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Forbidden Passion [JohnMark] [NCT] por Kuromitsu

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—…entonces Doyoung vino y me dijo que le gustaba, ¿puedes creerlo?

Johnny asintió tal como había hecho durante los últimos segundos, sin prestar siquiera un poco de atención a lo que Jaehyun le estaba susurrando. Alzó más la cabeza por sobre los bucles castaños de su amigo para ver ese algo que estaba en la cocina, o mejor dicho, ese alguien.

Era la quinta vez que llegaba a casa de mejor amigo y actual compañero de carrera para quedarse a “estudiar” durante la noche (aunque tanto él como Jaehyun lo sabían; prácticamente el noventa por ciento del tiempo lo pasarían conversando de cualquier cosa antes que repasar fórmulas y cálculos). Sin embargo, esta vez tampoco se encontraba allí para conversar, no.

O no precisamente con su amigo.

—¿Me estás escuchando acaso, Johnny? —Jaehyun le golpeó en el hombro tan fuerte que un quejido salió de sus labios.

—Sí, sí… —siguió con su vista clavada más allá del rostro molesto de Jaehyun, y se relamió el labio inferior justo antes de que el delgado joven (al que se había quedado mirando durante los últimos momentos) sacara su cabeza del refrigerador—. Mark, hola.

El adorable hermanito menor de su mejor amigo estaba paseándose en la cocina con solo una camiseta y ropa interior, como si fuese la cosa más normal del mundo. Sí, era la quinta vez que visitaba la casa de la familia de Jaehyun y por lo mismo todos se habían acostumbrado a su presencia pero, ¿era necesario ese grado de desfachatez total?

Maldición, como si verle la semana pasada con el abdomen al descubierto no hubiese sido bastante; como si haber tenido que tomarle entre sus brazos para acostarle en la cama porque se había quedado dormido en la junta anterior no hubiese sido tortura suficiente…

—Oh, no me di cuenta de que estabas aquí —el menor sonrió a modo de disculpa, antes de enarcar una ceja—. Johnny hyung, ¿estás seguro de que estudiar con mi hermano te sirve? Es un idiota…

Sonrió ampliamente al ver lo que Mark trataba de hacer, simplemente sacar de quicio a su hermano mayor. Todos sabían que Jaehyun era extremadamente inteligente (después de todo durante todos los años de colegio había mantenido su primer lugar en calificaciones), pero eso había cambiado al llegar a la universidad, donde la dificultad de las asignaturas le habían echado por tierra su excelencia académica.

No, específicamente era por otra razón que había coincidido con el ingreso a la vida universitaria; Johnny lo sabía más que bien.

No se había demorado nada en ponerse al tanto de la vida de Jaehyun incluso a pesar de los años que habían pasado desde que se habían conocido por primera vez, cuando el de cabellos castaños había tomado un curso de intercambio hacia Chicago, Estados Unidos; el hogar de Johnny antes de que se mudara definitivamente hasta Corea. Apenas habían tenido doce años en aquel entonces pero la amistad había sido increíblemente poderosa, y ahora que se habían reencontrado involuntariamente en la universidad de Seúl nada podía ser mejor.

Después de todo, Jaehyun era un cerebrito y aquello era una gran ayuda para aprobar.

—¡Mark! —se quejó Jaehyun—. Si no fuese por mí, Johnny estaría repitiendo Estadística II por tercera vez.

—Alto ahí —replicó mientras levantaba la palma izquierda de forma juguetona.

No le gustaba admitirlo pero vaya que le molestaba cuando mencionaban algo acerca de lo atrasado que iba en la carrera, tanto que sus ex compañeros de veintidós años ya se preparaban para graduarse en el año próximo mientras él se había quedado estancado con los alumnos de diecinueve. Sí, le debía mucho a Jaehyun pero no por ello le iba a perdonar que lo dijera abiertamente sin consecuencias de por medio.

Despegó sus labios para atacarle justo donde sabía que le molestaría.

—Al menos yo sí me concentro en los estudios, no como otros

—¡Pero es que Doyoung…!

Jaehyun se calló justo a tiempo, antes de que sus mejillas se comenzaran a tornar de un color carmesí intenso. Johnny vio el rostro confundido y curioso a la vez que presentaba Mark, ante lo que no pudo evitar soltar una carcajada.

—¿Doyoung? ¿Quién es él? —se acercó a paso ligero, no sin antes cerrar la puerta del refrigerador—. Hasta donde yo tenía entendido queridísimo hermano, tú estás felizmente casado con Taeyong, ¿verdad?

