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La Inocencia Miedosa. por Sakura Taisho

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Notas del fanfic:

Hola! Aquí estoy con mi 2do fic de D.gray-Man.

 En este fic intentaré mostrar las diferentes facetas que nuestro liiindo albino puede hacer, como cuando juega al Poker XD jeje y varios exorcistas sufriran de diferentes maneras la bipolaridad del moyashi, algunos lo odiaran mas que otros XD

 

Nota: D.Gray-Man no me pertenece es obra de Katsura Hoshino-sama, yo solo los tomé y les cree otra historia desde el momento en que terminó el anime. Así que sino lo terminaron... supongo que habrá cosas que no reconocerán.

Notas del capitulo:

¿Les gusta la lluvia? A mi también, aunque odio un poco el barro que se junta en mi calle XD es como caminar sobre jabón marrón.

Imaginence ese escenario, varias semanas de lluvia y todo húmedo ¡puaj! Ni hablar del Frizz que debe de tener el pobre de Kanda!!! XD hahaha aunque tambien me lo imagino a Allen y eso... ¡debe ser super tierno!

 

bueno los dejo leer! GO GO!

Allen y Kanda fueron enviados a investigar una anomalía climática en Irlanda. Su primera parada fue Dublín, capital del país.

— Al parecer hubo un aumento de las precipitaciones en la Capital, mmm Dúbin.

—Es Dublín idiota. —Respondió Kanda.

— ¡Co...Como sea!  Ahí es donde vamos de todos modos. —dijo el albino apenado por su error.

—Al menos apréndete el nombre del lugar a donde vamos, al menos así sabrás donde estás perdido. —dicho eso Kanda se paró de su asiento y salió del compartimiento VIP en el cual viajaban, dejando a Allen solo.

— ¿Quién dijo que voy a perderme? —susurro ofendido.

El viaje era largo, faltaba al menos unas tres horas para llegar a la última estación, así que Allen decidió hacer lo que mejor sabía, jugar a las cartas. Acomodó la tabla que servía de mesa para la hora de comer y comenzó su juego. Desplazó las cartas sobre la mesa y fingió estar jugando con alguien, luego jugo al solitario y por último, aburrido de jugar solo, intentó leerse la suerte a sí mismo.

—¿Voy a comer carne en este viaje? —se preguntó a sí mismo y giró una carta sobre la mesa. —¡Corazón Rojo, SI! Voy a comer mucha carneee... ¿Voy a... dormir a la intemperie? —giró otra carta —¡Diablos! También roja. ¿Voy a...perderme? ¡Negra! Sabía que Kanda no tenía razón.

Luego de un par de “adivinaciones” más de Madame Walker, y un Kanda sin aparecer, nuestro albino cayó dormido sobre la mesa.

Pasaron las horas y el tren se detuvo. Allen se despertó por el traqueteo del tren al acercarse a la estación y pudo notar que frente suyo se encontraba Kanda, al cual nunca escuchó volver.

Una vez en la estación, Allen detectó un par de akumas entre la multitud. Junto con Kanda se hicieron notar con una de sus típicas peleas y se fueron caminando hacia una zona un poco más apartada de la multitud. Al notar sus uniformes, los akumas los siguieron con la intención de atacarlos cayendo en la trampa de Allen.

—Es la última vez que te sigo el juego, Moyashi. —resopló Kanda antes de comenzar a atacar.

—Lo lamento. Pero no podíamos arriesgar la vida de todas esas personas. —dijo Allen activando su Inocencia.

La batalla solo duró unos minutos, eran cuatro akumas nivel 2 así que acabar con ellos no fue difícil. Luego, fueron rumbo al centro de la ciudad en busca de un hotel pero; a medida que se alejaban de la estación el clima comenzó a cambiar, el cielo se volvía más y más oscuro y la pequeña llovizna se convertía en grandes gotas de lluvia.

Para cuando ambos encontraron un Hotel que aceptara nuevos inquilinos, ambos estaban empapados de pies a cabeza.

—Maldita sea. —se quejaba Kanda mientras secaba su cabello.

—Qué bueno haber encontrado este lugar. La tormenta es cada vez peor y está causando estragos en los edificios y las calles. —dicho esto Allen miro a través de la ventana.

