a toda la oscuridad de la habitación dónde se habían encontrado, pero luego, ya fuera, no había tenido problema en deslumbrarse con su apariencia. Se veía unos años más joven que él, era bastante alto y delgado, su figura era atlética y ágil, pero lo que realmente le había dejado sin aliento era aquel cabello, aquel rebelde cabello rojo fuego, junto con esos ojos esmeralda que lucían tan perspicaces y a la vez amables. Todo en aquel joven se veía tan lleno de vida, tan jovial... Tyki estaba embobado “Debí preguntarle su nombre…” Entonces se dio cuenta de algo no había notado con todo el jaleo; no podía creerlo, lo había pasado totalmente por alto “El muchacho sabía mi nombre”.

De pronto se sintió olímpicamente torpe y sin perder más tiempo salió corriendo fuera del edificio en busca del pelirojo. ¡Eso era! ¡Esa era la inspiración que necesitaba! Necesitaba a ese chico, tenía que convertir esa pasión ardiente que irradiaba, en su arte, sabía que eso era lo que tenía que pintar.

Luego de correr por todo el centro como un desquiciado por fin lo encontró. El chico se encontraba durmiendo tranquilamente en una placita totalmente alejada; Tyki la conocía bien, formaba parte del antiguo casco de la ciudad, un poco más adelante se encontraba una serie de caserones abandonados que habían sido olvidados por los nobles cuando, luego de la guerra civil, se fundó el edificio gubernamental, atrayendo toda la población a sus alrededores. Ahora el antiguo casco se encontraba alejado por un olvidado cementerio que le separaba del centro. Más allá se erguía un bosque que en su olvido había devorado ya algunas mansiones. Tyki se sorprendió al encontrar al pelirrojo durmiendo en ese lugar; después de todo, pocas personas recordaban siquiera aquel cementerio y ya nadie se acercaba a ese lugar. Cuando se acercó más al joven, éste despertó alarmado, más la sorpresa en su rostro no duró demasiado, porque cuando le reconoció no puedo evitar sonreírle. “Deja Vu”.

- Pero si es el señor Tyki Mikk, ¡Qué sorpresa! – dijo juguetonamente el pelirrojo mientras se incorporaba.
-¿Cómo es que sabes mi nombre?- el chico soltó una sonora carcajada.
- Es natural, usted es condenadamente conocido- le explicó divertido. “Buen punto” reconoció interiormente el moreno. –Además- prosiguió el pelirrojo – Conozco a todas las personas… interesantes de esta ciudad.
- Oh. ¿Y se puede saber quién eres tú?- el otro hombre se quedó pensando unos momentos.
- Supongo que no tiene importancia. Me puedes llamar Lavi, sólo Lavi- dijo y volvió a regalarle una deslumbrante sonrisa.
- Bien, Lavi. Nos vamos- le dijo el moreno mientras lo tomaba del brazo arrastrándolo.
- ¿Cómo? ¿Eh?- Lavi no entendía qué le sucedía al artista. Estaba seguro que no lo delataría. Pero entonces ¿qué quería? - ¡Disculpe, disculpe, señor gran artista! Creo que no comprendo a qué se refiere.
- Me debes una, chaval. Supongo que no te importará pagarme ahora- Tyki estaba sonriendo maliciosamente mientras llevaba al muchacho a rastras.

Lavi se quejó todo el trayecto, no se rindió nunca en intentar persuadirle para que le soltara. Tyki tuvo mucha entretención escuchando las ocurrencias del muchacho y observando sus frustrados intentos de escape; francamente le sorprendió que no le mordiera, llegó a la conclusión que no tuvo oportunidad.
Lamentablemente para el pelirrojo, Tyki era más corpulento que él y tenía más fuerza; Lavi no había tenido oportunidad alguna de escapar. Cuando al fin llegaron a la casa del artista el muchacho no entendía nada, se había convencido de que iba a entregarlo a la policía y ahora estaba frente a la casa del famoso pintor. Tyki no se molestó en formalidades y una vez abrió la puerta del hogar, lo arrastró hasta su estudio sin darle ninguna explicación.

- Ahora quédate quieto y no hables- le ordenó demandante Tyki e inmediatamente comenzó a pintar sentado sobre su leal silla; de vez en cuando dejaba de pintar y se quedaba mirando minuciosamente al muchacho, como intentando grabar cada característica, cada peculiaridad; cada vez que esto sucedía, Lavi se sentía incómodo y nervioso, le avergonzaba tener esa afilada mirada sobre él, escudriñando sobre todo su ser. Lo cierto es que también le hacía sentir levemente excitado, aunque no lo reconocería fácilmente.

