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Divina Tentación por LadyBondage

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Notas del fanfic:

Mi primer original, ojala les guste.

 

 

Bienvenidos

[1]

 

Cody se lleva una mano a la boca pintando sus labios de carmín mientras los demás chicos a su alrededor se delinean los ojos o se rizan las pestañas. Pero él solo se enfoca en sus bonitos labios de algodón que saben a anís y en ratitos a durazno. No es su primera noche, de hecho, está más que acostumbrado a repetir la rutina. Sólo que está vez la siente diferente, como cuando despiertas con una corazonada que no deja de estorbarte en medio del corazón y cada vez se hace más vivificante.

 

Oliver se posiciona a su lado con la sonrisa gatuna en sus labios y las largas pestañas batiéndose de arriba hacia abajo.

 

—Adivina quien vino a verte otra vez —proclama entusiasta, Cody no puede contagiarse del mismo sentir. Pero su amigo revira los ojos y los abre más de la cuenta instándolo a seguirle el juego.

—No lo sé.

—Ay, vamos. Ni siquiera has hecho el intento de adivinarlo.

—Tal vez porque no me interesa, Oli. —profiere con una queja implícita.

 

Es otra noche en Sandy’s club. Un bar a las afueras de Croacher, donde jóvenes y adultos pudientes van a divertirse cuando salen de exámenes cargantes o de trabajos estresantes. En Sandy’s club se dan el lujo de derecho de admisión, no cualquiera puede pagar un lugar en ese bar, a menos que tenga mucha pasta o conectes con el dueño.

 

Cody llegó a trabajar como camarero una tarde, fue un golpe de suerte. Él buscaba empleo y Jack –el dueño- buscaba otro chico que reemplazase al chico que se fue quince días antes.

 

La paga era normal, nada del otro mundo, pero las propinas, esas sí que dejaban a más de uno con la boca abierta. Los que no eran meseros se dedicaban a bailar arriba de un sinuoso escenario de diversas temáticas donde además se desnudaban consiguiendo más propinas y vítores del público.

 

Jack le había dicho en alguna ocasión que estaba echándolo a perder por no subirlo al escenario, le insistía constantemente que arriba ganaría el triple de lo que ganaba en un día. Sin embargo, Cody desestimaba sus intentos por convertirlo en bailarín. No era tan libertino como su amigo, Cody se crio con una madre católica hasta los huesos y demás está decir que le avergonzaba su cuerpo y las miradas lujuriosas de los hombres del bar.

 

Incluso Oliver le repetía lo hermoso que era y que harían buen equipo si se unía a los bailarines. Pero no, él sólo quería cubrir sus gastos y los de su madre, nada más. No buscaba hacerse de un lugar ahí, ni pensaba desnudarse para hombres libidinosos.

 

—Ferguson vino a verte. Aunque tú siempre los repeles como si fuese un mosquito. —alega Oliver entallándose los pantalones ajustados de cuero que redondeaban un culo bonito.

—Ese hombre es un pervertido, sólo quiere acostarse conmigo.

—Cualquiera querria con semejante carita de pasivo. —Oliver le guiña un ojo antes de salir del camerino. Cody suspira airosamente.

 

No odia su trabajo pero desearía tener otro empleo más decente. Su madre sabía que él se dedicaba a ser mesero en un bar pero nunca le dijo en qué clase de bar.

 

 

 

 

[2]

 

—Este lugar es horrible. —apremia una voz barítono. Lindsay y Sebastián se sonríen cómplices.

—Lo mejor que el dinero puede pagar.

—Es un bar gay. —determina Dominic viendo pasar a un par de chicos con sugerentes trajes ajustados al cuerpo enseñando su bien dotada fisonomía.

—Lo es —acepta la única mujer de los tres. Dominic la mira seriamente con el ceño fruncido.

— ¿Por qué me han traído aquí?

 

Dominic no es homofóbico pero no le gusta estar rodeado de tantas personas de su mismo género pavoneándose con ropas sugerentes y miradas libidinosas. Él no entiende el motivo por el cual lo han llevado ahí.

 

—Tú nos dijiste que necesitabas encontrar a tu medio hermano, ¿no?

—Sí, y...

—Bueno, pues él trabaja aquí. —apunta Lindsay con la voz chillona de mujer. Dominic la mira ceñudo.

—Y ahí está… —Sebastián señala a la barra.

 

La respiración se le acelera y las manos comienzan a sudarle. Después de nueve años él vuelve a estar ahí; frágil y vulnerable, como lo recuerda.

 

Su medio hermano, Cody Lancaster.

 

 

 

 

 


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