—¡Que no estoy casado! —suspiró frustrado ante lo que Johnny no pudo evitar reír. Afortunadamente toda la familia de Jaehyun conocía la relación que este tenía con Taeyong desde más de dos años. Mejor dicho cómo no enterarse, si después de todo la misma madre de Jaehyun les había pillado en pleno acto sexual. Claramente Taeyong no había vuelto a poner pie sobre la casa de su novio, Jaehyun se había ganado un año entero de castigo y además sus notas habían empeorado como nunca, pero eso era punto aparte…—. Doyoung es un amigo que tengo desde algún tiempo pero…

—A Taeyong nunca le agradó —le interrumpió Johnny antes de tomar un trago de su bebida energética. De alguna forma tenía que mantenerse despierto durante toda la noche—. Y no lo culpo, todos nos damos cuenta de cómo está desesperado por la atención de tu inocente hermano mayor.

—Típico de él—asintió Mark, sonriendo. Le quitó a Johnny la lata de las manos y logró tomar un sorbo antes de que Jaehyun se la botara al suelo— ¡Oye!

—Eres menor de edad, está pro-hi-bi-do —recalcó molesto, y al bajar la vista hasta el desastre que el líquido había dejado en el suelo de madera, suspiró—. Trae la mopa y limpia, ¿sí?

Mark se agachó y leyó el reverso de la lata, para acto seguido acercársela al rostro de Jaehyun.

—Aquí dice claramente que los mayores de dieciséis años sí pueden tomar bebidas energéticas —sonrió triunfante.

—Trae la mopa y limpia —repitió Jaehyun con una sonrisa más amplia aún—. Recuerda que mientras mamá no está, yo estoy a cargo. Y yo digo que es ilegal.

Johnny vio cómo el menor refunfuñaba mientras iba a buscar lo que le pedían, y no pudo evitar fijarse en el delgadísimo cuerpo que se dejaba ver tras la camiseta holgada. Se sentía miserable por mirar al hermano menor de su mejor amigo con otros ojos, pero después de mucho pensar no había encontrado solución alguna a ese pequeño problema.

Al pequeño, pequeñísimo problema que significaba el que estuviese totalmente embobado por Mark. Un menor de edad de apenas diecisiete años quien, a diferencia de su hermano, parecía ser completamente heterosexual aunque ese no era exactamente el inconveniente más importante.

Es que maldita sea, era un menor de edad. Tantas veces se había acostado con diferentes hombres y siempre se había asegurado de que fuesen de su edad o mayores porque en general prefería a tipos con más experiencia… pero con él no había podido evitarlo. Mark, con su cabello negro y aires de adolescente en plena fase de rebeldía le estaba haciendo sentir cosas que no quería. Imaginar cosas que no quería.

Se mordió el labio inferior mientras que con disimulo le veía trapear el suelo de espaldas a él, y terminó por fijar la vista en su pequeño trasero.

Se iba a ir al infierno. Definitivamente se iba a ir al infierno.

—Jaehyun, me debes una bebida energética —mencionó seriamente, volviendo a mirar a su amigo como si nada hubiese pasado por su mente—. Y más te vale que sea pronto.

—Mañana —resopló, pasando las páginas por uno de los tantos libros que debían memorizar antes de que terminase el semestre—. Puedes sobrevivir la noche sin una de esas cosas del demonio. Hay café en la cocina, por si lo necesitas.

—Claro que lo necesito —respondió mientras se levantaba y ponía sus manos en la cafetera. Cualquier cosa para mantener los ojos abiertos durante la maratónica sesión de estudio que planeaban hacer.

Desde la cocina escuchó los continuos reclamos por parte de Mark y sonrió, mientras los espiaba silenciosamente.

—Debiste quedarte en Vancouver si planeabas llegar así de rebelde —Jaehyun negaba con la cabeza a la par que sus ojos seguían metidos en la lectura.

—¿De verdad debería volver? —Mark se apoyó en el mango del trapeador y, a pesar de estar de espaldas, Johnny pudo adivinar la sonrisa juguetona que tendría en el rostro—. Porque yo no era el que llamaba a las tres de la madrugada solo para decir “hermanito vuelve, te extraño”

Johnny contuvo la risa con todas sus ganas para que no se dieran cuenta de que los estaba espiando. Era algo muy esperable de Jaehyun porque adoraba a su hermano pequeño, pero no sabía que era a tal punto.

