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Nuestro comienzo por Circe 98

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Notas del fanfic:

Por un momento, creí que ya lo había subido

xD

Notas del capitulo:

Hola~

Daniel salió del transmetro muy sudado y acalorado. Para ser finales de agosto, el calor era muy sofocante. No sabía ni cómo definir aquello, siempre había vivido allí pero jamás le había tocado un clima tan loco. Al salir de la prepa, había estado lloviendo un poco, pero, tras pasar la hora y veinte minutos que se hacía en el transporte público, notó que por aquella parte el sol salía y quemaba las cabezas de aquellos que osaran salir sin nada que los protegiera.


Recordó que debía terminar de hacer las compras que su madre le encargara aquella misma mañana mientras salían. Buscó entre sus bolsillos del pantalón, el pedazo de papel que usara para anotar y el dinero.


Tenía tres lugares a los que podía ir, dos de ellos no iban a causarle muchas molestias por el servicio que tenían para la tienda y clientes, además de ser de los lugares más tranquilos que existieran en el fraccionamiento.


Se decidió por aquellos lares, recordando ir con cuidado debido a su innata torpeza. Era algo de lo cual no estaba orgulloso, el considerarse torpe y serlo, además. Jorge ya le había regañado por pegarle la mala suerte y provocar que cayera, al menos, seis veces en lo que iba el semestre. Dos semanas de propedéuticos y una de clases oficiales.


Algo iba muy mal consigo mismo si había hecho aquello. Jamás tumbaría a su mejor amigo de aquella manera, pero ¿qué lo provocaba?


Caminó no por lo usual, donde atravesaba el parque para llegar a la escuela primaria del fraccionamiento, lo hizo rodeando el Bachiller y vulcanizadora, dando con la iglesia de allí, al menos una de varias.


El fraccionamiento no era grande, todo estaba conectado por unos cuantos metros, distinto a lo que viera en el centro. Por ello, no le tomó arriba de quince minutos a paso tortuga en llegar a donde necesitaba. Entró, saludando al dueño y tomó todo lo que necesitaba junto a unos Doritos.


Ambos hicieron cuentas, Daniel de manera mental mientras el dueño con su máquina. Pagó lo que debía y se fue, siguiendo el campo de fútbol que allí había. No era grande, solo para encuentros de las escuelas.


Vio lo que sería el mercado o parte del mismo, sintiéndose algo incómodo por la gran cantidad de olores que allí se reunían. Carne de cerdo, pollo y res, el olor de la tierra y el registro de aguas negras.


Un gran lugar para vender alimentos.


Siguió hasta llegar a la primaria, los edificios de lámina para grupos que nunca estudiarían allí y él no sabía el por qué. Poco recordaba de la primaria salvo el hecho de que sus padres le enviaran a otro lado, como era lo usual.


Rodeó la escuela hasta llegar a la calle que conectaba con la de su hogar.


-.-


Jezel entró a su sala de entrenamiento. Damien le había asignado una junto a la loca, quien se lo ganara para el cumpleaños ciento cuarenta. Algo era algo.


Allí podía estar sin el molesto uniforme del Complejo, al menos para su espalda que había sufrido incontables maltratos en el pasado.


Podía estar sin camisa todo lo que quisiera y nadie le interrumpiría. Su cara mostraba unas pequeñas cicatrices. Una que partía su ceja derecha, otra que demostraba un combate a muerte a la altura de la mandíbula y una sobre la nariz.


Se quitó el uniforme, quedando en ropa civil. Un pantalón y camisa de color negro. Se quitó la camisa, sintiéndose algo incómodo por la tela contra su espalda.


Eran vagos los recuerdos de su infancia, poco recordaba de su madre y padre o del sujeto que le cuidara antes del accidente que le condenara a ser un ciborg y a reprimir casi por completo sus sentimientos.


La loca le había dicho que podía quitar muchos muros y relajarse, ser quien era en verdad y no quien deseaban que fuera. Era difícil, más cuando su acento era demasiado obvio. Ella no tenía nada para preocuparse, provenía de Kianaimathos, el centro de aquel lugar. Él, por su acento grave y algo tosco en la pronunciación, venía del inferior, aunque no supiera de qué sector exacto.


Fácil de decir, todo lo contrario para llevar su ejecución acabo.


Su espalda quedó al descubierto, dejando ver las cicatrices que ansiaba esconder. Cicatrices que simbolizaban tortura, aquellas que le avergonzaban por varias cosas.


Significaban el dominio de alguien más sobre él. Era un niño, pero también un esclavo de alguien. Además, a pesar del desvanecimiento de gran parte de ellas, quedaban las peores, aquellas que jamás desaparecerían. Anexaba las fantasmales, aquellas que existían solo por las operaciones a las que fuera sometido para salvar su vida. Irónica era la existencia misma, arriesgando su vida en otros lados, dispuesto a morir por una causa que no comprendía en absoluto.


