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Sinbaddy y Juju por Comunidad SinJu

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Notas del fanfic:

Aclaraciones: Estos personajes son alter-ego, lo que quiere decir que son la parte contraria a la que usualmente conocemos. Segundo, esta historia va enlazada con mi fanfic Lo que ahora es, ¿Puede ser lo que fue? En donde hay un lío entre mundos bastante divertido, y con muchos sentimientos. Tercero, el fanfic me pertenece, pero los personajes a pesar de ser alter-ego, son originalmente de Ohtaka~

Sin más que aclarar, ¡a leer!

Notas del capitulo:

Bueno bueno, el nuevo fanfic de la comunidad. ¡Tenia la verdad taaantas dudas sobre el nuevo fanfic! Tuve tantas ideas, pero al final, la que me convenció fue esta.

Y aquí está.

Sinbaddy y Juju

Capítulo 1.- Nuestros apodos

El muchacho acomodó sus lentes con su mano derecha.

— Estás loco.

— ¿Completa y absolutamente?

— Completa y absolutamente loco. ¿Lo sabes?

— ¿Qué si lo sé? —Se quedó callado unos breves segundos. Luego sonrió. —Si, lo sé.

Judal bajo la vista hasta los dos baldes de agua que tenía en las manos, uno en cada una. Luego suspiró y se recargó en la pared.

Primer día en la secundaria, y ya estaba pasando por su primer castigo. Éste no era el plan. El plan era conocer a sus nuevos profesores, ver si alguno del aura le agradaba para formar una amistad, tener buenas calificaciones, y luego… repetir la historia en el segundo y tercer grado.

No ser castigado por charlar bajito con el sujeto que se sentaba a su lado.

Y Sinbad ahí, solo sonriéndole y riendo, como si esto fuera algo de todos los días.

Esta no era una amistad, quedaba absolutamente descartada. Buscaría un compañero nuevo mañana, después de todo era la primera semana, mañana podía simplemente cambiar de pupitre y listo.

Cuando la hora terminó, dejó con cuidado los baldes en el suelo y espero a que el profesor saliera, aunque apenas verlos les dio un sermón bastante corto, para su fortuna. Era solo una advertencia sobre lo que no le gustaba en su clase.

Judal se disculpó tanto… Y Sinbad, solo sonreía. Que chico.

El resto del día, ignoró a ese encantador muchacho, que no hacía nada más que tirar de su manga a veces, o insistir en seguir hablando en el resto de las horas. Incluso, en el receso, no lo dejó solo.

En el primer día, descubrió que Sinbad era una persona muy sociable, y activo. Al parecer, le gustaba el deporte, entre el basquetbol y el futbol, y en todo el almuerzo presumió de eso. No lo dejaba tranquilo.

Así que el segundo día llegó un poco más temprano para alcanzar sitio, fue un gusto para Judal sentarse una fila a la derecha, justo al frente.

Y fue un disgusto ver a Sinbad entrando por la puerta, buscándolo a él con la mirada, y luego de sonreírle volverse a sentar a su lado.

— Hey~

— Hey… —saludó sin mucho ánimo, apoyando su frente en la mesita de su pupitre.

— ¿Llegaste algo temprano, no?

— Ngh…

— ¿Esa es una respuesta?

— Solo tengo algo de sueño, es muy temprano. —Vaya excusa.

Para fortuna de Judal, la primera hora no pasó de ser una hora normal, y la segunda también. Sinbad se estaba comportando, y eso lo mantuvo animado por la mañana.

Y en el almuerzo, debe admitir que se comportó como un joven normal, solo limitándose a comprar su almuerzo y a charlar con él de cualquier cosa normal.

Hasta que por fin, notó el porqué de esa actitud.

— Oye, Judal…

— ¿Mh?

— Preséntame a esa mujer.

— ¿A esa mujer…? ¿Quién?

— Si, ayer vi que una mujer vino por ti en la salida, y… —Rascó su mejilla, nervioso. — Era una mujer hermosa.

No puede ser.

— Es mi madre…

Así que le gustan maduras, eh.

•○●•○●•

Luego de ese incomodo almuerzo, Judal había vuelto a ignorar a Sinbad, y éste había vuelto a molestarlo para llamar su atención una vez más.

Ahora sí consiguió una respuesta, primero una mirada de advertencia, luego un Para, nos van a escuchar, estamos al frente… y finalmente un

— ¡Te digo que pares, hablaremos luego de la clase! —Tan fuerte, incluso se había levantado de la silla y se había golpeado la rodilla por su forma tan despreocupada de incorporarse.