Suspiró. ¿Qué pensaría de él si le contaba lo mucho que fantaseaba con Mark? Desde que lo había visto la primera vez cada encuentro había sido peor, como si el menor lo supiese todo y simplemente estuviese torturando su alma. La semana pasada hasta le había abierto la puerta sin nada que cubriese su mitad superior y a punto había estado de perder totalmente el control. De empotrarlo ahí mismo y besar toda la extensión de su piel como tanto deseaba, de enterrarse en su cuerpo para hacerle gemir con todas sus fuerzas.

Si se lo decía a Jaehyun, podía despedirse de su vida.

—Lo hice solamente porque nunca fuiste capaz de llamar de vuelta, idiota —Jaehyun se veía sonriente pero Johnny lo conocía bien como para notar el dolor reprimido en sus ojos.

Algo le había contado al respecto. Que Mark, debido a su talento musical tanto al rapear como al escribir canciones (además de sus excelentes notas en Lenguas), se había ganado una beca en un colegio artístico de Vancouver, Canadá. Llevaba algunos meses allí y al fin había podido escaparse durante sus vacaciones de invierno para volver a casa de su madre; lástima que la universidad le impidiese a Jaehyun pasar más tiempo con su hermanito como tanto quería. El paro les había obligado a eliminar las vacaciones y no podían estar más molestos.

De todas formas, Mark no parecía tan disgustado por ello. Lo miró mientras pasaba por delante para guardar nuevamente la mopa. Muy adolescente sería pero de cierta forma tenía un aura de independencia que era apabullante, como si hubiese pasado por muchas experiencias en el extranjero y estuviese preparado para cualquier cosa.

Tal vez por eso le gustaba tanto. Que a pesar de verse adorable en el exterior y rebelde al tratar con los demás, la mirada en sus ojos denotara madurez.

Mucha más de la que había encontrado en los tipos que había conocido antes…

—¿Crees que tu madre se enojará mucho si me llevo su cafetera? —bromeó después de beber el americano con rapidez—. Está delicioso.

Mark volvió a pasar por delante pero esta vez para subir las escaleras que llevaban al segundo piso, y con pasos ligeros salió de su campo visual. Lástima, pensó mientras se servía otro café.

—Hablando de ella...

Jaehyun se había acercado con celular en mano. Tecleaba rápidamente con sus pulgares en la pantalla táctil, chasqueando la lengua de vez en cuando.

—Tendré que salir, se le quedó el “almuerzo” y quiere que se lo vaya a dejar —hizo comillas en el aire, y Johnny entendió de inmediato el significado de ese gesto. La madre de ambos hermanos había empezado a trabajar en los turnos de noche del hospital, por lo que aquella comida era lo más cercano que podía considerar a un almuerzo.

Se mordió el labio inferior. Jaehyun se veía tan solo. Incluso a pesar de tener una familia considerada y que le apoyaba por completo, Johnny sabía mejor que nadie las horas que pasaba en completa soledad en casa cuando Mark se encontraba en Vancouver. Rascándose la base de la nuca siguió mirando a su mejor amigo, un poco incómodo.

Hasta tenía ganas de decirle lo que estaba pasando por su cabeza y corazón, pero descartó rápidamente la idea. No, simplemente lo único que debía hacer era olvidarse de Mark hasta que cumpliese la mayoría de edad por lo menos.

Tal vez hasta invitar a Jaehyun con Taeyong a una disco y probar suerte allí, agarrar al chico más tentador que pudiese encontrar y follarlo hasta borrar el rostro de Mark de su mente.

Sí, eso debía hacer. Aunque doliera.

—Si quieres sube a mi habitación, pero no te quedes dormido —instó mientras se colocaba su abrigo largo de color café. Combinaba a la perfección con su cabello castaño de rizos bien formados—. Volveré pronto, el hospital está relativamente cerca así que…

Tomando las llaves asintió ligeramente a modo de despedida, y desapareció rápidamente por la puerta. Johnny pestañeó en muda sorpresa. Una, dos, tres veces. Y empezó a caer en cuenta de lo que aquello realmente significaba, con la adrenalina llenando de a poco su cuerpo, haciendo que una sonrisa gigantesca comenzara a aparecer en su rostro.

Estaba a solas con Mark. Completa, totalmente a solas. Eso significaba que su mejor amigo no sospechaba nada, y también significaba que confiaba en él a pesar de lo mucho que lo conocía.