Efectivamente, las calles eran un horror lodoso a penas y se notaban algunas piedras las cuales fueron parte del camino. Los edificios se caían a pedazos por la humedad; las goteras, el moho, los hongos y el agua ya parecían parte de la decoración de la mayoría de los edificios. Solo unos pocos tenían la fortuna de tener un lugar ligeramente seco, como el hotel donde se hospedaban. Aunque este estuviese ligeramente seco la lluvia hacia lo suyo a su manera; desde el momento en que ingresaron les advirtieron con respecto a un límite con las raciones de comida, la escases de toallas secas y ni que decir de la calefacción, que aunque el gran hotel disponía de un gran salón y algunas habitaciones con chimenea propia tenían totalmente restringido encenderlas a menos que la casa lo autorizase en casos extremos, debido a que los leños secos eran un bien muy preciado.

—Será mejor encontrar la Inocencia rápido antes de que nos crezcan hongos en los pulmones. —se quejó Kanda.

—De nada servirá salir ahora Kanda. Esta oscureciendo y el Gerente nos dijo que evitemos salir por la noche, hace un mes que no encienden las luces por problemas causados por la lluvia.

—Tsk. Que molestia. A primera hora mañana saldremos a investigar.

—¿Qué hay de los buscadores? Komui-san dijo que había un grupo de buscadores aquí instalados que podrían ayudarnos.

—No lo sé. Deben de estar en otro lugar. Deja de molestar y duérmete. —dijo Kanda para luego dejar a Mugen junto a su cama y comenzar a prepararse para dormir.

Allen tenía demasiado frio para discutir así que solo opto por intentar secarse lo mejor posible, ponerse su piyama e ir a acurrucarse a su propia cama buscando algo de calor.

A la mañana siguiente, bueno... suponiendo que era de mañana, porque el cielo se encontraba completamente oscurecido por la tormenta; los exorcistas se alistaron para encontrarse con los buscadores. Luego de caminar durante casi una hora preguntando en todas las posadas, moteles, hoteles y cualquier lugar que pareciese albergar viajeros sin resultados ambos decidieron parar en una verdulería, para que el menor comprara algo para comer, después de todo el desayuno que tenía permitido ingerir en el hotel no le era suficiente. Mientras tanto, Kanda intento averiguar si alguien había visto a los buscadores, para su suerte la dueña del local pudo ayudarlos, porque le pareció a verlos visto yendo hacia la Catedral, al parecer necesitaban ayuda para reparar el techo y se habían ofrecido a colaborar.

Luego de pedir indicaciones, partieron rumbo a la catedral. Cuando estaban a unas calles de llegar, una explosión alertó a los exorcistas y el ojo de Allen se activó rápidamente. Corrieron a toda prisa hasta llegar al lugar y se encontraron con una Catedral cayéndose a pedazos y varios buscadores utilizando su tecnología para atrapar a los akumas nivel 1 y resguardar al sacerdote y las monjas que supusieron vivían en aquel lugar.

Kanda se encargó de atacar  a los akumas de nivel 2 mientras Allen socorría a los buscadores.

—¡No te distraigas Moyashi! —gritó Kanda.

Y en ese mismo instante un akuma nivel 3 atacó por la espalda al albino incrustándolo en la Catedral.

Cuando éste intentó ponerse de pie, notó que había caído de espaldas sobre el altar de la Catedral, al abrir los ojos pudo ver de cabeza el techo del lugar. La Catedral tenía una hermosa pintura, lo cual supuso nuestro albino era el paraíso, pero había algo extraño. El árbol del “fruto prohibido” estaba ¿Brillando?

En cuanto Allen intento mirar con más detenimiento aquel árbol el akuma nivel 3 ingresó al lugar buscándolo.

—¡Crown Clown! —gritó el albino activando su Inocencia y atacando al akuma en el aire.

El akuma logró esquivar la garra de Allen, pero antes de que pudiera atacarlo el albino se giró en el aire y atravesó al akuma con su garra destruyéndolo. Allen cayó al suelo de pie y notó que Kanda ingresaba a la Catedral por uno de los agujeros de la pared.

-Ten más cuidado la próxima Moyashi. Si te mueres tendré que escribir un informe extra por tu culpa. –dijo Kanda enfundando su espada.

-Lamento que mi muerte te provoque futuros contratiempos ¡BaKanda! –respondió ofendido Allen. -¿Cómo están todos?

-Ahí están. –dijo haciendo un ademan con la cabeza señalando lo que quedaba de la puerta por donde estaban ingresando.

-Gracias por ayudarnos exorcistas. Que Dios los bendiga y resguarde. –dijo una de las monjas. -¿Qué observa joven? –le preguntó a Allen.

-Ah, es que...cuando caí sobre el altar... por cierto lamento eso... creí ver una luz roja en el techo. –respondió el albino señalando la pintura del Paraíso.

