Lo estoy esperando.
El cielo se mantiene nublado pero el color amarillento de los fresnos ya es característico. Pasan los minutos, saco las llaves de mi bolsillo, empiezo moverlas en mi mano, chocan entre sí, hacen música, son cuatro llaves, tuve tiempo de apreciarlas cuando las encontré de sorpresa en una de mis camperas, no son mías, son de Claus, al encontrarlas me sorprendí no recordaba cuando pudo haberlas guardado, el tema es que hace unos veinte minutos me avisó que venía a buscarlas.
Dejo de moverlas, las miro, una es chiquita, de candado, imagino de que puertas pueden ser las demás, recuerdo su casa, las veces que fui, sonrío.
- Gracias Isma-. Su voz me llega de sorpresa, lo miro y se ve relajado como siempre.
- No es nada-. Y mi sonrisa se agranda. - ¿Queres subir?-. Apunto al edificio.
- Dale-.
Caminamos a la entrada, estamos ingresando al ascensor. – Creo que voy a tener que perder la llave más seguido-. Ambos reímos.
- No vendría mal-.
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Lo estoy esperando.
El cielo se mantiene nublado pero el color amarillento de los fresnos ya es característico. Pasan los minutos, saco las llaves de mi bolsillo, empiezo moverlas en mi mano, chocan entre sí, hacen música, son cuatro llaves, tuve tiempo de apreciarlas cuando las encontré de sorpresa en una de mis camperas, no son mías, son de Claus, al encontrarlas me sorprendí no recordaba cuando pudo haberlas guardado, el tema es que hace unos veinte minutos me avisó que venía a buscarlas.
Dejo de moverlas, las miro, una es chiquita, de candado, imagino de que puertas pueden ser las demás, recuerdo su casa, las veces que fui, sonrío.
- Gracias Isma-. Su voz me llega de sorpresa, lo miro y se ve relajado como siempre.
- No es nada-. Y mi sonrisa se agranda. - ¿Queres subir?-. Apunto al edificio.
- Dale-.
Caminamos a la entrada, estamos ingresando al ascensor. – Creo que voy a tener que perder la llave más seguido-. Ambos reímos.
- No vendría mal-.
Lo estoy esperando.
El cielo se mantiene nublado pero el color amarillento de los fresnos ya es característico. Pasan los minutos, saco las llaves de mi bolsillo, empiezo moverlas en mi mano, chocan entre sí, hacen música, son cuatro llaves, tuve tiempo de apreciarlas cuando las encontré de sorpresa en una de mis camperas, no son mías, son de Claus, al encontrarlas me sorprendí no recordaba cuando pudo haberlas guardado, el tema es que hace unos veinte minutos me avisó que venía a buscarlas.
Dejo de moverlas, las miro, una es chiquita, de candado, imagino de que puertas pueden ser las demás, recuerdo su casa, las veces que fui, sonrío.
- Gracias Isma-. Su voz me llega de sorpresa, lo miro y se ve relajado como siempre.
- No es nada-. Y mi sonrisa se agranda. - ¿Queres subir?-. Apunto al edificio.
- Dale-.
Caminamos a la entrada, estamos ingresando al ascensor. – Creo que voy a tener que perder la llave más seguido-. Ambos reímos.
- No vendría mal-.
Lo estoy esperando.
El cielo se mantiene nublado pero el color amarillento de los fresnos ya es característico. Pasan los minutos, saco las llaves de mi bolsillo, empiezo moverlas en mi mano, chocan entre sí, hacen música, son cuatro llaves, tuve tiempo de apreciarlas cuando las encontré de sorpresa en una de mis camperas, no son mías, son de Claus, al encontrarlas me sorprendí no recordaba cuando pudo haberlas guardado, el tema es que hace unos veinte minutos me avisó que venía a buscarlas.
Dejo de moverlas, las miro, una es chiquita, de candado, imagino de que puertas pueden ser las demás, recuerdo su casa, las veces que fui, sonrío.
- Gracias Isma-. Su voz me llega de sorpresa, lo miro y se ve relajado como siempre.
- No es nada-. Y mi sonrisa se agranda. - ¿Queres subir?-. Apunto al edificio.
- Dale-.
Caminamos a la entrada, estamos ingresando al ascensor. – Creo que voy a tener que perder la llave más seguido-. Ambos reímos.
- No vendría mal-.
Lo estoy esperando.
El cielo se mantiene nublado pero el color amarillento de los fresnos ya es característico. Pasan los minutos, saco las llaves de mi bolsillo, empiezo moverlas en mi mano, chocan entre sí, hacen música, son cuatro llaves, tuve tiempo de apreciarlas cuando las encontré de sorpresa en una de mis camperas, no son mías, son de Claus, al encontrarlas me sorprendí no recordaba cuando pudo haberlas guardado, el tema es que hace unos veinte minutos me avisó que venía a buscarlas.
Dejo de moverlas, las miro, una es chiquita, de candado, imagino de que puertas pueden ser las demás, recuerdo su casa, las veces que fui, sonrío.
- Gracias Isma-. Su voz me llega de sorpresa, lo miro y se ve relajado como siempre.
- No es nada-. Y mi sonrisa se agranda. - ¿Queres subir?-. Apunto al edificio.
- Dale-.
Caminamos a la entrada, estamos ingresando al ascensor. – Creo que voy a tener que perder la llave más seguido-. Ambos reímos.
- No vendría mal-.