—Sí, ya casi, solo faltan alrededor de 14 centímetros y lo lograré —se dijo a sí mismo un jovencito que no se encontraba en una situación tan favorable. Desde hace meses que estaba tratando de huir de a lo que él llamaba: “prisión “, ¿Y cómo huir de prisión? Simple, como cualquier prisionero cavar un túnel con una cuchara era la mejor opción, o más bien la única opción.
Su libertad era interrumpida por un maldito muro de concreto de casi cinco metros de altura, y encima de este una cerca eléctrica. Obviamente intentar saltar el muro seria suicidio, así que optó por cavar un túnel, el cual según él lo cavo estratégicamente para no ser descubierto, ya que unos arbustos impedían que alguien pudiese verlo.
Aquel túnel era bastante estrecho, apenas podía mover su esbelto cuerpo con libertad. Cada vez excavaba con más rapidez e euforia, al fin tendría su anhelada libertad, solo un poquito más y lo lograría, pero de repente la cuchara toco algo firme— ¿pero qué demonios? — se preguntó, con su mano limpio el área para ver con claridad que impedía su trabajo. — U..un muro de concreto… —pronuncio el voz baja, no podría creerlo-Un muro de concreto debajo de otro muro de concreto … jajajaja, que gracioso—una sonrisa se formó en su rostro—¡No, no puede ser!¡Pero a quién demonios se le ocurre!¡El que diseño esto es un maldito, voy a matarlo! —.
Mientras el jovencito tiraba maldiciones a la madre de la persona que diseño el muro y hacia rabietas como un niño de diez años, alguien sujetaba sus piernas, — ¿Pero qué? — la persona que se encontraba fuera del túnel lo jalaba con más y más intensidad, lo habían descubierto —¡No! —grito lo más fuerte que pudo y en un intento desesperado, clavo la cuchara al suelo con la esperanza de que esta sirviera como un punto de agarre y fracaso olímpicamente, la cuchara no aguanto y se rompió, de pronto ya no estaba en su preciado túnel que le había costado tantos meses de trabajo, cerro sus ojos con fuerza como queriendo despertar de una horrible pesadilla. Estaba siendo cargado como un niño pequeño, aunque sus ojos aún se mantenían cerrados no necesitaba abrirlos para saber quién era esa persa.
— Papáááááá —chillo el joven, dando pequeños golpes al pecho de su padre.
— ¿Pero qué hacías? , Mi pequeño Ryuichi —Con una sonrisa en su rostro, casi pareciese que iba a reír, por supuesto que sabía lo que estaba su hijo solo quería divertirse un poco.
— ¡Nada, no hacía nada! — contesto de mala gana el pequeño malcriado.
—Oh, ¿Es así? —De apoco inclino su cabeza para besar a su hijo en los labios, fue un beso fugas pero lleno de cariño .El pobre Ryuchi estaba totalmente rojo, pareciere que echaría humo por las orejas y el beso no fue la causa, sino que fue descubierto infraganti, su padre suele besarlo todos los días así que no era motivo para ponerse rojo cual tomate. Su padre le dio algunas palmaditas en la cabeza para quitar el polvo de su cabello –Mira que sucio estas, tendrás que tomar un baño de nuevo- dicho esto, cambio de posición a su hijo para que fuera más fácil cargarlo, coloco las piernas de su hijo alrededor de su cadera y sus brazos alrededor de su cuello. — ¡No, no voy a tomar ningún baño— sentenció mientras inflaba sus mejillas, —Ryuichi, soy tu padre tienes 19 años y harás lo que yo te diga quieras o no—.
—Está bien— dijo resignado al tiempo que acurrucaba su cabeza en el hombro de su padre.
—Eso es, que buen niño eres— dijo con sarcasmo mientras le daba unas palmaditas en espalda—Tienes tu cabello lleno de polvo, tendrás que lavarlo bien—dijo mientras sacudía los cabellos rubios de su hijo al tiempo que comenzaba a caminar hacia lo que para su hijo era una prisión pero para los demás era una enorme mansión.
— Ahhh —suspiro el joven al ver ese muro que le impedía su libertad, pero en realidad el muro no tenía ninguna culpa ni el muro debajo de este o la cerca eléctrica, si tenía que culpar a alguien ese alguien era Asami Ryuichi, su padre.