Sí, Jaehyun sabía perfectamente que él también era gay y además, un maldito adicto al sexo. Tantas veces había asistido con él a uno de los tantos numerosos clubes nocturnos; claro está, con la eterna presencia de Taeyong  acompañándolos, que a decir verdad no le molestaba en lo absoluto aunque a veces fuese demasiado frío y pragmático para su gusto (sinceramente, ¿cómo Jaehyun se había fijado en alguien como él y viceversa? Todavía no podía entenderlo por completo, pero como decía su madre, “los polos opuestos se atraen”). Normalmente iba  por un par de tragos para luego terminar en uno de los cubículos del baño junto al chico más lindo que podía encontrar durante el transcurso de las horas, y salía de ahí no sin antes quedar completamente satisfecho. En ocasiones hasta se había llevado a uno de sus tantos ligues hasta su departamento, pero normalmente se deleitaba lo suficiente con tener sexo dentro del mismo club. Era excitante verles gemir ahogadamente mientras intentaban no hacer ruido para no levantar sospechas, después de todo, era ilegal hacer algo como aquello.

Aunque bueno, todos parecían eludir esa ley.

Sin embargo, ya no invitaba a nadie a su hogar porque no le gustaba exponer demasiado su privacidad, no. Las veces en que había llevado a algún hombre hasta su departamento, esas pobres almas habían pensado que iba en serio. Que a la mañana siguiente se despertarían y se besarían sin cansancio, con el amor fluyendo a través de sus venas.

Johnny sonrió. Qué gente más inocente.

Tomando entre sus manos la taza de café, subió a paso rápido por las escaleras hasta llegar al segundo piso que conocía a la perfección. La primera puerta era la del dormitorio de la madre de los hermanos, territorio prohibido. Siguió caminando hacia la entrada de la habitación de Jaehyun y pasó por delante, sin siquiera mirarla. Porque su objetivo se encontraba al final del pasillo, sí.

Entró y se apoyó en el marco de la puerta, lleno de confianza.

—Mark, ¿cuándo vuelves a Vancouver?

La habitación de Mark era distinta a la de su hermano. Quizá porque no pasaba mucho tiempo allí o porque realmente era más ordenado, el ambiente lucía increíblemente pulcro para corresponder a un adolescente. La cama con las mantas azules se mantenía sin ninguna arruga, las paredes de color blanco contrastaban con el piso de madera oscura, con las repisas repletas de libros perfectamente alineados y las fotografías repartidas en la mesita de noche. Aparte de eso, una funda negra resaltaba contra el fondo blanco: nada más y nada menos que la guitarra de Mark. Un par de veces le había escuchado tocar el instrumento mientras estaba en el dormitorio de al lado con Jaehyun, y sus habilidades eran más que maravillosas. Lo mismo cuando cantaba o rapeaba, era un total deleite.

Las manos de Mark estaban rebuscando algo en el armario, por lo que no le devolvió la mirada en ningún momento pero no importó en lo absoluto. A decir verdad era mucho mejor así, porque podía mirarlo sin sentirse intimidado por sus ojos sagaces: podía adivinar la forma de su cuerpo menudo detrás de esa camiseta holgada; sus piernas blanquísimas y fuertes que se encontraban a la vista porque el menor solo estaba usando ropa interior; el cabello negro que a pesar de las horas seguía igual de ordenado que siempre, sin ningún mechón fuera de su lugar. Mark solía preocuparse por su apariencia, sí, pero al natural se veía incluso mejor que cuando se arreglaba.

Lamió su labio inferior sin querer. Estaba jugando con fuego, lo sabía, pero aun así quería pasar un tiempo a solas con él para conocerle mejor. Después de todo, cuando se fuese ya no lo vería por meses.

Tomó un sorbo del café. De solo pensarlo, dolía.

—Mi vuelo es en un par de días.

La taza humeante se deslizó peligrosamente de sus dedos y alcanzó a tomarla mejor entre sus manos, evitando su caída. Tomó otro sorbo largo, tratando de que su nerviosismo no se notara.

Por lo menos Mark seguía ocupado buscando quién sabe qué en el armario.

—¿Por cuánto tiempo te vas?

—Hasta las vacaciones de verano, por todo un año… todavía no lo decido —le oyó murmurar algo intangible hasta que su rostro se iluminó y con uno de sus escuálidos brazos sacó algo. Una toalla—. ¡Al fin! Desde que llegué que mamá cambia mis cosas de lugar sin darme aviso…

—Debe ser molesto perder tu autonomía, apuesto a que en Vancouver podías hacer lo que quisieras y nadie te diría nada, ¿verdad? —soltó de improviso, tratando de liberar esa molesta sensación en su pecho que pocas veces había experimentado antes.