Sinbad lo miró, perplejo, luego preocupado. Judal ni pudo quejarse.

— Luego de la clase, eh… —Esa voz, tan profunda, masculina, terriblemente severa…

Judal giro lentamente la mirada hacia el frente, en donde el profesor lo veía a él con el ceño fruncido, la tiza que tenía en la mano se rompió.

— Pro-Profesor… —Y se puso nervioso.

— ¿Conoce al profesor Zen?

— ¡N-No, no lo conozco, profesor! —Se puso recto, apretando los labios.

— Verá, el profesor Zen es un grandioso amigo mío. — El profesor dio los pocos pasos que faltaban para llegar al pupitre de Judal y Sinbad, sonriendo de una manera un tanto falsa, hipócrita. — Y puede hacerme algunos cuántos favores.

— … —Judal guardó silencio, mientras Sinbad fruncía las cejas. Este profesor no le agradaba mucho.

Gracias al silencio de Judal, el profesor decidió continuar hablando.

— Para olvidar esto, y no hacerle el que sería seguramente su primer reporte…

— ¡S-Sí, sería mi primer reporte!

— Judal… —Susurró Sinbad, sin dejar de ver al profesor.

El profesor lo miró de forma severa de nuevo al ser interrumpido. Las piernas de Judal flaquearon, se puso más nervioso.

— Buscará al profesor de Zen, imparte la materia de EFyS.

— ¿EFyS? —Suena raro al pronunciarlo.

— Educación Física y Salud. Lo buscará, y le dirá de parte mía que debe dar dos vueltas a la pista de carreras.

— Eh, profesor Ayato… —Intentó llamar Sinbad, pero fue ignorado.

Por otro lado, Judal se puso aún más nervioso, el día anterior había tenido la oportunidad de ver esa pista y era terriblemente larga.

— Dos vueltas podrían ser…

— 200 metros planos.

Comenzaron los murmullos en el salón.

— ¿¡200!? … Está bien.

— Mañana temprano le pediré al profesor el dato. Si no lo hace, puede ir saliendo cada vez que toque mi materia.

— Profesor…

— ¿Qué es lo que quiere? —Por fin, Sinbad obtuvo la atención del profesor.

Sinbad se levantó, y posó una mano en el hombro de Judal.

— Yo fui quien lo molestaba, se exaltó asi por mi culpa. Yo debería tener el castigo.

— Sinbad…

Se escuchó un suspiro bastante melodioso en toda el aula, una chica enamorada seguramente.

— Bien. Entonces, tú lo acompañarás. Ambos correrán. El profesor Zen, sino mal recuerdo, se va a las 5. Tienen hasta esa hora para correr.

Ellos salían a la 1:40. Tenían tiempo.

Judal, sin decir más, simplemente volvió a tomar asiento y suspiró. Sinbad hizo lo mismo y lo miró con una sonrisa en sus labios, mientras el profesor se giraba de nuevo y reemplazaba la tiza rota por una nueva para continuar.

Luego de esa clase, continuó otra, la última del día. Se quedó quietecito sin decir mucho, solo guardó la libreta de la materia anterior para sacar la de la siguiente.

Sinbad no volvió a insistirle con una charla, él también estaba callado. Y el salón volvió a ser tan ruidoso como siempre.

Cuando finalmente tocó la última campana, la más fuerte y la más larga. Finalmente…

Judal tomó su bolso, y Sinbad su mochila. Ambos salieron juntos.

— ¿Conoces a ese profesor?

— No, también estoy en ceros. Aun no me he aprendido el nombre de los que ya tenemos…

— Podemos preguntarle a un prefecto.

— Es una buena idea.

Ambos se dirigieron a prefectura, por fortuna apenas dijeron el nombre del profesor un pelirrojo había volteado a verlos y, con una sonrisa en sus labios, se acercaba a ellos, mientras el prefecto se daba la vuelta y los ignoraba.

— Ese soy yo. ¿Necesitan algo?

— Eh, el profesor… —Oh, genial. Olvidó el nombre.

— ¿Ayato? ¿Minato? Terminaba en –ato…

— Oh, el profesor Ayato. —Asintió el profesor Zen. Su sonrisa en ese momento se volvió mucho más tierna. Adorable. ¿Y esa sonrisa? Seguro son buenos amigos. — ¿Les ha puesto ese castigo? Si hace poco comenzamos el curso…

— ¡Oh, entonces lo conoce! Espléndido.

— Nos ha pedido correr 200 en la pista. —Asintió Sinbad, hablando por fin. No parecía muy contento. — ¿Tiene libre?