Cientos de años en el pasado, las guerras eran todo lo que la gente conoció. La historia de aquel mundo estaba perdida tras aquello. Un mundo donde necesitaban con gran urgencia todo. Alimentos, agua, tierras para vivir. No existía ningún mundo en aquella galaxia que pudiera sostener la vida como O'im lo había hecho en el pasado.


Vaya predicamento en el que estaban envueltos. Al menos, se dijo para sí mismo, alguien más podría hacer lo que él ni nadie de su generación haría: algo útil.


Se acercó al panel, modulando el nivel de dificultad, recordando las alertas que saltarían si se excedía en un entrenamiento tonto, innecesario según su propio médico. Jezel estaba seguro de ser lo contrario, necesitaba aquello por cada actualización y cambio al que era sometido. Cada vez era menos notorio el hecho de ser un monstruo a los ojos de un ciudadano común, aquel que odiaba a las máquinas que vivían en el inferior y de las que nadie tenía conocimiento alguno.


Del uniforme estándar, sacó sus pistolas. Hacía demasiado tiempo que no usaba un arco, el arma primitiva de su mundo. Mucho tiempo por carecer de los medios para tener un permiso de modificar todas las cosas. Era muy diferente a Vanessa. Tenía el dinero para costearse los trajes, el estándar y el de pelea; sin embargo, no lo hacía por su propio cuerpo, quien le delataría sin dudarlo. Eso le metería en serios problemas, más de los que ya estaba.


Algunos de sus alumnos lo habían encontrado de esa manera, medio desnudo, entrenando de manera bestial, de una manera muy parecida a lo que él enfrentara en sus casos en solitario. Era fuerte y veloz a pesar de su condición.


Comenzó a practicar sus disparos en lo que la máquina terminaba de preparar las cosas cuando algo le golpeó en la espalda, aplastándole. Por el impacto, cerró los ojos. Frunció el ceño, sintiéndose molesto por aquella interrupción, incapaz de describir cómo le había pasado. Tomó bocanadas de aire, lo suficientes para que aquel cuerpo le permitiera calmarse.


Abrió los ojos, girando un poco. Vaya sorpresa que se llevara al encontrarse a un muchacho —no mayor de los dieciocho años— con el cabello castaño y la piel de un tono distinto al que acostumbraba. Traía una extraña combinación de camisa blanca con pantalón gris. ¿Qué significaba aquello?


Apartó las armas, empujándolas con todas sus fuerzas hasta el otro lado del lugar, con todo el cuidado que ese tipo de acontecimientos ameritaban, cambió los roles, dejando al muchacho de cabello castaño contra el piso, chillando de dolor mientras Jezel lo sostenía con una mano. Casi remilgando en sí mismo, tomó el artefacto en donde se comprimía su traje estándar y lo colocó sobre su brazo, sintiendo la tela molestarle nuevamente.


Se sorprendió bastante al ver el físico del muchacho y encendió una ira en su interior. Su sistema comenzó a lanzarle datos referentes a la salud del individuo. Estaba enfermo si alcanzaba aquellos datos de peso. ¿Quién en su mundo anhelaría tener al menos un cuarto de la masa corporal de aquella... bestia? Peso, altura, masa.


El muchacho gritaba con fuerza palabras en un idioma con gran parentesco a los que encontrara en el Inferior según los registros de aquellos suicidas que se atrevieran a cruzar la frontera y lograran el cometido. Sin embargo, jamás estuvo interesado en ella.


Ahora se arrepentía de eso.


-.-


Daniel se removía, tratando de soltarse del agarre de aquel desconocido. Gritaba un montón de cosas, tratando de amenazar a aquel gigante pero, en resumidas cuentas, no funcionaba. Aquel sujeto tenía una fuerza sobrehumana.


—Quis enim es tu? —dijo él, confundiéndole. El castaño se asustó más, comprendiendo al fin el grado de su problema. ¿Cómo podría darse a entender? No tenía la más remota idea de qué idioma era ese, menos por el acento con el que lo manejaba—. Quis enim es tu?


El muchacho respiró, tratando de calmarse y ver la forma en que pudiera explicarle. ¿Cómo demonios le diría nada? Maldijo el momento en que saliera de nueva cuenta de su casa. El miedo estaba enterrado en él, ¿dónde estaba?, ¿cómo había llegado así de rápido? ¡Diablos! Ni siquiera era capaz de poder saber el idioma en que hablara aquel extraño.


—Quis enim es tu?! —gruñó su captor.


—¡No entiendo! —exclamó por fin, deteniendo todo intento de safarse.


-.-


Jezel pudo captar el idioma en que hablara aquel niño. Un idioma exclusivo de las tierras aledañas al noreste de Necrópilas, tan terminante que era hasta nuevo para su base de datos encontrar algo que le permitiera descifrar lo que había dicho.


Non capio.


El pelinegro se sintió más frustrado que nunca, incapaz de comprender gran parte de lo que le pasaba por la cabeza. Encontró la forma de decir lo que intentaba preguntarle, la información que deseaba obtener pero no era capaz de pronunciarla de manera correcta. Encontrarle un sentido más que nada, aquello le parecía un error de pensarlo. Además, no tenía mucho ánimo de descifrar aquello por cómo estaba aquel niño.