Cuando el artista había acabado, Lavi estaba en una especie de estupor. No entendía nada. Acaso, ¿Tyki lo había arrastrado hasta su hogar únicamente para retratarlo? Imposible. Desechó inmediatamente la idea, era absurdo que tal notable artista se interesara en pintarle. La otra opción, sin embargo, le parecía más plausible. El hombre quería darle una pequeña lección; conocía bien la problemática y excéntrica personalidad del señor Mikk. Personas como él, no encontrarían ningún tipo de entretención ni beneficio entregando a un simple ladrón a las autoridades, para plantearlo de algún modo, se podría decir que la moral no era algo que les moviera.
 Cuando llegó a la isla se había tomado su tiempo para investigarle minuciosamente como hacía cada vez que llegaba a un lugar desconocido, ya que, debido a su… ¿trabajo? debía estar enterado de quiénes eran las personas de influencia que pululaban entre la clase alta, de lo contrario sus objetivos podían irse al traste. De modo que sabía todo lo que debía saberse del famoso artista, que simple artista no era, ya que de serlo no se habría tomado la molestia de investigarlo. La familia Noé, verdadero apellido del artista, había sido, desde hace años, una de las familias más influyentes en todo el país,  y la más importante en toda la isla. Es evidente que desde un principio Lavi no había querido tener nada que ver con Conde Tyki, ya que sabía muy bien que a pesar de que vivía su vida como un excéntrico artista, gozaba de todo el poder y el título que le confería su apellido. Este tipo de personajes siempre eran un peligro para Lavi y su trabajo, después de todo, se dedicaba a robar su historia. De ahí que la situación en que se encontraba ahora mismo, no podía ser más peligrosa.

Tyki había acabado ya su obra, estaba tan fascinado que hizo caso omiso de la atribulada mirada del muchacho. Nunca, en sus años de blandir el pincel, había disfrutado tanto pintando algo; había experimentado un gozo asfixiante mientras trabajaba y cuando concluyó no pudo evitar caer en éxtasis. La pintura reflejaba todo lo que quería expresar. Por primera vez en su vida, había conseguido plasmarlo todo en el papel. Sintió que se estaba hiperventilando, tuvo que obligarse a calmarse y bajar la excitación. Notó que inconscientemente había dejado de respirar y cuando se permitió tomar una bocanada de aire fue cuando pudo comenzar a tranquilizarse. Entonces cayó en cuenta de que el muchacho no había pronunciado ninguna palabra desde un buen tiempo, posó su vista en él y notó que efectivamente estaba espaciando. La falta de respuesta en aquel muchacho tan inquiero le descolocó, de modo que decidió sacarle de su estupor.

- Eh, muchacho ¿Estás vivo?
- ¿Eh? ¿Qué?- el muchacho pestañó repetidamente, espabilándose- ¿Qué dónde vivo? Pues, la verdad, ni yo sé. El Viejo dice que no necesi- se cortó inmediatamente cuando cayó en cuenta de que estaba divagando- Disculpa, ¿Qué decías?- El Conde se largó a reír por la reacción del pelirrojo, nunca había conocido a alguien que le costase tanto salir del estupor.
-Que ya acabé ¿Quieres echar un vistazo?- le preguntó el mayor con fingido desinterés, la verdad ansiaba que el chico viera el cuadro.
-Woooa, es como tú. O sea, quiero decir, es igual a mí, pero como tú. Me refiero a que… me recuerda a ti. ¡No es que yo me parezca a ti! Sino que…  ¡Mierda!- el pelirrojo no encontraba la manera de explicarlo y comenzó a exasperarse. No notó cómo Tyki abría los ojos sorprendido ante sus palabras.
-Está bien, lo entiendo- el atractivo hombre sonrío cálidamente y repitió- lo entiendo.
Lavi se quedó de piedra. Nunca había visto, hasta ahora, al Conde sonreír tan abiertamente. Sintió su corazón latir escandalosamente y se reprochó por ello. Sabía bien lo que significaba aquello y no podía permitirse que comenzara a crecer. Se supone que no debía tener corazón.
-Supongo que es hora de que te muestre tu habitación- dijo el moreno, esperando expectante la reacción del menor.
-¡¿Cómo?! No sé de qué hablas. Es más, ya va siendo hora de que me vaya- dijo mientras se levantaba y caminaba apresuradamente hacia la puerta- Fue una placentera tarde, nos vemos lue-. El chico no alcanzó a terminar su frase, pues el Conde lo tenía nuevamente agarrado del brazo, el agarre era de acero y no podía librarse, “deja vú”.
- ¿Prefieres que vayamos a la policía?- dijo el mayor con una sonrisa inocente, pero Lavi podía ver perfectamente el aura oscura que emanaba. No pudo negarse. De ningún modo podía acabar en la cárcel. No sería para él un problema escapar; Sin embargo… El viejo se burlaría de él hasta la muerte ¡Y no iba a permitir eso!
-Vale- respondió resignado. El conde simplemente sonrió triunfante. 

... Continuará (?)

Notas finales:

Bueno, esa es la primera parte. Alguna opinión? critica? reclamo? maldición? insulto? Cualquier cosa se agradece xD


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).