Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Blanca y Negra Nube por 1827kratSN

[Reviews - 7]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del fanfic:

Holi~

KratSn Fics (en facebook) viene a reportarse con una pequeña historia....

Notas del capitulo:

Holi~

Bueno, esto pude hacerlo un capítulo largo, pero quería ver cómo reaccionaba el público XD

Muchos se preguntarán ¿por qué no sigo actalizando mis otros fics? y saco uno nuevo.... bueno, no tengo idea, pero esto salío en uno de mis delirios en la madrugada y pues ya lo terminé de escribir, al menos el borrador, tengo que editar los siguientes capítulos, pero en si... ya está terminada, será cortito, de eso estoy segura ^^

 

Bueno... ¿de quién hablaremos en este fic?

Pues ni más ni menos que de la OTP ... sip señores, de la OTP, es decir un 1827,  Hibari x Tsuna

 

No diré más~

A leer

 

 

Estaban bajo ataque, los arqueros arrojaban  flechas en llamas hacia las pequeñas casas que se levantaban en medio de un valle, la gente corría despavorida, intentando salvarse de aquello. Muchos quedaban atrapados dentro de las viviendas y otros más ayudaban con el escape. Lejos del caos los niños corrían desesperados, guiados por los gritos de sus madres y de los pocos hombres que los guiaban fuera del peligro y del fuego en si

Un frente de guerra, un pequeño batallón conformado por varios samurái se encontraban ya peleando con los invasores, defendiendo sus tierras con las katanas finamente esculpidas por los mejores herreros, los gritos de batalla, el sonido metálico producido por el choque de las armas letales, el grito de alguien al ser rebanado sin piedad, la sangre manchaba el piso…caos. Muchos hombres más, corrían al frente para defender su tierra, su familia, su todo

 

-vamos pequeña, corre, te ayudo – jadeante un castaño de cabello alborotado tomaba en brazos a una pequeña ayudándola a correr con su madre – ¡corran ahora! – ordenó apurado al ver las llamas consumir todo a su paso, la negrura del cielo atemorizaba a cualquiera y hacía parecer que esa tarde... se volvía noche

-¡herrero! Ve por todas las katanas que tengas – ordenaba uno de los altos rangos en ese pequeño pueblo

-¡si!... ¡iré en seguida! – presuroso el castaño corría a su taller internándose con desesperación y sacando todas sus obras maestras

-lo ayudo Tsunayoshi-san – habló uno de sus subordinados en esa tarea, con desesperación y antes de que las llamas consumieran la pequeña casa, sacaron todo, incluyendo la pólvora de los soldados que causaría una explosión monumental. Debido a ese material su casa estaba en una de los extremos de la aldea

-¿falta mucho? – preguntó Tsunayoshi

-faltan las 5 katanas de taisho… ¡pero no vaya, Tsunayoshi-san! – poco pudo hacer cuando el castaño se internó entre las llamas que ya consumían el techo. Otros ayudantes cargaron con la pólvora y las katanas para llevarlos al frente de batalla

-¿y Tsunayoshi? – preguntó cierto hombre de cabello azabache y unos ojos azulados metalizados que brillaban con el fulgor de las llamas

-entró de nuevo por las katanas que iban a pedido suyo – explicó el hombre antes de ser enviado para que ayude a los demás. El azabache por su lado, ingresó sin temor para encontrar a SU castaño – ¡Tsunayoshi! ¡¿Dónde estás?!

-Kyoya-san… – tosió un par de veces en cuando se encontró con el más alto – ¡debemos salir! – el humo le dificultaba la visión pero el mayor lo agarró del brazo arrastrándolo fuera, justo antes de que el techo cayera encima de ambos

-¡no hagas cosas imprudentes! – reclamó el azabache cuando ya estaban fuera del lugar

-lo lamento – se limpió el hollín dejado por el fuego, cayó de rodillas tosiendo y tratando de llenar su pulmones con aire puro, difícil entre todo ese caos – pero tenía… tenía – acarició cada katana con dulzura

-¿qué haremos si perdemos al herrero? – gruñó enfadado arrodillándose ante el castaño – ¿qué pasa si te pierdo? – susurró en el oído del menor antes de besarlo con ternura en la mejilla

-lo siento – se volvió a disculpar, pero saliendo de su pequeña ensoñación tomó las afiladas armas y las empujó hasta el pecho del mayor – tómelas… le serán de utilidad – abrazó al mayor con fuerza en una promesa muda de que tratarían de sobrevivir… de volver a estar juntos

-vete con los demás – juntó sus frentes antes de levantarse y con las katanas, correr al lugar de batalla

-si… cuídate – susurró antes de empezar a correr fuera de las llamas y gritando por si alguien faltaba de ser rescatado

