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Scratch my back por damnlolliraingirl

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Notas del fanfic:

Mi primera vez escribiendo sobre KNK.

La verdad es que luego de mucho tiempo de rendirme ante un grupo rookie, estos niños han tomado mi corazón y he aquí mi couple favorita del grupo.

¡Espero que disfruten de este pequeño one shot!

Para poder entender la historia de Kim Jihun primero debes volver en el tiempo, a esos momentos en los que tenía ocho años…

 

Kim Jihun era un niño como todos los demás. Disfrutaba de salir a correr, a jugar, andar en bicicleta y apostar en el takji con sus compañeros de la clase.

 

Cuando Jihun tenía un problema o se sentía triste sabía que tenía muchos amigos que le apoyaban sin siquiera pensarlo, tenía además a sus maestros tutores quienes siempre se sintieron orgullosos de él y le animaban a seguir adelante. Pero mucho más importante que eso: Jihun tenía a su mamá.

 

Sus padres eran lo más importante en su vida. Pero su mamá era un nivel muy distinto de apoyo.

 

Ella siempre le decía que era un niño muy guapo aunque sus ‘enemigos’ en la escuela dijeran que no era muy agraciado por sus ojos desiguales; ella aseguraba que sus pasos de baile eran los mejores aunque su padre le reprendiera por intentar bailar las coreografías tan complicadas de los idols; ella ponía sus manos al fuego por cualquier situación que se presentase.

 

Pero cuando estaba trise, cuando se encontraba afligido y lo único que sentía eran ganas de llorar, su mamá hacia acto de su hermosa presencia en su habitación y se acostaba a su lado en la cama. Acariciaba su cabello y le susurraba que todo estaría bien, que él era fuerte y por tanto, podría superar cualquier adversidad.

 

Al final de todo su drama, su mamá rascaba suavemente su espalda por debajo de su camisa logrando que se quedara dormido hasta el día siguiente.

 

– Mi pequeño bebé. – Le escuchaba decir antes de olvidarse por completo de su alrededor.

 

Y conforme pasaron los años, Kim Jihun se acostumbró tanto a ese gesto de su mamá que nunca más pudo sentirse tranquilo hasta que ella rascara su espalda y le dijera que todo estaría bien y que era su pequeño bebé. Incluso cuando entró en la preparatoria.

 

– Sabes que no todo el tiempo estará tu mamá para rascar tu espalda ¿no es cierto? – Le preguntó un día su compañero Youjin a los dieciséis años de edad en la sala de entrenamiento de la empresa para la que había audicionado.

 

Sí, lo sabía, sabía perfectamente que si alguna vez debutaba en aquel grupo, como le habían dicho, no podría visitar a su mamá cada vez que tuviera demasiada presión como lo hacía en la actualidad.

 

– Lo sé. Voy a tratar de controlarlo.

 

Pero mintió, no podría reprimir la tranquilidad que le daba sentir las manos de su mamá rascando su espalda como un masaje en el sauna.

 

Y un día apareció por la puerta una figura alta y bien parecida. Ese fue el día que conoció a Park Seungjun. Este joven era guapo y además era siempre muy amable con todo el mundo, era tímido al hablar y resplandecía con un brillo muy intenso que amenazaba con dejarlo ciego. No entendía que sucedía.

 

Hasta que sus ojos se abrieron.

 

– Ustedes tres, Youjin, Seungjun y Jihun han sido elegidos para debutar en el grupo idol que estaremos sacando pronto. Es momento de que empiecen a hacer más fuerte sus lazos y se acostumbren los unos a los otros.

 

– Exactamente ¿eso que significa? – Preguntó Youjin con curiosidad.

 

– Que irán a vivirse juntos.

 

Esa frase hizo eco en el cerebro de Jihun. No podía creer al fin estaba sucediendo, es decir, estaba muy contento de que por fin le dieran reconocimiento al esfuerzo que había estaba poniendo al entrenar, pero no estaba muy seguro de poder ir a vivirse por su cuenta. No sin su madre.

 

Esta idea le llenaba de mucha ansiedad y no podía guardársela demasiado. Sentía ganas de llorar y a la vez sentía ganas de salir corriendo. Sin embargo, quería salir adelante.

 

– ¿Estás bien, Jihun ah? – Escuchó de cerca la voz de Seungjun e inmediatamente a su pensamiento se vino la voz de su madre diciéndole “Mi pequeño bebé” una y otra vez.

 

– Hyung, ¿puedo pedirte un favor?

 

– Claro.

 

– ¿Podrías rascarme la espalda?

 

– ¿Cómo dices?

 

 

– ¡VETE! – Gritó por milésima vez Seungjun cuando Jihun se asomó nuevamente por el pequeño espacio de la puerta corrediza que estaba abierta.

 

– Hyung, por favor. – Y el castaño fingió demencia. Hacía como que el mayor nunca le hablaba groseramente, ni le gritaba ni nada por el estilo.

 

– Uy… está bien, ven aquí, pero espero que esta vez sea un platillo delicioso.

 

Kim Jihun corrió alegre hasta echarse en la parte inferior de la litera que Seungjun compartía con Insung. Envolvió la cara en la almohada compañera de la que tenía el mayor y comenzó a reír con mucha algarabía.

 

– ¿Es que está loco, Kimchi? – Le preguntó el moreno mientras se hacía camino con la diestra bajo la ropa de Jihun para poder rascar su espalda.

 

– No, no creo. Pero si empiezas a llamarme “bebé” cuando rasques mi espalda creo que si me volveré loco.

 

Nuevamente los gritos de Seungjun se dejaron escuchar y las locas risotadas de Jihun acompañándolo. Pero es que eso le gustaba al menor, estaba muy tranquilo de que en esa casa nueva hubiera alguien que pudiera rascar su espalda y darle, no sólo paz, sino un sentimiento cálido y hermoso, aunque desconocido.


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