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En un fin semana. por Hide Okumura

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Notas del capitulo:

Aquí traigo un nuevo fic, bueno es un two-shot XD 

La campana que indica el término de la jornada escolar, resuena por todo el colegio. Pronto los alumnos salen de sus respectivas aulas con destino a sus hogares o a algún lugar de entretenimiento para pasar un rato con los amigos. Unos caminando más a prisa que otros, y entre los que caminan a prisa hasta casi correr se encuentra un alegre azabache con destino al gimnasio.

—¡Shin-chaaan! —gritó a penas estuvo frente a la puerta de dicho edificio.

—Maldición... ¡No grites! —le reclama Miyaji quien junto con Midorima se encuentran ordenando balones y de más.

—¡Usted está gritando senpai! —responde burlón adentrándose al lugar, dando brinquitos hasta llegar a su Shin-chan que no parece lucir nada contento. Pero pensándolo bien ¿Cuándo ha lucido así?

—¡Sólo callate! —algo molesto abandona el lugar. Bien sabe que Takao se pegará a su otro kouhai y no lo dejará en un buen rato—les dejó el resto a ustedes —se despide elevando una mano, un tanto más tranquilo por librarse de sus deberes.

—¡¿Eh?! No quiero~ no es mi turno senpai —hace pucheros mientras ve al mayor alejarse.

—Simplemente le estoy dando algo que hacer a los holgazanes como tu —ríe— nos vemos luego.

Maldiciendo en voz baja se dirige a ayudarle a su compañero, quien no había dicho ni "pío" aunque realmente no le importaban las conversaciones sin sentido entre Takao y otras personas. Ambos chicos fueron directo al almacén donde sólo faltaba ordenar un par de cosas.
Un extraño silencio -demasiado extraño para estar Takao presente- se siente abrumador en la atmósfera, donde reinan los minúsculos sonidos que causan algunos objetos siendo reacomodados de aquí para allá; tal vez Midorima esperaba que el otro le contase alguna tontería para romper el hielo pero, ese momento no llegaba. Ahora mismo debe hablar, el azabache quiere algo pues aunque no lo parezca, conoce algunas de sus actitudes:
"Quedarse un largo tiempo en silencio, sin molestar, ni mencionar palabra hasta que yo lo haga = quiere un favor"
Terminaron breves minutos después de la partida de su senpai, saliendo algo exhaustos del almacén.

—¿Y bien? ¿Qué quieres ahora? —por fin decide hablar, cerrando tras de sí la puerta del sitio que acaban de abandonar. Camina hacia los vestidores como destino, detrás de él, Takao le sigue cual cachorro obediente.

—Pues verás, Shin-chan, sé que es algo repentino pero olvidé por completo decírtelo antes —rasca su nuca esbozando una sonrisa, mientras van saliendo del gimnasio— ¿Querrías ir de viaje conmigo mañana? Sólo será un fin de semana, ¡Dí que sí! Iré con mis padres a N... —deja de hablar al percatarse que Midorima se había detenido justo antes de entrar a los vestidores, volteandole a ver fríamente, una mirada simple pero aterradora.

—De ninguna manera -responde sin tanto interés— mañana me es imposible —entra al lugar dejando al de menor estatura atrás.

"Y aunque en realidad mañana no tengo nada que hacer..."

—Vamos, Shin-chan...

—He dicho —se gira hacia Takao por última vez— de ninguna manera.

Y así, se alejó de su compañero quien lucía notoriamente triste ante la frialdad de Midorima. Aunque ciertamente nunca le había gritado de tal manera, ¿Había dicho algo que no debía? Sólo era un viaje entre amigos... ¿No?
Sin nada que hacer al respecto -pues ante un tsundere es mejor no insistir- Takao se dirigió a casa sin los mismos ánimos que hace unos minutos le invadían de pies a cabeza. 
Al llegar a su hogar, éste se encontraba solo lo cual le daba totalmente igual, pues extraños sentimientos de decepción se apoderaron de él y no le dejaban pensar con claridad. ¿Por qué Midorima no podía abrirse un poco más ante sus compañeros? ¿Por qué no aunque sea a él, su "amigo"? Pero, ¿Realmente lo eran?

"Ya deja de darle vueltas a eso..."

Sube a paso acelerado hasta su habitación, donde de mala gana organizó su respectiva maleta para aquel viaje de fin de semana. Ahora era una repentina furia la que lo invadía, desquitándose con las prendas que arrojaba violentamente a su maleta.