-Oh eso. –habló el sacerdote. –Debiste de ver la Manzana.

-¿La manzana? ¿Se refiere al “frutoprohibido”? –preguntó Kanda.

-Sí. A diferencia del resto de la pintura la manzana está hecha con cristal. –respondió el Sacerdote. –Esta pintura fue hecha por un artista viajero. Cuando yo aún era muy joven y apenas había tomado la decisión de convertirme en un ciervo al servicio de Dios, solía venir por las tardes a ayudar al Padre John a limpiar el recinto. Un mañana de invierno un hombre y su hija de apenas 6 años arribaron a la ciudad sin un centavo, así que decidieron pedir asilo aquí. Como agradecimiento el hombre se ofreció a pintar esta bella obra de arte, cuando estaba terminando su hija, Aurora si mal no recuerdo, se ofreció a hacer el árbol y la manzana. Por eso se ven tan diferentes en comparación al resto de la pintura.

-Ya veo. –dijo Allen. –Pero es extraño que brille ¿No lo creen?

-De hecho, Walker-san. –habló un buscador. –Esta Catedral se encuentra en el centro de la ciudad, cuando llegamos aquí a ayudar también notamos ese extraño brillo, nosotros creemos que tal vez sea la Inocencia que produce tanta lluvia. Pero el techo es muy alto y no hay escaleras lo suficientemente altas como para alcanzarla y la lluvia no nos permite tomarla desde arriba tampoco.

-Ahora que lo dicen. Antes de que este temporal comenzase una gran tormenta pasó por aquí y un rayo cayó sobre la cúpula y parte del techo se cayó, como verán las manos tomando la manzana de Eva y su rostro están ausentes, la pintura se dañó aquel día. –comentó una monja. –Cuando esa parte de la pintura terminó de caerse la manzana comenzó a brillar pero creímos que era porque el cristal recibía luz desde algún rincón del techo agrietado; luego comenzó a llover y jamás paró; pero aun así con el sol oculto ella sigue brillando.

-Eso significa que es la Inocencia. –dijo fríamente Kanda.

-Es muy posible. Tendremos que bajarlo y averiguarlo. –dijo Allen. –Inocencia Actívate, Crown Belt.

El albino uso su Inocencia para alcanzar algunas vigas del techo y poder treparse por ellas, pero aun así quedaba a una gran distancia de su objetivo, así que decidió columpiarse para tomarla. Cuando lo hizo estiró su garra con la intención de tomar el cristal rojo, pero cuando lo tomó, una de las vigas con las que se estaba sosteniendo se rompió haciendo que perdiera el equilibrio y que rasguñar el cristal haciendo que este se desprendiese cayendo junto con él, estrellándose contra una de las paredes de la Catedral.

-¡Walker-san! –se exaltaron los presentes al ver el duro golpe que este recibió de lleno en el rostro.

Una vez que Allen tocase el suelo de nuevo, todos se reunieron a su alrededor para estar seguros que no estuviese herido. Una de las monjas se acercó con un pequeño cubo de agua y una toalla para limpiar su cara y la herida que se había hecho en la frente. Cuando esta intentó acercarse el albino comenzó a llorar.

-Déjate de niñerías Moyashi ¿Dónde está la Inocencia? –preguntó Kanda.

-Es verdad. Yo no vi que cayera al suelo. –dijo el Sacerdote.

Mientras tanto, todos miraban extrañados al albino que cada vez lloraba más y más fuerte. Como si de un niño pequeño se tratase. Aunque los buscadores se preocuparon por el joven exorcista sabían que un golpe como ese no era nada en comparación a los golpes que alguna vez recibió en sus batallas, pero ¿llorar? ¿Tanto le dolía aquel golpe en la cara? Era muy difícil de creer que aquel era el mismo exorcista que le hizo frente al Conde Milenario.

Algunos buscadores intentaban consolar al albino pero este estaba histérico, no dejaba que lo tocaran y cubría su cara con ambas manos mientras seguía llorando. Incluso no les permitió a las mojas que le removieran los restos de pintura seca y techo de sus cabellos.

Kanda arto de la actitud del menor decidió agredirlo un poco verbalmente como ya le era costumbre, pero no tampoco hubo reacción defensiva por parte de Allen como también le era costumbre. Él solo seguía llorando desconsoladamente como si no hubiese un mañana.

-¡Este mocoso ya me hartó! –dijo Kanda totalmente enardecido, tomando al albino por el cuello de su abrigo, haciendo que se levantara del suelo mientras lo sacudía un poco. -¿¡QUE DEMONIOS TE OCURRE!? ¡HABLA!

