Le parecía increíble y desgarrador el hecho de que en tan solo unos segundos la vida diera una vuelta tan repentina y arruinara todo, sin contar lo rápido que esta se consume. Sentía que era ayer cuando su madre había muerto, su padre Oc Satan estaba destrozado y por supuesto que también su hermana mayor, *Ahora no Vegeta*, decía Milk cuando en un intento de animarla le decía que fueran a pasear con los caballos, pasaba entonces lo días recorriendo aquella casa que para alguien de su edad era en extremo grande y pensaba que cada día descubriría algo nuevo...
Apenas un parpadeo y ahora se encontraba algunos años más adelante, justo el día en que Oc Satan había salido solo a una reunión de negocios con una familia que igualmente eran los mejores criadores de caballos de la ciudad y había vuelto con un chiquillo más; se preguntaba por qué el hombre se había arriesgado en salvar de entre las llamas al chiquillo que llevaba en brazos y colocaba lentamente en uno de los sillones del vestíbulo, *Es el único sobreviviente de los Son... cuando llegue a la reunión la casa estaba ardiendo* le escucho decir mientras se acercaba lentamente al joven rubio que yacía inconsciente en su sofá.
Frunció el ceño y se alejo cuando comenzó a despertar y al abrir los ojos mostro un par de pupilas celestes, *Bienvenido Goku*; recordó como en un principio se negaba a estar junto al chico y se fastidiaba por el hecho de que Oc Satan lo había nombrado su caballero y ahora se la pasaba pegado a él todo el tiempo, entonces... ¿cómo habían cambiado las cosas? Quizás fue cuestión de tiempo para que terminara acercándose al Son pero... ¿cómo había logrado el Son que fuera a tal grado?
En un momento se encontraba regañando a Kakarotto porque de nuevo se había colado en su cama por la noche con el pretexto de que las pesadillas sobre su familia habían vuelto y después se veía huyendo de todo contacto con aquel rubio, simplemente el hecho de estar cerca suyo le aceleraba los latidos y perdía el control de sus pensamientos; ya no podía dormir junto a él así que pidió a su padre que le diera una habitación propia, ya no podían cabalgar en el mismo caballo por el simple hecho de que cuando sus cuerpos rozaban su rostro ardía, ya no podían practicar con la espada porque siempre parecía que el rubio buscaba hasta el más mínimo descuido del azabache para tumbarlo y caer sobre él... ya no podían estar juntos sin que alguno de los dos se hundiera en deseos de algo más.
Había hecho todo lo posible por alejarse del Son... y este había hecho todo por acercarse hasta robarle todo, hasta el último suspiro. Aun recordaba con profundo temor el día en que Milk le confesó que amaba al rubio y ¿él que había hecho? había corrido a los brazos de su caballero y se había entregado a él por completo, se había negado a compartir sus besos y caricias, mucho menos su amor y ni siquiera su aroma o la increíble sensación que le daba pasear sus dedos por aquel cabello blondo mientras Kakarotto lo llenaba de secretas caricias en aquel invernadero.
No, Kakarotto debía ser suyo y de nadie más, jamás permitiría que alguien más lo tuviera y aquel sentimiento de pertenencia era mutuo y cada noche el de ojos celestes se lo dejaba saber cuándo llenaba su cuerpo con marcas, cuando cada vez que lo tomaba le juraba su amor...
Vivía con cierto temor de que aquel secreto se descubriera y su hermana se enterara de sus noches con su caballero pero con solo el hecho de que Kakarotto lo estrujara le hacía perder el control y nuevamente entregarse por completo.
... ¿Y ahora?...
Su vida parecía marcharse junto a la de Oc Satan que con sus últimos suspiros los había llamado a los tres para hacerlos conscientes de sus últimos deseos, había tomado sus manos y declarado que siempre le había encantado el hecho de su gran parecido con su madre y no había perdido la oportunidad de recalcar que ahora se volverían a encontrar.
Antes de morir Oc Satan tomo las manos de su hija y las del Son *Ustedes dos deben formar una familia* y con eso había bastado para destruir todo lo que él llamaba vida, su propio padre lo había sentenciado a ver a su hermana casarse con el amor de su vida, *Goku, te quise como a un hijo, estoy seguro de que cuidaras bien de Milk* una sola mirada basto para saber que muy por debajo de la tristeza que le provocaba la pérdida de su padre Milk estaba más que contenta y dispuesta a cumplir con su voluntad.
¿Y Kakarotto? Nada podía hacer más que aceptar unirse con la heredera de todas las riquezas de los Satan.