 

El castaño cargó con dos pequeños antes de encontrarse con el grupo en la colina, donde se resguardaban del humo negro y trataban de encontrar una ruta segura para escapar de los enemigos. Mujeres, ancianos y niños, fueron guiados por aquellos que no sabían usar armas, al menos hasta que cruzaron el pequeño riachuelo, a partir de ahí los hombres abandonaron madres, hermanas, hijos, abuelos, a todos para volver a ayudar a los demás. Iban a defender con sus vidas a su familia. Las mujeres tomaron el mando del escape y sollozando por ver a sus cabeza de familia partir, gritaban y acomodaban al grupo que necesitaba huir

 

-¡VAMOS! – era el grito de aquel que tomó el mando cuando volvió con las ultimas armas de batalla. Kyoya encabezaba la fiera contienda, habilidad innata en la pelea cuerpo a cuerpo, sublime manejo de la katana como una extensión de su cuerpo, firme voluntad y carencia de miedo… al menos el miedo hacia la muerte propia… pues si se trataba de otra persona, sus temores se veían a flote – ¡ACABEN CON EL ENEMIGO! – alentaba a su tropa

-¡vienen los refuerzos! – gritaba otro al ver como los hombres que ya dejaron a salvo a los más vulnerables volvían con las municiones de pólvora. Pronto las explosiones se dieron, al parecer los atacantes no se imaginaban que ellos ya tenían esa ayuda en forma de arena negruzca

-¡HÁGANLOS RETROCEDER! – ordenó Hibari mientras destajaba a su enemigo – ¡tienen prohibido morir! – rugió mientras veía la confusión a su alrededor, los recién llegados lanzaban las bombas al enemigo, unos caían presas del filo de un desconocido. El azabache buscó por segundos a ese cabello alborotado y castaño, con quien su romance en secreto ya venía siendo desde hace un par de años. Pero no tuvo tiempo de seguir en su búsqueda, tenía que centrarse y rogar para que después, lograra apreciar de nuevo ese iris caramelo que tenía Tsunayoshi

 

 

Era herrero, sabía forjar katanas, sabia manejar el acero y demás, sabía probar su mercancía y por ende, sabia usar aquel arma letal con habilidad, no perfecta pero al menos tenia noción. Hirió a su enemigo quitándole la katana y ahora la maniobraba como suya, se defendió y defendió a los de su alrededor, siempre precisando su mirada alrededor para no confundir al enemigo y a su vez buscar al líder… aquel azabache callado que un día llego pidiéndole un arma acorde a su habilidad. Le forjó la más hermosa, flexible y ligera que pudo, pero no por eso dejaba de ser eficaz, aun recordaba esa media sonrisa que Kyoya le dedicó cuando comprobó la fina empuñadura… esa sonrisa que lo cautivó y lo llevó a acceder a todo lo que el mayor quiso hacerle. Nunca replicó nada y se sometió al dominio de aquel poderoso hombre, hasta el punto de que su lecho… muchas noches fue de Kyoya también

 

 

-¡te mataré, bastardo! – rugía un hombre con una cicatriz atravesando su rostro, una herida que quería regresarle a aquel azabache

-inténtalo – sonrió con burla cuando ya hacían resonar el metal y sacaban un par de chispas

-cobraré lo que me hiciste, lo que le hiciste a mi pueblo

-son órdenes del emperador – replicó con la mayor de las calmas

-y por culpa del emperador… tu raza acaba aquí – rugió antes de clavar el filo metálico en el hombro de su oponente, quien por el golpe de otro sujeto, tambaleó

 

 

Kyoya no se rindió, pero después de que su brazo fuera rebanado en dos partes, quedó sin su fuente de equilibrio, su mano diestra, la que manejaba la katana forjada especialmente para él y entregada con la más amplia y hermosa sonrisa que vio en su vida, estaba inutilizada. Usó su izquierda para sostener la katana pero no pudo hacer nada cuando cayó sobre otro cuerpo inerte y vio el golpe que le daría su muerte. El filo del acero enemigo brilló al ser levantado, el azabache pidió disculpas a esa persona especial, porque allí acabaría su vida. Sufrió instantáneamente al imaginarse las lágrimas de Tsunayoshi cuando lo encontrara, trató de levantar su arma nuevamente y tratar de eludir a la parca, pero…

 

 

-Tsuna… yoshi – pronunció al ver al herrero en frente suyo, una mancha roja se forjaba en el hombro de aquel chico habilidoso – que…

-¡mocoso idiota! ¡Deja que mate a tu líder! – gruñó mientras arremetía contra el pequeño castaño que con esfuerzo detenía el poderoso ataque, pero que no tuvo la suficiente fuerza para evitar que el filo penetrara su piel con profundidad

-Kyoya-san… por favor levántese – habló mientras detenía el ataque, su vista borrosa por la pérdida de sangre le hacia las cosas difíciles

-¡muere! – fue el grito del azabache antes de clavar su katana en el pecho del otro y verlo caer. Pero de inmediato se giró ante el chico que lo salvó, lo tomó en brazos admirando la herida que dejaba salir ese líquido rojo, lo apretó recibiendo la queja adolorida del castaño – Tsunayoshi… maldita sea ¿Por qué…?