— Ahora no, toca dar clase a los chicos de la tarde. Pero puedo observarlos desde la ventana, se ve directamente. —El joven profesor tomó su maletín de una silla y los empujó gentilmente fuera de prefectura. — Dejaré las ventanas abiertas, así sabrán en donde estoy. Verán… Por aquí, tesoro. Aquí. —El profesor tomó la mano del joven Judal para guiarlo, estaba desconcentrado observando otras cosas.

Sinbad frunció un poco las cejas.

— Uh, lo siento… Es solo que aún no conozco el instituto.

— Descuida, tu curiosidad tiene un por qué. Pero este no es el momento para hablar de eso.

Una vez llegaron a una aula en el primer piso, el profesor les dio la indicación de salir hacia la pista y comenzar cuando desearan, mientras él habría las ventanas y algunos pocos alumnos del otro turno comenzaban a entrar.

Judal le hizo una seña a Sinbad y este asintió, siguiéndolo de cerca desde atrás.

— No debiste involucrarte en esto.

— Fue mi culpa.

— ¡No dije que no lo fuera! —Giró un poco la cabeza y vio con el ceño frunció a Sinbad, este sonrió de forma ligeramente nerviosa. Vaya humor… — Pero… te lo agradezco. Tomaste responsabilidad.

Descubría constantemente que Judal usaba algunas palabras un poco elegantes. Sinbad piensa que seguramente el chico es un ávido lector.

— No podía dejarte solo. Mírate, pareces un fideo. Seguramente morirías a los 20 metros, ¿y quién va a estar ahí para recoger tu cadáver? Yo.

— Oh… bueno, gracias.

Finalmente afuera, ambos jóvenes dejaron sus mochilas a la sombra de un árbol, Judal buscó con la mirada al profesor Zen. Lo encontró observándolos fijamente, y cuando notó la mirada del joven Judal sobre él le sonrió y saludó con una mano.

— Parece alguien agradable. —Murmuró, correspondiendo el saludo. — ¿Cómo puede ser amigo de alguien tan severo como el profesor? Yo no lo soportaría.

— Entonces me alegra no ser severo… —Susurró.

— ¿Dijiste algo?

— Que me alegra que no seas severo, y que tu madre sea hermosa.

— Vaya, aun sigues con eso… —Susurró, mientras bajaba el zipper de su suéter y lo deslizaba por sus brazos hasta quítaselo. Lo dejó encima de su maleta. Abajo del suéter del uniforme había una camisa blanca con un escudo en la parte izquierda. Una camisa sencilla, pero cómoda, era lo más importante.

Sinbad también se quitó el suéter, y luego comenzó a estirarse un poco para calentar. Judal lo imitó.

— ¿Cómo podría no seguir? Es la mujer más hermosa que he visto luego de mi madre. Quiero conocerla.

— No quiero.

— Algún día iré contigo hasta la salida contigo, y la voy a saludar.

— Déjalo, mi madre sigue casada.

— Oh, tu padre aún vive.

— ¿Acaso el tuyo no?

— … No he dicho eso.

Vaya misterio.

No preguntó nada, aunque si tiene algo de curiosidad por ese comentario.

Judal termino rápido de calentar, y luego se apresuró a llegar a la pista. Sinbad tuvo que interrumpir su entrenamiento para alcanzarlo.

La carrera comenzó, Judal salió primero trotando, luego corriendo, con Sinbad siguiéndolo de cerca. Tenía razón, si se cansó demasiado rápido. Casi por la mitad de la primera vuelta ya estaba comenzando a jadear, pero Sinbad estaba intacto. No mentía cuando dijo que tenía una buena condición física, a pesar de estar en el mismo grado el cuerpo de Sinbad, aunque delgado, tenía algo de musculo.

Casi cae por sus propios pies cuando se dio cuenta de esos músculos en sus brazos, y casi muere por dentro por el pensamiento de que esos brazos le gustaban.

Quiere un par así, por favor.

Primera vuelta completa y Judal estaba bajando el ritmo, incluso se detuvo y apoyó los brazos en sus rodillas, temblorosas. Sinbad se detuvo un metro más adelante, girándose para ver al chico. Con una mano se cubrió un poco del sol.

— ¿Puedes seguir?

— Necesito agua…

— Esto es una décima de kilómetro. ¡Claro que puedes, vamos!

— N-No, en verdad necesito agua…

Sinbad suspiró.

— Tienes una pésima condición, pequeño fideo.

— Lo sé.

