-Si hubiera tenido una vida diferente donde me sintiera digno de estar y amar a alguien... me encantaría que fuera contigo, charles- los brazos del polaco bajaron finalmente a los hombros del ingles y por primera vez en mucho tiempo Charles contemplaba emociones ajenas al odio y al resentimiento en los orbes celestes de su amigo. Erik lo miraba con tanta pasión, devoción y culpa que una parte de su interior se estrujo. Lo único que él deseaba era abrazar al hombre y no dejarlo ir nunca, prometerle que todo estaría bien, que así podía ser. Que ganarían la guerra y todo se resolvería, que llegarían días de paz para los mutantes y el hombre, que entonces ellos dos podrían ser una familia como tanto deseaban, serian una pareja que resolverían y compartirían sus alegrías, sus problemas, sus inseguridades entre los dos. Pero sabia que incluso para él eso era demasiado utópico. Porque el mundo no era así de perfecto porque la vida de Erik no era fácil, porque él no se conformaría con solo eso, muy dentro de sí Charles sabía que por más "te amo" y "quédate" que llegara a pronunciar Erik jamás lo haría. Por lo mismo jamás se había animado a decírselo en voz alta, por miedo a alejarlo de su lado. Porque era un hombre demasiado fuerte, indomable, poderoso e increíble que no se permitiría una vida simple como la que el planeaba llegar a tener. Su amigo, su Erik era mucho mas. Y por ello lo amaba tan intensamente. Erik ante sus ojos era digno de amar a quien quisiera pero ya sabía que incluso diciéndolo jamás llegaría a creérselo. El hombre que amaba tenia tantas heridas externas como internas que sanar, tantos pedazos rotos que temía que una vida no llegara hacer suficiente para repararlos. Temía que incluso entregándole la suya no bastara. Charles se inclinó hasta rozar la nariz ajena sintiendo un leve sobre salto en el cuerpo ajeno. El telepata jamás se dejaba de asombrar por la forma en que el polaco se estremecía al contacto ajeno. Sin importar las incontables veces en que hicieran el amor. Porque al menos de eso estaba seguro, lo suyo no era solo sexo pasional, sino que, había amor en sus actos, en sus carisias, y en sus gestos en las que las palabras sobraban, en donde nunca habían dicho “te amo” pero que estaban latentes en sus miradas cuando se separaban luego de esos largos besos. Incluso ahora estaban compartiendo el lecho para conciliar el sueño. Pero aun así Erik Jamás llegaría a acostumbrarse por completo. Porque lo cierto es que aunque el magnético no quisiera admitirlo necesitaba estar entre las mantas del telepata para dormir. Charles sabia que el magnético temía despertar y encontrarse a un prisionero en las bases de Shaw. y esto lo sabia no porque hubiera invadido la privacidad del hombre, no, claro que el no haría una cosa así, Charles había escuchar en ciertas ocasiones su mente murmurar, preguntarse a si mismo si el inglés era real o no porque había días en que creía jurar que Charles era el invento de su mente enferma que intentaba crear consuelo de la realidad. Y Charles siempre trataba de mostrarle en todas las formas que existieran que él era real, que el amor que sentía por él era sincero. Charles rogaba porque aquellos actos llegaran hasta el polaco. Y lo ataran a él. Lo suficiente al menos para que lo recordara y volviera a su lado si es que en algún momento se llegase a marchar.
-Charles- susurro. Levantando la vista hasta conectarse con sus ojos azules.
-¿si, Erik?- aquello parecía un secreto entre los dos. Sintió la mano ajena fria apretar sus dedos y el respondió tomándolo con igual fuerza. Entrelazando sus dedos.
-si mañana en cuba ganamos, porque lo haremos. ¿puedo...?- su expresión cambio de inmediato como si dudara decir en lo que pensara, pero al sentir como el telepata apretaba sus dedos con tanta calidez volvió a clavar sus ojos celestes en los azules intensos del hombre a su lado.
-¿…puedo volver a casa contigo?- Erik pronuncio esas palabras tan calladas que por un instante Charles juro que era el mismo tono que un niño solía poner a sus padres luego de haber hecho algo malo. El corazón de Charles comenzó a latir frenéticamente y por todo su cuerpo burbujeo alegría al escuchar "volver a casa".
¿realmente Erik quería estar con él? ¿Realmente seria capaz de estar con el hombre que amaba? Dios eso sonaba tan único y perfecto. En verdad estaba pasando. Su Erik se quedaría con él, y no por obligación sino porque es lo que él quería. Podría cuidarlo y darle la vida que tanto merecía tener. Y al ver esa sonrisa resplandeciente de medio lado No pudo evitar desbordar pequeñas lagrimas que se deslizaron a lo ancho de sus mejillas pero que al instantes fueron borradas por los suaves besos que Erik le proporciono. Lamiendo las saladas lagrimas con delicadeza, como si no quisiera lastimarlo. No era solo el quien cuidaba del magnético, lo suyo era equitativo. Erik también procuraba cuidar de el. Alzo la vista volviendo a unir sus narices y esta vez hubo un suspiro por parte del mayor.
-por supuesto Erik, tu y yo volveremos a casa juntos, lo prometo- susurro finalmente. Erik asintió antes de repegarse a su cuerpo. "gracias charles" fue su respuesta mental. Esa noche ambos cayeron profundamente dormidos entrelazando sus dedos con la promesa de que mañana sería un nuevo comienzo. Para el mundo y para ellos como pareja.