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El Secretario del Rey por Vegeta II

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El Secretario del Rey 



 
 



''Papeleo, papeleo y más papeleo.'' Pensaba un pelinegro de cabellos revoltosos, acomodando, engrapando y archivando papeles en carpetas y folios diferentes en orden alfabético. No es como si no tuviera experiencia previa, pero eso... Sabía que lo había hecho a propósito, sabía que ese hombre no iba a descansar hasta hacerle la vida imposible. Cuando llegó bien temprano por la mañana, le esperaban unas enormes columnas de papeles y documentos que habían salido de la nada.  

– Estúpido... – Dijo a la vez que engrapaba con fuerza un conjunto de hojas. 

– Kakarotto, hora del almuerzo...– Anunció una de las tantas asistentes que había en aquella oficina, más ninguna tenía tanto trabajo como lo tenía él.  

– ¿De verdad? Oh... – Miró la hora y era ya medio día, su estómago automáticamente comenzó a rugir de hambre. Hizo una mueca de cansancio, pero luego la cambió por una sonrisa. – De acuerdo, terminaré más tarde.– Dijo y finalizó azotando un par de hojas contra la mesa, parándose bruscamente y saliendo a toda prisa de esa agobiante oficina. 

Hacía años que trabajaba como Secretario del Rey, se puede decir que se conocían desde que él tenía 15 años, recordaba cuando iba a la escuela y veía al Príncipe ir de vez en cuando, pues el era al menos 5 años mayor que él. Se puede decir que tenían una buena afinidad desde jóvenes, incluso se habían convertido en amigos.  

Cuando terminó el colegio, su orientación en administración y sus puntajes perfectos le dieron la oportunidad de tener un gran puesto de trabajo como en el castillo. Nunca creyó que se convertiría en el mismísimo Secretario del Rey, ahora Rey Regente. y actualmente trabajaba para el Príncipe Vegeta.  

Pero durante ese tiempo las cosas habían cambiado para los dos, Kakarotto no se había dado cuenta anteriormente de los intereses de su Príncipe, lo supo cuando un día de la nada, lo arrastró hasta un armario del despacho y lo beso furtivamente. No está demás decir que él Príncipe Vegeta no dudó en profanar su cuerpo por completo ese día, pues nadie nunca le tocó de la forma en la que ese hombre de cabellos en flama lo hizo, (en realidad nadie más lo había hecho, era más virgen que el aceite de olivas súper extra virgen).  

Se puede decir que aquello no solo pasó una vez, sino muchas veces más, la pasión y el desenfreno los había llevado a mantener una relación amorosa, claro que nadie sabía de ello. Incluso siguieron estando juntos cuando el Rey Vegeta decidió casar a su hijo con una noble de clase alta. Obviamente Vegeta la odiaba con todo su ser, no solo porque lo habían casado a la fuerza, también aquella mujer no era más que una engatusadora, a la que solo le gustaba la apariencia y el cuerpo... Si el cuerpo... Ya la había descubierto teniendo sexo con algún que otro soldado, en los rincones, coqueteando descaradamente con cualquier hombre que se le cruzara.  

Cuando Vegeta se casó, quiso renunciar y cortar con la relación adultera que tenían, pues eso significaba que Vegeta tendría que formar su propia familia, y a pesar que le dolía la separación no podía seguir con aquello, que en si estaba prohibido. El no se podría interponer. Pero Vegeta no se lo permitió, se negó a renunciar y le prohibió terminar con él.  

Así de simple...  

Así era Vegeta...  

 

Salió de la oficina lo más rápido que pudo, ya que no quería cruzarse con nadie, y con nadie se refería a... 

–¡Kakarotto! – Llamó una voz tan conocida detrás de él que hicieron que al joven se le erizaran los cabellos de la nuca. Su suerte era una mierda. El pelinegro se giró paulatinamente hasta tener al otro hombre cara a cara. Quien no era nada más y nada menos que el Príncipe Vegeta, bueno, ahora era Rey Vegeta, era difícil acostumbrarse al nuevo título.  