Celos.

Probablemente podía invitar a cualquiera de sus compañeras de curso y nadie le diría nada. A simple vista, de tan solo mirar las múltiples fotografías de Canadá enmarcadas en la mesita de noche, se notaba que Mark era increíblemente popular, especialmente con las chicas. Y cómo no serlo, después de todo era talentoso, carismático y más que atractivo. Un verdadero imán para la gente.

Como si hubiese escuchado sus pensamientos, Mark rio a la par que negaba con su cabeza.

—Por cierto, ¿a qué venía la pregunta de cuánto me quedaré en el extranjero? — Johnny se molestó cuando el menor evadió fácilmente sus palabras—. ¿Me vas a extrañar acaso?

—¿Qué pasaría si te dijera que sí?

Ocultó sus labios tras la taza de café, nervioso. Lo había lanzado como broma, pero tal vez Mark lograba entender que hablaba en serio. Tenía la esperanza de que así fuese porque así él tomaría distancia, se asustaría de sus intenciones y así sería más fácil alejarse también.

Porque si Mark seguía siendo así de encantador terminaría por hacerle dios sabe qué.

—Hyung, eres divertido —le oyó reír—. Deberíamos componer una canción juntos antes de que me vaya, así no me extrañarías… ¿verdad?

Sonrió pero no respondió ante su invitación. Mark sabía que su interés estaba también en la música, después de todo en una de las sesiones de “estudio” habían terminado hablando los tres juntos de sus vidas y por lo mismo sentía que conocía a Mark mejor que nunca… pero aunque fuese una proposición más que excelente no se arriesgaría. Tenía sus límites.

Y vio a esos límites romperse en mil pedazos frente a sus ojos cuando Mark sin dudar ni un segundo comenzó a sacarse la camiseta al frente suyo, pasándola por sobre sus hombros hasta finalmente quitársela y lanzarla hacia la cama.

Solo la ropa interior le cubría de la desnudez total.

—Necesito una ducha —se excusó, tomando la toalla y desapareciendo rápidamente hacia el cuarto de baño ubicado justo al frente.

—Maldito niño…

Suspiró en frustración. Tenía que hacer las cosas bien, no meterse con el hermano de su mejor amigo, pero era tan difícil. Como si lo estuviese haciendo a propósito.

Negó con la cabeza ante las estupideces que estaba inventando y dejando la taza de café vacía sobre la mesita de noche, se retiró hacia el cuarto de Jaehyun, donde el espectáculo de las cosas desordenadas por aquí y allá le ayudó a cambiar de rumbo sus pensamientos. Si Taeyong entrara al cuarto de su novio probablemente sufriría una embolia al ver un dormitorio tan pero tan desordenado, después de todo, de lo poco que lo conocía había podido ver que se trataba de un loco por la limpieza.

Sorteando la ropa apilada en pequeños montoncitos logró llegar a la cama y se lanzó a ella sin mucho cuidado, cerrando los ojos para descansar un segundo.

—¡Aish!

El grito de Mark le sobresaltó y antes de poder ir a ver qué pasaba apareció en el marco de la puerta con la toalla envolviéndole la parte baja. Las gotas de agua perlaban su piel y sus cabellos.

—Jaehyun usó todo mi champú de Canadá, agotaré el suyo también —avanzó por la habitación hasta llegar al armario de su hermano y comenzó a rebuscar en él con el ceño fruncido.

No mires Johnny, por lo que más quieras no mires.

Cerró los ojos y se repitió esa frase dos, tres, cuatro veces… antes de ceder a la presión y dar un pequeño vistazo, apenas una miradita, ¿qué podía salir mal?

—¡Mark…!

Había esperado ver la espalda de Mark y la toalla envolviéndole justo donde se moldeaba su trasero, pero ahí no había toalla. Por obra de los ángeles o los demonios el único resguardo del cuerpo desnudo de Mark se había caído al suelo, dándole una vista más que privilegiada de su parte baja.

—Mierda, lo siento —se excusó pobremente.

De espaldas a él, lo único que Johnny fue capaz de notar de su rostro fue un intenso color rojizo que había llegado hasta sus orejas. Mark se agachó para levantar la toalla, pero no alcanzó a hacerlo porque algo lo tomó desde atrás y le empujó hacia la cama bruscamente.

Johnny.

 

 

 

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