—Mierda, y es que siempre voy tras él "¡Shin-chan!" esto "¡Shin-chan" aquello... ¿Le soy molesto? Siquiera él... ¿Me considera su amigo? —balbuceaba.

Sintiendo un "nudo en la garganta" su ojos se cristalizaron, éstos no pudieron soportar por mucho las lágrimas acumuladas las cuales rodaron, humillándolo.

"Llorando por algo así, soy simplemente patético"

---.---

—¡Onii-chan! —una pequeña niña de mejillas rosadas corre hasta la puerta, llevando consigo un conejito de peluche— Bienvenido de vuelta —recibe a su hermano con una tierna sonrisa.

—... Estoy en casa —acaricia los cabellos de la menor, adentrándose a su hogar.

Ambos caminan por el lugar, los pasos de la pequeña son casi imperceptibles que pareciera que no está ahí.

—¿Sabes? Tengo un tipo campamento mañana y mamá dijo que tu me llevarías.

—¡¿Eh?! —voltea repentinamente, ¿En qué momento llegó su hermanita a su habitación? Le dirige la mirada brevemente, estuvo a punto de decirle que saliera de ahí pero, ella era una de sus debilidades—¿Campamento? —suspira, pareciera que acomoda sus lentes, pero en realidad masajea su ceño. ¿Acaso no tenía derecho a un fin de semana libre?

—¡Sí, en Niigata! Solo será sábado y domingo. Así que tenemos que madrugar, onii-chan —sale corriendo, gritando algunas cosas que sólo ella entiende. Su emoción por ir a tal campamento la invade de pies a cabeza.

"Bien... No puedo negarme a llevarla eh... por nada Oha-sa predijo para cáncer unas cuantas complicaciones el día de hoy"

Y así, un poco resignado escoge unas cuantas prendas para su pequeño e inesperado viaje

—Niigata, eh, pensándolo bien suena algo interesante visitar dicho lugar —se dice a sí mismo. Tal vez no resulte tan mal su viaje, después de todo.

---.---

La mañana llegó. Siendo sábado nadie querría levantarse temprano, sin embargo habían ciertas personas que debían hacerlo.
Takao se levantó e inmediatamente comenzó a prepararse para su partida, con una maleta un poco grande para sólo ser dos días de ausencia; le emocionaba la idea de visitar campos rurales, el mar, aunque sólo tuviese a su móvil como acompañante pues bien sabía que para sus padres ese no era un viaje familiar. Simplemente cosas del trabajo pero claro, no tenían la confianza de dejar a su pequeño solo en casa.
Baja al primer piso rápidamente, paseándose por la cocina en busca de algo para desayunar, cualquier cosa estaría bien. Observa desde la ventana a su padre -quien seguramente se levantó mucho antes que él- subiendo grandes paquetes en el auto. Al momento de cruzar miradas el mayor ladea la cabeza, en señal de que todo estaba listo para irse; terminó como pudo el emparedado que había preparado previamente y salió de su hogar.

—¡Deprisa, cariño! —grita su madre desde dentro del auto. ¿En qué momento había llegado ahí? Aunque bueno, era de esperarse.

Sube sin tantos rodeos, colocándose los auriculares para perderse en su propio mundo durante el viaje.
Así el auto emprendió camino, y la ilusión de estar junto a aquel tsundere se desvanecía poco a poco para Takao.

---.---

—Nos vamos ya, madre —dice un chico que portaba sus lentes de siempre y ropa casual, junto con su bolso y el de su hermanita.

—Cuida mucho de ella —con un dulce tono de voz, habla una mujer de ojos tan verdes como los de sus dos hijos— y tu también, cuídate— agrega riendo por lo bajo, pues piensa que no es necesario decirle aquello.

—¡Todo va a estar bien, mamá! ¡Yo cuidare de onii-chan! —grita la pequeña con emoción, a lo que madre e hijo sonríen eternecidos.

—Vamos, es hora —toma a su hermana menor de la mano y salen de casa con rumbo a un punto de encuentro específico que una amiga de la pequeña le había escrito en un papelito.

Y es que poco después de enterarse que debía llevar a su hermana a un campamento un poco lejos de su ciudad, también se entero que no era campamento alguno organizado por su escuela ni nada parecido, sino que era una salida que había sido organizada por padres de familia, simplemente para que sus pequeños hijos convivieran un poco más y los padres pudieran conocerse entre sí.
Pero en este caso, él la llevaría y definitivamente no quería ponerse a hablar con gente mayor, con la que probablemente no tendría nada en común.

Después de un rato de pensar diversas maneras de escapar de todo eso e ir a conocer un poco el lugar donde irían, llegaron a la casa donde una familia los esperaba para ir en una espaciosa camioneta hasta Niigata.