-porque lo amo – susurró entre lágrimas debido al miedo, al dolor, a la desesperación que sintió al ver como Kyoya se rendía a la muerte – nunca más vuelva… a pensar en morir – exigió con lágrimas deslizándose por sus mejillas

-lo siento – se disculpó y besó esos labios impulsivamente, un toque fugaz que lo llenó del valor que perdió hace pocos minutos – no lo haré más – juró acariciando la mejilla del menor

-perdóneme – gruñó el castaño antes de empujar al mayor y clavar su katana en el pecho del que antes pensaron que murió, le dio un giro de noventa grados para asegurarse que en verdad acabó con el corazón del tipo

-maldito… - susurró el hombre antes de caer definitivamente

-Tsunayoshi… ¡deja de ser impulsivo! – reclamó Kyoya al ver como el chico se hallaba aun levantado y quieto… demasiado quieto y callado

-así se… acaba – susurró el castaño antes de caer y ser sostenido por el azabache – Kyo… - susurró sonriendo

-no me dejes – rogó cuando vio el puñal en el pecho del más joven, lo había salvado y… – no lo hagas

-se fuerte – sonrió mientras con sus dedos acariciaba la mejilla de su amado – mi señor… - la cansada extremidad descendió rápidamente hasta quedar inerte en el suelo, la palidez de aquella piel… era obvio

-¡Tsuna! ¡Tsuna! – lo llamó un par de veces pero esos ojos cerrados jamás se volverían a abrir, por primera vez lloraba por la muerte de alguien, por primera vez sintió su sangre hervir de rabia e impotencia, abrazó el cuerpo de su pequeño y gritó de dolor… porque junto con el castaño se iba una porción de su propia vida

 

Ahí se conoció la furia de Kyoya, quien cegado por la ira, destajó y decapitó a todo enemigo en su frente, las lágrimas brotaban de sus orbes y le dificultaba ver bien, pero eso no impidió desatar su furia, él masacró a los invasores. Su venganza le dio el nombre del demonio que llora, pues durante toda esa batalla y las siguientes que lideró para asegurar la victoria del imperio, una lágrima traicionera se derramaba por su mejilla, en honor a su adorado castaño… en honor a la persona que perdió en esa continua lucha por el poder. Jamás nadie supo porque el más poderoso de los samuráis  derramaba lágrimas en cada batalla, jamás alguien entendería el dolor de perder una parte de su ser, nadie jamás entendería la ira de sentirse demasiado débil como para dejar morir a la persona que amaba… nadie entendería el dolor de seguir con  vida sin su persona especial… nadie

 

 

 

-Esa vida es muy cruel, quisiera que se detuviera… ¡ya! – esa voz calmada estaba cargada de dolor, finas lágrimas se desbordaban de sus ojos al presenciar tal tragedia

-sabes que es su condena… no podemos intervenir – una voz más gruesa, más calmada… casi sin emoción

-¿tan malo fue?... ¿tan crueles debemos ser?

-llora… desahoga tu dolor

-mis lágrimas formarán un mar si sigo así – gimoteó arrodillado en su lugar, sosteniendo su rostro con sus manos, tratando de parar el dolor de su pecho

-entonces entiende que esto no se puede evitar – su mayor dolor era ver a su compañero llorar, verlo sufrir porque él… ese ser, quien se derramaba en gotitas saladas, jamás dañaría a alguien por voluntad propia

-¿por qué no pueden… estar juntos?

-porque… no – fue la simple respuesta que le dio

 

 

 

Notas finales:

¿Cómo estuvo?

¿trágico, verdad? y ¿por qué no puse advertencias?... porque este no es el final muajajjaja faltan tres etapas... sip, tres

Bueno sin más que decir me retiro, se aceptan críticas buenas y malas, dudas, sugerencias, lo que deseen expresar les contesto con cariño ^^

 

Nos veremos la otra semana~~

 

PD: Nada, absolutamente nada... es lo que parece 

PD2: Creo que me encanta hacer sufrir a Tsuna... *suspira* hace mucho que no escribo de mi OTP, al menos no como pareja principal... bueno ya jejejje

bye bye

besos~


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).