– ¿Si su alteza? – Preguntó Kakarotto parpadeando varías veces haciendo aletear sus negras pestañas y sonriendo ampliamente, provocando que parezca un poco más tierno e inocente.  

– ¿Qué es esto? – Dijo mostrando una hoja a lo que Kakarotto palideció automáticamente, su sonrisa cambio a una de horror y sorpresa.  

–Emm... Un pedazo de papel...  

–¡¡¡No te hagas el gracioso!!! –  Le reprendió a lo que Kakarotto solo infló sus cachetes, medio apenado. El de cabellos en flama se masajeó el puente de la nariz, parecía cansado y un poco frustrado, pero al mismo tiempo podía notarse que algo en su mirada había cambiado.  

Ilusión.  

Amor.  

Esperanza.  

 

Vegeta lo tomó del brazo y en silencio le pidió que lo siguiera. Los condujo hasta una habitación, más bien, donde hacían las juntas y demás. Allí lo acorraló contra la pared y lo miró intensamente a los ojos, Kakarotto tragó grueso.  

–¿Cuándo me ibas a decir que estás esperando un hijo mío? – Dijo directamente Vegeta, a lo que el de cabellos revoltosos bajó la mirada apenado.  

–Yo... ¿De dónde sacaste el papel? – Preguntó tímidamente el pelinegro.  

–Me lo dio el doctor.  

–No tenía derecho a arruinar la sorpresa...–continuó Kakarotto haciendo un puchero.  

–¿A sí, y cuando me ibas a dar esa gran sorpresa? – En realidad no estaba enojado, pero no podía evitarlo, no quería que su amante le ocultara ese tipo de cosas importantes.  

–Solo tengo dos meses, te lo iba a decir cuando cumpliera tres, pero dado que el doctor me arruino el regalo de cumpleaños... – Vegeta sonrió de lado y sin esperar más besó los labios del otro, era un beso tierno, llenó de amor y cariño. Solo eran para el, para su hermoso chico, ese saiyajin que lo había vuelto loco desde el primer día en que lo conoció. Solo para la persona con la que quería compartir el resto de sus días.  

– Pues, jamás me esperé un regalo así.– Dijo luego de que se separaron. Posó una mano en el vientre aun plano y acarició la zona.– Un hijo tuyo y mío... Es... – Pero no pudo continuar, ya que no le daba la voz para ellos, así que escondió su cara en el cuello del chico de tez mas clara.  

–Vegeta, no sabía que querías ser padre.– Dijo acariciando el cabello del otro suavemente, en movimientos relajantes para el Príncipe. Este si irguió de nuevo y lo miró directamente a los ojos de nuevo.  

–Yo siempre he soñé formar una familia con la persona que amo. – Dijo y lo besó de nuevo.  

–Pero... Tu estás casado con ella... – Vegeta lo miró con el ceño fruncido, si, el estaba casado con una mujer, alguien que su padre eligió sin su permiso. Vegeta ya le había hablado a su padre anteriormente que le gustaba alguien, pero el problema era que ese alguien era de clase baja y su padre pues... No iba a dejarle casarse con ''cualquiera''.  

– Ya no más, estoy arto de esa desagradable  mujer. Le voy a decir a Padre de ti y del bebé, le voy a convencer y si no lo acepta, no me importará irme contigo a otro lado. – Kakarotto observó la determinación en los ojos contrarios, y sonrió de ternura, deseaba que las cosas fueran tan fáciles como su Príncipe las hacía sonar. Kakarotto lo abrazó del cuello y lo besó tiernamente en los labios.  

–Te amo...– Y Vegeta ya no se contuvo, lo llevó hasta la larga mesa y allí le hizo el amor como tantas veces lo habían hecho, acariciándose, profesándose mutuo amor y susurrando sus nombres con cariño, llamándose ante la pación que los envolvía únicamente a ellos, los amantes. Ahora ya no solo serían ellos dos, sino tres y para Vegeta, esa era su verdadera familia.  

Allí estaba la felicidad de ambos. 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Fin re pete...

 

Notas finales:

Iba a hacer una historia larga en un principio, pero por faltas de ideas lo deje así, igual, si algún día encuentro la inspiración lo haré, pero ahora no sé... 


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