—Muchas gracias por venir -dijo una de las señoras haciendo una reverencia ante los hermanos.

—¡Gracias por invitarnos! Va a ser divertido, ¿Verdad, onii-chan? —la menor estaba más que emocionada. Sin esperar respuesta de su hermano, corre adentrándose al auto donde sus amigas la esperaban.

Después de intercambiar algunas palabras de cortesía con los mayores, todos abordaron el vehículo.
Su viaje comenzó, probablemente sería aburrido tanto el transcurso como la estancia en aquel lugar, pero simplemente no habría podido decir "no" a su pequeña.
Entre risas de infantes y pláticas de los padres, Midorima recarga la barbilla en su puño, cerrando los ojos y chocando ligeramente su cabeza al cristal. Tal vez conciliando el sueño todo pasaría más rápido, aunque con el ruido actual sería realmente difícil lograrlo.
Pero pronto todo el escándalo se fue haciendo ajeno a él, alejándose poco a poco y así, quedo completamente dormido.

—¡¡Onii-chan!! —un grito algo alarmante lo saca de su sueño, abre los ojos de golpe esperando lo peor.
Pero simplemente habían llegado a su destino.

—Baja tus cosas, y no grites de esa manera —despabila y ambos bajan del vehículo.

Afuera los esperaba un hermoso paisaje, la playa con un color un tanto más oscuro de lo que debería pero no por ello dejaba de impresionar. Una casa bastante grande se encuentra a un lado de ellos, se adentran a ésta para descansar del ajetreado viaje.

 —Shintaro-kun, ya hemos dividido las habitaciones y eres afortunado, tendrás una totalmente para ti —le comenta una chica castaña, al parecer una madre aunque luce bastante joven— acompañarme, te llevaré hasta allá.

 —Bien, se lo agradezco —camina detrás de ella, subiendo unas escaleras con su respectiva maleta. ¿“¡Urra!”? ¿Debería estar feliz por tener una habitación sólo para él? Aunque aprecia su privacidad, no le servirá de mucho estando en ese lugar, pues lo más probable es que no esté en ella.  
Llegan a la puerta de la dichosa habitación: al entrar, no era nada fuera de lo normal, bastante común. Desempaca sus cosas tales como ropa y objetos de la suerte, lo más importante. El objeto del día de hoy consistía en un collar con un dije en forma de ardilla, le costó bastante encontrarlo en varias tiendas pero al final lo logró. Al mirarse al espejo se veía bastante extraño, hasta rozando lo infantil pero, ¿Qué importa?

Con una camiseta escotada, luciendo su dije –que en realidad fue pura casualidad usar justo esa prenda– baja para encontrarse con todos los pequeñitos y padres reunidos.

 —Ahora iremos a comer, ¿Les parece? —los gritos de infantes llenan el lugar.

 Salen de la casa y a escasos pasos ya estaba una parrillada con una larga mesa y bastantes sillas. De inmediato todos tomaron asiento a excepción de los que se encargarían de preparar la carne. Midorima de acerca a uno de ellos preguntando si podía ayudar en algo, a lo que este le encargó servir las bebidas.  

“Sí que lo tenían todo bien organizado”

 Se cruzó por su mente.

Llega la tarde y la luz poco a poco iba escaseando.
Después de haber comido y escuchado varias anécdotas de los presentes, decide alejarse un poco de todo el alboroto e ir a explorar por un rato, aunque sin alejarse demasiado pues corría el riesgo de perderse.
Caminando por varios minutos a unos metros del mar, observaba la puesta de sol que estaba cada vez más cerca de llegar a su fin, el cielo y mar rojos eran mucho más bellos que en las fotografías. Admiraba tal escena hasta que unas rocas llamaron su atención. Era seguro que en lo más alto de ellas se aventuraban los expertos en clavados, y los no tan expertos.
Se acerca hasta toparse con ellas y busca un buen sitio para poder sentarse y observar mejor, con más calma; por fin, después de algunos resbalones encuentra un lugar seco que se miraba bien, pero una persona más estaba bastante cerca de dicho sitio.

 “Bueno... No debe importar”  
Se sienta casi dejándose caer, lo que provoca el suave pero perceptible sonido que proviene de su collar.

La persona a su lado voltea curiosa, por tan peculiar sonido; al instante sus ojos se abren de par en par.

 —Tu...  
El mencionado queda igual de sorprendido.  

—Takao...

   

---.---

Notas finales:

jujuju xD gracias por leer.
Pronto la segunda parte c:


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