Le amaba, sin duda le amaba con su vida entera, desde que le conoció su vida había girado en torno a él, al principio fue demasiado extraño, después de todo, nunca se había fijado antes en otros hombres, siempre había estado con mujeres, y el solo hecho de estar actualmente tras los pies de nada más que otro hombre le era muy raro, pero a la vez le daba algo más de diversión.
Por mucho tiempo se conformó con solo ser su amigo, apoyándolo en las cosas idiotas que el guitarrista hacía, más sabia que tarde o temprano su control se iría por la borda, hasta su propio baterista lo notaba. Los demás integrantes de su banda solo se reían, según ellos, nunca le habían visto tan localmente enamorado de alguien, y aquella era la definición perfecta, estaba loco por Satoshi.
El guitarrista de Lycaon parecía ignorar por completo sus sentimientos, y si lo sabia, pues lo disimulaba bastante bien.
Meses fueron los que insistió al vocalista del ajeno para que pudiera darle la dirección de este, e incluso una copia de las llaves de su departamento, sintiéndose dichoso de tener dichas copias en sus manos; pensó en como sorprenderle, esa noche sin duda seria la definitiva, diría a viva voz lo que sentía, y por ello podía sentir su pecho golpear con fuerza en su pecho, tan fuerte como si fuera a salirse, ¿Nervios, quizá? Poca importancia le dio, solo procuro tomar todas las medidas necesarias para verse bien, peinaba su cabello largo de forma en que lo dejo atado en una coleta alta, más dejando algunos mechones de su oscuro cabello a los costados de su rostro, un pantalón negro ajustado, y una camisa blanca que dejaba notar su trabajado torso; antes de salir fue que se le ocurrió colocarse su amada chaqueta de cuero, el clima lo ameritaba.
Sentía su cuerpo arder, quemarse por completo, a pesar del viento frio que daba de lleno en su cara al usar su motocicleta, pero era la forma más rápida que tenía de llegar, y joder, sí que estaba apurado, no por algo llevaba demasiados meses planeando aquello.
Quien diría que no fue lo planeado, siempre había imaginado que, al llegar a la vivienda, se encontraría al guitarrista riendo por algún programa de comedia, o brincando de un lado a otro, quien diría que lo iba a encontrar llorando en una esquina de su departamento, y quien diría que cuando noto que había llegado le había gritado, e incluso en el forcejeo que se dio llegara a arañarle el rostro.
Más, aun así, no se separó ni un segundo el cuerpo del guitarrista, dándole pequeñas palabras de aliento, sin importarle el jodido ardor que ahora tenía en su mejilla, sabiendo de ante mano que esta estaría sangrando un poco; pero eso era poco a comparación de poder ya tener al guitarrista entre sus brazos, solo eso le ponía feliz, tal vez no era lo que planeaba, pero al menos le tenía junto a su cuerpo.
-¿Por qué? ¿P-Porque, Hiro-san?
-Porque te amo, Satoshi, porque amo todo de ti.
Después de aquello solo se limitaba a ir de sorpresa a la casa del guitarrista para poder consolar a este, al ya saber que el menor no era tan feliz como siempre aparentaba, y aunque se había enamorado de su sonrisa, también aprendió a amar sus lágrimas y gritos.
Aunque todo no era malo, a veces tenían la posibilidad de salir solo ellos dos, y él siempre procuraría cuidar al más bajo, aunque este nunca hubiera aceptado ser su pareja, ya que, según él, ‘’le daba miedo’’; si solo supiera que no debería temer a nada, ya que siempre le protegería de todo y todos.
Los roces no tardaban en llegar, primero rozaban sus manos, chocaban accidentalmente sus cuerpos, como probándose entre sí, hasta que una noche de borrachera dio el resultado final, cuando despertaron ambos estaban completamente desnudos, al principio hubo una enorme confusión, pero no tardaron en volver a juntarse; sus encuentros sexuales siempre fueron a espaldas de sus compañeros, aunque los suyos ya comenzaban a sospechar algo, después de todo, era algo raro el escucharle decir a él que no quería hacer sesiones de fotos sin mostrar su torso, alagando de que hacia frio, cuando la verdad era, que si se sacaba la camiseta para sus típicas sesiones de bromas, dejaría a la vista el sin fin de marcas de uñas que el guitarrista había dejado en toda su espalda y brazos, marcas las cuales adoraba al ser producto de aquello oculto que tenía con su amado.
Meses pasaban, por más que quisiera, no podía salir de esa maldita zona de ‘’amistad con derecho’’, pero…estaba bien, claro que estaba bien, con solo estar al lado del otro ya podía darse por victorioso, porque un loco como él no necesitaba tenerlo, solo necesitaba estar cerca, y dejarle siempre en clara sus pensamientos.
-Satoshi…
-¿Si, Hiro-san?
-I love you, Satoshi, I love you like a madman.
Realmente poco le importaba, el sería el eterno sombrerero loco en espera de que su ‘’Alicia’’ se diera cuenta de que había algo más que la triste realidad, y sería entonces cuando podría explotar por completo ese enorme amor que portaba, pero por el momento, estaba feliz de ser el único que podía ver esas dos facetas tan distintas, ser el único de ver tanto las sonrisas como las lágrimas, de ser el único que podía besar aquella piel y saborear esta, de que su nombre fuera el único que saliera de esos labios tan deliciosos que siempre besaba y mordía, de ser el único, de cierta forma, en la vida de su pequeño Satoshi.