Utilizó a su sistema para contactar con Damien, pidiéndole que fuera a su lugar de entrenamiento personal. Su padre accedió, sintiéndose algo extrañado de la manera en que lo hacía. Era inusual sentir ira de él, más cuando era identificable como aquella.


-.-


El tiempo entre el mensaje que enviara a Damien y la llegada de este, fue muy corto. El hombre apareció allí, intimidando más al castaño que tenía inmovilizado contra el piso, sujetándolo con demasiada fuerza de los brazos.


Ese castaño se notaba enfermo hasta cierto punto, dañado si se le permitía opinar, como si el mismo ambiente de O'im le lastimara. Se acercó a ambos, notando cuánta fuerza estaba ejerciendo. Lo levantó con un solo movimiento de sus manos, liberando al muchacho que soltó una exclamación de alivio.


Jezel le puso al tanto, demostrando cierto nivel de odio hacia él, cosa extraña para Damien. Sin embargo, debía recordarse, los ojos negros de Jezel revelaban una triste verdad por lo que, siendo cuidadoso, ayudó al niño a levantarse.


—Jezel, llama a Araujo y tráelo aquí. Luego hablaré contigo a lo que has hecho.


Los ojos negros de Jezel miraron fijamente al muchacho extraño. Murmuró de manera afirmativa antes de salir de allí a largas zancadas, apretando con muchísima fuerza sus manos.


-.-


Daniel se sintió un poco más tranquilo cuando un sujeto que hablaba su lengua —cosa que agradecía a todo lo que supiera de las religiones— y le explicó las cosas. Dónde estaba, a quién se había encontrado y muchas más cosas.


El miedo que antes sintiera, se había incrementado exponencialmente. ¿Un mundo? No comprendía nada y no tenía ni la más remota idea para poder regresar a su casa. Todo estaba explotando en su cabeza.


Un día normal de clases se había vuelto eso. Una extraña expedición a otro mundo donde un sujeto deseaba su muerte por quién sabe qué razones para tener ese insano deseo. No quería averiguar las razones para ello, aunque fueran válidas.


Solo deseaba volver a casa.


—Daniel —le llamó la muchacha, de cabellos negros y ojos marrones. Alguien normal en la vida cotidiana del terrícola—. ¿Cómo llegaste?


El humano señaló hacia arriba, confundido con todo.


—Yo... estaba caminando cuando algo me sacó y solo sentí que caía hasta que terminé sobre él —señaló a Jezel, quien estaba apoyado sobre una de las paredes. Irritado por la tela del traje y por tener que seguir viéndolo.


Araujo tradujo aquello para Damien, notando cómo el de piel oscura comenzaba a pensar en las posibilidades. El de pelo negro, sin embargo, fue más de acercarse al mismo. Intercambiaron unas cuantas palabras y de allí, nada.


Los temibles ojos negros le miraron con rabia, acentuando cada cicatriz de la cara. Le tomó del brazo, jalándole con fuerza. Escuchó a los demás llamarle pero él no hizo caso. Las pesadas botas se escuchaban por los pasillos, llevándole hasta un lugar extraño.


—Non curo si hic, et revertetur ad Planet —dijo.


Daniel fue empujado por aquella puerta. Lo último que pudo hacer antes de ser enviado de vuelta a su casa fue tocar a Jezel de las manos, pudiendo ver una confusión en sus ojos y la forma de estos.

Notas finales:

Sé que esto no tiene mucho material y que es casi flojo pero ¿qué les digo? Es lo que mejor pude hacer para narrarles la primera vez que Daniel y Jezel se conocieron.

Porque he dicho varias veces, esos dos se odiaban a muerte como no tienen idea xD pero al final, hicieron las paces y se volvieron amantes 1313

¿Qué les digo? Jezel sí sintió repulsión hacia Daniel por su peso al tener todos los datos de él debido a su lado ciborg. Aceptémoslo o no, Jezel en estos tiempos tenia su memoria intacta y estaba comenzando a recordar la que perdió tras el primer accidente por lo que sentía repulsión hacia aquellos que comieran demasiado. Nop, no se enamoró tras ver que adelgazaba, es más, Daniel tardó mucho tiempo en bajar de peso porque lo hizo durante sus vacaciones, contrario a lo que se creería, tuvo de mes a mes y medio de vacaciones en la prepa.

Todavía estaba gordito para cuando hacen las paces y se vuelven amigos, tenía un sobrepeso ligero para cuando se diera cuenta de que estaba enamorado, cosa que puse en O'im como recuerdo de mi querido pelinegro.

¡Gracias por leer! ¿Algún comentario? ¿No? No hay problema.

  Quis enim es tu? = ¿Quién eres tú?

 Non curo si hic, et revertetur ad Planet = No me importa si no es por aquí, regresarás a tu planeta.

 


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