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Confrontación Milagrosa por Ritsundere

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Ha pasado un año desde que el equipo de la preparatoria Seirin ganó la Winter Cup, y ganaron la batalla contra el famoso "ojo emperador" del león de Rakuzan, después de todo, Seirin está preparado para ganar por segunda vez, o eso creen.

Claro, como es el primer día de clases, los de nuevo ingreso y los de egreso se debaten en que club entrar.

— Entrenadora ¿cree que tendremos tanta suerte, como el año pasado?—preguntó Hyuuga, capitán del equipo.

— ¿Suerte? Eso fue esfuerzo de todos como equipo, y estoy segura que este año seremos mejores—contestó con una sonrisa radiante.

Al día siguiente todos se encontraban en el gimnasio, incluso Kiyoshi Teppei, que después de su lesión, por deseos de él quiso seguir siendo parte del equipo.

— ¡Bienvenidos! Como ya es sabido, los entrenamientos de este año serán más pesados y duros que los del año pasado, para lograr la victoria, no solo se necesita de la ayuda de equipo, sino de una buena condición física—comenzó la entrenadora, todos los jugadores escuchaban con toda la atención del mundo.

— Por eso deben saber, que el ánimo no lo es todo, el básquet es más que trabajo en equipo, también se necesita de fuerza, velocidad, agilidad, habilidad, y lo más importante, ganas de ganar—y así la entrenadora chequeó a sus jugadores, los cuales se encontraban todos formados en línea y sin camisa.

Riko pasaba por sus lugares observándolos detenidamente y sin omitir ningún detalle.

— Necesitas más fuerza en las piernas, empieza a correr treinta minutos alrededor de la cancha—le ordenó a uno de ellos, pues del miedo que le tenía, inmediatamente se puso a trabajar. Y así siguió hasta llegar a sus números diez y once, Kagami Taiga y Kuroko Tetsuya. La luz y la sombra de Seirin.

— Eh... Bakagami, sigues igual—le comento su entrenadora.

— ¿¡Igual!? ¿¡Qué significa eso!?—comentó explotando, seguro y se enojo al saber, que su esfuerzo en vacaciones fue un desperdicio.

— No te preocupes, estas igual de manera buena... ¿Y Kuroko?—preguntó alzando la mirada para buscar al chico fantasmita.

— Aquí estoy—articuló voz por detrás de la espalda de Riko, quien se sobresalto por el susto, típico.

— ¡No hagas eso! ¿Desde cuándo estas allí?—dijo ella aun con el corazón acelerado.

— Desde que entramos—con la misma expresión neutral y natural del de cabellos celestes se formo en la fila.

— Bien—la castaña suspiro de alivio y continúo. — ¿Falta alguien? Creo que no—dijo finalizando su expedición.

— Disculpe, falto yo—dijo una voz suave y muy casi parecida a la del fantasma. Todos voltearon a ver quién era, un chico, castaño y ojos negros. Con pasos lentos se acerco a la entrenadora.

Todos sintieron un escalofrío al escuchar su voz, habían sentido lo mismo hace dos años, cuando Kuroko se presentó y dio como  el milagro que jamás había sido visto por su falta de presencia.

— Oh vaya, disculpa ¿Cómo te llamas? —le preguntó Riko, a la vez asombrada por la altura de la chico.

— Me llamo, Akira Ryo, un gusto—contestó educado.

— ¿Cuanto mides?—preguntó Riko tartamudeando.

— Bueno... Uno noventa y seis.

La entrenadora observó al delgado, pálido, y ojeroso chico un momento.

"¿Acaso no duerme? Que ojeras tan marcadas, sus números son altos, su condición y fuerza es excelente ¿Será realmente bueno?" pensó Aida, después de un tiempo una sonrisa malévola e inocente a la vez se formaron en sus labios.

Personas ya conocían esa sonrisa, pues todos se pusieron alerta y sus rostros se volvieron sombríos y asustados al mismo tiempo.

— ¡Bien Akira!—dijo la entrenadora súper alegre.

"Definitivamente algo malo va a pasar" ese pensamiento pasaron por las cabezas que ya habían convivido con Riko Aida.

— ¿No deseas jugar un uno a uno?—le pregunto Riko al chico... Acepto sin chistar.

— Okey... Kagami—llamó de forma cantarina al pelirrojo. Este sonrió, sabía lo que le iba a pedir, lo sentía en sus venas, ardía por jugar con alguien, y lo más interesante, es que este desafío sin duda alguna era muy diferente al resto.

¿Competir con un chico con las cualidades de Kuroko?

Kuroko, quien mantenía silencio y oídos bien atentos, se preguntaba cómo era posible que no viera a Akira ¿es que él también tenía poca presencia?

Akira y Kagami se colocaron frente a frente para empezar. Los ojos rojos del tigre de Seirin quemaban a los negros ojos de Akira, los cuales no reflejaban ninguna emoción, parecían un mar profundo, aburrido y sabio.

Taiga, quien por buen samaritano le cedió el balón al chico, Riko no podía aguantar la emoción, eso que sentía era adictivo, esa escena era diferente, el ambiente era tenso y la pelota naranja rebotaba en el suelo.

Kagami no quitaba la vista de la persona frente suyo, pues Akira se miraba tan concentrado que en cualquier momento Kagami presentía que perdería.

Como si fuese Aomine Daiki, Akira pasó al lado de un Kagami muy sorprendido, no solo él, sino también todo el equipo de Seirin. Y así él anotó puntos.

"¿Que fue eso? ¿Acaba de imitar a Aomine?" el pelirrojo por más que pensaba no venía nada a su mente.

— ¡Otra vez!—gritó Kagami, no volverá a pasar aseguró.

Volvieron a posición de juego, solo que esta vez, Kuroko también estaba en escena.

"Vaya... Ahora son dos, me la han puesto difícil" pensó el de ojos negros. Tanto la luz como la sombra querían ganar. De nuevo, Akira manipulaba el balón entre su mano.

La encorvada espalda del chico se enderezó y a pasos lentos, pero decididos se encaminó a Kagami, viéndolo de forma amenazante y fría, haciendo que sintiera un viejo y muy conocido sentir, ahí es cuando se dio cuenta que había caído, el pelirrojo cayó al suelo y un Kuroko asombrado no pudo detener al castaño, que anotó enseguida otros dos puntos... El silencio y asombro era enorme, solo se escuchaba el rebotar del balón.

"¿Akashi-kun? ¿Primero Aomine Daiki y Luego Akashi Seijuro? Entonces es como Kise, no, imposible, no fue una copia. Los imito de una forma muy cuidadosa y elaborada ¿quien es él?" Riko se hallaba metida en sus pensamientos, que no se dio cuenta que Teppei y Hyuuga estaban a su lado.

— ¿Riko? ¿Qué piensas?—le pregunta el capitán.

— Es impresionante, él no es como Kise, él no hizo la copia perfecta, él es... —Riko dirigió su mirada al ojeroso, estaba extendiendo su mano a Kagami para ayudarlo. Él la acepto y sonrió.

— Siento haberte hecho caer, Kagami—le pidió disculpas. Él negó.

"Sin duda será un buen arma"

 

 


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