Allen por un momento pareció volver en sí, dejo de llorar y miró a Kanda a los ojos. –Tengo miedo. –respondió asustado.

-¿De qué diablos tienes miedo Moyashi? ¿Te volviste loco? –dijo Kanda aún más molesto arrojando al menor al suelo nuevamente.

Allen al caer al suelo se sentó sujetando sus rodillas y ocultando su cara de todos, otra vez. –Tengo miedo, tengo miedo. –Era lo único que repetía mientras comenzaba a llorar nuevamente. –Estoy... solo. –dijo sorprendiendo a todos.

¿Solo? Pero... ¿Acaso no estaba rodeado de buscadores y miembros de la Catedral? Era muy preocupante. Eso ya no era normal. De pronto, el sacerdote se acercó un poco a Allen y se arrodilló frente a él, lo observó unos minutos como analizando su extraño comportamiento y luego le preguntó.

-¿Por qué dices que estas solo? Todos tus amigos están aquí.

-Eso...Eso no es verdad. –respondió el albino.

-¿A que le tienes miedo? –preguntó nuevamente.

-Tengo miedo... porque estoy solo. Mi hermana no despierta. ¡Estoy solo! –lloraba el albino.

-¿Tu hermana? –el sacerdote miro a Kanda intrigado sin comprender.

-Tú no tienes hermanas Moyashi. Eres un tonto huérfano. –respondió fríamente Kanda.

-¡No es verdad! Tengo muchas, y hermanos también. –respondía dolido. –Hermana... despierta. Ayúdame. Me asusta estar...solo.

-Walker-sama, ustedes jamás nos contó sobre sus hermanos. –dijo un buscador.

¿Hermana? ¿A quién le estaba hablando? Era la primera vez que oían hablar al menor acerca de otra familia que no fuese su padre adoptivo o su tutor el General. ¿Hermanas y hermanos? eso era una noticia completamente nueva.

-¿Estabas solo antes? –preguntó repentinamente el sacerdote sorprendiendo a todos.

-No. La señorita me cuidaba, luego la mujer... pero ella se fue. ¡Se fue y me dejó solo! ¡Quiero que la señorita vuelva! –comenzó a hablar histérico Allen.

-¿De qué está hablando, Padre? –preguntó una de las novicias.

-Tengo una ligera sospecha de que es lo que le ocurre al joven exorcista. Pero no estoy seguro de que sea eso. Aunque es una posibilidad muy grande. –dijo el sacerdote poniéndose de pie.

-¿Qué le ocurre al idiota? –preguntó Kanda acercándose al hombre.

De repente, Allen levantó la vista hacia la cintura de Kanda, se quedó mirando su cintura unos segundos y luego salto a ella aferrándose a Kanda como un niño.

-¿Qué haces? ¡Suéltame Moyashi! –le gritó Kanda tratando de quitarse al menor de la cintura pero este estaba muy bien sujeto.

-¡Nii-san...Nii-san! –decía el albino feliz. –Te quiero, no me dejes solo ¡Te quiero, protégeme!

-Yo no soy tu hermano ¡Suéltame! –cuando Kanda estaba a punto de darle un golpe en la cabeza a Allen el sacerdote lo detuvo.

-¡Espera! Si estoy en lo correcto de nada servirá golpearlo. Cuando aquel hombre y su hija llegaron a esta Catedral la pequeña pedía constantemente que el Padre John le permitiera confesarse, él nunca me dijo cuáles eran las  confesiones de Aurora pero si me dijo que ella no se confesaba sola. Ella decía tener un amigo que iba a todos lados con ellos, creímos que se trataba de un amigo imaginario, hasta el día en que “él” se confesó también. El Padre John me dijo que en una de sus confesiones Aurora pidió que dejara a su amigo hablar y el Padre se lo permitió; pero quien hablaba del otro lado del confesionario no era Aurora, era alguien más. Ese alguien decía que Aurora era su amiga y la única que lo comprendía. Cuando Aurora y su padre estaban en plena elaboración de la pintura vi como la niña guardaba algo en el cristal  ante de colocarlo, y cuando se tuvieron que marchar nos dijo que debió de dejar ir a su amigo porque ya no podría cuidarlo. Pero dijo que no debíamos de preocuparnos porque lo dejo “en buenas manos”.

-¡Miren! Dejó de llover. –dijo una monja feliz.

Notas finales:

¿Y bien que les pareció?

Espero que les haya gustado.

Nos vemos la próxima, bye...


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