Sinbad, al ver que el otro no se movía, decidió correr hasta las mochilas y buscar en la propia una botella. Antes de regresar, la abrió primero él y bebió un poco, luego la cerró y regresó junto al muchacho.

— Toma.

— Gracias… —Aceptó la botella y la abrió, primero mojó su mano y con ella empapó su nuca, luego comenzó a beber directamente de la botella. Era coincidencia que la marca de esa agua fuera la misma que él comprase, pensó que-

— Beso indirecto.

Frunció el entrecejo, ¿a qué se refería? Mientras seguía bebiendo, notó la sonrisota que el otro tenía en los labios. Tan animado…

¿Cómo alguien puede ser tan feliz?

Repentinamente, Judal volvió a correr.

— ¡O-Oi! —Y él instantáneamente lo siguió.

Cierto profesor pelirrojo sonrió, luego regresó la vista al grupo y tranquilamente continuó con su clase. Ya tenía suficiente para decirle a su amado Ayato que todo estaba en orden, los jóvenes habían cumplido con su castigo.

•○●•○●•

— Los amigos se dan apodos, ¿a qué si? Me pregunto cuál podría ser el tuyo…

Judal volvió a cerrar la botella de agua y la dejó dentro de su bolso.

— Pero tú y yo no somos amigos.

— Me has herido… Pero de todas formas te buscaré un apodo. Tú si eres mi amigo, eres agradable.

Que lo llamara amigo... llenó de Judal de una indescriptible ternura, y de honor.

— Juju.

Las mejillas de Judal se colorearon lentamente de un bonito rojo, tuvo un cosquilleo en su vientre.

— Pero no me gusta…

Y Sinbad le sonrió. — Pero a mí me gusta~

— Pero no por eso debes llamarme así, no si no me gusta, es-

— Juju.

— ¡Vamos, no me llames así!

— Pero te estás sonrojando, te gusta.

Sinbad, tan inocente y sin malas intenciones al decir aquello, y Judal, tan sonrojado y tan nervioso, queriendo golpear a ese alegre muchacho frente a él.

— No es cierto…

— Por supuesto que sí, deja de negarlo. —De forma amistosa, Sinbad pasó su brazo por detrás de los hombros de Judal, aplicando una suave presión en su hombro. — Serás Juju. Es un grandioso apodo.

— ¡Bu-Bueno, entonces yo debería ponerte uno a ti!

Sinbad enarcó una ceja, aun sonriente.

— Suéltalo.

— Sinbaddy.

— ¿Ese es tu mejor apodo?

— Ese fue… El primero que se me vino a la cabeza, guarda silencio mientras pienso en otro, eh…

— No, está bien. Me gusta, tiene estilo.

Fue un grandioso momento. Ambos acababan de correr 200 metros planos de tirón, ambos sudaban, el cabello se pegaba a su rostro y seguramente ninguno olía precisamente a rosas, pero estaban juntos, y ninguno parecía incomodo por los demás factores.

— Apestas a sudor… —Bien, quizá a Sinbad sí.

—Tú no hueles a flores precisamente ahora.

— Dúchate… —Quiere molestarlo, solo eso.

Pero no le funcionó exactamente como esperaba.

— ¡Tu deberías hacer lo mismo! ¡Si tanto te molesta mi aroma, deberías soltarme! —Y lo empujó, con la fuerza suficiente para tumbarlo. Apretó los labios y se cruzó de brazos. — Primero me castigan por tu culpa, dos veces, y luego dices que no huelo bien. —Se levantó. Judal estaba indignado.

— ¡Juju, espera!

— ¡Es Judal! ¡JU-DAL!

— ¡Juju, no te vayas~! —Alzó una mano hacia el muchachito que ya estaba tomando su maleta.

Judal solo lo miró desde arriba con algo de enfado, y luego se fue corriendo, dejando a Sinbad con la mano extendida, tumbado y solo. Pero no pasó mucho antes de que tomara su mochila y se apresurara a alcanzarlo.

— Juju… Amor mío~

— ¡No, ni me sigas, vete lejos!

— Pero cariño~

— ¡No te burles de mí!

— ¡Al menos preséntame a tu madre!

— ¡Ni en sueños!

Notas finales:

Y este, es el fanfic de Sinbaddy y Juju, quienes recuerdo son personajes alter-ego de mi fanfic Lo que ahora es, ¿puede ser lo que fue?

El cual está siendo un éxito en visitas en todos lados.(?

Sin más que decir, o aclarar, nos leemos el día de mañana con la actualización de un próximo One-shot. ¡SinJu por supuesto!


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